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Después de soportar aquellos infames bulos sobre nuestra supuesta implicación para adulterar las votaciones en favor de Pedro Sánchez, que las derechas lanzaron y algunos personajes del mundo sindical alentaron, siendo el caso más repugnante el de Regino Martín de CC OO, llegó un verano horroroso donde la contratación descendió casi hasta el umbral de la inexistencia. Por aquel entonces, en una entrevista publicada en Tercera Información, preguntado sobre qué esperábamos a corto plazo a nivel político, afirmé: “Tememos caer de nuevo en el olvido —ahora que ya no somos noticia— y que los problemas de un servicio público básico para la sociedad vuelvan a ser invisibilizados”. Y por desgracia, no fallaba en el pronóstico. El estado de abandono en el que se encuentra Correos ha alcanzado unos niveles del todo groseros.
A comienzos de septiembre en El Confidencial se hacían eco del desastre general en la empresa pública, pues para poder sacar adelante la campaña electoral, se dejaron de lado muchos otros envíos que —junto a la falta de personal— terminaron por colapsar las unidades, lesionando gravemente la prestación del servicio postal en nuestro país. El hartazgo es la norma entre nuestra plantilla. No podemos más: presiones permanentes, objetivos empresariales inalcanzables y un ambiente laboral caracterizado por el estrés, las bajas médicas y la incertidumbre sobre el futuro.
Subcontratas
Correos La limpieza de Correos en Bizkaia se declara en huelga indefinida ante el impago de salarios
Ellas sin cobrar, nosotros entre basura
En estos meses, Correos sólo ha sido noticia por cuestiones negativas. Y no me estoy refiriendo, únicamente, a las previsiones de pérdidas publicadas hace pocos días por ABC, sino sobre todo al gravísimo conflicto generado por el impago de los salarios al personal de limpieza (servicio subcontratado en Correos). Indescriptible el sufrimiento de cientos de personas trabajadoras, en su mayoría mujeres, a lo largo y ancho del país, estafadas por la contrata SCT y abandonadas por Correos como responsable última de la asignación.
Poco a poco, en diferentes partes de España, la plantilla de limpieza se fue poniendo en huelga ante una situación desesperada. Los centros de trabajo se llenaron de suciedad y basura, comprometiéndose la salubridad y la seguridad de trabajadores y usuarios de Correos. Sin embargo, la dirección postal optó, una vez más, por el inmovilismo absoluto, dejando en la estacada durante meses a las limpiadoras aun siendo su labor del todo esencial. En no pocos centros de trabajo vimos como directores y jefaturas vulneraban el derecho fundamental de huelga de estas trabajadoras, sustituyendo tareas de limpieza o recogida de residuos y forzando a compañeros de Correos a perpetrar esta vulneración, asumiendo tareas fuera de nuestras funciones según el convenio. Un despropósito mayúsculo que nos ha dejado episodios e imágenes lamentables como en el caso de la directora del CTA de Vallecas aplicándose con la mopa por la nave. La enésima evidencia de que en el sótano de la indignidad empresarial siempre hay una planta más.
El conflicto se ha aminorado, pues nuevas empresas se han ido haciendo con el servicio de limpieza en cada territorio, pero aún está por zanjarse el pago de los atrasos salariales que se han ido acumulando.
Sector Público
Huelga indefinida La amazonización de Correos
Nuevos cambios siempre a peor
En otro orden de cosas, Correos ha introducido una serie de modificaciones relacionadas con la organización del trabajo que están repercutiendo de manera muy lesiva en la plantilla y el servicio que prestamos.
Por un lado, el último proceso de consolidación de empleo (que la directiva tanto ha utilizado como propaganda favorable) se ha demostrado que venía preñado de precariedad y desregulación. En su día, ya denunciamos que un tercio de las plazas ofertadas era para laborar a tiempo parcial (incluyendo la posibilidad de contratos indefinidos únicamente para trabajar fines de semana y festivos). Sin embargo, Correos ha aprovechado esta oportunidad para imponer a parte del personal de nuevo ingreso, horarios y turnos a su conveniencia (condiciones que han llegado para quedarse pues ya han sido ofertados en otros procesos internos), e incluso para recuperar figuras que estaban en desuso en la empresa como la del fijo discontinuo.
Las diferencias entre Correos y Amazon, o cualquier otra entidad privada, resultan cada vez más difíciles de localizar
Así pues, ahora tenemos personal que en lugar de tener un turno de noche o de mañana, trabaja desde las 5 de la madrugada a las 12 del mediodía, personal que reparte en vehículo únicamente los fines de semana o que trabaja de martes en sábado en lugar de hacerlo de lunes a viernes. Las diferencias entre Correos y Amazon, o cualquier otra entidad privada, resultan cada vez más difíciles de localizar.
Al mismo tiempo, y con la intención de captar el boom de paquetería propio de esta época, a finales de octubre la directiva decidió implantar la “RED 24H”. Bajo la premisa de que los clientes exigen mayor flexibilidad en las recogidas así como entregas al día siguiente, optaron por poner patas arriba el modelo habitual generando un caos y malestar enormes. En Correos, los deseos empresariales siempre nos llegan a los trabajadores sin medidas que ayuden a que puedan aterrizarse. Exigir cada vez más a cada vez menos, es su sello propio.
