El año en que las izquierdas volvieron a la guerra total (y 2024 promete más)

El progresismo español dio cátedra de luchas intestinas y desmesuras personales, con el duelo Podemos-Sumar como protagonista del culebrón, aunque el PSOE también sufrió fuego amigo.

La última vez que la izquierda transformadora había vivido días tan álgidos fue seguramente en 2019, cuando Iñigo Errejón, arropado por poderosas terminales mediáticas, decidió romper Podemos e irse en la antesala del cierre de listas para las autonómicas de Madrid. Con menos hedor a traición pero más letanía en el tiempo, la disputa entre los de Yolanda Díaz y la cúpula “pablista” por el dominio del espacio a la izquierda del PSOE se prolongó todo el año y tuvo su clímax antes de las generales.

Impensable 2023 si se recuerda aquella mañana del 24 de marzo de 2021, cuando la ministra se secaba las lágrimas en el hemiciclo ante un Iglesias que se despedía del Congreso para encabezar la papeleta para gobernar Madrid. Y que luego hacía un sentido discurso sobre su legado. Menos de un año después, esa sociedad política estaría hecha trizas.

Los temblores han llegado hasta los últimos días del año, en una batalla que no tiene descanso

Los temblores han llegado hasta los últimos días del año, en una batalla que no tiene descanso: las bases de Podemos Galicia decidieron por amplio margen que no querían una coalición con sumar en esa nacionalidad histórica que tendrá elecciones en febrero. La unidad fue torpedeada desde Madrid también: el propio Iglesias pidió votar en contra de ella y llamó al voto útil al Bloque Nacionalista Galego (BNG).

Un año de cortocircuitos

La secuencia de conflictos estuvo marcada por las citas electorales de mayo y el adelanto para julio, lo que hizo más frenéticas las negociaciones y la disputa de espacios. Desde ya antes de la primavera en la ejecutiva morada más cercana a Ione Belarra e Irene Montero aseguraban que los de Díaz querían hacer un desgaste de Podemos en las municipales para que sea más fácil aplastarlos en el pacto de las listas para las generales, utilizando a las confluencias soberanistas aliadas como alfiles para esa estrategia.

Los ‘yolanders’ respondían que las críticas constantes -y en algún momento muy duras- de Iglesias y algunos otros morados no ayudaban a la construcción de confianza y si bien decían en voz alta que anhelaban la unidad, con los hechos demostraban que el objetivo de sustitución era real. El veto a Montero, negado incomprensiblemente hasta hoy por Díaz, pero de indudable veracidad (y admitido por otros partidos de Sumar en su momento y fuera de micrófono) llevaron las relaciones al choque total.

El polvorín no paró y ante cada hito político relevante la tensión creció, tanto en la campaña como en la organización del grupo parlamentario, en las votaciones de la Mesa del Congreso y a la hora de definir las portavocías y los oradores en el hemiciclo. En septiembre El Salto ya publicaba los rumores con mucha base sobre la candidatura de la exministra de Igualdad para las europeas y con Podemos en solitario, algo confirmado hace pocos días.

La tensión siguió escalando, con bochornos sin sentido como la teatralización del ofrecimiento de ministerio a Nacho Álvarez

La tensión siguió escalando, con bochornos sin sentido como la teatralización del ofrecimiento de ministerio a Nacho Álvarez y, curiosamente, en la misma semana en que hubo un acuerdo sin fisuras y en paz (el reparto de portavocías en comisiones y la entrega a Podemos de la comisión de Derechos Sociales), los de Belarra anunciaron su escisión del grupo parlamentario y la partida rumbo al grupo Mixto.

“La ida de Podemos aclara un poco el escenario, cada uno con su camino”, opina ante la pregunta de El Salto un diputado de Sumar que cuenta con la confianza personal de Díaz. Cree que la escisión, al fin y al cabo, es buena para la estrategia que viene: “Este 2024 será un año importante en la construcción territorial y política (de Movimiento Sumar)”.

