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Periodismo
Gervasio Sánchez: “Hay una minoría en los medios de comunicación que está destruyendo este oficio”
Lleva más de media vida dedicado al periodismo, un oficio en el que confiesa creer con pasión y en el que aconseja “llenarse de valores que puedas poner en marcha cada vez que estés a punto de tirar la toalla”.
El taller de Castro Prieto, premio Nacional de fotografía y uno de los grandes referentes positivando y copiando fotos, está oscuro, tiene techos altos y huele a químicos de revelado. Llegamos después de comer. Allí nos espera Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) que está preparando su próximo trabajo. Gervasio, o Gerva, como es conocido entre sus amigos, lleva más de media vida dedicado al periodismo, un oficio en el que confiesa creer con pasión, pero en el que aconseja “llenarse de valores que puedas poner en marcha cada vez que estés a punto de tirar la toalla”. Vive en Zaragoza pero le pillamos en una de sus visitas fugaces a Madrid. Este fotoperiodista autor de grandes exposiciones como Mujeres. Afganistán, Vidas Minadas o Desaparecidos ha sido galardonado con diferentes premios de fotografía, entre ellos el Ortega y Gasset en 2008, en cuya ceremonia de entrega aprovechó para arremeter contra la política de exportación de armas del gobierno de Zapatero.
Comenzaste a trabajar en los años 80 como camarero, para poder pagar tus viajes en las temporadas de verano. ¿Cómo ha cambiado el periodismo desde entonces?
Cuando acabé periodismo en 1984 era fácil encontrar trabajo. Había tres facultades en España: en Madrid, la Complutense; en Barcelona la Autónoma; y la facultad del Opus Dei en Navarra. De hecho algunos amigos dejaron de estudiar porque estaban trabajando. Yo, en cambio, quería viajar por el mundo y no me quise amoldar a un sistema de trabajo en una empresa con un puesto fijo. Intenté huir de todo eso viajando donde yo quería y por eso tenía que autofinanciarme. Trabajaba los veranos como camarero en Tarragona. En dos meses y medio conseguía acumular dinero para viajar cuidando mucho los gastos. En aquel momento el periodismo vivía uno de sus mejores momentos, históricamente hablando. Salíamos de la transición, los periódicos tenían aún cierto prestigio, aunque algunos medios de comunicación ya empezaban a relacionarse muy cercanamente al poder.
Eso le pasó al diario El País, que pasó de enfrentarse al gobierno de la UCD a prácticamente relacionarse muy estrechamente con el PSOE a partir del triunfo de Felipe González en octubre del 82. De hecho en el 84 no había una relación tan cercana como la hubo posteriormente pero el propio González lo ha llegado a decir públicamente: “Vosotros buscabais lectores y nosotros buscábamos electores”. Y en esa confraternización crecieron El País y el PSOE. Eran otros tiempos. Las relaciones con el poder político y económico no eran tan estrechas como las que hay hoy en día, y aunque nunca hubo periodismo de investigación, salvo en Diario 16, al menos se intentaba sacar a la palestra muchos temas que podían herir a los poderes políticos y económicos.
¿Qué papel consideras que tuvo el periodismo en la Transición?
En los 70, antes de morir Franco, hubo medios de comunicación que se la jugaron y sacaron cosas importantes. A partir del 76, meses después de haber muerto Franco, fue un año de creación de nuevos diarios: Diario 16, El País, El Periodico de Catalunya, diarios y grupos mediáticos en los que los periodistas eran más jóvenes.
En España, desde la Transición, ha ocurrido lo siguiente: la empresa cada vez se ha convertido en más sectaria y actúa diferente cuando su partido favorito está en el gobierno o la oposición. Los grupos prosocialistas han sido muy poco rigurosos a la hora de analizar las vergüenzas del poder socialista. Hay diarios que aún tienen cierto prestigio que no investigaron bajo ningún concepto, por orden evidentemente del empresariado, temas vinculados a la corrupción del PSOE, el Gurtel del PSOE fue Filesa. No investigaron casos como el GAL, eran cosas que no aparecían. En cambio, quienes investigaban eran medios que cuando llegó su partido favorito al poder se relajaron.
