José Carlos Bouso: “Creo que de aquí a dos años habrá medicinas de MDMA, psilocibina o LSD”

El psicólogo y doctor en Farmacología Clínica publica un libro sobre medicina psiquedélica que pretende ser un manual tanto para profesionales como para curiosos del mundo de los psicodélicos.
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Jaime Pérez Rivero José Carlos Bouso, autor de 'Medicina Psiquedélica'

@econocabreado.bsky.social

Coordinador de la sección de economía

6 nov 2025 11:10

Las drogas psicodélicas ya no son cosa exclusiva de hippies o raveros. Tampoco son sólo sustancias utilizadas en ritos chamánicos, como se llevan usando durante siglos. Las sustancias psicodélicas o psiquedélicas se presentan como los fármacos que pueden abrir nuevas puertas en la búsqueda de soluciones para tratar los problemas de salud mental. Los avances científicos, farmacéuticos y terapéuticos en torno a estas sustancias tan estigmatizadas en la sociedad se presentan como el primer avance en psiquiatría en los últimos 50 años.

Carreras farmacéuticas en las que se invierten miles de millones, países que aprueban sus usos sin esperar a que pasen todo el proceso de aprobación y de ensayo clínico, eventos científicos por todo el mundo que cada vez atraen a más profesionales y curiosos, clínicas que ya usan esas sustancias e, incluso, una campaña ciudadana de recogida de firmas bajo el nombre PsychedeliCare con el objetivo promover el acceso seguro y legal a terapias asistidas por sustancias psicodélica, son algunos de los componentes del nuevo empuje de lo que algunos han llamado el resurgir psicodélico.

Ahora mismo hay varios medicamentos cerca de ser aprobados con MDMA, psilocibina (sustancia activa de los hongos alucinógenos) o LSD que pretenden apuntar a problemas como el estrés postraumático, la depresión, la ansiedad o, como es el caso de la investigación clínica de José Carlos Bouso, para intentar sacar a personas de sus adicciones atacando con una sustancia psicodélica, la ibogaina, directamente al síndrome de abstinencia, haciendo desaparecer el mono.

Bouso lleva décadas estudiando e investigando el efecto de estas sustancias en nuestros cerebros. Fue la primera persona en el mundo a la que se le concedió una licencia para hacer un estudio clínico con una sustancia psicodélica: MDMA con mujeres que habían sido víctimas de violencia y arrastraban un estrés postraumático. Pero, como ya contamos en El Salto, la mala prensa y el pánico social acabó cerrando su proyecto. Aprovechamos que pasa por Madrid precisamente de camino a uno de esos eventos, la Conferencia internacional sobre psicodélicos y salud mental Fuertedélica, que por cuarta vez reúne a científicos y amantes de esta cultura en Fuerteventura, para hablar con él de su nuevo libro.

Has escrito un libro que se llama Medicina psiquedélica. Manual para pacientes, clínicos, usuarios y curiosos (Kairós, 2025). ¿Hay cada vez más curiosos del mundo de la medicina psiquedélica?
Hay cada vez más curiosos. Hemos pasado de que estas sustancias sean perseguidas, estigmatizadas y endiabladas a que cada vez haya más interés popular por saber qué son, qué hacen y para qué sirven. Hay varios hitos que han hecho que ganara interés popular. El libro de Miquel Polllan [Como cambiar tu mente (Debate, 2018), las series de Netflix y una presencia cada vez mayor en la cultura popular, que ha hecho que cada vez haya más curiosos que quieren saber sobre este tema.

¿Y, en resumen, qué hace la medicina psicodélica? ¿Qué nuevas puertas se abren con su estudio?
En términos muy abstractos, las sustancias psiquedélicas hacen lo que llevan haciendo durante miles de años, cuando son utilizadas en contextos comunitarios en los que se reinventan las cosmovisiones de las sociedades. Permite establecer y estrechar los vínculos comunitarios y, de alguna forma, permite renovar las identidades de las personas. Llevado al término de la salud mental, permite dar una visión diferente de los problemas y tratar de producir una transformación a personas que tienen problemas de depresión, estrés postraumático, ansiedad generalizada, que son algunas de las limitaciones para las que se están utilizando.

