Opinión
¿Cómo me convertí en un ecoterrorista?

El cineasta serbio Stevan Filipović es una de las voces más críticas con el proyecto de la minera Rio Tinto en el valle de Jadar, una explotación de litio apoyada por el Gobierno que cuenta con una fuerte oposición popular.
Stevan Filipovic
La imagen de Stevan Filipović y otros activistas contra la minería de litio en Serbia ha sido colgada en una web progubernamental en la que se les acusa de "ecoterroristas" Arte El Salto
3 oct 2024 09:30

Bueno, debo admitir que no ocurrió de la noche a la mañana. Llevo en esta lucha desde que tenía nueve años. La acumulación de este nuevo “título” que me han colgado en el pecho, así como en el de muchos diputados liberales, profesores universitarios, estudiantes y activistas pacíficos contra la empresa minera Rio Tinto y sus acuerdos con el corrupto Gobierno serbio, empezó hace mucho tiempo, en un país que ya no existe, llamado Yugoslavia.

Allá por los años 90, cuando mi patria se desintegraba ante mis ojos en una guerra sangrienta e innecesaria, desgarrada entre nacionalistas identitarios y facciones religiosas, el difunto dictador Slobodan Milošević se dio cuenta de que necesitaba un partido tan de derechas y tan extremo que hiciera que incluso su banda de matones pareciera moderada. Así, creó el Partido Radical Serbio, dirigido por Vojislav Šešelj (ahora criminal de guerra condenado). Nacionalistas extremistas, con sus propias formaciones paramilitares; campeones del discurso del odio, perros de la guerra.

A la sombra de Šešelj, siempre a su lado, acechaba un hombre —diputado de su partido en aquel momento— que fue grabado diciendo en el Parlamento serbio: “Mataremos a cien musulmanes por cada serbio muerto”. Estas palabras exactas fueron pronunciadas por los nazis en la Segunda Guerra Mundial: “Matar a cien serbios por cada alemán muerto”. Y lo hicieron. Y luego lo hicimos nosotros. Pronunció estas palabras en julio de 1995, el mismo mes y año en que 8.000 hombres y niños musulmanes, en su mayoría civiles, fueron asesinados en el Genocidio de Srebrenica. Si no puedes creerlo, puedes encontrar la grabación original en YouTube. Ese hombre se llamaba Aleksandar Vučić.

¿Adivina quién se convirtió en el “primer vicepresidente”, luego en primer ministro y después en presidente? Sí. El tipo del vídeo de YouTube, el de los “cien musulmanes”

Las ruedas de la historia siguieron rodando. Tuvimos nuestra revolución el 5 de octubre de 2000; enviamos a Milošević y Šešelj al Tribunal de Crímenes de Guerra de La Haya (TPIY); nuestro primer primer ministro democrático, Zoran Đinđić, fue asesinado en 2003; tuvimos una sucesión de Gobiernos débiles, semidemocráticos y semiprooccidentales; y entonces se desató el infierno en 2012, cuando los antiguos radicales, rebautizados y rebautizados, volvieron al poder con el pleno apoyo de la UE y Estados Unidos.

¿Adivina quién se convirtió en el “primer vicepresidente”, luego en primer ministro y después en presidente? Sí. El tipo del vídeo de YouTube, el de los “cien musulmanes”. Las potencias occidentales, especialmente Angela Merkel, pensaron que era una buena idea poner a este hombre en una posición de máximo poder. Por favor, pregúntenle por qué. Tal vez para ganar las elecciones locales en Baden-Württemberg, ¿quién sabe?

Sidecar
Sidecar Pretensión democrática en Serbia
Desde que el Partido Progresista Serbio llegó al poder en 2012, ha acumulado un control total sobre los servicios de seguridad del Estado y ha supervisado una escabrosa degradación de la prensa.

En cualquier caso, avancemos 12 años: Aleksandar Vučić sigue siendo el presidente de Serbia, y ya no somos una democracia según los informes de Freedom House. Lo llaman “régimen híbrido”, signifique lo que signifique. El hecho es que no tenemos prensa libre en las frecuencias nacionales, no tenemos elecciones democráticas (véase el informe de la UE sobre las últimas), la oposición está destrozada por los ataques 24/7 (incluidas las agresiones físicas), Vučić aparece en todos los programas de televisión literalmente todos los días, el sistema judicial no funciona, la policía hace su voluntad, y la corrupción está en todas partes. Sus tabloides están envenenando la nación con discursos de odio, peor que en los años 90, con conversaciones constantes sobre nuestros “enemigos” (prácticamente todos los países ex-Yu: croatas, albaneses, bosnios musulmanes, Occidente, Estados Unidos, la CIA, George Soros, el Vaticano, los británicos, los “traidores prooccidentales y magnates de la oposición”, intelectuales, científicos, artistas... y la lista continúa).

