La España que nos separa y enfrenta

La fragilidad de la “patria común e indivisible” proviene del paupérrimo alcance de su sistema redistributivo, un engranaje oxidado de expropiación fiscal sobre los grupos sociales más expuestos a los vaivenes de una economía que crece y se repliega a golpe de sucesivos movimientos especulativos.
Petanca
Vecinos de Riolobos (Cáceres) juegan a la petanca. Foto de Santiago Rodríguez Álvarez.
Saltamos Extremadura
15 feb 2018 06:00
Hagamos juntos un ejercicio. Tratemos de visualizar el trayecto que une la ciudad de Barcelona con un remoto pueblo de la provincia de Cáceres. Llamémoslo Riolobos.

La distancia más corta entre estos dos puntos de la geografía española es una línea que hace todas las curvas necesarias para poder pasar por Madrid, “rompeolas de todas las Españas”. El paulatino acercamiento de estos dos enclaves, posibilitado por el desarrollo de las infraestructuras y las mejoras tecnológicas del transporte (absténganse de pensar ahora en el tren), representa la culminación del proyecto compartido que llamamos España. ¿Qué es, por lo tanto, España? Relájense, no buscamos esencias ni nos golpearemos el pecho afirmando, con Unamuno, que España debe volverse sobre sí misma; tampoco nos flagelaremos sentenciando, a lo Gil de Biedma, que de todas las historias de la historia, la más triste es la de España porque termina mal. Este humilde ejercicio trata de reflexionar sobre cómo ha sido posible la España de las últimas décadas, un ejercicio de funambulista por la superficie resbaladiza del Estado de las autonomías.
¿Tiene sentido hablar de rentas regionales?
La España de las autonomías se asienta sobre el principio de solidaridad interterritorial. Los Fondos de Compensación actúan, cual Robin Hood, quitándole a los que más tienen para dárselo a los más pobres. Aquel machacón “España nos roba” tiene su sentido si pensamos en las transferencias de rentas regionales desde comunidades como Cataluña, Madrid, Valencia o Baleares a otras más pobres como Extremadura o Andalucía. Pero ¿tiene sentido hablar de rentas regionales? Habrá quienes piensen que no, que las rentas son siempre personales y que el dinero pasa, en última instancia, de unos bolsillos a otros, no de unas regiones a otras. Y parte de razón no les falta.
Barcelona
Vista de la Torre Agbar en Barcelona desde los bunkers del Carmel. Álvaro Minguito

La solidaridad interterritorial ha propiciado un desarrollo paradójico durante las últimas décadas. Es un hecho innegable la equiparación de los estándares de vida entre personas de regiones tan distantes como Cataluña y Extremadura. Más que en la renta personal disponible, aún bastante desigual por el dinamismo de la vida en las zonas urbanas, dicha equiparación puede observarse en la homogeneidad de los hábitos de consumo. De esta manera, durante años ha sido posible afirmar cosas del tipo “qué bien se vive en España”, lo que conlleva un cierto grado de uniformidad muy singular (y autocomplaciente, claro) en nuestra historia.

Hablar de España como un todo tiene unas implicaciones político-sociales sobre las que conviene reparar. La convergencia económica entre las distintas regiones ha dado lugar a la aparición de una gran clase media en todo el territorio. Esta clase media es, sin embargo, un conglomerado tan heterogéneo que resulta muy equívoco referirse a ella sin introducir matices, si de lo que se trata es de entender algo.
Barcelona es hoy una de las capitales mundiales del diseño y la publicidad, una ciudad abierta al mundo y cerrada a una parte cada vez más grande de sus habitantes.
La clase media urbana catalana es igualmente un mosaico irreductible. Para simplificar, nos referiremos a los trabajadores del sector industrial. Este grupo poblacional ha contado con trabajos estables y relativamente bien remunerados durante las últimas décadas. Muchos de los individuos que lo componen son ahora jubilados con un poder adquisitivo suficiente como para dar de comer a los hijos de sus hijos en paro. Las transformaciones de los últimos tiempos han supuesto la desaparición paulatina de la industria y su sustitución parcial por el pujante sector de los servicios y todo lo que tiene que ver con la comunicación. Barcelona es hoy en día una de las capitales mundiales del diseño y la publicidad, una ciudad abierta al mundo y cerrada a una parte cada vez más grande de sus habitantes.

