Coronavirus
Balcones y rosas

Estamos dotando de un nuevo significado a ciertos trabajos, o mejor dicho, rescatando un antiguo significado para ellos que nunca debimos dejar que desaparecieran.

Trabajo agrario
9 abr 2020 06:30

Estamos viviendo días y semanas completamente distintas a cualquiera de las vividas en otro momento de nuestras vidas, al menos para mi generación. En esta coyuntura, muchas cosas han cambiado a nuestro alrededor, pero también ha cambiado una parte de nosotros mismos. Se trata de una época en la que parecemos estar dotando de un nuevo significado a los trabajos y a las personas que los desempeñan en nuestro entorno o, mejor dicho, rescatando un antiguo significado para ellos que nunca debimos dejar que desapareciera. 

Una consecuencia de esto es que los balcones de nuestros vecindarios, durante muchos meses utilizados como escaparate para la exhibición de banderas y proclamas ultranacionales, han pasado a ser espacio de reconocimiento y agradecimiento a la labor de las personas trabajadoras de la sanidad, la limpieza, el transporte de mercancías, los servicios públicos, etcétera. Se impone poco a poco la realidad de que un país sale adelante solo gracias al esfuerzo de su gente trabajadora, esa gente es lo de verdad importante y la que hay que poner en valor, el color o tamaño de la bandera es secundario. Qué duda cabe de que el balcón de nuestra casa tiene un componente ciertamente metafórico en lo que está ocurriendo, estos días de confinamiento se me ocurren varias metáforas que procuraré ir comentando más adelante..

Y puestos a resignificar nuestra concepción de algunas de las cosas que nos rodean, es evidente que hay lugares, nombres o espacios que contienen una simbología especial, que no destacan por lo que son en sí mismos sino por lo que son capaces de evocar. Personalmente, lo comprendí cuando, hace un par de años, al transitar por una de las avenidas de Beniaján, un pueblo murciano cercano al barrio donde me crié, no pude evitar detenerme unos minutos y rememorar lo que se me vino a la cabeza al toparme con la placa que contenía el nombre de un callejón. “Calle Obreros de la Tana”, nada más y nada menos.

En aquel tiempo, hablar de la Tana o del sector de los cítricos no llevaba implícito referirse al empresario de turno, sino a los obreros que subían cada día la persiana del almacén o llenaban las cajas de limones en el huerto

A diferencia de lo que es habitual hoy en día, no se trata de la nomenclatura de una calle destinada a “honrar” a una corporación ni la supuesta “honorabilidad” de su propietario o propietaria, sino al colectivo de personas trabajadoras anónimas que, venidas de ese pueblo y de las distintas pedanías colindantes, levantaron década tras década el sector de la recogida y envasado de cítricos murciano a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, e incluso, unos cuantos años antes. De hecho, mi abuelo estuvo trabajando allí desde el final de la Guerra Civil hasta su jubilación. En aquel tiempo, hablar de la Tana o del sector de los cítricos no llevaba implícito referirse al empresario de turno, sino a los obreros que subían cada día la persiana del almacén o llenaban las cajas de limones en el huerto. 

Aquélla era una época en la que la profesión u oficio de la persona era casi un rasgo identitario en la mayoría de casos. A muchos, además de por su nombre, se les identificaba por su cometido profesional: ser trabajador de grandes empresas públicas como Telefónica o Emuasa, de la caja de ahorros de ese pueblo, de cualquier fábrica, de la actividad ferroviaria, etc. El relato vital iba ligado a ese trabajo duradero que cada uno iniciaba llegado el momento, y que proporcionaría los mimbres para consolidar un hogar familiar sin riesgo de quedarse en la estacada. Incluso, los pequeños comercios o negocios de barrio nos parecían necesarios y formaban parte del día a día de las familias trabajadoras, pues en algunas ocasiones eran vistos como lugares de confianza a los que acudir a recibir el servicio de alguien cercano a nosotros.

La posibilidad de saber un oficio y vivir de él con cierta vocación de permanencia, no solo restaba mucha incertidumbre económica de cara al futuro, sino que permitía a la gente sentir de forma indiscutible que estaba haciendo su aportación para que su espacio comunitario saliera adelante. Por ello, el trabajo proporcionaba el reconocimiento social del vecindario y daba una respuesta clara ante la pregunta “qué puedo ofrecer a mi comunidad”. No se trataba de trabajar por mera subsistencia, sino porque en el barrio o pueblo de cada uno, tu trabajo te hace ser, “somos lo que hacemos para nuestra comunidad”.

