Opinión
Sus recortes nos queman

Crecí en El Bierzo, en el valle que atraviesan el río Boeza y la autovía A6. En mi retina se quedaron grabadas las montañas que nos rodeaban, sus montes verdes. Mis piernas recorrieron senderos varios del Valle del Silencio, de los Ancares, de Las Médulas. Crecí celebrando cada otoño la fiesta pagana del Magosto, asando las castañas que árboles centenarios nos brindaban. Desde que no vivo allí, regreso cada año en el verano a la casa familiar.
Pero esta vez no pude disfrutar de sus bosques de robles, ni visitar sus templos naturales. Desde el día que llegamos, el 10 de agosto, cinco columnas monstruosas rodeaban mi valle. El fuego implacable devoraba la vida. El azul del cielo desaparecía día tras día para cubrirse con una capa de ceniza. El sonido de los hidroaviones y helicópteros era constante.
El Bierzo, la Cabrera, la Maragatería, el Teleno, la Sierra de la Culebra se queman. Pero digo mal. No se queman. Las queman. Las queman las políticas negligentes de Mañueco
El Bierzo, la Cabrera, la Maragatería, el Teleno, la Sierra de la Culebra se queman. Y así podría seguir enumerando regiones y comarcas. Pero digo mal. No se queman. Las queman. Las queman las políticas negligentes de Mañueco. Las queman los recortes y las privatizaciones de Quiñones. Porque todos y todas tendréis presentes frases como “mantener el operativo antiincendios todo el año es absurdo y un despilfarro”. O la última: “Tengo la mala costumbre de comer”.
Durante siete días presencié cómo el fuego arrasaba mis montañas, mis recuerdos. Veía, atónica, cómo miles de personas tenían que escapar de sus casas y ser acogidas en polideportivos y albergues. A los bercianos nos han obligado a convertirnos en protagonistas de una película apocalíptica. Pero esta vez es real.
Pienso en personas como mi padre, de 84 años, y lo que supone para ellos perder sus casas, sus recuerdos tangibles cuando ya la memoria se cubre de un manto de hielo. La magnitud de esta tragedia solo podremos valorarla cuando el infierno se apague.
A nuestro comunidad la queman. Hoy es El Bierzo, Ávila o Zamora. Mañana será la Sierra de Guadarrama en Segovia, o las Melindrades en Burgos. Porque nadie está a salvo de sufrir algo así.
Cuatro personas han muerto. Cuatro vidas borradas de la faz de la faz de la Tierra. Casas quemas. Pueblos arrasados
Cuatro personas han muerto. Cuatro vidas borradas de la faz de la faz de la Tierra. Casas quemas. Pueblos arrasados. Y a mí me han robado los senderos que caminaba de joven, me han robado el verde de mis montes, mis bosques de robles, castaños, encinas…
Nuestra comunidad está de luto. Por eso hoy, desde aquí, tenemos que pedir responsabilidades políticas, económicas y penales.
Porque esta tragedia tiene nombres y apellidos.
Porque sus políticas privatizadoras nos queman y nos matan.
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