En efecto, sin un aumento considerable de la plantilla, medios materiales adecuados para desarrollar el trabajo y una organización de los procesos planificada y realista, cualquier idea se convierte en un brindis al Sol. Tanto es así, que pocos días después de anunciarse la mencionada “RED 24H”, Correos lanzaba en sus redes sociales la campaña de concienciación sobre “Envíos Responsables”, invitándonos a reflexionar sobre el abuso de los envíos urgentes, apostando así por una “logística sostenible”.
Curiosamente, en esas mismas fechas, 20minutos daba a conocer que Correos había sido galardonada en los Premios Inspirational 2023 con el bronce por el anuncio “So humano so” en la categoría de “Pensamiento estratégico”. Mientras en las unidades de trabajo se aplica el látigo sin el menor rubor volcando toda la presión empresarial sobre las espaldas de la plantilla, sancionando a compañeros de manera arbitraria, denegando permisos recogidos en Reales Decretos, incumpliendo los requerimientos de Inspección de Trabajo e incluso actas judiciales (como en el caso del centro CAM2 en Madrid), de cara a la galería se procura una imagen de responsabilidad y empatía social. ¡Valientes trileros!
En la última contratación, Correos ha impuesto horarios y turnos a su conveniencia e incluso ha recuperado figuras en desuso en la empresa, como la del fijo discontinuo
No obstante, ni todo el marketing del mundo puede encubrir lo que subyace tras los focos: una empresa pública abandonada a su suerte, cada día más cerca del precipicio privado, en la que faltan desde proyectos e iniciativas públicas (como la banca postal) que blinden y refuercen nuestro carácter social, hasta elementos tan básicos como jaulas, bandejas o transpaletas eléctricas, sin olvidar lo más urgente: más plantilla y con mejores salarios para salir del pozo de la precariedad al que hemos sido arrojados.
A grandes males, grandes remedios
En cualquier caso, no estamos para observar sino para transformar. Qué opciones hay, qué se puede hacer y quién se debe ocupar de cada cosa. En eso debemos centrarnos.
Aunque haya quienes defiendan, bien de forma interesada bien de forma ilusa, que basta con sustituir la alta jerarquía por otra, cualquiera sabe que el devenir de Correos se va a decidir por la capacidad de aplicar o no reformas más profundas por parte de las entidades públicas de las que dependemos.
Asimismo, hemos de tener en cuenta que los cambios que se denominan estructurales no van de tocar un botón, mover una pieza o pintar los buzones de otro color. Probablemente, para operar grandes cambios en Correos sea necesario que también ocurran en organismos como la SEPI y, por supuesto, de un compromiso del nuevo gobierno con la esfera de lo público, sabiendo que con el PSOE fácil no será.
Hay camino por recorrer: la implantación urgente de medidas generales para todos los trabajadores públicos (35 horas, despenalización de las bajas por enfermedad, movilidad interadministrativa, etc) que ya quedaron recogidas en el “Acuerdo Marco para una Administración del siglo XXI”, así como favorecer la llegada a buen puerto de la nueva Ley de Función Pública, asegurando igualdad y amparo para todas las plantillas del sector público institucional.
Pero también de medidas concretas para Correos. Mientras no tengamos un papel relevante en el proyecto público de nuestro país y una equiparación de derechos al EBEP, seguiremos bordeando los márgenes y la asimilación al modelo privado o amazonización será casi imposible de revertir. Lo que no ocupa el Estado lo hace el mercado. En este sentido, 2025 será un año crucial pues finalizará la asignación que por 15 años se hizo a Correos para que prestase el Servicio Postal Universal. Que recayese nuevamente sobre la empresa pública (garantizando su cumplimiento estricto) sería un elemento muy importante tanto a nivel interno como externo, pues ningún negocio privado está en disposición de anteponer un buen servicio a la generación de beneficios.
En definitiva, hemos de repensar el rol que queremos que la SEPI y todas las empresas que la conformamos juguemos en España. Si queremos emprender un camino de reforzamiento de la economía pública, hay que girar 180° el enfoque actual de la SEPI. Empezando por cuestionar su pertenencia al Ministerio de Hacienda y apostando estratégicamente por grandes empresas de capital estatal que dinamicen la economía, resulten ejemplares en lo que a condiciones laborales y salariales se refiere, y sirvan para que nuestra soberanía no esté permanentemente fiscalizada y amenazada por las pretensiones del capital privado.
Es necesario intervenir porque no podemos seguir soportando presidencias y consejos de administración que sólo actúan en pro del beneficio propio en lugar de procurar la satisfacción de las necesidades ciudadanas. No sería mala idea que quienes cada día movemos Correos y el resto de lo público, tuviéramos algo que decir acerca del rumbo que hemos de seguir. El Art.129 de la Constitución también hay que exigir que se lleve a término si en verdad aspiramos a democratizar la economía y ponerla al servicio de la gente.
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Regino,años y años... cuando el sindicalismo, es culto al "lider", la burocracia sindical, es parte del problema, más que de la solución.