El caso que representan los pueblos del sur es igualmente paradójico. La inmigración del campo a la ciudad “resolvió” el histórico problema planteado por la necesidad de una verdadera reforma agraria. Extremadura ha perdido 500.000 habitantes desde los años sesenta. Repartir lo poco que hay entre los pocos que quedan puede parecer suficiente, más aún cuando las carencias son mitigadas por un sector público omnipresente. Más del 50% del PIB extremeño se deriva de la actividad económica del sector público, lo que propicia que los altos niveles de paro, la estacionalidad del empleo y los míseros salarios, convivan en armonía con escuelas equipadas con un ordenador por alumno y hospitales a la vanguardia tecnológica del país. Todo pagado con dinero público.

Si asumimos esto, no es de extrañar que los catalanes hayan estado tirándose de los pelos durante años. España, podríamos pensar, es un subproducto artificial que exprime hasta el tuétano de los abnegados trabajadores del norte. Pero no saquemos conclusiones aceleradas. Las transferencias de renta de unas regiones a otras son, sobre todo, transferencias de rentas de los trabajadores asalariados a los que más tienen. Cierto es que, en su “natural” discurrir expropiatorio —de las clases populares a la clase dominante—, el dinero hace una pequeña parada en los bolsillos exhaustos de las clases populares de otras regiones, como Extremadura, generando una sensación de riqueza que permite a muchos extremeños pobres autoafirmarse como clase media. ¡Y a mucha honra!

Pero el dinero, como los ríos que van a dar a la mar, acaba siempre en los bolsillos de sus “legítimos” dueños. Habrá quienes piensen que es absurdo establecer un flujo circular de la renta tan complejo para finalmente volver al punto de partida. No me atrevería a llevarles la contraria, si no fuera porque de ello ha dependido la articulación territorial del Estado durante las últimas décadas. El dinero de la solidaridad interterritorial sale de los impuestos de las clases trabajadoras catalanas (en proceso de desaparición) para acabar, previo paso por los humildes bolsillos de los trabajadores extremeños con sensación, eso sí, de clase media, en las arcas de la clase dominante catalana.
Todo este frágil engranaje, que hemos llamado durante los últimos cuarenta años “España”, se ha roto
Se hace necesario decir que todo este frágil engranaje, que hemos llamado durante los últimos cuarenta años “España”, se ha roto, y que en el momento actual asistimos a una reconfiguración de los equilibrios de poder que puede alterar profundamente el mundo en el que hemos vivido.

Los límites de España como proyecto de país se corresponden con los límites efectivos del Estado Social y Democrático de Derecho. De hecho, la fragilidad de la “patria común e indivisible” proviene del paupérrimo alcance de su sistema redistributivo, un engranaje oxidado de expropiación fiscal sobre una capa de la población —la difusa clase media— expuesta a los vaivenes de una economía que crece y se repliega a golpe de sucesivos movimientos especulativos. Si pensamos que esa clase media, hoy empobrecida, se concentra en aquellos lugares donde hay (o había) trabajo, podemos comprender el crecimiento de las tensiones territoriales dentro de una lógica más amplia que la de los agravios identitarios.

La élite catalana no paga impuestos. Tampoco la madrileña ni la valenciana ni la extremeña. En general, las élites no pagan nada. Por eso, la patronal catalana, Rosell a la cabeza, se sumó a las movilizaciones soberanistas mientras no excedieron las demandas de un mejor (para ellos, claro) arreglo fiscal con el Estado. Por ello mismo se bajaron del carro cuando el movimiento independentista desbordó el marco de las oligarquías autonomistas, poniéndose en seguida a la cabeza del movimiento por la unidad de España.