Hablamos de que el rey de España se va a Arabia Saudí para cerrar negocios de armas con el ministerio de Defensa y el ministerio de Industria. Arabia Saudí, un país que es una dictadura y además está bombardeando Yemen, hospitales en Yemen. Esto ocurre, pero estos contactos que hoy en día lo vinculan a la política del PP han olvidado que estos negocios empezaron a hacerse con Zapatero en 2009 y en aquellos momentos periodistas de esos mismos medios no criticaban a Zapatero. El hombre que multiplicó por 6 la venta de armas españolas de 2004 a 2011 fue Zapatero y los medios con identificación de izquierdas no hicieron nada por informar de lo que estaba pasando. De 400 millones de euros cuando se fue Aznar a 2.400 millones que se vendían cuando llegó Rajoy.
Te especializaste en hacer coberturas de conflictos bélicos, y te convertiste en fotoperiodista de guerra, algo que ahora, sin embargo, parecería más complicado ya que las buenas coberturas internacionales no parecen ser una prioridad.
La crisis de los Balcanes la cubrieron cuatro medios: El País, El Mundo, TVE y Heraldo de Aragón. El País mantuvo durante toda la guerra –entre el 92 y el 95– siempre un periodista sobre el terreno, media docena de periodistas de la sección internacional viajaron en relevos a este conflicto.
En 1999, días después de estallar la guerra en Sierra Leona, acudí allí con Ramón Lobo, periodista de El País. Hace unas semanas hubo una crisis muy fuerte en Costa de Marfil, parecida a la de Sierra Leona, y nadie se ha movido. Coberturas que se deberían hacer en estos momentos en Etiopía, en Eritrea, en Sudán del Sur, no se están haciendo. Coberturas que deberían hacerse permanentemente en Iraq o en Afganistán no se están haciendo. Quizá Siria sea un país al que debido al asesinato y secuestro de periodistas hayan decidido no mandar periodistas, pero con el resto de la cobertura es inaceptable que no se esté haciendo. La excusa de la crisis económica ha hecho desatender zonas oscuras del mundo donde pasan hechos que hay que denunciar y documentar y no se está haciendo. Y esto es lo que ha cambiado.
Las redes sociales crean una ilusión de realidad más que calidad periodística. Está la idea de que a través de internet se puede llegar a todas partes, cosa que no es cierta
Hace 25 años los medios competían por el espacio internacional y hoy en día han dejado de competir y lo que hacen es presentar refritos o, como máximo, periodistas que escriben a miles de kilómetros de distancia.
Ahí quizá las redes sociales juegan un papel muy importante, para lo bueno y lo malo.
Las redes sociales crean una ilusión de realidad más que calidad periodística. Está la idea de que a través de internet se puede llegar a todas partes, cosa que no es cierta. Se pueden presentar las historias de manera más rentable porque no necesitas imprimirlo en un papel pero eso es una ilusión. Al final el periodismo bueno es el que se hace al lado del lugar de los hechos, sea a miles de kilómetros o al lado de tu casa. Por mucho que te quieras presentar como baluarte del periodismo, si tú no mandas periodistas a cubrir los conflictos, bien informados, especializados y bien pagados, es difícil que puedas resistir el paso del tiempo. Hay un montón de periodistas prestigiosos, que han ganado un montón de premios, que no llegan a final de mes ni pueden pagarse autónomos. Es lo que hay.
La excusa de la crisis empieza a ser una excusa que huele mal. Los ejecutivos de las empresas siguen ganando millonadas. El 16 de diciembre estuve en Madrid hablando con el director de un medio importante al que la empresa, ese mismo día, le había ordenado un nuevo recorte. Luego me enteré de que “recorte” significaba tres millones de euros. El salario, ese año, del presidente del consejo de administración era de tres millones de euros. Es decir, la misma persona que ordena el recorte es la que se beneficia del mismo, se convierte en su salario. Personas que muchas veces no tienen nada que ver con el periodismo, ajenas, han asaltado los medios de comunicación, se han colocado en puestos clave y lo único que les interesa es mantener sus prebendas.