¿Qué tienen en común todas esas enfermedades para que el psicodélico actúe sobre ellas? 
Los psicodélicos se utilizan, en el plano ideal, en personas que están en procesos de psicoterapia, independientemente de lo que les pase. Lo que llamamos psicoterapia asistida con psicodélicos. Así es como se han utilizado cuando era legal utilizarlas en los años 50 y 60, antes de que se prohibieran. Claro, ahora, cuando en el siglo XXI se intentan incorporar a la medicina, se debe hacer de acuerdo a los cánones de desarrollo de medicamentos. Esto implica fases de ensayo clínico de fase I, II y III. Además, deben ser ensayos para una indicación concreta. Entonces, las empresas que han entrado al juego de la medicina psicodélica son empresas que han apostado por la depresión mayor, por depresión resistente al tratamiento, algo muy suculento porque es probablemente el trastorno más prevalente y extendido después de la ansiedad generalizada. Han apostado también por ansiedad generalizada y por el estrés postraumático, como en el caso de la MDMA. 

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José Carlos Bouso durante la entrevista con El Salto. Jaime Pérez Rivero

Ahora estamos ya en fase III con MDMA, con psilocibina y con LSD. En fase II con el 5-MeO-DMT [el que se encuentra en el conocido como Sapo Bufo] y DMT [se encuentra en plantas como la ayahuasca] y en fase I con la Mescalina [Cactus Peyote o San Pedro]. Es decir, mi vaticinio es que de aquí a dos años habrá medicinas de MDMA, psilocibina o LSD, o las tres a la vez. De hecho ya hay una: la ketamina.

Hay un debate muy interesante entre la carrera farmacéutica y el uso terapéutico. Parece que estas farmas lo que pretenden es sacar un medicamento, que tú te tomes un tratamiento de pastillas. Pero, por otro lado, hay una parte de la comunidad, como es tu caso, que defendéis que tenga que ir acompañada siempre de una terapia. 
Es lo que está ocurriendo con la ketamina, con el Spravato, el medicamento que se ha autorizado. Para empezar, hablamos de un medicamento, la esketamina, que es una molécula que se encuentra en la ketamina. La ketamina ya está comercializada, se llama ketolar y se utiliza en anestesia y en analgesia. Lo que hizo Johnson & Johnson fue tomar una de las formas racémicas, desarrollar un dispositivo de espray intranasal y pasar los ensayos clínicos. Ahora, una dosis de esketamina intranasal de 28 miligramos cuesta 350 euros. 

Le cuesta a la Seguridad Social. 
Exacto. Le cuesta la seguridad social. Mientras que un bote de ketolar cuesta menos de dos euros y tienes unas diez dosis. El tratamiento dura ocho semanas y hay que ir aumentando la dosis. Es decir, hay semanas en las que te tienes que tomar cuatro dosis. O sea que hay semanas que el tratamiento te sale por más de mil euros. El tratamiento es como cuando alguien va a recibir quimioterapia, te meten en una sala, tú auto inhalas el Spravato y te quedas ahí un rato. De hecho, en el Spravato el efecto psicológico se considera un efecto adverso. Es justo el mundo al revés. Los que sabemos de terapia y medicina psicodélica consideramos que es precisamente la experiencia psicológica lo que tiene utilidad y es lo que hay que trabajar en terapia para que los pacientes avancen. En el caso del Spravato se está haciendo todo lo contrario, utilizando un medicamento súper caro, habiendo otro disponible y además financiado por la Seguridad Social. Es decir, la peor de las situaciones posibles es en lo que estamos ahora con la ketamina. 

¿Por qué dirías que es importante que esa persona que recibe esa dosis reciba un tratamiento terapéutico?
Psiquedélico quiere decir “que desvela el alma”. Si lo llevamos al campo de la psicología, sería que desvela los contenidos mentales, los procesos mentales. Haría consciente lo inconsciente si nos vamos a una terminología más psicoanalítica. ¿De qué se sirve el psicoterapeuta en un proceso de psicoterapia? Precisamente de los contenidos mentales de los pacientes. De sus emociones, de sus afectos, de sus inquietudes, de sus pensamientos, de sus necesidades… Todo esto queda muy desvelado bajo los efectos de un psiquedélico. Poder desvelar ese contenido mental es lo que hace tan interesante el uso de estas sustancias con pacientes en psicoterapia. 

Si no se hubiera cortado mi estudio y los estudios subsiguientes hubieran transcurrido como era previsible que transcurrieran, creo que hace diez años que ya tendríamos la MDMA disponible para uso médico

Tú fuiste la primera persona del mundo al que se le autorizó un estudio clínico con psicodélicos, con la MDMA en 1999. Pero una mala prensa con el éxtasis, a raíz de las historias de la Ruta del Bakalao, acaba propagándose a la parte clínica y científica y te acaban cerrando la investigación en 2022.  
Fue una mala praxis periodística de un periodista que no quiso guardar una información por su necesidad de notoriedad. 

