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Historia
Comunismo y civilización: excavaciones contra la ideología de la historia inevitable
“La historia -dice James C. Scott- puede ser las más subversiva de las disciplinas porque nos enseña cómo llegaron a ser las cosas que damos por supuestas”. Así, dado que damos por supuesta la desigualdad, y fracasado el proyecto de inscribirla en el corazón del alma humana, ha de inscribirse en la historia, con la misma necesidad y con la misma fuerza. Es gracioso comprobar como la arqueología y la prehistoria, en principio disciplinas un tanto excéntricas, a medio camino entre el laboratorio e Indiana Jones, aparecen con frecuencia en los escenarios de la batalla cultural como un cul de sac del que proveerse de ejemplos que justifican la desigualdad y su necesidad como una marca de origen. Ya sea el patriarcado en la diferencia entre el macho cazador y la hembra recolectora ¿por qué no, Jordan Peterson? O la explotación en la estratificación social que “se requiere” para modificar el paisaje a gran escala y la planificación de la agricultura (un básico).
Es verdad que nuestras sociedades son desiguales. Las invocaciones solemnes a una dignidad universal contrastan con pruebas indiscutibles de lo contrario: vidas que se protegen, vidas que se desprecian. Se apela al esfuerzo y a la virtud como tácticas para contener la incertidumbre, al tiempo que la riqueza se concentra en una minoría de clanes que legarán su poder y ampliarán esa brecha en las generaciones futuras. Los procesos de decisión e incluso de simple deliberación nos involucran en una proporción mínima de los asuntos cotidianos. De este modo, cuando nos tomamos la resistencia de pensar, sin naturalizarlo, el presente de concentración de la riqueza, castas más o menos explícitas e inercias tecnocráticas, suele aparecer la cuestión del origen ¿cómo hemos acabado aquí?
Por eso es divertido hablar un ratito con los arqueólogos y arqueólogas, a ver qué han descubierto, qué les parece todo esto y cómo estos relatos empatan con el estado actual de la ciencia. Así que hoy hemos abordado a Rodrigo Villalobos para convertirlo en nuestro aliado en esta aventura. Autor de “Hoces de piedra, martillos de bronce. Comunismo originario y lucha de clases en la prehistoria” (Ático de los libros), hace un enorme esfuerzo de divulgación para trasladar los últimos métodos y hallazgos de la prehistoria reciente (10.000 a.C. - escritura) al público no especialista, a través de ejemplos de sociedades complejas y (que no pero) igualitarias en la Península Ibérica. Más divertido resulta comprobar que, de hecho, los descubrimientos de los últimos 30-50 años de la arqueología de la prehistoria reciente han caminado en una dirección bastante diferente la dibujada por los ideólogos de la desigualdad (que son también los de la explotación, la dominación y todos sus solares adyacentes).
Un cuentito, una imagen, tomada prestada de los inicios de la disciplina, y que ha ordenado en buena medida el modo como percibimos nuestra historia y representamos nuestra sociedad: sedentarización, agricultura, urbanismo complejo, estratificación social, explotación, son fenómenos conexos. Una secuencia rápida, ineluctable, una concatenación, maldita si se quiere, necesaria en todo caso, de escenarios sociales. Dado el primero, los demás vienen después, como una necesidad autoimpuesta. La escalera de la civilización se construye, quizá, sobre el sufrimiento, pero es necesaria para avanzar de lo simple a lo complejo, de la barbarie a la civilización, como una suerte de fuerza que en la historia sustituye a la gravedad pero posee su misma necesidad. Y fuck, así llegamos al día de hoy.
Lo que pasa es que los descubrimientos recientes de la arqueología han dislocado completamente esta imagen en todas direcciones: Ciudades complejas en entornos preagrarios. Pueblos preagrarios con sistemas fuertes de estratificación y explotación social. Complejos monumentales sin restos de sedentarismo. Proyectos estatales fracasados y disueltos en una reordenación social más igualitaria. Sociedades que explotan el excedente mediante la estratificación y sociedades cooperativistas opulentas. Muchas complejidades, pero poca necesidad histórica. Lo que proponemos en este episodio es una mirada que descarta hacer comparaciones, al modo de los enfoques leviatanescos del mal menor sobre todas las libertades y horizontalidades perdidas para mantener a raya la violencia y la escasez. En cambio esta mirada descubre que nuestro presente no es inevitable y si la historia ha sido de muchas formas, puede ser aún de muchas otras. Os esperamos.