Todos los días. En todos los tabloides, en todos los programas de televisión, en todos los medios de comunicación, Vučić es como Hugo Chávez puesto de anfetaminas. Balkan Insight informó de que “obtiene casi el 40% del tiempo de emisión en los informativos de la televisión nacional, incluida la programación emitida por N1 TV, de tendencia opositora”. Su campaña es agresivamente pro Putin; llama “hermano” al dictador chino Xi (con vallas publicitarias que celebran nuestra “amistad”). Controla a los hooligans del fútbol y a los narcotraficantes ofreciéndoles lucrativos contratos con empresas públicas o autorizaciones gratuitas para sus actividades delictivas. En 2010 hice una película —Skinning— sobre esos grupos y sus conexiones con políticos de derechas de Gobiernos anteriores, y recibí amenazas de muerte y la policía estuvo presente en el estreno.

La tristemente célebre empresa minera tiene un historial de colaboración con dictadores, desde el régimen fascista de Franco hasta la autocracia de Vučić

Sus expertos en medios de comunicación son agresivamente antioccidentales en sus mensajes, sus hooligans corean llamamientos a nuevas guerras para “recuperar Kosovo”. Crea nuevas “crisis” y nuevas “amenazas” o “complots contra su vida” casi a diario. Si buscas referencias, es como si Putin y Viktor Orbán tuvieran un hijo realmente vicioso y sádico. No hemos tenido una semana normal y aburrida desde el primer día que llegó al poder.

Y, sin embargo, hace unos meses recibió la visita del canciller alemán Olaf Scholz, que le brindó su apoyo público. Luego vino el presidente francés Macron, le dio la mano, sonrió e hizo negocios con él.

Ahora, cualquier persona cuerda de la UE o de Estados Unidos podría preguntarse: ¿cómo demonios es esto posible? Cómo puede Occidente apoyar a un autócrata desquiciado en medio de Europa, uno con un pasado así, encima?

La respuesta es sencilla: capitalismo neoliberal. O quizá sólo capitalismo.

La UE es cada vez menos una unión basada en valores a medida que pasan los años. Si pueden tolerar a Orbán en Hungría, si pueden soportar ahogar a Grecia en deuda, si miraban hacia otro lado cuando niños sirios muertos flotaban en nuestras costas mientras ellos ponían alambre de espino en las fronteras, y si los partidos de derecha agresiva están cada vez más cerca del poder en cada ciclo electoral, se puede llegar a entender cómo la idea de Serbia convertida en este infierno autoritario puede llegar a ser atractiva. ¿Por qué iban a molestarse? Nosotros le elegimos (no lo hicimos, pero a quién le importan los detalles). No les importa lo que le haga al pueblo serbio ni lo que diga de él o de Putin. A la actual cúpula de la UE sólo parece importarle si está dispuesto a cooperar en acuerdos que serían imposibles en la UE debido a las normas y reglamentos comunitarios.

Pensé que toda esta charla sobre ecología nos estaba distrayendo del objetivo principal del activismo político en Serbia: el intento de restablecer la democracia mediante cambios políticos. Me equivocaba

Y este es el momento perfecto para que Rio Tinto entre en escena. La tristemente célebre empresa minera tiene un historial de colaboración con dictadores, desde el régimen fascista de Franco hasta la autocracia de Vučić. Fue acusada de instigar una guerra civil de una década en Papúa Nueva Guinea, así como de contaminar Wisconsin años después de que cesaran las actividades mineras, extraer minerales para fabricar armas nucleares en la Namibia ocupada y destruir yacimientos aborígenes milenarios en Australia. Estos son solo algunos aspectos destacados de su impresionante cartera, digna de un villano de una película de James Bond.

Rio Tinto dirigió su atención a Serbia después de que sus ingenieros descubrieran lo que posiblemente sea el mayor yacimiento de litio de Europa en el valle de Jadar, una rica tierra agrícola, fértil y conectada por ríos portadores de agua.

Los activistas ecologistas nos advertían sobre lo que esto significaba, sobre la historia de Rio Tinto, pero mucha gente no entendía el peligro en el que se encontraba Serbia, un Triángulo de las Bermudas de las peores circunstancias geopolíticas posibles: autocracia en casa y esta empresa depredadora neocolonial en particular.