Aquella publicación desemboca en llamadas al Ministerio, del Ministerio a tu hospital y el cierre. Se habla mucho de dónde podría estar la medicina psicodélica si no hubiera ocurrido aquel parón en la investigación en los años 60 tras algo parecido que ocurrió con la contracultura hippie y el uso del LSD. Pero por traerlo a un plano español, ¿dónde crees que podría estar la medicina psiquedélica en España si no te hubieran cancelado el estudio?
Si no se hubiera cortado mi estudio y los estudios subsiguientes hubieran transcurrido como era previsible que transcurrieran, creo que hace diez años que ya tendríamos la MDMA disponible para uso médico. Los estudios de fase II como el mío o, incluso, los de fase III han mostrado una eficacia muy significativa, de hasta el 70%, que para este postraumático es una barbaridad. Estamos hablando de un estrés postraumático cronificado y de personas además resistentes, refractarias, que han fracasado en varios tratamientos. Es decir, las poblaciones con las que se han trabajado en los ensayos clínicos con MDMA son las poblaciones más desahuciadas y se han conseguido hasta índices del 70% de eficacia.

Llevas años haciendo estudios clínicos con la Ibogaina. Ya nos contaste que viajaste a Estados Unidos a presentar los resultados de tus ensayos y que te recibieron casi como si fueras una estrella del rock. Cuéntanos qué es la Ibogaina y que hallazgos has encontrado con tu estudio clínico. 
La ibogaina es uno de los alcaloides que contiene una planta africana que se llama Tabernanthe iboga. Crece en el África ecuatorial, principalmente Gabón, Camerún y Guinea. Primero es utilizado, que lo utilizan no sólo para colocarse, sino para tratar algunas enfermedades parasitarias. Posiblemente el humano aprende a usarla observando a los gorilas. El primero grupo que los usan son los pigmeos. De ellos pasa a algunas poblaciones urbanas de Gabón y hoy en día es un sacramento dentro de la medicina tradicional de esas poblaciones.

¿Y qué utilidad habéis encontrado para la Iboga?
Probablemente la ibogaina fue el primer alucinógeno que estuvo comercializado. Gabón era colonia francesa. Médicos franceses que estaban trabajando en Gabón trajeron la variante a Francia. Aislaron la ibogaína y ya en 1904 había empresas farmacéuticas que comercializaban ibogaína en Francia. Se comercializaba para controlar las astenia emocional, que es algo así como la depresión y para algunas otras condiciones. Incluso Claudio Naranjo tenía una patente francesa de los años 70 para utilizarla en psicoterapia.

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En los años 60, un yonki neoyorkino llamado Howard Lotsof, aficionado a probar también sustancias psicodélicas, consiguió unos viales de ibogaina, posiblemente mediante alguno de los químicos que trabajaba en el proyecto MK Ultra [un programa experimental de la CIA para probar las sustancias psicodélicas en soldados y que fue llevada al cine de comedia en 2009 bajo el título Los hombres que miraban fijamente a las cabras]. Un día la probó y la sorpresa que se llevan es que desapareció el síndrome de abstinencia. Desde ahí arrancan un proceso de iniciación peer to peer entre heroinómanos para sacar a otros heroinómanos usando ibogaina y un movimiento para convencer a la FDA, la agencia del medicamento estadounidense, para que autorice ensayos clínicos. Pero bueno, hay una serie de turbulencias sociopolíticas, como siempre, que hacen que la investigación se quede parada. 

A día de hoy en México hay más de 300 clínicas de desintoxicación con ibogaína. También está permitida en Sudáfrica y en Nueva Zelanda

Lo que no se paró nunca es la subcultura médica de la ibogaína. A día de hoy en México hay más de 300 clínicas de desintoxicación con ibogaína. También está permitida en Sudáfrica y en Nueva Zelanda. Hay algunos países donde está permitida, pero nunca se había hecho un ensayo clínico. Y eso es lo que hicimos nosotros, con personas que estaban en tratamiento con metadona. Muchas personas que en los años 70, 80, 90 habían dejado la heroína con metadona, pero esta tiene un síndrome de abstinencia muy jodido. La deshabituación tiene que ser muy lenta y no todo el mundo tolera la dependencia de metadona a día de hoy. 

Los resultados han sido bastante espectaculares. Hemos utilizado dosis bajitas, administrando una dosis de ibogaína una vez por semana durante seis semanas, a la vez que se reducía paulatinamente la dosis de metadona, hasta que en la sexta había personas que salían limpias. De las 20 personas que participaron, ocho dejaron la metadona tras la sexta semana. Otras tres lo hicieron más tarde y las 9 restantes redujeron significativamente su dosis de metadona.

