Ruido de Fondo

Ruido de fondo
Explosiones

Bajo el impacto traumático del coronavirus, los ámbitos de la cultura y de la producción y la recepción de las imágenes —en las que el mundo cifra hoy por hoy sus sentidos y sensibilidades— se han visto sometidos en especial a una tensión tan insoportable como en muchas ocasiones reprimida.

“Cuanto más profundizamos en la sustancia de la realidad, más endebles se vuelven nuestras estructuras de pensamiento”. En 1985, Don DeLillo publica Ruido de fondo, una novela sobre las estrategias con las que el presente elude las cuestiones verdaderamente significativas para la condición humana; en particular, nuestra lucha por la supervivencia y lo inevitable de nuestra extinción. Para tratar de ocultarnos a nosotros mismos ese núcleo inestable de la existencia, relataba DeLillo, apelamos a un éxtasis de la conexión y el consumo, un estruendo bajo el cual se agita, pese a todo, “la química cerebral del terror, que se pone de manifiesto en nuestras mentes como un ruido de fondo perpetuo, imposible de camuflar o eliminar”.

Han pasado 35 años desde que vio la luz la novela de DeLillo, pero sus reflexiones nos han parecido más oportunas que nunca en el verano de 2020: nuestra alienación respecto de los hechos básicos de la vida y nuestra inmersión en una cacofonía ideológica y comunicativa, que creemos nos aislará del ruido de fondo, han alcanzado niveles de paroxismo. Como se ha podido observar en los últimos meses, la pandemia que nos atraviesa tan solo ha exacerbado el proceso.

Lo que hemos convenido en llamar globalmente nueva normalidad no es sino el apogeo de una falsa normalidad previa que, a juicio de Naomi Klein, “ya era crisis”. Bajo el impacto traumático del coronavirus, los ámbitos de la cultura y de la producción y la recepción de las imágenes —en las que el mundo cifra hoy por hoy sus sentidos y sensibilidades— se han visto sometidos en especial a una tensión tan insoportable como en muchas ocasiones reprimida. Algo en lo que ha jugado papel determinante una gestión colectiva de la pandemia en términos abstractos de gráficas y datos que, de modo más o menos consciente, han servido para (auto)censurar lo que pasaba, hasta el punto de generar un vacío documental y testimonial, un hueco considerable en la memoria de la época.

Nuestra intención con este y próximos artículos pasa por reconocer y calibrar dicha tensión entre lo que no queremos ni ver ni escuchar, y la sombra que esa zona muerta deposita sobre aquello en lo que hemos elegido focalizar nuestra atención y depositar nuestra tranquilidad de espíritu; por traducir el ruido de fondo que genera en nosotros la sombra, en una modulación de frecuencia capaz de hacerse valer frente al ruido distractivo imperante.

Y nada más pertinente para comenzar que con el análisis de las imágenes de una gran explosión: la producida en Beirut el pasado 4 de agosto a causa del incendio de toneladas de nitrato de amonio en un almacén situado en el puerto de la capital libanesa. Un suceso de extrema gravedad, que ha puesto contra las cuerdas al gobierno libanés, pero del que apenas tenemos noticias un mes después de que ocurriese.

Lo que importó fue el evento, el “terrible espectáculo” de la explosión y “la dramática devastación de Beirut” a consecuencia de la misma. Expresiones reiteradas una y otra vez por medios y usuarios de redes sociales para hacerse eco de las capturas de la deflagración con un ánimo que oscilaba con claridad entre la fascinación y el espanto; la “distancia justa”, parafraseando a Jean-Luc Godard, entre el disfrute estético de la imagen y la conciencia de lo que implica.

explosiones
El pánico nuclear, que supuso para varias generaciones un factor esencial de sus perspectivas de futuro, ha pasado a ser pasto de la cultura popular, de mainstream inconfesable en YouTube, y de libros de lujosa edición

