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Política
Lucía Vincent: “Una polarización extrema con los medios de comunicación puede generar dolores de cabeza”
“La puñetera verdad”. Parado en el atril del Congreso, Pablo Iglesias pronunció esa frase al enumerar los bancos y fondos buitres que manejan los principales medios de comunicación de España. “Casi nunca se reflexiona en la sede de la soberanía popular sobre el papel del poder mediático en la democracia. Es hora de hacerlo”, dijo el vicepresidente segundo aquel día, el 10 de marzo, antes de desenmarañar el oculto —y oscuro— entramado con el que se financian los medios que cabildean para evitar que se regulen los alquileres.
Además de provocador y confrontativo, el discurso de Iglesias fue inédito: no hay antecedentes de un vicepresidente lanzado semejantes dardos gruesos contra los medios de comunicación en el uso de la palabra durante una asamblea legislativa.
Sin embargo, esas palabras del hoy candidato a presidir la Comunidad de Madrid —por sus tonos, su argumentación, su finalidad— tienen hilos que lo atan a muchas de las intervenciones públicas de los líderes latinoamericanos que, en las últimas décadas, comandaron “el giro a la izquierda” de esa región del planeta.
Lucía Vincent es una de las politólogas y académicas que más ha indagado e investigado sobre el cruce entre medios de comunicación, identidades políticas y democracia en América Latina. Ha publicado artículos en revistas con referato y participado en congresos internacionales sobre estos temas.
En diálogo con El Salto, Vincent —uruguaya de nacimiento, argentina por adopción— trazó similitudes, diferencias, alcances y riesgos de la estrategia de Iglesias y Podemos tomando como espejo la experiencia latinoamericana.
“No porque este modelo le funcionó a Cristina Fernández en Argentina le va a funcionar a Pablo Iglesias en España. Puede ser muy arriesgado para el líder de Podemos copiar una idea de gobiernos latinoamericanos y dar por sentado que va a funcionar en su país. No es el mismo contexto, no es la misma tradición, no es la misma historia política. Pude ser un búmeran que se vuelva en su contra”, advierte esta catedrática.
En América Latina, muchos gobiernos de izquierda hicieron de la confrontación con los medios de comunicación una política de Estado. ¿Hay similitudes con la fuerte confrontación que Podemos y su líder, Pablo Iglesias, están haciendo dentro del gobierno de coalición en España?
Lo que yo veo a la distancia es que Pablo Iglesias y Podemos están llevando un modelo que tiene varios años en Argentina y en otros países de América Latina con gobiernos de izquierda. Un modelo que se fue replicando por la región y que tiene los orígenes en los populismos clásicos de la década del 40 y 50. En Argentina, por ejemplo, con Perón, un líder que siempre construyó una fuerte antinomia con los medios de comunicación. En los últimos años, muchos gobiernos de la región le impregnaron a este modelo la visión populista de amigo-enemigo. Claramente hay coincidencias.
No suele ser habitual que desde un lugar de poder dentro del Estado se denuncie a los medios de comunicación diciendo que son un poder político, concentrado y hegemónico
Tu investigación gira en torno al concepto de “modelo de comunicación contralada”. ¿En qué consiste?
El modelo de comunicación contralada se define como la decisión de los gobiernos, o de funcionarios con mucho poder, de denunciar el rol de los medios y hacerlo en los discursos públicos. No suele ser habitual que desde un lugar de poder dentro del Estado se denuncie a los medios de comunicación diciendo que son un poder político, concentrado y hegemónico. Tampoco es común que un gobierno diga que instalan la agenda de temas sobre qué debe pensar y debatir la opinión pública. “Nadie los votó”, repetía el expresidente argentino Néstor Kirchner (2003-2007) cuando criticaba a estos medios. Se asocia a estos medios hegemónicos a los poderes concentrados de la economía y a los poderes fácticos, y a todo aquello que, se supone, está en contra de los intereses del pueblo. En resumen: de un lado están los gobiernos que buscan implementar políticas a favor del pueblo y, del otro, están estos medios que son funcionales a los poderes que ejercen presión para impedir estas políticas.
¿Hay solo denuncia pública y discursiva, o este modelo también implica acción?
