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Partidos políticos
Política de gestos y metáforas
Tras la moción de censura y la formación de Gobierno se ha impuesto un relato político basado en la imagen y el símbolo, ¿supone esto el fin de las políticas programáticas?
Lunes noche. Las ventanas del Palacio de La Moncloa abiertas durante la primera entrevista que Pedro Sánchez concede a la televisión pública como presidente del Gobierno. Lunes, también, pero a primera hora de la mañana, running, el presidente luce una camiseta del 25 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Guiño a la época Maragall tras años de procés y la tensión del pasado otoño en Catalunya. Viajamos al pasado, finales de marzo, huele a cirio. Los entonces ministros Zoido, Catalá, Cospedal y Méndez de Vigo cantan “El novio de la muerte” al Cristo de la Legión de Málaga. Gestos. Política.
Busco en blogs que versan sobre teatro. ¿Gesto? ¿Mimo? ¿Pantomima? El objetivo del mimo corporal dramático es introducir el drama dentro del cuerpo. El mimo debe aplicar al movimiento físico el gesto, principios del drama: pausa, peso, resistencia, sorpresa... El mimo corporal dramático quiere representar lo invisible: emociones, tendencias, dudas, pensamientos. El gesto, el sustitutivo o complemento, en el teatro, de la palabra. La palabra, el logos, el pensamiento, la razón. Símbolos, palabra y gesto.
El acalde de Cádiz, José María González ‘Kichi’, poco después de coger el bastón de mando de la ciudad en 2015, junto a activistas que intentan parar un desahucio. “Un gesto”, dijeron los papeles en la capital gaditana. El Ayuntamiento de Madrid alzará un monumento a los refugiados. El Gobierno ordena que el Aquarius desembarque en el puerto de Valencia, tras la negativa del ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, a que atraque allí. Gestos, mensajes. El gesto sugiere algo, pero no lo concreta. Un signo: un significante que sugiere un significado. Un símbolo, la relación entre significante y significado es casual, podría haber sido de otra manera.
“Un Gobierno con un apoyo tan corto podrá hacer pocas cosas; tiene sentido dirigir la acción hacia los gestos”, dice Nacarino-Brabo
Las personas migrantes y refugiadas que viajaban en el Aquarius tendrán 45 días “de permiso” para iniciar sus trámites y solicitar asilo, refugio, permiso de residencia… Centenares de personas llegan en pateras a las costas sureñas españolas cada semana. El Gobierno retirará las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla. En 2014, 15 personas morían ahogadas al intentar cruzar a nado la frontera de la playa de Tarajal para llegar de Marruecos a España, la Guardia Civil disparaba balas de goma sobre los que nadaban. Las devoluciones en caliente, declaradas en 2017 ilegales por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. El Aquarius es recibido por miles de personas en Valencia, “ciudad que se siente orgullosa de aparecer en las noticias por su solidaridad y no por casos de corrupción”, comenta su alcalde, Joan Ribó, en la tele.
Gestos que educan
“El gesto con el barco de los refugiados pinta un país que no toleraría lo que ocurrió en Tarajal, son dos países distintos. Nadie se ha atrevido a levantar la bandera contra el barco”. Hablamos con Pedro Vallín, periodista de La Vanguardia, quien se muestra un firme defensor de los gestos en la política: “Son útiles, educan políticamente”. Y pone dos ejemplos de esta educación. Primero, el Aquarius: “Es improbable que España mantenga un pulso firme con Bruselas sobre política migratoria, pero, en todo caso, el mensaje cala, el Gobierno ha dicho a la sociedad que esto, acoger a personas que están a la deriva en el mar, es lo correcto”.
Otro ejemplo, la dimisión de Màxim Huerta como ministro de Cultura seis días después de que tomara posesión del cargo. “Huerta consideraba que la Agencia Tributaria abusaba y pleiteó contra el Estado. La dimisión desincentiva a quien quiera hacer carrera política a intentar ejercer sus derechos jurídicos contra el Estado, es cierto, pero es que regatear impuestos es una idea fuerza del neoliberalismo, no de la socialdemocracia; el mensaje, el gesto, es que quien de verdad sea socialdemócrata debería apostar por que paguemos más impuestos”, comenta el periodista.
