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El reloj no ha marcado las 13.45h cuando Concha sale del comedor social al que acude a diario a comer. No le queda muy cerca de casa, pero es el que más le gusta. Ella vive en un barrio periférico de Madrid en un piso de la asociación Provivienda, donde convive con tres personas más, hombres y mujeres. “Una vez un hombre del piso me levantó la mano, pero conseguí que dejara la casa”, recuerda Concha, que prefiere no dar su apellido. Define su casa como un lugar donde cada uno de ellos tiene su reto particular que superar. Ella tiene 64 años, problemas de salud, cobra la Renta Mínima de Reinserción (RMI) y paga por su casa 130 euros al mes.
De camino a casa, el metro le da una tregua y Concha encuentra asiento. “No es lo habitual, por eso hay veces que me traigo una sillita para sentarme”. Está cansada, el día anterior tuvo jornada de activismo. Madrid acogió el 18 de octubre la IV Jornada Sin Hogar Pero con Muros, de la Asociación Realidades. Esta edición se dedicó a la visibilización de las mujeres sin hogar, por lo que Concha tuvo protagonismo. Ella y las compañeras que participaron rezumaban entusiasmo y empoderamiento. Pero no es oro todo lo que reluce. Además de las mujeres, asistió una representación institucional del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad, así como diversas organizaciones. “Yo viví la jornada bien, pero tengo un sentimiento agridulce, de impotencia, es un poco de hipocresía, aunque suene mal decirlo”, reflexiona Concha. Ella es una persona divertida, ríe muchísimo, pero con el tema de las mujeres sin hogar no vacila y su discurso cambia para volverse serio y pausado. “Sabes que en tus reivindicaciones solo puedes ir hasta cierto punto, que es cuando te topas con una pared y ya no se puede avanzar más, te encuentras con la burocracia, con los gobiernos”.
“Sabes que en tus reivindicaciones solo puedes ir hasta cierto punto, que es cuando te topas con una pared y ya no se puede avanzar más, te encuentras con la burocracia, con los gobiernos”
Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad reconocieron la vulnerabilidad extrema de las mujeres en situación de exclusión residencial así como su compromiso con esta realidad silenciada. Se habló de la fuerza y el empuje de las mujeres, así como de su invisibilidad. “Yo entiendo que hay que ser diplomática con las instituciones porque son las que dan el dinero a las organizaciones que nos ayudan a nosotras, pero luego nuestros problemas los pondrán debajo de todos los papeles que tienen, al final de todo”, se queja Concha. Ve la situación muy clara: “Yo estudié Ciencias Políticas en Estados Unidos y sé que hay veces que las instituciones se aprovechan de que las personas que están abajo no entienden lo que pasa, se aprovechan de su ignorancia. Yo también estoy abajo, pero yo sí entiendo”.Concha está encantada con que las mujeres sin hogar fueran las protagonistas de la jornada, “pero al final siempre está la barrera política”, apunta.