Cuando se le sugiere alguna autocrítica, o admisión de algún error del equipo de Díaz, ironiza: “Cada día que pasa demuestran (los de Podemos) que se hizo bien”, en referencia a la forma en que se los trató. Además, cree que lo ocurrido en Galicia es parte de la estrategia para las europeas, “en lo único que piensa Iglesias”. Igualmente, reconoce que “siempre se pueden hacer las cosas mejor” y cree que, a corto plazo, lo que debe mejorar el liderazgo de Díaz es la “coordinación con las demás fuerzas políticas” del espacio para no repetir errores.

La inestabilidad en la izquierda española contrastó en 2023 con las aguas calmas al interior de las soberanistas

La inestabilidad en la izquierda española contrastó en 2023 con las aguas calmas al interior de las soberanistas. Electoralmente, en añadido, a EH Bildu y BNG les fue mejor y quienes tuvieron peores resultados fueron Esquerra Republicana y la CUP, aunque eso no deparó en guerras intestinas. Los de Més de Illes Balears y Compromís, que a nivel estatal funcionan coaligados con Sumar, también sostuvieron sus performances en las urnas y tienen el frente interno ordenado.

Un dirigente de uno de los soberanismos progresistas, también diputado, se anima a opinar en off sobre el fratricidio que atestiguó este año en la izquierda española: “Nosotros necesitamos que haya una izquierda española que entienda la plurinacionalidad del Estado, no podríamos avanzar hacia un confederalismo o cambiar el modelo si no tenemos colaboración con fuerzas de izquierda. Sumar parecía ese vehículo pero se ha dilapidado pronto. Pero tenemos que tener una izquierda española que nos entienda”.

En su mirada, una de las causas de tanta lucha intestina es la diferencia de base: “Nosotros somos fuerzas muy arraigadas en los territorios, con mucha implantación local y con punto de apoyo. Estos movimientos de izquierda, como Podemos, han subido como cohete y bajado como cohete. Mira todo lo que han vivido en ocho años solamente, cuando muchos de nosotros militamos en partidos de más de cuatro décadas”. También coincide en que Díaz “repite el error de Podemos al ser tan vertical”.

Tanto Sumar como Podemos utilizaron, con diferentes tonos, los medios como trincheras hasta acabar espantando a muchos votantes

Asimismo, cree que los medios de comunicación han jugado su carta en esta partida belicosa. “Se nota mucho la diferencia entre el centro y la periferia. Las luchas mediáticas desgastan mucho”, añade. Tanto Sumar como Podemos utilizaron, con diferentes tonos, los medios como trincheras hasta acabar espantando a muchos votantes. Cabe recordar que no es la única forma: al interior del BNG, de Bildu o del PNV también hay diferencias y discusiones, pero que casi no trascienden y no están a merced del clickbait.

En eso el PSOE, siempre más ordenado y vertical, también tuvo lo suyo. Cuando se vio que ser acercaba el ocaso de Sánchez, cobraron más fuerza las voces de García-Page, siempre discordante, e irrumpieron en escena con virulencia Felipe González y Alfonso Guerra, este último con necesidad de vender libros mediando.

El ascenso en el poder territorial del PP y en las encuestas de cara a las generales dio más oxígeno a las voces críticas. Algunos ya pensaban en el día después. Fiel a su estilo frío y de jamás resignarse, Sánchez mantuvo la apuesta y contra todos los pronósticos mejoró sus resultados electorales y acabó consiguiendo ser reelecto. El surfear con éxito la ola de la adversidad le permitió acallar esas voces críticas y hasta se permitió expulsar del partido a Nicolás Redondo Terreros. Fue un aviso simbólico: hacer leña del árbol caído no se perdonará.