Rio Tinto ha resultado ser la empresa más destructiva y agresiva a la que nos hemos enfrentado nunca, que literalmente no se detiene ante nada para conseguir sus objetivos

Debo admitir que yo fui uno de los que ignoraron esas primeras advertencias. Aunque me había opuesto frontalmente al régimen actual durante una década (y perdí todo trabajo en la industria cinematográfica por ello), y aunque provengo de una familia de ingenieros químicos, nunca profundicé en el problema y su interconexión con la política y la economía mundiales hasta hace poco. Por aquel entonces, pensaba que los activistas ecologistas debían de estar exagerando, que era imposible que esta empresa se comportara como la East India Trading Company del siglo XXI y que, si así fuera, la UE nunca la apoyaría. Pensé que toda esta charla sobre ecología nos estaba distrayendo del objetivo principal del activismo político en Serbia: el intento de restablecer la democracia mediante cambios políticos. Me equivocaba.

Obviamente, la democracia sigue siendo la prioridad, pero me equivoqué al no darme cuenta a tiempo de que las posiciones de los actores clave habían cambiado tanto que las viejas formas simplemente ya no funcionaban a todos los niveles. Occidente, antaño el principal aliado de los políticos proeuropeos de los Balcanes Occidentales, ha cambiado sus prioridades, tiene sus propios problemas nuevos, y la mayoría de los líderes clave han decidido abrazar la llamada “estabilocracia”: si no empezamos ninguna guerra, básicamente, no les importan nuestros derechos humanos ni la democracia ni lo que Vučić haga en nuestro país.

protestas belgrado litio
Protesta en Belgrado contra la mina de litio, el pasado 10 de agosto. Stevan Filipović

En Serbia, el estado de las instituciones y las libertades diseñadas para proteger la democracia se ha deteriorado hasta tal punto que lo que parecía imposible incluso bajo el régimen de Vučić en, digamos, 2015 o 2019 es ahora la “nueva normalidad”. Se ha convertido en un Estado mafioso, y él puede hacer básicamente lo que quiera. Y, por último, Rio Tinto ha resultado ser la empresa más destructiva y agresiva a la que nos hemos enfrentado nunca, que literalmente no se detiene ante nada para conseguir sus objetivos. Esta triada de nuevas circunstancias ha cambiado el paradigma.

Afortunadamente, mucha gente en Serbia comprendió los riesgos; muchos científicos dieron un paso al frente, y en 2022 tuvimos protestas masivas contra la extracción de litio en el valle de Jadar, que según esos expertos causaría sin duda daños medioambientales irreversibles y muy probablemente envenenaría el agua potable de un tercio de la población serbia. Cientos de miles de personas salieron a la calle, y el Parlamento serbio aprobó un decreto que anulaba el acuerdo con Río Tinto y revocaba todas sus licencias.

Decenas de activistas fueron inmediatamente aterrorizados y detenidos, sus casas saqueadas, sus propiedades retenidas, y se les acusó de los delitos más graves, como terrorismo doméstico

Pero si algo aprendimos de los años 90 fue a no fiarnos nunca de Vučić y sus compinches. Cada palabra que dicen es mentira. Él te muestra la piedra en su mano; tú echas de menos el cuchillo en tu garganta. Así que esperó. Esperamos. Rio Tinto esperó.

Y después de asegurarse aún más el poder mediante unas elecciones amañadas el año pasado, después de obtener garantías de Occidente, Putin y China (que posee la tristemente célebre mina de Zijin en Serbia Oriental y una buena parte de las acciones de Rio Tinto), envió la decisión del Parlamento al Tribunal Constitucional, que anuló la decisión anterior y la consideró “inconstitucional”, abriendo así las puertas no sólo a Rio Tinto, sino a todos los proyectos futuros similares.

La opinión pública serbia, incluso algunos partidarios del partido gobernante, estalló. Tuvimos una de las mayores protestas ecologistas de la historia local, con más de decenas de miles de personas en las calles (algunos informes hablan de 30.000, otros de 117.000). Las protestas contaron con el apoyo de muchos de los “traidores” que he mencionado antes: ciudadanos de a pie, activistas ecologistas pacíficos, artistas, nuestros mejores profesores universitarios con reputación internacional (que publicaron un artículo en Nature sobre la nocividad de los planes de Rio Tinto para un proyecto minero experimental de 40 años de duración en medio de tierras fértiles), y todos los demás “sospechosos habituales”. Una vez más, nuestro mensaje fue claro: “¡No excavaréis en Serbia!”.

Allí estaba mi cara, mi nombre, una lista de mis “crímenes” y un “dossier para publicar”. Escribían, entre otras cosas: “Insiste en su homosexualidad” y “llama a otros a derrocar violentamente al Gobierno”

Lo que fue extremo, incluso para Vučić, fue la reacción del régimen. Decenas de activistas fueron inmediatamente aterrorizados y detenidos, sus casas saqueadas, sus propiedades retenidas, y se les acusó de los delitos más graves, como terrorismo doméstico. Entre los detenidos había una mujer en su quinto mes de embarazo que se dirigía al aeropuerto porque escribió algo en Facebook (ni siquiera asistió a las protestas). Como el lema de las protestas era “¡No cavaréis!”, unos títeres del régimen crearon un sitio web llamado “¡Cavaremos!”, con una lista de “ecoterroristas” (kopacemo.com, es posible que no puedas acceder porque hemos presentado cargos penales contra la persona que la hizo y el software antivirus dice ahora que la página está “infectada”).