Lo que falta es un proyecto de país que venga a sustituir al que hoy se halla en retirada. Pero este no va a salir de la mente de ningún pro-Hombre de Estado. Va a ser, más bien, el resultado de una serie de ensayos concretos sobre el territorio. Va a ser un arreglo de coyuntura al que se le irán añadiendo remiendos coyunturales: otra chapuza (sobre la que construirá, sin embargo, un descomunal aparato de legitimación y encumbramiento).


opel figueruelas
Planta de Opel en Figueruelas, foto de PCE Aragón para Ara!nfo

Veámoslo en un caso concreto. La planta de Opel en Figueruelas (que podría ser la de Ford en Almussafes, la de Renault en Palencia o la Seat de Martorell) acaba de “acordar” con su plantilla unas nuevas condiciones laborales que aseguran el mantenimiento de la fábrica durante los próximos años.  En realidad, no asegura nada más que el empobrecimiento de los trabajadores y la precarización de sus condiciones laborales, pero cualquier extremeño respondería que “por lo menos, algo es algo”.
La estabilidad política y social del país, fraguada en los acuerdos del comité de empresa de Figueruelas.
La pérdida de poder adquisitivo de los asalariados de Opel se verá compensada, en parte, en los próximos meses (cuando se acerquen las elecciones) con una promesa de bajada de impuestos. Esa gente matizará su indignación al advertir que la situación de sus vecinos turolenses, por no hablar ya de sus compatriotas cacereños, es mucho peor. La reducción de ingresos en las arcas públicas será contrarrestada, nunca del todo, con otra subida del IVA o de la luz, lo que supondrá un empobrecimiento generalizado que se hará notar mucho más en los que ya eran pobres. La caída de la recaudación obligará a nuevos recortes en el sector público, con efectos catastróficos en aquellas regiones más dependientes del gasto social. La estabilidad política y social del país, fraguada en los acuerdos del comité de empresa de Figueruelas (Almussafes, Palencia o Martorell), convivirá con el crecimiento de la desigualdad entre las personas, que requerirá de un esfuerzo sobrehumano en políticas públicas de exclusión social para aplacar el malestar creciente.

Esto no es una hipótesis ni un pronóstico. Es lo que ocurre todos los días en un país que ha fracasado como proyecto político de futuro. Esta España separa y enfrenta a Cataluña y a Extremadura. El malestar se expresa en la lengua que hemos aprendido todos (catalanes, extremeños, murcianos y valencianos) durante estos cuarenta años: el enfrentamiento territorial. ¿Por qué iba a hacerlo de otra manera? Si no sabemos otra, tal vez haya llegado el momento de empezar a complejizar el discurso, y hablar de la viabilidad de España en términos sociales, fiscales, económicos y —¿por qué no?— territoriales.
Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Diversos fondos de origen israelí están presentes en proyectos urbanísticos de Málaga influyendo en la turistificación de la provincia mientras se enriquecen con la ocupación de Palestina
Región de Murcia
Belinda Ntutumu
“La violencia racista no parará mientras Vox pueda presentarse a elecciones”
La cofundadora de Afromurcia señala a los discursos de Vox como causantes de la violencia racista de Torre Pacheco y califica de “laxa” la respuesta institucional: “Deberían haber impedido que los disturbios continuaran durante tres días”.
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Katharina von Schnurbein es la encargada de proteger a Israel en las discusiones que esta semana tienen lugar sobre el acuerdo preferencial que la UE tiene con el Estado sionista.
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
Una carta dirigida al presidente del Gobierno por más de mil profesionales de la cultura considera que “mantener los negocios armamentísticos con Israel es complicidad activa con el genocidio”.
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
El jueves 17 de julio os esperamos en el CS “A Nubeira” de Vigo para presentar el último número de la revista El Salto.
Castellón
El BDS Castelló pide al FIB que facilite la devolución de entradas por su vinculación con KKR
El BDS y la Plataforma Castelló per Palestina piden al festival que se desvincule del fondo y que adopte un compromiso público para incluir el respeto por los derechos humanos palestinos en sus protocolos éticos.
Opinión
Torre Pacheco: el síntoma de un sistema agroexportador podrido
Se podría hacer un mapa de la llamada conflictividad social migrante y coincidiría, casi matemáticamente, con el de los polos agroexportadores.
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
Violencia machista
El 30% de los feminicidios íntimos se producen en verano pero no es el calor, es el patriarcado
El Ministerio de Igualdad convocó la semana pasada un comité de crisis tras los nueve asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas en junio. ¿Qué pistas da este dato sobre cómo orientar las políticas públicas?