Los nuevos retos

Las autonómicas de Galicia y Euskadi y las elecciones europeas previstas para junio son el nuevo escenario de contienda para las izquierdas, en donde las fuerzas se volverán a medir. Para la Xunta la única duda es finalmente qué tipo de candidaturas serán las de Sumar y Podemos, si en solitario o con Anova y Esquerda Unida. Lo que nadie duda es que la fragmentación sólo es funcional al mantenimiento del poder del PP y el BNG aspirará a concentrar el voto útil.

Nada parece indicar que el sector ‘pablista’ vaya a bendecir un acuerdo vasco si no lo hizo con el caso gallego

Para el País Vasco, sin fecha electoral aún, los intentos de una coalición siguen en pie. Fuentes de Sumar señalaron que Lander Martínez continúa en las conversaciones con Podemos, Izquierda Unida y Equo, aunque lo que ocurre con Galicia “revuelve un poco las cosas”. Elkarrekin Podemos, nombre de la marca de la actual coalición, seguramente cambiará y es probable que se llegue a un preacuerdo, aunque las bases acabarán decidiendo. Nada parece indicar que el sector ‘pablista’ vaya a bendecir un acuerdo vasco si no lo hizo con el caso gallego.

Pero un reto que también viene asomando es la implantación territorial de Sumar, que quiere comenzar a tener su propia estructura jurídica y organizacional en todas las regiones. La dirigente de Compromís, Amparo Piquer, fue clar al respecto: “En el País Valencià hay una fuerza, que es Compromís, referente de la izquierda y el valencianismo, que es verde y feminista. Por tanto, no vemos conveniente ni necesario que se implante otra organización porque de este espacio ya hay un partido referente. Aparte, tenemos un acuerdo previo de no competencia electoral. Sumar ya reconoce a Compromís como la fuerza principal de la izquierda valenciana”.

Un dirigente de otra de las confluencias aliadas de Díaz advierte: “Si quieren competir con nosotros a nivel local, ahí las cosas irán mal. Dependerá si todo es coordinado y en colaboración, o si es agresivo”. En Sumar izan la bandera blanca y dicen que la construcción no implicará competir a nivel autonómico y municipal sino “ampliar los espacios por todos lados para los que no se sienten representados con posiciones nacionalistas”.

Estos movimientos plantean también un enigma de cara a las europeas. Los de Díaz ya perdieron a Podemos y desean tener la plataforma más amplia posible, aunque ningún partido que se vea amenazado en su terruño querrá ser funcional a ayudar a la vicepresidenta. Aquí vuelve a ser clave la mano izquierda que sepa tener Díaz.

En Sumar hay voces que en el refugio del anonimato admiten que Díaz debió ser menos guiada por el rencor y ser más pragmática en su relación con Podemos. Hay ejemplos públicos de otro tipo de liderazgo: el portavoz del grupo Socialista, uno de los cargos de mayor exposición y poder del PSOE en el Estado, lo ostenta un exrival en las primarias y viejo crítico de Sánchez, Patxi López.

La desmesura en el enfado personal no ha sido exclusividad de Díaz. La cúpula de Podemos también tuvo momentos de una virulencia que podría haberse ahorrado

La desmesura en el enfado personal no ha sido exclusividad de Díaz. La cúpula de Podemos también tuvo momentos de una virulencia que podría haberse ahorrado. Es cierto también que quien se vea amenazado de su existencia y en probados intentos de sustitución pataleará más, y que quien aspire a liderar un grupo diverso debe saber tener generosidad.

“De la que nos salvamos el 23J”, dijo hace poco Sánchez en el Centro Cultural de Bellas Artes, al presentar su libro. Es de los conceptos más compartidos por la mayoría trasversal del 53% que votó en contra de un gobierno Feijóo-Abascal. El año de la guerra total de las izquierdas fue el año en el que estuvimos al filo de perder derechos y conquistas sociales. Que todo sea, para bien y para mal, una lección aprendida.

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