Viendo la epidemia de fentanilo que sufre Estados Unidos, no me extraña que esto genere expectación en este país. 
De hecho, ahora, el Gobierno de Texas, que es uno de los Estados más conservadores, ha destinado creo que 60 millones de dólares para investigar la ibogaina, empezar a hacer ensayos clínicos, y su intención es desarrollar un medicamento basado en ibogaína pero libre de patentes para que esté libre para toda la población, algo bastante insólito en Estados Unidos en general. Nosotros la verdad es que nos sentimos muy orgullosos, porque después de haber presentado el estudio, en junio de 2025, me llamaron para participar en algunas reuniones de varias autoridades del Estado de Colorado y, tras nuestra intervención, dentro de un año la ibogaina se va a autorizar para uso médico en ese Estado. O sea que estamos haciendo investigación que tiene cierto impacto, al menos por ahora. 

Hay tal problema de salud mental que hay países que han dado el paso de no esperar más. El primero fue Australia, que no esperó a que se terminen los ensayos clínicos

Es muy curioso que hay Estados o países que están tirando hacia adelante y han aprobado su uso incluso antes de que el medicamento pase la fase III como, corrígeme si me equivoco, Australia o Suiza.
Hay tal problema de salud mental que hay países que han dado el paso de no esperar más. El primero, efectivamente, fue Australia, que no esperó a que se terminen los ensayos clínicos. Se hace mediante una vía especial que consiste en hacerla bajo supervisión de un comité de ética. Los psiquiatras pudieran utilizar MADMA para estrés postraumático y la psilocibina para depresión. Lo que han hecho otros países como Canadá, Suiza, Israel, Estados Unidos, Alemania o República Checa es permitir la vía del uso compasivo, una vía regulada y reconocida por todas las legislaciones, por todas las reglamentaciones farmacéuticas, para utilizar medicamentos que están en fase de ensayo clínico en enfermedades para las que los pacientes han fracasado. Entonces, esto es muy habitual en cáncer. Una persona tiene cáncer, los tratamientos disponibles no funcionan bien y hay un ensayo clínico prometedor en fase III y se permite.

¿Aquí todavía la administración es muy reticente?
Sí, la Agencia del Medicamento española es bastante cerrada con estos temas. Yo mismo les pedí que me dejaran hacer un uso compasivo y me lo denegaron. En España son muy regularistas, por lo que creo que no lo veremos hasta que no se aprueben los medicamentos.

La Administración Trump parece un poco más abierta a este tipo de terapias. Yo no sé si tiene que ver con Silicon Valley, donde el mundo tecnológico ya lleva años autoadministrandose microdosis o dosis altas para experimentar o aumentar la creatividad.
La política Trump se alimenta de personajes como Elon Musk y otros que han reconocido públicamente que utilizan psicodélicos. Entonces, de una forma completamente inesperada, de rebote, casi de carambola, pues la agenda de Trump está este tema. También creo que por esta política de hacer todo lo contrario, Kennedy, el Secretario de Sanidad, parece que quiere hacer todo lo contrario a sus antecesores, como estar en contra de las vacunas o autorizar medicamentos que no tienen mucha eficacia. Y en ese saco ha metido a los psicodélicos. Pero ya veremos, que Trump lleva tiempo en el poder y no ha hecho nada. De hecho, en agosto 2024 se tenía que haber reconocido la MDMA como medicamento y la frenaron. Una cosa es lo que dicen y otro es la realidad.

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José Carlos Bouso es doctor en Farmacología Clínica y posee una larga trayectoria en investigación con psicodélicos. Jaime Pérez Rivero

Raimundo Viejo Viñas dice que esta política se basa en psiquedélicos para las oligarquías, benzodiacepinas para las clases medias, fentanilo para las clases bajas.
Claro, esto lo estamos viendo con el Spravato. Antes de que lo financiara la Seguridad Social, ¿quién se lo podía permitir? La gente con pasta. ¿Qué va a pasar? El sistema público no está preparado para acoger la medicina psiquedélica, porque implica un proceso de psicoterapia con al menos entre una y tres sesiones de ocho horas. Si ahora hay problemas para que la sanidad pública te dé un psicólogo, te dedique un rato y una vez al mes y pastillazos… pues el sistema, tal y como está ahora mismo, es muy difícil que pueda acoger la terapia psiquedélica.