Un estudio realizado por Reuters y la Universidad de Oxford en 2015 en 15 países dice que España es uno de los países donde más información se lee pero, paradójicamente, sólo el 34% cree en lo que lee en los medios de comunicación.
Es muy injusto que el ciudadano tenga esa percepción. La inmensa mayoría de los periodistas intenta hacer bien su trabajo, por encima del 95% son decentes. Son personas que creen en lo que están haciendo, otra cosa es que puedan hacerlo. Al final en el mundo mediático hay una minoría que es la que está destruyendo este oficio, que son los que pactan con los poderes fácticos para mejorar su cuota de ingresos. Los que aceptan que no se toquen determinados temas para recibir mejores ingresos de publicidad.
Cuando se hacen las alianzas con el poder político y con el poder económico para destruir a grupos políticos recién incorporados a la sociedad, o incluso se ataca brutalmente al secretario general de un partido hasta el insulto, cuando en el pasado, ese secretario general era tratado con más cuidado.
La inmensa mayoría de los periodistas no son personas vendidas al poder. Son personas maltratadas, muchos de ellos tienen que jugar con mucho cuidado las cartas que tienen sobre la mesa porque si son muy críticos puede ser que en el próximo ERE se queden sin trabajo. Y quedarte sin trabajo con cincuenta y pico años en esta profesión es un desastre absoluto. Vas a ser expulsado del mercado laboral.
Es verdad que muchos periodistas se han acomodado a sus puestos, que en los comités de empresa, de redacción, se preocupan mucho por reivindicar las mejoras salariales y muy poco por criticar a las propias empresas cuando utilizan el grupo mediático para hacer negocios.
La mayor parte de la prensa de toda la vida, como televisión y radio, son totalmente dependientes de intereses ajenos al periodismo
¿Es posible un periodismo independiente hoy en día en el estado español?
No. Totalmente imposible. Salvo excepciones más minoritarias. La mayor parte de la prensa de toda la vida, como televisión y como radio, son totalmente dependientes de intereses ajenos al periodismo, vinculados con intereses empresariales y de estrategias conjuntas entre poderes fácticos, económicos y políticos, y mediáticos. Quien diga lo contrario miente. Quien diga que los grandes grupos mediáticos no están vinculados a intereses políticos y económicos, miente.
Y en los últimos años hemos llegado a un momento en el que la dependencia económica y el endeudamiento de los medios de comunicación están haciendo posible que poderes fácticos importantes, como son los bancos y cajas de ahorros, incluso la publicidad institucional, se conviertan en una forma de censurar informaciones que no son buenas para estas empresas.
¿Cuál sería entonces el rol de los medios hoy?
Los medios deberían conseguir que ese casi 70% de población que no cree en lo que lee o ve vuelva a creer como ocurría en los años 80. Para ello hay que cambiar muchas cosas, pero dudo mucho que eso pueda pasar.
Tu trabajo está muy vinculado a los conflictos pero sobre todo a las armas y las minas antipersona. ¿En qué momento se da esa toma de conciencia y esa línea de trabajo en tu carrera?
En los Balcanes. Hubo una gran calidad informativa sobre la guerra de Bosnia. Durante los casi cuatro años que duró el cerco de Sarajevo, periodistas de todo el mundo estaban permanentemente informando mientras los miembros de la Comunidad Europea miraban hacia otro lado haciendo declaraciones hipócritas, obscenas y cínicas. Un poco parecido a lo que pasa hoy con el tema de los refugiados: se mira hacia otro lado mientras la gente muere en el Mediterráneo.
Ves que estos personajes con el paso de los años se han hecho cada vez más fuertes: ministros de asuntos exteriores, presidentes del gobierno de aquel momento, han lavado sus biografías gracias a muchos medios españoles. Blesa ahora es criticado, pero todo el mundo ha olvidado que Blesa gobernó de manera dictatorial el consejo de administración de Caja Madrid entre 1996 y 2009. A él se acercaban políticos de todas las ideologías y sindicalistas de todo tipo, jefes y altos directivos de medios de comunicación. Sabían que era un corrupto. Todo el mundo habla de la corrupción de Blesa pero nadie habla de cómo repartía la corrupción entre los medios de comunicación, dando prebendas a unos y a otros o financiando campañas electorales… Todo el mundo se alegraba de esa corrupción porque a todo el mundo le beneficiaba. Los sindicalistas de CC OO y UGT estaban en ese tinglado, IU, el PP y PSOE y también los medios. Ahora es un apestado. Todo el mundo ha borrado de sus álbumes familiares las fotos con Blesa.