Por todos nosotros es sabido que lo señalado en las anteriores líneas quedó atrás hace bastante tiempo, concretamente, se diluyó con el ocaso del modelo fordista en Europa y EE.UU. En nuestro caso particular, todo cambió mucho y muy rápido: la reconversión industrial supuso el cierre y/o la deslocalización de muchas fábricas y una sangría de empleos, la desregulación del derecho del trabajo (aumento exponencial de la contratación temporal, abaratamiento del despido, empresas de trabajo temporal, debilitamiento de la negociación colectiva, subcontratas y un interminable etcétera) fue un gol por toda la escuadra al sistema de relaciones laborales que tuvimos hasta los años 80, las superficies comerciales y grandes empresas entraron ferozmente a arrasar al comercio de cercanía, los servicios públicos se fueron deteriorando en muchos casos a causa de la privatización y la falta de medios, etc.

Junto a la “Calle Obreros de la Tana” se erigía ese gran inmueble que antaño fue un importante almacén en el centro del pueblo y que acabó reconvertido en un Mercadona

En mi barrio y los de alrededor, ese endogrupo comunitario de obreros de empresas de cítricos de la Costera Sur tuvo un epílogo muy digno a su vida laboral: José Coy me recuerda a veces las huelgas de principios de los años 90 para hacer frente a la precarización del sector, en las cuales él participaba y yo miraba con los ojos de un niño que no alcanzaba a entender que estaba asistiendo al cambio de un modelo social. Junto a la “Calle Obreros de la Tana” se erigía ese gran inmueble que antaño fue un importante almacén en el centro del pueblo y que acabó reconvertido en un Mercadona, lo cual también es una buena metáfora de lo que venía diciendo (he dicho que estos días se me ocurren varias metáforas).

Mario Monti, un tecnócrata que acabó como primer ministro italiano por imposición de la Troika, expresó en 2012 con mucha claridad la nueva mentalidad imperante: “Que los jóvenes se acostumbren a no tener más un trabajo fijo para toda la vida” (hablar de trabajos y de personas trabajadoras ya no llevaba implícito el reconocimiento social de la etapa anterior). Ha de aclararse que este señor afirmaba lo anterior desde su condición de senador vitalicio. En su día, mi profesora de sociología en la facultad, Elena Gadea, me remitió a Richard Senett y su libro La corrosión del carácter para comprender hasta qué punto, en barrios y pueblos de familias trabajadoras, este nuevo escenario socioeconómico más inestable y precario ha podido afectar negativamente a la construcción de identidad colectiva y a la inserción de sus miembros en la comunidad. Por cierto, qué importante es que se crucen en nuestro camino buenas maestras.

Y ahora, rompiendo totalmente con el guion establecido nos encontramos con esta crisis sanitaria que tan duramente nos está sacudiendo. No había nada previsto específicamente para afrontar esta situación ni nadie previamente entrenado. Ante un escenario inimaginable, estamos reflexionando sobre muchas cosas que antes se pasaban por alto. Sobre todo, nos percatamos de que muchos de nuestros amigos, familiares, vecinos, conocidos… Gente de nuestro entorno, personas corrientes, están sacando adelante esta dura situación con su trabajo y su esfuerzo.

Gente que a veces lo pasa mal para pagar la hipoteca o el alquiler y llegar a fin de mes, que arrastra muchos “contratos basura”, que hace horas extras que no cobra, que sus horarios de trabajo infernales apenas le dejan tiempo para ver a su familia, que está harta de que empresas contratistas les exploten mientras ellos y ellas dan un servicio público, que a veces tienen que lidiar con jefes y encargados que no les tratan con el respeto que merece cualquier ser humano…pero gente que, a pesar de todo esto, está poniendo su grano de arena en estos momentos con más sacrificio que nunca. De esto es de lo que nos hemos dado cuenta muchas personas y por eso salimos a los balcones a aplaudir, se trata de reconocer que esas personas y su trabajo permiten construir nuestro espacio común de convivencia, y no deben volver a ser invisibles nunca más.

Aunque sean personas anónimas, están junto a nosotros y nosotras. A decir verdad, siempre lo han estado, aunque los demás prestemos atención a otras cosas menos importantes, por ejemplo, el color de los lazos en un pueblo de Girona. Está la gente que trabaja en la sanidad pública al pie del cañón exponiéndose a contagios, como Txema, un buen médico de urgencias que estas semanas está echando más horas que un reloj, y en sus días libres, ha atendido desde las redes sociales las consultas de mucha personas para evitar que colapsaran las urgencias de nuestros hospitales (mientras, el hospital privado de Molina ha hecho un ERTE desentendiéndose de esta situación…por favor, memoria).