Lo discursivo es central, pero también, en el caso de los gobiernos latinoamericanos, este modelo incluye medidas muy concretas, como por ejemplo una distribución distinta de la pauta publicitaria, abrir medios propios, no darles declaraciones a determinados medios, etc. Medidas, en definitiva, que hacen una fuerte división entre medios opositores y “propios”. Venezuela es el caso más extremo, pero con otros matices este modelo se fue reproduciendo en muchos países del giro a la izquierda. El discurso y la acción suelen ir de la mano.
¿Cuál suele ser la reacción de estos medios ante esa confrontación?
En Argentina, por ejemplo, a partir de esta confrontación se dio una polarización muy fuerte porque los medios reaccionaron sin medias tintas, en especial el Grupo Clarín, la empresa periodística más tradicional y concentrada. Los medios se fueron alineando cada vez más a favor o en contra del gobierno y fueron perdiendo esta noción de periodismo independiente o profesional correspondiente a la tradición más anglosajona de separación tajante entre información y opinión. Empezaron a mezclar información y opinión para ponerse en un lugar de fuertes opositores. Se da entonces un proceso de retroalimentación. El gobierno los ataca y los medios devuelven el ataque perdiendo ese lugar de rigurosidad y distancia que requiere la profesión.
El famoso “periodismo de guerra” que, en su día, reconoció un redactor jefe del diario Clarín.
Exacto, tal cual. Es una muy buena definición. En Argentina “la guerra” de estos medios se terminó de desatar con la decisión de la por la entonces presidenta Cristina Fernández (2007-2015) de reformar la ley de medios que estaba vigente desde la dictadura militar. La nueva ley de medios tocó fuertes intereses comerciales y económicos. La respuesta inmediata y corporativa fue instalar la idea de que esta ley atacaba la libertad de expresión, la libertad de empresa, que fomentaba la censura y atentaba contra los pilares de toda república. Esta polarización desnudó una cuestión más de fondo y conceptual sobre qué rol deben tener los medios en una democracia. Esta discusión impregnó toda la vida política argentina durante muchos años.
Este modelo de comunicación controlada es muy personalista, porque se basa en una visión populista de la política, donde hay líderes que llegan al poder para defender los intereses de la gente, del pueblo
Hay una reacción de los medios que se dio en Argentina con Cristina Fernández y que se replica hoy en España con Pablo Iglesias: un ataque burdo y obsesivo. ¿Cómo se explica?
Lo primero que hay que decir es que este modelo de comunicación controlada es muy personalista, porque se basa en una visión populista de la política, donde hay líderes que llegan al poder para defender los intereses de la gente, del pueblo. Ante esto, y al estar señalados como actores que atentan contra estas políticas redistributivas, la respuesta de los medios también es muy personalista, porque eligen siempre el mismo blanco —en el caso de España, Iglesias— y porque empiezan a ganar mucha notoriedad periodistas o presentadores —a la altura de las celebrities— que dedican tinta y horas a criticar al presidente, al gobierno, al vicepresidente, etc.
Los medios entonces capitalizan esta confrontación, se sienten hasta cómodos.
El activismo gubernamental —de Pablo Iglesias, en este caso— obliga a los medios a posicionarse, no pueden quedar al margen de esas denuncias. Lo que hacen en general es, por un lado, machacar en la necesidad de defender el periodismo tradicional e independiente, y por el otro, a empezar a publicar cada vez más denuncias contra el gobierno o contra determinada figura política. Se vuelven cada vez más opositores. Y ahí es cuando se da una gran paradoja: estos medios que dicen defender el periodismo independiente se cierran en la crítica y no dan espacio a voces que digan “bueno, no está tan mal lo que plantea Pablo Iglesias”. Los periodistas y los medios se abroquelan. La polaridad les es rentable.
¿Cuánto favorece a esta polaridad que muchos lectores consuman hoy noticias para confirmarse y no informarse?
El periodismo binario, a favor o en contra de tal gobierno o de tal figura política, se da en el marco de este proceso más amplio de que todos consumimos cada vez más noticias a partir de nuestros sesgos. Al final termina siendo todo una cuestión de fe: si me lo dice tal medio o tal periodista le creo, más allá de si hay pruebas, evidencias y si la información está debidamente chequeada.
En términos pragmáticos, de conservación y expansión del poder, ¿cuánto ha beneficiado a los líderes que decidieron confrontar con los medios de comunicación?