Jornada de escasas y desalentadoras cifras
Durante la jornada, Gloria García Linde, directora de Realidades, explicó que es imposible tener cifras de cuántas mujeres sin hogar hay, pues la mayoría desarrollan unas estrategias distintas a las de los hombres con tal de evitar la calle, que si ya de por sí es agresiva para los hombres, todavía lo es más para las mujeres. El recuento de mujeres es imposible, pues las hay que optan por ejercer la prostitución, otras están en dispositivos de violencia de género y no de personas sin hogar, las hay también que intercambian sexo por un techo u otras que optan por los cuidados a cambio de un techo. La misma Concha recuerda cómo se volvió desde Francia hace un año y medio, cuando el hombre al que cuidaba le pidió que tuviera sexo con él. “Le hacía de chófer, la casa, de todo, pero por ahí no pasé. Le dije que no y me volví. Nunca me he prostituido. Ni lo he hecho, ni lo haré”.Muchas mujeres en situación de exclusión residencial no pasan por los albergues, ni están en la calle, ni acuden a los servicios sociales o a cualquier organismo institucional, por lo que es difícil estimar su número. Sonia Panadero, de la Universidad Complutense, también participó en la jornada como responsable del proyecto de investigación realizado con 138 mujeres en exclusión residencial titulado Intervención psicológica con mujeres en situación sin hogar. Propuesta de tratamiento y evaluación de la eficacia. Ella sí pudo dar datos extraídos de su proyecto, como que el 17% de las mujeres que participaron tienen estudios superiores finalizados, un porcentaje superior al de los hombres. También que el 48% ha intentado suicidarse o que el 21% había ejercido la prostitución en algún momento de su vida. Significativos son también los datos que afirman que el 42% de las mujeres participantes habían sufrido malos tratos en la infancia y en la adolescencia, y que el 56% habían sido víctimas de violencia de género, habiendo denunciado la mitad de ellas. Todo ello antes de llegar a la situación de exclusión residencial, lo que llevó a García Linde a preguntarse: ¿qué influencia tiene esta violencia previa en el sinhogarismo de las mujeres? Panadero también expuso que “existe un mayor deterioro físico y mental en las mujeres en exclusión residencial que en los hombres”.
El 56% de las mujeres sin hogar que participaron en el estudio habían sido víctimas de violencia de género antes de llegar a la situación de exclusión residencial
El rap de la alegría y el dolor
Varias mujeres sin hogar vinculadas a las Asociación Realidades han grabado un rap feminista titulado 100xcientas. Mujeres de distintas edades, culturas y religiones. Todas pusieron en común las dolorosas experiencias —la mayoría agresiones— que habían vivido y juntas escribieron este rap, cuya letra “es muy dura porque la vida es muy dura”, resume Concha.En la jornada las mujeres rapearon emocionadas frases como “en las calles y en las casas al machismo ¡guerra, guerra!”, mientras se proyectaba el vídeo musical. Precisamente por la dureza de la letra decidieron grabarlo de manera divertida, por lo que para las mujeres supuso una experiencia liberadora, “como si me hubiera quitado una mochila de la espalda. Estábamos súper contentas porque estábamos grabando algo que necesitábamos, eran las historias compartidas de todas”, contó Yazmira Navarro. Son mujeres que no aparecen como víctimas. Como dice su rap: “Soy superviviente… ¡Y una mujer valiente!”.
Un día después de que las mujeres compartieran su rap con todos los asistentes, Concha completa el discurso que pronunció su compañera Yazmira: “El rap te da viveza, estás haciendo algo en lo que estás creyendo, pero yo siempre miro los pros y los contras, y no puedo quitarme los contras de la cabeza. Somos feministas y sé que la sociedad no te escucha. En el momento sí, en cosas como la de ayer sí, pero de ahí no se sale, no se va a ningún lado”.
Patricia García, otra de las protagonistas del proyecto, aprovechó el altavoz de la jornada para quejarse de que llevan años denunciando la situación de la mujer sin hogar y “no nos hacen ni puñetero caso”, por este motivo “tenemos que unirnos, tenemos que hacernos visibles, tenemos que participar. Si no nos asociamos, no saldremos del agujero jamás”, exhortó. Mensaje que también amplía Concha: “Yo con mi feminismo quiero un poco de igualdad, no pido más que lo que debo. Tenemos que unirnos todas las mujeres, todas, no solo las de sin hogar. Que el movimiento feminista se una más, que seamos más obvias, que hagamos muchas cosas, no una cosa cada año o cada tres meses, que vayamos todos los días al Congreso a exigir nuestros derechos”. Ya lo dice el rap: “Que no seamos dos, que no seamos doscientas, que estemos todas juntas ¡al cien por cientas!”.
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¡Que gran artículo y cuánta incómoda verdad para la sociedad! ¡Ánimo a todas las luchadoras!