Allí estaba mi cara, mi nombre, una lista de mis “crímenes” y un “dossier para publicar”. Escribían, entre otras cosas: “Insiste en su homosexualidad” y “llama a otros a derrocar violentamente al Gobierno”. En la misma página había tres diputados de la oposición, un famoso jugador de baloncesto, cuatro profesores universitarios, estudiantes y jóvenes activistas, todos con sus “perfiles” llenos de mentiras y difamaciones. Era como un panfleto estalinista dirigido a los enemigos políticos.

Por supuesto, el mismo día recibimos amenazas a través de las redes sociales de bots del régimen o, peor aún, de personas con el cerebro tan lavado por la propaganda que realmente creían al presidente. Repito: soy un cineasta galardonado con una carrera internacional; mis películas han viajado desde el Parlamento británico y la Universidad de Oxford hasta el WETA Workshop de Nueva Zelanda, y soy profesor universitario en la Facultad de Arte Dramático de Belgrado. Y, sí, resulta que soy gay, lo que todavía no es delito en este país. Ejerzo mis libertades políticas a diario, pero nunca he infringido la ley. Y creo que puedo decir lo mismo de todos los de la lista.

Creo que sería más honesto decir que el objetivo del Green Deal es reducir las emisiones de carbono manteniendo al mismo tiempo el actual modelo capitalista de crecimiento constan

Rio Tinto nunca reaccionó a nada de esto. Las amenazas de muerte al Dr. Aleksandar Matković, los sondeos que sugieren que el 70% de los serbios están en contra de la minería, las decenas de miles de personas en las calles, las detenciones, la brutalidad, los cargos falsos, las listas…

Y en ese clima, tenemos al canciller alemán y al presidente francés dando apoyo explícito a Rio Tinto, a la minería y al propio Vučić. A raíz de estos acontecimientos, tenemos a la secretaria de Estado alemana de Asuntos Económicos y Acción por el Clima, Franziska Brantner, apoyando públicamente las actividades de Rio Tinto en Serbia porque proporcionaría “independencia económica de China” (véase aquí quién es el mayor accionista individual de la empresa-estado Aluminium Corporation of China Ltd). Pero no fue tan explícita al apoyar la extracción de litio en Alemania, donde al parecer también tienen grandes yacimientos, hablando de doble rasero y de tratar a los demás como seres humanos. Y es miembro de un partido “verde· y secretaria de Acción por el Clima. Imagínense lo que diría alguien más de derechas.

¿Cómo demonios hemos llegado a este punto?

Todo el marco que Rio Tinto está utilizando para justificar su proyectada empresa en Serbia, y el marco que la UE está utilizando para justificar su apoyo a la autocracia en Serbia, está relacionado con el llamado Pacto Verde de la UE a partir de 2020, un conjunto de iniciativas políticas destinadas a “hacer que la UE sea sosteniblemente neutra en carbono/clima para 2050”. El problema con este ”Green Deal" es que no es realmente honesto a la hora de comunicar sus objetivos. Si la agenda fuera ser climáticamente neutra y verdaderamente “verde”, no estaríamos hablando de litio ni de minería en absoluto (ya que es un proceso inherentemente dañino para el medio ambiente). Para ser aún más precisos, no podríamos estar hablando de crecimiento si queremos hablar de sostenibilidad. Por lo tanto, creo que sería más honesto decir que el objetivo del Green Deal es reducir las emisiones de carbono manteniendo al mismo tiempo el actual modelo capitalista de crecimiento constante. Dado que el crecimiento constante es literalmente imposible porque los recursos naturales necesarios para ello son limitados y no renovables, resulta que su objetivo real es que una población limitada de personas ricas de, por ejemplo, la mencionada Baden-Württemberg, conduzcan coches Tesla.

Así pues, la decisión para los ciudadanos de la UE debería ser (puesto que sus líderes ya lo han decidido): ¿seguirás apoyando a políticos que tratan a otras personas como menos dignas de necesidades tan básicas como aire limpio, agua limpia y suelo limpio? Si no te importa, si haces la vista gorda ante empresas como Rio Tinto, a ti también te seguirá afectando lo que hagan, tarde o temprano. Tal vez puedas retrasar los efectos de la destrucción del medio ambiente durante algún tiempo, pero nos consumirá a todos si no actuamos ahora. Vivimos en un ecosistema cerrado. Se llama Planeta Tierra.

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