En el caso de América Latina se han beneficiado muchísimo, ha sido una estrategia muy favorable para los intereses de construir y acumular poder. Les permitió armar un discurso muy claro de dónde está el enemigo, un enemigo que además siempre estuvo oculto. Más aún: la agresiva reacción de los medios les permitió, por decirlo de algún modo, confirmar la veracidad de sus denuncias. “Vieron que teníamos razón en todo lo que veníamos diciendo”, repetían los funcionarios kirchneristas en Argentina ante cada embestida del Grupo Clarín. Ahora bien, esa polarización llevada al extremo puede generar dolores de cabeza, por ejemplo, que se pierdan elecciones.
Puede ser muy arriesgado para el líder de Podemos copiar una idea de gobiernos latinoamericanos y dar por sentado que va a funcionar en España
¿Es el riesgo que corre Pablo Iglesias en España, por ejemplo?
Puede ser. El principal riesgo que veo yo es el de extrapolar un modelo que funcionó en América Latina a países con otras identidades, con otras culturas políticas. No porque este modelo le funcionó a Cristina Fernández le va a funcionar a Pablo Iglesias. Puede ser muy arriesgado para el líder de Podemos copiar una idea de gobiernos latinoamericanos y dar por sentado que va a funcionar en España. No es el mismo contexto, no es la misma tradición, no es la misma historia política. Pude ser un búmeran que se vuelva en su contra.
¿Cuánto se aferran a este periodismo binario los partidos opositores? El Partido Popular, por citar un ejemplo, lanzó el lema “libertad o comunismo” tras el anuncio de Pablo Iglesias de que iba a competir en las elecciones de Madrid.
De esta dinámica de polarización empiezan a participar todos los actores políticos, cada uno intentando tirar agua para su molino. En general, la disputa binaria amigo vs. enemigo resulta funcional a los intereses de muchos políticos, no tanto a los intereses democráticos, claro está. Que los políticos estén tirándose municiones de una trinchera a otra resulta desgastante para muchos ciudadanos de a pie. Pero las fuerzas políticas se suben a esta confrontación para fortalecer sus identidades y para demonizar aún más a sus enemigos. Cuanta más declaraciones altisonantes, mejor. Cuanto más polémica, mejor. Y así.
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¡Ah! ¡Y no os preocupéis!: si esto es una especie de Gran Hermano donde la gente se tira a los comentarios y, en vez de informarse con la noticia, se dedica a ponerse verde una a otra.
Si da igual que aquí aparezca Häck o Räînä, si da igual que aquí se hable de la Tierra o de cómo hacer circunferencias.
Si aquí la gente, en vez de desarrollar su pensamiento crítico, hace por calumniar al de al lado.
¡Oh! ¡Dios! ¡He dicho crítico!: empieza la calumnia.
Dejádlo: habéis perdido el castellano. No vale la pena ya ni deambular en él.
¡Lo siento! ¡No os dáis cuenta! ¡Oh, no...! ¡Gran Hermano!
Lo que tengo que decir a esto es que Pablo Iglesias a cometido un error de cálculo.
No se puede hablar de medios de comunicación sin mencionar a A3 Media, ni al grupo Telecinco.
Si hablamos de medios, hablamos de grandes lobbies de las comunicaciones, y, si hablamos de comunicaciones, en España, se siente, hablamos de desinformación.
Si ha resultado que esta entrevista está en este medio, será porque este medio no es un patrocinador de O.T. o Gran Hermano.
Dos segundos para reflexionar: si tú ves la tele y solo ves el paripé que están haciendo unos tíos en una casa, ¿te informarás sobre lo ocurrido en el congreso cuando cualquiera de los partidos ha dicho, "no más contratación?
No sé... A mi Gran Hermano no me informa pero, me consta, que lo ve el 98% de la población española.
Hace ya muchos años Felipe González le prometio a Gerardo Iglesias un trato amable de los medios si no hacía una oposición demasiado dura. Así estaba y así sigue la cosa.
Pereo de que estä hablando esta chiquilla, pues Berlusconi no le ha ido tan mal....Lo de que a principios del SXXI los grandes bancos y fondos de inversión se dieron cuenta de que el control de la prensa y la tv eran esenciales para mentener su poder, de la irrupción del gran capital en la propiedad de los principales medios de comunicación como estrategia anivel global y el paralelo abandono de la función democratica de los medios publicos no le suena a la lista esta. Haber si no va a ser verdad que solo todas las televisiones pertenecen a Berluconi o a blackrock, o todos los diarios, que son el mismo, o ella es capaz de distinguir La razon de El Pais y de El Mundo?. POr último Esta entrevista pq no la estoy leyendo en El Pais o en el ABC?