El valor educativo de los gestos en política tiene todavía más importancia porque, según Vallín, “no se educa a la gente en política”. “Eso se intentó mediante Educación por la Ciudadanía, cuyo objetivo era, ni más ni menos, que crear sentido de la república”, recuerda, añadiendo: “Esto de crear sentido de la república nos habría ayudado a solventar el problema de las identidades de España, se habría creado sentimiento de nación, pero desde un punto de vista laico, de república, no identitario”.
Aurora Nacarino-Brabo es asesora de Ciudadanos en el Congreso. “El nuevo Gobierno va a estar muy orientado a esta política de gestos, de los símbolos, de la identidad”, prevé. Para esto encuentra dos motivos: “Por cómo es la nueva izquierda con la que ha tenido que competir la vieja socialdemocracia del PSOE y, también, por la aritmética parlamentaria”, considera, añadiendo: “Un Gobierno con un apoyo tan corto podrá hacer pocas cosas, tiene sentido dirigir la acción política hacia los gestos y el simbolismo, el nuevo Gobierno plantea la legislatura como una campaña en sí, más que como una verdadera legislatura”.
Pragmatismo político y gestos
Nacarino-Brabo pone en valor la capacidad de la nueva izquierda, de Podemos, en la política de gestos. Vallín, periodista parlamentario de La Vanguardia, ha seguido muy de cerca al partido morado. “La principal novedad que introduce Podemos cuando irrumpe en la política es su firme apuesta por el pragmatismo, el entender que el campo de juego de la política no lo has diseñado tú, no te beneficia, pero no vale llorar”, explica, ejemplificando esta actitud de la nueva política con dos momentos. “Hay que diferenciar entre el ser y el debería ser, el mundo no es como debería ser”, añade.
El primero de los ejemplos de Vallín parte de la génesis de Podemos, “la carta de Iglesias a IU en la que les llamaba tristes, les decía que no sirve de nada tener razón sin que te voten; él no quería tener razón, quería ganar”. El segundo de los ejemplos es “cuando Podemos decide saltar a la política, en ese momento asumen que van a cabalgar contradicciones, es una renuncia al esencialismo de las ideas políticas”. “Esto anuncia que los gestos tienen que formar parte indispensable de la presentación al público de Podemos”, añade.
Rodrigo Amírola fue coordinador de la Secretaría Política de Podemos hasta Vistalegre II, el año pasado. En buena medida, fue uno de los artífices de la estrategia de Podemos durante su primera etapa. “Últimamente se insiste mucho en el carácter gestual de la política con el objetivo de menospreciarla. El gesto se mueve en el terreno de lo simbólico. Se desestima el gesto porque no sería capaz de intervenir en ‘lo importante’. Sin embargo, tiene una importancia crucial”, asegura, añadiendo: “Pensemos en el nuevo Gobierno. El caso del Aquarius es un gesto que puede tener consecuencias impredecibles en relación a la política europea, en la medida en que genera un nuevo horizonte, nuevas posibilidades y esperanzas”, explica Amírola.
“Palabras, palabras, palabras”, decía Hamlet. “Gestos, gestos, gestos”, dicen ahora analistas y politólogos. Mientras escribo este reportaje, Pepa Bueno y Enric Juliana conversan en la radio. Bueno le pregunta a Juliana sobre los efectos que pueden tener “los gestos” del nuevo Gobierno con respecto a Catalunya. “Son gestos de distensión”, asegura Juliana. Seguimos con el hilo, volvemos a Nacarino-Brabo, asesora de Ciudadanos. “Esto tiene que ver con el declive de la sociedad industrial, vivimos en sociedades postindustriales, en sociedades postmaterialistas y en este mundo postmoderno adquieren mayor importancia estos elementos simbólicos”, analiza.
“También tiene que ver con que, cuando vivimos en sociedades más opulentas y tenemos las condiciones económicas más satisfechas, demandamos otro tipo de satisfacciones que tienen que ver con lo identitario y lo simbólico. En este punto se engarzan estas políticas de la identidad”, añade Nacarino-Brabo.
Gestos y programa
El pasado domingo 10 de junio, en Collado Mediano se clausuraba la universidad de verano del Partido Comunista de Madrid. En la última mesa redonda, el secretario general de este partido, Álvaro Aguilera, debatía con el candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid, Íñigo Errejón, sobre cómo construir unidad popular de cara al 2019. Aguilera apostaba por buscar un programa de mínimos en común. Errejón no estuvo de acuerdo.