Desde el inicio de tu carrera has luchado por mantener tu independencia, has apostado por desarrollar una línea de trabajo propia y no depender de ningún medio en concreto.
Yo he podido desarrollar mi trabajo con total independencia porque me he dedicado a la información internacional en zonas de conflicto, que incluso prestigia a los medios, es decir, el medio más vinculado al poder, a los poderes fácticos, si tiene un corresponsal en Iraq o Afganistán, lo puede vender como que se preocupa de esta historia.
Si yo hiciera periodismo local, me hubieran cortado el cuello hace mucho tiempo. Eso tenlo por seguro, las grandes censuras y autocensura, las grandes campañas de presión se hacen en el periodismo local, en el periodismo nacional. Cuando escribes sobre Afganistán te aplauden.
Decir que Karzai es un corrupto, no hay ningún problema. Decir que Gadafi es un corrupto, no hay ningún problema.Pero ponte a decir que el señor Botín era un corrupto o el señor González es un corrupto, o tal banco se dedica a hacer pura corrupción… Tienes los días contados. Cuando un medio tan poderoso como El País en los años 80 deja de criticar a Felipe González es porque ha dejado de interesarle a la cúpula el periodismo, les interesan los negocios.
Cuando ese mismo medio deja de criticar a presidentes como el presidente mexicano Salinas es porque hay contratos con Santillana, que le van a suponer una millonada a la empresa, o sea, eso pasaba.
Entonces, si tú en aquel momento te vas a México y se te ocurre escribir sobre Salinas, criticando la corrupción de Salinas: un hombre que, cuando dejó de ser presidente de México, se tuvo que marchar del país y tardó diez años en volver porque si no iba directamente a la cárcel. Con un hermano que era un narcotraficante, Gustavo Salinas. Y, a pesar de ello, Salinas era presentado como el reformador, ¡en los años 90!
¿Todo el mundo lo ha olvidado? ¿Todo el mundo ha olvidado quiénes eran los directivos de entonces del medio? Cebrián se fue en 1988 de El País, ¿qué pasó después? ¿Todo el mundo se ha olvidado? ¿Nadie critica nada? No, son cosas muy graves que han pasado y que, en mi caso, no me han tocado, porque yo hacía periodismo internacional.
Trabajas con historias a largo plazo, en proyectos muy personales. ¿Qué historias te han marcado más o recuerdas con más cariño?
Vidas minadas es el gran proyecto de mi vida. Si tuviera que elegir una, quizá también por la virulencia que la he vivido, elegiría la de Adis Smajic. Un niño que en marzo del 96 con 13 años ya era un veterano de guerra, había pasado cuatro años bajo los bombardeos en Sarajevo, con su padre muerto en el cerco, su abuelo desaparecido, y su casa destruida. Con una infancia destruida viviendo el cerco y cuando la guerra termina, una mina antipersona casi le mata. 30 operaciones: ver cómo este adolescente se convierte en adulto, conoce a una chica, se casa, tiene un hijo. En 2013 acaricia a su hijo, eso no tiene precio. Es una historia que, además, me ha servido para equilibrar mi balanza anímica.
Sobre desaparecidos hay historias brutales, una mujer me contó que desde el año 74 –estábamos en el año 2000– cada lunes cambiaba las sábanas de la cama de su hijo porque quería que cuando su hijo volviera un día su cama estuviera limpia. Y esta mujer se murió en 2012 haciendo lo mismo.
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Aún recuerdo su discurso cuando le dieron el Nacional de fotografía. Grande del fotoperiodismo marginado desde entonces. Gracias El Salto por recordarle y tenerle presente.