Junto a él, también están dando un ejemplo de profesionalidad los compañeros y compañeras de la limpieza hospitalaria, a quienes siempre ha tratado el Servicio Murciano de Salud como el “patito feo”, y del personal de ambulancias se ha de decir exactamente lo mismo. Está mi vecino Paco y sus compañeros de la limpieza pública viaria, trabajando con vehículos y maquinaria en mal estado y sueldos poco menos que congelados desde hace unos años, y sin embargo, empeñados en cumplir día a día y noche a noche con su trabajo para tratar de mantener las calles limpias y desinfectadas... y teniendo que sobrellevar el fallecimiento de alguno de sus compañeros por el maldito virus.

Está Alejandro, un currante ucraniano del transporte de mercancías por carretera que está haciendo portes desde Lombardía, zona cero de la crisis sanitaria en Italia, para abastecer los supermercados

Está Alejandro, un currante ucraniano del transporte de mercancías por carretera que está haciendo portes desde nada menos que Lombardía (zona cero de la crisis sanitaria en Italia) para ayudar a que no veamos nuestros supermercados desabastecidos. Por cierto, en el contexto de esta crisis, también toca que muchos abran su mente y empiecen a reconocer el trabajo de las personas migrantes, y a respetarlas como miembros de nuestra comunidad. Está mi amigo Miñano sacando a diario su autobús de línea colorado para que no desaparezca el transporte público en el municipio de Murcia, y a la vez, plantando cara a su empresa para que se digne a proporcionar mascarillas a los conductores y no les deje vendidos ante una posible infección, además de conducir algunos vehículos cuyo mantenimiento es deficiente a más no poder.

Está mi esposa trabajando desde casa para que no les falte atención psicológica a familias vulnerables. Y, cómo no, siguen estando los nuevos obreros de la Tana, ahora ubicada en la periferia del municipio, quienes trabajando a destajo y mal pagados (eso es lo que hay, si no, ahí tienes la puerta), hacen posible que las naranjas y limones estén en nuestra mesa, en vez de pudriéndose en los árboles. El traslado del nuevo almacén quién sabe dónde es una gran metáfora de la invisibilización de éste y otros trabajos.

Mi amigo Luis no puede poner estas semanas su puesto de verdulería en el mercado de mi pueblo, pero llena a diario su furgoneta para llevar frutas a los hogares de sus clientes para evitar que salgan a la calle

Y también están, quizás con más cercanía que nunca, quienes trabajan en su pequeño negocio o comercio de barrio. Uno de ellos es mi amigo Luis, que no puede poner estas semanas su puesto de verdulería en el mercado de mi pueblo, pero llena a diario su furgoneta para llevar frutas y verduras a los hogares de sus clientes evitando que tengan que salir a la calle. Encarna es la panadera que lleva cada día el pan a mi madre y sus vecinos. Y qué decir de Rosa, que a pesar de tener que cerrar temporalmente la peluquería que tiene en mi calle, acude gratuitamente a la casa de personas mayores del pueblo para lavarles la cabeza, cortarles el pelo y ayudar a que no queden desatendidas. Efectivamente, “somos lo que hacemos para nuestra comunidad”, y esta gente lo es todo.

En definitiva, se trata de recuperar tras esta crisis algo parecido a lo que defendían las obreras de la fábrica textil de Lawrence (Massachusetts, Estados Unidos) en 1912. Ellas pasaron a la historia diciendo “queremos pan y también rosas”. El “pan” se refería a salarios justos y, las “rosas”, a la dignidad y respeto en su trabajo. En nuestro caso, muchos y muchas queremos “balcones” y queremos “Rosas” (con mayúscula). Balcones para que se reconozca que es la gente trabajadora la única imprescindible para que nuestro país funcione, y muchas como Rosa, la peluquera, para reconstruir la identidad colectiva en nuestros barrios y pedanías, y aspirar a una mayor calidad de vida.