Se da la circunstancia curiosa de que este verano se conmemoraban los 75 años del lanzamiento sobre Hiroshima y Nagasaki de sendos artefactos nucleares. La rememoración de aquellas catástrofes ha hecho gala de un cierto distanciamiento respecto de los testimonios gráficos documentales. El pánico nuclear, que supuso para varias generaciones un factor esencial de sus perspectivas de futuro, ha pasado a ser pasto de la cultura popular, de mainstream inconfesable en YouTube, y de libros de lujosa edición como 100 Suns (2003), en cuyo prólogo Michael Light, el encargado de recopilar cien fotografías sobre las detonaciones entre 1945 y 1962 por Estados Unidos de artefactos atómicos, daba cuenta de la ambivalencia que ha pasado a suscitar con el tiempo lo sublime nuclear: “La evidencia que aportan las fotografías que siguen es aterradora por sus resultados y, al mismo tiempo, produce una impresión desconcertante como espectáculo (...) los efectos terribles de las explosiones, latentes en las fotografías, coexisten con la grandeza visual de lo que ya es imaginario atómico”.

Tal imaginario ha ganado la partida hasta tal punto que, como señalaba la historiadora Elena Masarah, los comentarios estos días pasados sobre los desastres de Hiroshima y Nagasaki se han ilustrado en muchos casos con imágenes correspondientes a ficciones —series, cómics, películas, videojuegos— en las que a lo largo de los años se han recreado hongos atómicos con intenciones lúdicas.

La explosión en Beirut, que tuvo una réplica menor días después al estallar una gasolinera en la localidad rusa de Volgogrado, nos devolvió de cabeza a la inmediatez en el registro de una gran catástrofe; puede hablarse incluso de una energía colectiva liberada a la hora de ver y compartir los infinitos ángulos desde los que se registró el suceso tanto o más potente que la provocada por el estallido en aquella ciudad de tres mil toneladas de sustancias inflamables.

La broma recurrente en torno a la sucesión en 2020 de debacles varias alcanzaba un culmen apocalíptico con lo ocurrido en Beirut. Y resulta inevitable asociar lo apocalíptico con una sensación de alivio: nos vemos obligados a confrontar un hecho que lo cambia todo por mucho que nos empeñásemos en evitarlo, que no nos permite seguir eludiendo el ruido de fondo, que nos obliga a despertar. Todo lo contrario a lo que ha supuesto a lo largo del año la experiencia de la pandemia, cuya representación colectiva orquestada por políticos, medios y redes sociales ha estado marcada, como decíamos, por la invisibilidad y la negación; por el empeño en mantener el statu quo social de forma que la desintegración ya en marcha del mundo se prolongue a cámara hiperlenta, de manera casi imperceptible, camuflada entre aplausos, baterías de medidas aleatorias y memes.

Fotograma de la serie ‘Devs’
Fotograma de la serie ‘Devs’.

Las imágenes del hongo postatómico de Beirut fueron sepultadas pronto por nuestra adicción a un nuevo trending topic cada pocas horas, y nadie ha vuelto a preocuparse por sus repercusiones reales. Pero, incluso así, supusieron por lo menos un shock momentáneo, una quiebra en los consensos presentes sobre lo que es o no representable, cimentados en una nueva moral de las imágenes. Un nuevo talante restrictivo en el que confluyen sensibilidades de última ola, la supuesta necesidad de tranquilizar a la población ante los efectos imprevisibles de una pandemia global, y la deriva de Internet en ágora privatizada.

Vale la pena en este sentido concluir remitiéndonos de nuevo a Naomi Klein: en un artículo reciente publicado por The Intercept, la ensayista canadiense ha pronosticado el advenimiento de una distopía high-tech ligada a nuestra condición creciente de individuos aislados en sus hogares y monitorizados por sus pares, sus superiores y las autoridades, que ha legitimado plenamente el coronavirus.

Para Klein, estados y corporaciones tecnológicas están diseñando un futuro similar al de Matrix (1999), en el que nuestros cuerpos y nuestras mentes serán tan solo el hardware y el software precisados por nuestros avatares para adaptarse a los estándares económicos y morales que van dando forma a la ciudadanía virtual. Bajo el espejismo de lo diverso en la customización de sus perfiles, nuestra proyección en dicha irrealidad estará mediada, según Klein, por un screen new deal, un pacto colectivo sobre lo que podemos ser en pantalla, en cuyo altar serán sacrificadas cada vez en mayor medida las imágenes incómodas, críticas, disidentes.

Renunciar en ese contexto distópico a ver y ser vistos en toda nuestra complejidad, a expresar(nos), traerá consigo la persistencia incómoda del ruido de fondo y, en las circunstancias más insospechadas, la explosión de fenómenos sublimes y aterradores.

