Opinión
Ayer, o quizás mañana, la poesía palestina resonó en todas las bibliotecas
Ayer, 27 de noviembre de 2025, a dos años de que las fuerzas israelíes arrasaran la Biblioteca Municipal de la Ciudad de Gaza, la poesía palestina resonó en numerosas bibliotecas públicas del Estado. La iniciativa, simbólica, congregó a las siete de la tarde a grupos de tres, quince o doscientas personas frente a su biblioteca de confianza. La acción descentralizada de activismo poético fue fruto de la confabulación silenciosa de amigos, vecinas, colectivos de barrio, y profesionales de las bibliotecas.
Entre las ruinas de Gaza, a los escombros de viviendas, hospitales o escuelas, se le suman aquellos de las bibliotecas. Al menos trece han sido destruidas por Israel en los últimos dos años. “El 27 de noviembre de 2023, Israel bombardeó la biblioteca municipal de Gaza, la mayor biblioteca pública de la franja”, explica una portavoz del frente común de bibliotecarias antifas, y prosigue: “La historia, la imaginación, los relatos, la poesía que contenían sus miles de libros ardieron en llamas, se desintegraron bajo las más potentes bombas, son hoy ceniza o páginas aplastadas bajo cemento y acero”.
“Espacios de encuentro y de memoria, de acceso a conocimiento, las bibliotecas son palacios del pueblo, instituciones del común que cuidan el pasado, dan refugio al presente, y nutren el futuro”
El frente común de personal bibliotecario antifascista, de reciente formación, agrupa a trabajadoras y trabajadores preocupados por la deriva neoliberal, depredadora y colonialista en la que el mundo está inmerso, y de la que entienden que Gaza es el más doloroso ejemplo. Consideran que la destrucción de bibliotecas en la franja es una ofensiva contra instituciones centrales para el pueblo gazatí que no debe ser olvidada. “Espacios de encuentro y de memoria, de acceso a conocimiento, las bibliotecas son palacios del pueblo, instituciones del común que cuidan el pasado, dan refugio al presente, y nutren el futuro”, rezaban las octavillas que repartieron la tarde de ayer en numerosas bibliotecas.
“Ni las bombas ni la arrogancia genocida podrán acabar nunca con las palabras”, explicaba en un vídeo el colectivo Rimando la revolución. La publicación, que se viralizó la semana anterior, contenía los versos de numerosos poetas palestinos, algunos de ellos asesinados por Israel. “Para el pueblo palestino, la poesía es un arma de resistencia”, defiende el colectivo de poetas en la grabación, y continua: “‘Para escribir una poesía/ que no sea política/ debo escuchar a los pájaros/ pero para escuchar a los pájaros/ hace falta que cese el bombardeo’ reivindica Marwan Makhoul. El poeta palestino habla de un bombardeo como aquel que mató a la joven poeta Heba Abu Nada, poco después de que escribiera: ‘Ayer, una estrella/dijo/a la pequeña luz de mi corazón,/no somos simples transeúntes/pasajeros./No te mueras./Bajo este resplandor/algunos vagabundos/siguen/caminando’. También mató el fuego israelí al tan llorado Refaat Alareer: ‘Si debo morir/ deja que traiga esperanza/ deja que sea un cuento’, escribió antes de ser asesinado. Porque como nos recuerda la poeta Rafif Ziadah: ‘Nosotros/los palestinos/nos levantamos/cada mañana/a enseñarle/al resto del mundo/vida,/señor’”.
La asociación de vecinas de Macondo es una de las decenas que se sumaron el 27 de noviembre a la acción poética. Conmovidas por el vídeo del colectivo Rimando la revolución, no tardaron en mover la convocatoria por todos sus grupos de trabajo, pero también por los grupos de whatsapp más personales. “La poesía nos hermana, dialoga con lo más profundo de nuestra humanidad, nos agita en un idioma universal que conjuga el dolor, la belleza y la ternura, grita lo que ya no sabemos cómo enunciar, rima contra el desánimo, dispara versos de rabia y de esperanza,” explica una de las integrantes de la asociación, antes de citar a Gabriel Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”.
Al enterarse de la propuesta en marcha, el movimiento estudiantil por el internacionalismo utópico, un colectivo horizontal y sin líderes visibles, envió, a dos semanas de la acción poética, un mailing masivo a todo el estudiantado, asiduo usuario de las bibliotecas: “Nosotras que aprendemos vida de nuestras hermanas y hermanos palestinos, queremos recordar a los estudiantes de Gaza el próximo 27 de noviembre a las 19h, a dos años de la destrucción de la que fuera la mayor biblioteca pública de la franja. Por ello te invitamos a acudir a la puerta de tu biblioteca pública más cercana, a la que más cariño tengas, donde más vida hayas pasado. Lleva uno o dos poemas, pueden ser de un autor o autora palestino, puede ser propio”. Ante la llamada, comenzaron las conversaciones entre docentes de secundaria que quisieron apropiarse de la convocatoria y adaptarla a la realidad de sus centros. Así, no fueron pocos los institutos en los que las concentraciones se dieron por la mañana, en las bibliotecas escolares, bajo el lema “En Gaza esta biblioteca habría sido bombardeada”.
No fueron pocos los institutos en los que las concentraciones se dieron por la mañana, en horario escolar, bajo el lema “En Gaza esta biblioteca habría sido bombardeada”
Teresa Martínez, una profesora de primaria que no consiguió convencer a sus compañeras para realizar la acción en su escuela, se presentó ayer sola por la tarde ante la biblioteca de su barrio, pertrechada de poemas de Mahmud Darwish. “Vi la convocatoria el otro día, me emocionó, y además de en el cole, se lo comenté a mis amigas, pero entre unas cosas y otras nadie podía sumarse. Entonces me dije, Teresa, ve tú sola”, explicaba emocionada. “Creo que hemos llegado a un punto en el que necesitamos de arrojo para hacer las cosas porque las sentimos justas, y basta”. El gesto de Teresa enseguida fue acompañado por usuarias de las bibliotecas que al verla recitando se fueron uniendo a la acción. Las mismas trabajadoras del centro empezaron a turnarse para acompañar a las vecinas, aportando recopilaciones de poemas provenientes de la misma biblio.
Así, ayer (o quizás mañana) 27 de noviembre, cientos de bibliotecarias, poetas, estudiantes, vecinos, se reunían ante sus queridas bibliotecas en un ambiente de dolor y tristeza por la destrucción y lo irreparable, pero también de emoción por no quedarse quietas, indiferentes, vencidas ante la masacre, y de comunicar al pueblo palestino que su sufrimiento y su resistencia resuena en todas partes. “Seamos poesía y comunidad. Disputemos el futuro”, pudo oírse en las concentraciones.
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