En las últimas semanas hemos visto esa redada brutal en las favelas de Brasil con más de 150 asesinados a manos de la policía, los ataques de Trump a Venezuela y Colombia con la excusa de las drogas y en Madrid se están denunciando redadas al colectivo LGTBIQ con el pretexto de las drogas. ¿Crees que, de alguna forma, está volviendo la narrativa de la War On Drugs, de utilizar la lucha contra las drogas como una excusa para atacar a los de abajo?
Yo no lo creo. Creo que al revés, cada vez hay más tendencia a la desregulación. Creo que cada vez vamos más a un enfoque en la reducción de daños y recomendaciones de que dentro de las políticas sobre drogas haya políticas que tiendan a la descriminalización, a la despenalización. Creo que Europa en general va en ese sentido. Cada vez hay más países en los que la posesión y la tenencia no es delito, sino que es falta administrativa, como en España. Pero claro, son una criminalización light, porque no vas por vía penal pero te cascan 3.000 euros de multa y te joden. ¿Y quiénes son los focos de las multas? Pues gente joven, migrantes y sí, ahora hay, esta especie de persecución hacia el colectivo  gay por el chemsex. Pero no creo que esto responda a una ola de criminalización con relación a las drogas, sino de criminalización de colectivos concretos. Lo que ha ocurrido siempre, porque en realidad las políticas de drogas, desde los inicios de la prohibición, siempre han sido enfocadas a colectivos. Lo que cambian son los colectivos, pero las drogas contra las guerras siempre han sido una guerra contra las personas.

La carga semántica que tienen las drogas es tan poderosa que la gente no se atreve. Y lo más triste de todo es que la izquierda está resultando ser muy mojigata

¿Qué opinas de las posiciones políticas de izquierda en cuanto a las drogas?
La izquierda se queja mucho de que se deshumaniza a las personas, pero la misma izquierda lo ha hecho con el tema de las drogas. Es inconcebible que a día de hoy no se haya derogado la Ley de Seguridad Ciudadana, la Ley mordaza. ¿Quién metió la Ley Corcuera? El PSOE. En materias de política social, la izquierda creo que en general ha ido muy bien, pero en materia de drogas lo ha hecho como el culo, lo sigue haciendo como el culo y no parece que esto tenga visos de cambiar. La normativa sobre cannabis medicinal es una auténtica vergüenza. Al final la carga semántica que tienen las drogas es tan poderosa que la gente no se atreve. Y lo más triste de todo es que la izquierda está resultando ser muy mojigata.

Aunque ya has dicho algo, te quiero preguntar hacia dónde vamos y dónde ves la medicina psiquedélica en los próximos años.
Vamos a que estas medicinas van a estar disponibles para el uso médico, para uso psiquiátrico. Lamentablemente, van a estar solamente disponibles para personas que se lo puedan permitir. Esto va a hacer que en paralelo las terapias underground vayan a seguir creciendo. Por supuesto, va a seguir habiendo un interés en la investigación gigante, porque hay una investigación básica de tratar de desentrañar los mecanismos neurobiológicos por los que estas sustancias producen beneficios en salud mental. Y en paralelo, pues no podemos olvidar que están las ceremonias de ayahuasca, las ceremonias de peyote. Un universo paralelo de utilización comunitaria que se persigue, cuando hay gente en esos lugares que saben mucho más de estas sustancias que los psiquiatras. 

Nuestra tesis es que los psicodélicos, de alguna forma, sirven para fortalecer las estrategias de afrontamiento del estrés. Gente sana que usará este tipo de medicamentos como una vacuna

Si nos vamos mucho más lejos, se seguirán autorizando estas sustancias para las indicaciones que sean MDMA, estrés postraumático, psilocibina para depresión, etc. Los médicos, que tienen libertad de prescripción fuera de indicación, empezarán a utilizar fuera de indicación y cada vez se utilizará para otras condiciones. Cada vez serán más laxos donde utilizarlo. No es en un hospital o un centro médico. Sitios en la naturaleza donde la gente podrá ir a tener experiencias con estas sustancias, no necesariamente porque tenga depresión o porque tal, simplemente porque necesite resolver un problema vital o una crisis personal, resolver un duelo o simplemente fortalecerse de cara al futuro. Nosotros hemos hecho mucha investigación con esto de utilizar los psicodélicos, no solamente como paliativos una vez que se ha producido el problema, sino como vacunas de alguna forma como fortalecedor de las estrategias de afrontamiento de esos problemas. Nuestra tesis es que los psicodélicos, de alguna forma, sirven para fortalecer las estrategias de afrontamiento del estrés. Gente sana que usará este tipo de medicamentos como una vacuna. 

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