Últimas

Opinión
Cuando una huertana llora: saquen sus racistas manos de nuestra región
Me aterra pensar que lo que ha sucedido en Torre Pacheco es el comienzo de algo peor, que es el primer síntoma de una enfermedad que hemos permitido que campe a sus anchas por nuestras regiones.
Análisis
La crisis por el ‘caso Cerdán’ empuja al PP y Vox por encima de los 200 escaños
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala una caída del PSOE, que apenas aprovechan los partidos a su izquierda, y un aumento de votos en la mayoría de PP y Vox
Cómic
Gotham como estado mental
Que Batman es el personaje del cómic de superhéroes más icónico del último medio siglo es algo a lo que también contribuye una iconografía del mal como forma urbana a la que responde la ciudad de Gotham, un estado mental en sí mismo.
Opinión
Día Internacional de las Personas No Binarias: no pedimos nuevos derechos, exigimos los que tenemos
Varios tratados internacionales permiten una interpretación favorable a reconocer a las personas no binarias. El Estado español incumple su deber de protección de estas personas.
Estados Unidos
Donald Trump amenaza a la Unión Europea con aranceles del 30% a sus productos a partir de agosto
Ursula von der Leyen ha respondido al anuncio de Trump insistiendo en la vía del diálogo pero anunciando que “tomarán todas las medidas necesarias para salvaguardar" sus intereses
Más noticias
Murcia
Colectivos antirracistas denuncian la impunidad de la ultraderecha en Torre Pacheco, donde sigue la violencia
En la localidad murciana se ha producido una segunda jornada de violencia racista, ultraderechistas de otros territorios se han unido a las “patrullas” para “limpiar España”.
Economía social y solidaria
¿Dónde está la juventud en la Economía Social y Solidaria? Un relevo que se teje entre retos y oportunidades
Cada vez más jóvenes se acercan buscando formas de vida y empleos coherentes con sus valores. Sin embargo, su participación sigue enfrentando barreras: precariedad, estructuras poco flexibles y falta de relevo real.
Río Arriba
Javier Guzmán: “Desde la izquierda falta la visión de que el derecho a la alimentación es un tema básico”
Nueva entrevista de Río Arriba en formato podcast donde hablamos de soberanía alimentaria, políticas públicas relacionadas con la alimentación, tratados de libre comercio y sus efectos sobre la agricultura, ganadería y alimentación.

Recomendadas

Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
Patricia Reguero Ríos, redactora de El Salto, presenta ‘Todo lo que pasó el día que me mordió mi hija’ (La Imprenta, 2025), un conjunto de relatos que desde lo individual apelan a lo colectivo y que se devoran con una mezcla entre ansiedad y placer.
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
La autora y psicóloga argentina pone en valor la amistad frente a los modelos relacionales centrados en la pareja y la familia. Tampoco le interesa la familia elegida: “Marca una línea muy clara entre lo que pertenece y lo que no”.
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
La red de reciclaje en Barcelona es de una complejidad casi hermética, más aún si hablamos de los recicladores informales, más conocidos como chatarreros. Salimos a la calle a entender una economía sumergida que está a la vista de todos.
Medios de comunicación
El futuro del periodismo no lo está escribiendo una máquina
El periodista Pablo Mancini, estratega dentro de The Washington Post, defiende una profesión aquejada de múltiples problemas. El primero, y más crucial, la deserción de miles de personas que ya no quieren estar informadas.
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...