“Es más importante el proyecto que el programa”, dijo, preguntando a los asistentes cuántas veces se habían leído un programa electoral. “Ahora Madrid ganó el Ayuntamiento en 2015 no por el programa, sino por Manuela Carmena”, añadió. Carmena se convirtió en un símbolo durante las elecciones del 2015, un gesto ante la ciudadanía madrileña que tenía que elegir entre aquella mujer mayor que se rodeaba de jóvenes que dibujaban la silueta de su cara por las paredes o entre el PP de Esperanza Aguirre, relacionado con la corrupción.
¿Son complementarios los programas políticos con la política de gestos o se excluyen mutuamente? Amírola piensa, al respecto, lo siguiente: “Solamente pueden restarle importancia si se piensa que el márketing puede sustituir enteramente a la política. Los principios, los fines y los proyectos políticos siguen teniendo una importancia vital en el medio plazo. Los gestos se agotan pronto en sí mismos si no van acompañados de aquello”.
Para Nacarino-Brabo, en Ciudadanos “se intenta hacer un equilibrio entre buenas políticas y los gestos”. “Somos muy conscientes de que se puede tener un programa estupendo en las políticas públicas, pero si no eres capaz de venderlas y comunicarlas no las puedes implementar porque no las van a votar. Hay que mantener el equilibrio entre el símbolo y el gesto, la comunicación y el programa”.
Vallín opina parecido. “No existe dilema entre gestos y programas, son dos cosas distintas, una es qué hacer, el programa, y otra cómo lo enseñamos, los gestos”, valora. “Yo soy un defensor de los gestos que, además, tienen consecuencias en política”, dice, recordando el gesto de Iglesias durante los días previos a la moción de censura a Rajoy, advirtiendo de que estaría dispuesto a buscar con Ciudadanos un candidato instrumental para echar al PP y convocar elecciones, un gesto que tuvo unas consecuencias evidentes para que el PNV votara a favor de la moción. “Fue política maquiavélica en el mejor sentido, Iglesias demostró un gran dominio de la praxis política”, añade. Gestos, praxis política.
George Lakoff y Mark Johnson publicaban en el año 1980 el libro Metáforas de la vida cotidiana. “Hemos llegado a la conclusión de que la metáfora impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción. Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica”, señala la obra. La metáfora impregna la vida cotidiana, también la política. El gesto, el símbolo, la metáfora. Vivimos en una metáfora constante que se construye, también, a través de gestos.
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https://andaluciainformacion.es/jerez/765809/confirmado-navantia-firma-el-contrato-de-las-cinco-corbetas-saudies/
Actualmente la raza humana se divide desde el punto de vista político de la siguiente forma: de cada cien hombres hay uno que es sabio, nueve bribones y noventa tontos. Este es un cálculo optimista. Los nueve bribones se reúnen bajo el estandarte del más bribón de todos ellos y se convierten en políticos. El sabio se queda a un lado porque sabe que está en una desesperada inferioridad numérica, y se dedica a la poesía, las matemáticas o la filosofía. Los noventa tontos, por su parte, avanzan pesadamente tras los estandartes de los nueve bribones que, según las modas, les conducen a los laberintos de la superchería, la malicia y la guerra. Mandar es agradable, observa Sancho Panza, aunque sólo mandes a un rebaño de corderos; y éste es el motivo por el que los políticos disfrutan levantando sus estandartes. Además, la vida de los corderos es igualmente mala sea cual sea el estandarte. Con la democracia, los nueve bribones se convierten en diputados; con el fascismo, se hacen líderes del partido; y con el comunismo, comisarios. Lo único que cambia es el nombre. Los tontos seguirán siendo tontos, los bribones seguirán siendo los líderes, y siempre se producirá el mismo resultado: la explotación. Por lo que respecta al sabio, su suerte será aproximadamente la misma en cualquiera de los sistemas. Si vive en una democracia, le animarán a que se muera de hambre en una buhardilla; si lo hace en un país fascista, le meterán en un campo de concentración, mientras que en uno comunista le liquidarán.
T. H. White, "El Libro de Merlín".