Archivado en: Ruido de fondo
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Ruido de fondo
Ruido de fondo El artista más enfadado del mundo
Recuperamos la sección donde abordamos fenomenologías diversas de la cultura pop con un análisis de ‘The Angriest Dog in the World’, única historieta conocida del artista multimedia David Lynch, fallecido a principios de este año.
Ruido de fondo
Ética, técnica y cultura popular: las novelas en imágenes
Una de las manifestaciones más coherentes de la industria cultural desde principios del siglo XX son las novelas en imágenes o sin palabras. Se trata de artefactos narrativos creados por lo general mediante la técnica del xilograbado.
Ruido de fondo
‘Sinister Wisdom’: feministas y lesbianas
El primer número de ‘Sinister Wisdom’, la revista literaria y cultural en torno a la experiencia lésbica más veterana del mundo, se publicó en Estados Unidos el 4 de julio de 1976.
#68787
31/8/2020 19:21

La questión planteada es eterna: el control de la gente por el poder.Y cómo hacer la gente para emanciparnos, para liberarnos del poder. Un no-gobierno? Anarquia?

0
0
Ocupación israelí
Ocupación Israelí La policía egipcia impide con violencia la marcha internacional a Gaza
La marcha de 4.000 personas a Gaza es reprimida por la policía del régimen de Al-Sisi. La organización pide a las embajadas que reaccionen y protejan a sus ciudadanos.
Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.
Estados Unidos
Estados Unidos “No Kings”: más de 2.000 manifestaciones en EEUU para protestar contra la deriva autoritaria de Trump
Con el nombre de movimiento No Kings (sin reyes), millones de personas están convocadas a manifestarse en todo el país este sábado y enfrentar el desfile militar organizado por Trump el día de su 79 cumpleaños.

Últimas

Galicia
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar a Altri
Queremos investigar a los responsables políticos y empresariales del que podría ser el mayor atentado ambiental de la historia reciente de Galicia.
Galicia
TSXG Peritos en el juicio contra la Xunta: la contaminación del embalse de As Conchas es “extremadamente peligrosa”
Siete vecinos, la Asociación de vecinos de As Conchas y la organización de consumidores CECU han demandado a varias administraciones gallegas por presunta mala gestión de una contaminación derivada del exceso de macrogranjas en la comarca de A Limia.
Palestina
Marcha a Gaza Poner el cuerpo contra el genocidio
Miles de activistas de todo el mundo participan en la Marcha a Gaza desde Egipto. Desde el movimiento solidario extremeño con Palestina, una reflexión acerca de la importancia de esta lucha y de su momento histórico.
La madeja
La Madeja Oído/lengua/vientre
El oído que deja de prestar atención a la palabra del amo y se vuelve, inclinado ligeramente hacia abajo, a las que durante siglos callaron y al fin abandonaron la mudez, no será nunca subyugado.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Un centro de salud desbordado y con cucarachas y otro pendiente de construir desde hace 22 años
Los vecinos del barrio de Comillas, en Carabanchel Bajo, se han manifestado para reclamar el nuevo centro de salud planificado desde 2003 y cuya parcela ya fue cedida por el Ayuntamiento a la CAM, que no da explicaciones por la paralización.
Centrales nucleares
Cierre de Almaraz Las empresas propietarias de Almaraz no acuerdan una propuesta conjunta para alargar la vida de la central
Solo Iberdrola y Endesa firman la propuesta de alargar la vida de Almaraz trasladada al MITECO. Naturgy se descuelga de la misma y bloquea su viabilidad, al estar la central explotada por las tres energéticas en un régimen de comunidad de bienes.
Más noticias
Israel
Oriente Próximo Israel mata al comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, que prepara “una respuesta contundente”
Israel ha atacado Irán en la madrugada del viernes 13 de junio con bombardeos de unos 200 aviones de combate. La Guardia Revolucionaria iraní ha confirmado la muerte de su comandante, el general Hossein Salamí.

Recomendadas

Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.
Literatura
María Agúndez “El trabajo de limpiadora es muy digno, pero nadie quiere hacerlo”
La escritora retrata en ‘Casas limpias’ las contradicciones de quienes considerándose personas igualitarias y progresistas delegan los cuidados y la limpieza para evitar el conflicto y sostener su comodidad.