Hay momentos que son hitos en la vida de un país, que se clavan en la memoria colectiva como una espina que duele mucho tiempo. Y parece que de eso se trata en Torre Pacheco: un laboratorio fascista, que quiere ser el anticipo de la España que viene. Un país que se cohesione por su adhesión a la mano dura, incluso a la violencia discrecional del pogromo, y que supure por la herida. Quien no conteste ahora querrá esa España, una de punitivismo popular, de gusto por la crueldad y por la exclusión. Una España de trabajadores domeñados. No hay que engañarse. Como siempre ha sucedido cuando se intenta atraer al trabajador autóctono a la hostilidad contra del foráneo, lo que está en juego es que no emerja más la cuestión social, el conflicto de clase. Es una maniobra preventiva por parte de las oligarquías frente a la crisis social producida por un capitalismo financiero que ha socavado los salarios y convertido la vivienda en un negocio ilimitado para el rentista y el especulador.
Torre Pacheco es eso, terror contra la clase trabajadora más explotada
Pero que ni techo ni salarios importen. Es prioritario golpear al trabajador (que no criminal) migrante. Se trata de llevar a cabo esta particular lucha de clases neofascista en su eslabón más vulnerable. A él se le comunica con la claridad de los palos que no es bienvenido, que debe callarse y ser reducido a fuerza de trabajo sin derechos. Torre Pacheco es eso, terror contra la clase trabajadora más explotada. Terror doblemente semiótico, con el que se lanza, a la vez, un mensaje a los trabajadores autóctonos: “únete a nosotros, prescindiendo de perjudiciales divisiones (de clase), para la defensa de la nación (que eres tú), contra quienes la invaden y atacan en tus ancianos y en tus mujeres. El globalismo, formado por élites desarraigadas de toda lealtad nacional, desea desmoronar las fronteras, y atentar contra tus condiciones de vida, incluso contra tu existencia; la alternativa de seguridad somos nosotros.” Ocultan, sin embargo, lo evidente, lo que todo el mundo advertiría si quisiera: que ese bloque nacional y sin fisuras está dirigido por las oligarquías, y es una invitación a ser gobernados por ellas, de modo funcional al capitalismo, sin contestación ya posible, como corresponde a toda unión nacional interclase. Reclutar el trabajo autóctono contra el trabajo foráneo en favor de los intereses oligárquicos es el trasunto del fascismo y del nativismo, su esencia. Ya vendrán las medidas políticas de gobierno (transformar o no las instituciones, en qué grado, etc.), pero lo importante hoy por hoy es esa adhesión afectiva, esa complicidad con la violencia hacia el otro étnico o racial en cuanto que enemigo de la nación: esa “fascistización” social.
Reclutar el trabajo autóctono contra el trabajo foráneo en favor de los intereses oligárquicos es el trasunto del fascismo y del nativismo, su esencia
La vinculación de criminalidad con delincuencia es el pilar del discurso de Vox, una estrategia que se adorna ahora de una aureola trumpista de rabiosa actualidad cuando insiste en deportaciones masivas incluso para personas con DNI español. Ni los migrantes (ni tampoco aquellos nacionales que carezcan del estatuto de “españoles viejos”) son trabajadores, sino amenazas, enemigos. Todo incidente criminal debe ser aprovechado para llamar a la sociedad a defenderse. Se ha preparado un verano caliente, incluso tórrido, planificado en forma de escenario bélico, de cruzada institucional y social contra ese enemigo que es tu vecino y el mío. La diversa España actual no es la España que desean, excepto para explotarla. He aquí una breve crónica:
La diversa España actual no es la España que desean, excepto para explotarla
En El Ejido, el día 11 de julio, Rocío de Meer, diputada de Vox, y a 25 años de los desgraciados linchamientos a los trabajadores magrebíes de los invernaderos, plantea “deportaciones masivas“ frente a la política de fronteras abiertas del gobierno como solución a la inseguridad ciudadana. Recepción gélida, pero quizá eficacia electoral del mensaje.
En Alcalá de Henares, el día 4 de julio, se moviliza la ultraderecha por el cierre del centro de menores de ese municipio tras una violación, causando altercados. De acuerdo con la noticia publicada en ABC: “La manifestación contó con el apoyo, a través de redes sociales, de grupos como 'Revuelta', asociación afín a Vox, o Núcleo Nacional, grupo neonazi con frecuente presencia en las protestas en la sede del PSOE en la calle Ferraz.” La alcaldesa exige el cierre del centro de menores.
El 24 de mayo fue atacado el centro de menores tutelados de Piera, tras enfrentamientos entre vecinos y menores internados. El 12 de julio, la mezquita de esa población, que iba a inaugurarse en breve, aparece quemada, y todo apunta a un incendio intencionado. La alcaldesa, de acuerdo con la noticia publicada en Crónica Global, apoya a la comunidad musulmana. El 26 de mayo el Grupo de Vox de Piera había exigido el cierre del centro de menores, acusando al gobierno del municipio de no proteger a la gente trabajadora local y rechazando las actuales políticas migratorias. En palabras de su portavoz: “Y los españoles no aguantan más. Ni tres, ni treinta, ni treinta mil: ¡billete de vuelta ya!”.
Como culminación, tras una paliza a un anciano, se lanza una “cacería” en Torre Pacheco programada, según Delegación de Gobierno, para los días 15, 16 y 17 de julio. Se trata de un municipio con un 30 % de extranjeros, que trabajan en su mayoría en el sector agrícola y en régimen de explotación. Vox organiza una concentración “en repulsa por el terror sembrado por bandas de magrebíes en el municipio”. Abascal había declarado en redes sociales el 12 de julio, a colación de la referida agresión al anciano de Torre Pacheco: “¡Urgen deportaciones masivas y dimisiones inmediatas!”
Lo más importante es esa fascistización social. Se puede implantar sin necesidad de un recambio de élites, incluso sin necesidad de una transformación radical de las instituciones
Podemos engañarnos acerca de la naturaleza de todos estos fenómenos, interpretándolos como excesos pasajeros frente a los que una privada repulsa moral sería suficiente. Pero no. Se trata de la programación de una nueva gobernanza fascista. No es una exageración. Lo más importante es esa fascistización social. Se puede implantar sin necesidad de un recambio de élites, incluso sin necesidad de una transformación radical de las instituciones. Ya habrá tiempo para ingenierías legales, para un uso aún más abusivo de las normas y reglamentos ya existentes, para implantar excepcionalismos jurídicos… De momento, basta con que las redes y los medios de comunicación oligárquicos (la inmensa mayoría) domen a la opinión pública, que trabajen tu forma de percibir, tu sensibilidad, incluso con respecto de tu vecino, que el poder judicial siga siendo tan clasista como suele, y que las fuerzas de seguridad del Estado apoyen en su mayoría la criminalización del migrante y del racializado, lo que frecuentemente es también el caso. Entonces se produce una fascistización social, taza a taza, progresivamente, en ascenso, como ha venido sucediendo todo este tiempo, hasta subir el termómetro hasta aquí, hasta Torre Pacheco.
Y tú decides: O terrorismo fascista, o comunidad (de clase) antirracista.
*Bajo el lema Terrorismo racista, comunidad antirracista, hay concentraciones en ciudades de todo el Estado. Busca la que te pille mejor
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