Archivado en: Coronavirus
Sobre este blog
Ante estos días extraños en los que vivimos entre la tragedia y la esperanza, entre quienes afrontan un futuro incierto en un pasillo de urgencias y quienes unen sus manos para practicar el apoyo mutuo, es necesario poner voz y rostro a todas esas personas que no abren telediarios pero que están construyendo esta página de la historia. Abrimos 'Los rostros de la cuarentena' con el ánimo de dar luz a testimonios de gente desconocida que batalla contra el covid19 desde todos los frentes: tanto dentro de los hospitales y residencias, como en los descansillos de las comunidades, donde se amontona la compra traída a alguna vecina. Tanto en los balcones donde originales iniciativas permiten a las peques tener cine gratis, como en las habitaciones donde las impresoras 3D trabajan a todo meter y un grupo de 'makers' prepara mascarillas para su centro sanitario. Tanto de quienes cuidan de su familia y de otras personas del barrio, como de quienes no pueden tener contacto con sus familiares y viven su destino pendientes de una llamada. Si tienes una historia que contar, este también es tu sitio.¡Bienvenidas!
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Madrid
Corrupción El novio de Ayuso, a un paso del banquillo por fraude fiscal y falsificación de documentos
La jueza que instruye la causa propone el procesamiento de Alberto González Amador, de uno de sus testaferros y de los tres presuntos colaboradores en el caso del fraude a Hacienda.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Suspendidas las declaraciones de los cabecillas de los protocolos de la ‘vergüenza’
Reclaman que no han sido llamados en tiempo y forma. Los familiares de los 7219 residentes fallecidos denuncian denegación de servicios por motivos discriminatorios a tres altos cargos de Isabel Díaz Ayuso.
Chernóbil
Cuba y Chernóbil Cuba, Chernóbil y COVID-19
Los médicos cubanos ya acudieron al rescate de los niños de Chernóbil.
Sobre este blog
Ante estos días extraños en los que vivimos entre la tragedia y la esperanza, entre quienes afrontan un futuro incierto en un pasillo de urgencias y quienes unen sus manos para practicar el apoyo mutuo, es necesario poner voz y rostro a todas esas personas que no abren telediarios pero que están construyendo esta página de la historia. Abrimos 'Los rostros de la cuarentena' con el ánimo de dar luz a testimonios de gente desconocida que batalla contra el covid19 desde todos los frentes: tanto dentro de los hospitales y residencias, como en los descansillos de las comunidades, donde se amontona la compra traída a alguna vecina. Tanto en los balcones donde originales iniciativas permiten a las peques tener cine gratis, como en las habitaciones donde las impresoras 3D trabajan a todo meter y un grupo de 'makers' prepara mascarillas para su centro sanitario. Tanto de quienes cuidan de su familia y de otras personas del barrio, como de quienes no pueden tener contacto con sus familiares y viven su destino pendientes de una llamada. Si tienes una historia que contar, este también es tu sitio.¡Bienvenidas!
Ver todas las entradas
Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas y misiles cruzados entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Galicia
Galicia Activistas bloquean una planta de Altri en Portugal y avisan de que frenarán su expansión en Galicia
El grupo atrancó con cadenas y soldadura las entradas de la planta de Celbi en Leirosa, en la mayor acción directa hasta el momento contra la expansión de la multinacional papelera en territorio gallego: “O povo é quem para Altri”.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.
Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Editorial
Editorial Justicia irracional
Por acción o por omisión, las instituciones violentan a las mujeres. Se llama violencia institucional.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Madrid
Movimiento republicano Miles de personas claman en Madrid contra la monarquía y por la República
En el 11 aniversario de la proclamación de Felipe VI, una marcha unitaria reclama que este reinado sea el último de España.
Rap
Rap Los Chikos del Maíz: “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Río Arriba
Río Arriba Luis González Reyes: “Vivimos en un mundo en la que la escasez es un elemento central”
Primera entrevista del programa Río Arriba en formato podcast y vídeo donde hablamos de las nuevas guerras neocoloniales por recursos en la era de Trump y Putin, de la escasez, del decrecimiento y el colapsismo.

Últimas

Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
La vida y ya
La vida y ya Un rato de cada lunes
Pero, lo más coincidente ha sido, expresado de distintas maneras, su agradecimiento hacia ese lugar. Su lugar elegido.
Ocupación israelí
Ocupación Israelí La policía egipcia impide con violencia la marcha internacional a Gaza
La marcha de 4.000 personas a Gaza es reprimida por la policía del régimen de Al-Sisi. La organización pide a las embajadas que reaccionen y protejan a sus ciudadanos.
Galicia
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar a Altri
Queremos investigar a los responsables políticos y empresariales del que podría ser el mayor atentado ambiental de la historia reciente de Galicia.
Que no te lo cuenten
El Salto Radio De océanos y detenciones
VV.AA.
La acidificación del agua marina supera sus límites mientras Israel aborda la Flotilla por la Libertad.
Más noticias
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.

Recomendadas

Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.