Opinión
Parar Madrid

No podemos depositar nuestras esperanzas ni en el mero destronamiento de Ayuso, ni en la intervención del Gobierno central, ni en la orientación tímida de la izquierda oficial y sí,  en cambio, en caminar hacia una Huelga General en Madrid.


Militante de Anticapitalistas
4 oct 2020 06:01

Madrid vive una situación terrible. Son miles los adjetivos que ya han sido utilizados para describirla, y otros miles hacen colas kilométricas y se dan codazos por ser los próximos en salir. Aquí no se propone ahondar en describir esta situación crítica porque es de sobra conocida.

Se intentará explicar por qué no podemos depositar todas nuestras esperanzas ni en el mero destronamiento de Isabel Díaz Ayuso, ni en la intervención del Gobierno central, ni en la orientación tímida de la izquierda oficial y sí,  en cambio, en caminar hacia una Huelga General en Madrid, construida de forma abierta, unitaria y paciente. Hoy más que nunca, es necesario abrir un debate, urgente, entre todas aquellas personas, activistas y colectivos y organizaciones con vocación de transitar ese camino.

Primero: Ayuso y la CAM

No es ninguna novedad decir que Ayuso está aprovechando para avanzar en el marco de la crisis el proyecto de unas élites económicas que saben que entran en un mundo convulso y van con todo, y que esta es su prioridad y no otra. Tampoco que sea excéntrica, faltona y que mezcle idioteces con salvajadas. Sabemos también que por mucho repetir esto no basta para echarla ni para desgastarla. 
Pero su figura no es del todo indiferente. Hay en el mundo un sector de la clase dominante que quiere escindirse de la sociedad y del planeta. Convertirlo todo en una especie de apéndice que nutra y sostenga su forma de vida, la ilusión de poder vivir sin límites. El toque siniestro que delata la sonrisa de Ayuso cuando está anunciando medidas contundentes contra los barrios obreros se explica también porque representa en parte el sentir de algunos sectores dominantes dispuestos a culminar esa escisión liquidando en su camino la propia sociedad, sus derechos y libertades (aunque sean sólo formales). Y además hacerlo de forma militante y arrogante, tal y como hacen también Trump o Bolsonaro. Decimos clase dominante pero se trata de personas reales, con cara y todo, que revolotean por Madrid y que están vinculadas al sector inmobiliario y financiero (osea que viven básicamente  de la rapiña) o de la sanidad privada (que viven de la posibilidad de mercantilizar derechos humanos) y muchos otros.
De este espíritu canalla nacen también medidas tan miserables e innecesarias como el  empecinamiento en cerrar los parques o criminalizar la calle, retomando el viejo anhelo liberal de liquidar el espacio público libre. Por eso también dicen con la cara de cemento que el virus sólo anida precisamente en aquellos espacios que nada tienen que ver con el buen transcurrir de los negocios: en el ocio, en los jóvenes (irresponsables y ociosos), en los botellones, de noche, en las casas. Como si el virus fuera un respetable caballero que viene a la tierra a liarla parda pero no a entorpecer la economía. 
Los ricos están experimentando pero cuidan bien que no se les vaya al garete su modelo de gobernar
Pero Ayuso es también un experimento. Los ricos están experimentando pero cuidan bien que no se les vaya al garete su modelo de gobernar. Calibran. Intentan quebrar consensos, medir las resistencias, ver hasta donde pueden llegar, pero todavía tienen sujeciones a la sociedad y no pueden obrar del todo libremente. De allí que Ayuso, si tira muy fuerte de la cuerda y se autonomiza, puede ser echada abajo también desde dentro, como sugieren algunas declaraciones que vienen de la patronal madrileña o del Partido Popular. La dimisión este viernes del consejero de Políticas Sociales Alberto Reyero y la bajada del barco de los sectores más sensatos abunda en la posibilidad de un golpe desde dentro, que de producirse sería un cambio para no tener que cambiar nada, liberando vapor y evitando la posibilidad de un choque frontal no ya con la figura de Ayuso sino con sus políticas de largo recorrido. No es indiferente quién eche abajo a Ayuso.
Y esto es políticamente importante porque más allá de Ayuso existe una forma de gobernar practicada por la derecha madrileña que va más allá de las puertas de la Puerta del Sol y tiene que ver con la estructuración administrativa del gobierno, sus anclajes sociales, sus métodos extraoficiales de gobierno, sus redes, etc. que, como bien explican Nuria Alabao y Emmanuel Rodríguez, generan una inercia enorme que requiere algo más que un cambio de cromos. Todo el gobierno está orientado para hacer unas cosas (favorecer a los ricos) pero no para otras, como si un viento hubiera arreciado tanto contra todo el andamiaje de la comunidad de Madrid durante tanto tiempo que lo hubiera osificado hacia una dirección impidiéndole ya girar hacia otro lado. 
De todo esto no deducimos nada que no sea muy obvio: que urge echar a Ayuso porque deja a la sociedad a la intemperie y da escalofríos pensar que haría en una situación más aun más grave (emergencia climática), y que, simplemente con echarla a ella y a su camarilla no es suficiente

Segundo: el Gobierno Central y la España dentro de España

Nadie duda de que Madrid estaría mejor sin Ayuso y que todas las trabas que pone en la coordinación con el gobierno central son de índole política y nada tienen que ver con la gestión efectiva de la pandemia. Pero en este bochornoso rifirrafe que dura ya más de una semana ante los ojos atónitos de la población, el papel del Gobierno Central, y especialmente del PSOE, también es  totalmente irresponsable. Y no sólo por los obvios intereses mezquinos y electorales que rigen sus acciones, más preocupados por desgastar a Ayuso y no quebrar con Ciudadanos que por la situación sanitaria. También porque han avalado en la práctica la política policíaca y segregadora de Ayuso a través de Sánchez, porque han sido responsables de las cargas policiales en Vallecas, porque en su política de los últimos meses de echar balones fuera, lavarse las manos y trasladar toda la responsabilidad a las comunidades autónomas parecen querer hacer honor a aquel triste gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos, famoso por aquello del “allá vosotros” (Mateo 27:24).
El PSOE madrileño no tiene ninguna intención de hacerse ahora mismo con el gobierno de la Comunidad de Madrid, prefiere contemporizar desde el Gobierno central a pesar de que haya una tragedia en ciernes.

Cuando el pueblo de Jesús y Barrabás creó el mito del Golem, una criatura animada echa a partir de materia inanimada, un autómata que era accionado mediante notas manuscritas que le eran introducidas por la boca,  quizás estaba pensando en algo parecido al papel vegetativo de Ángel Gabilondo y del Partido Socialista de Madrid. Digámoslo claro: el PSOE madrileño no tiene ninguna intención de hacerse ahora mismo con el gobierno de la Comunidad de Madrid. Prefiere contemporizar desde el Gobierno central a pesar de que haya una tragedia en ciernes.
Pero hay más. La coordinación / fricción con Ayuso lo único que está consiguiendo, en lugar de menoscabarla, es darle balones de oxígeno, animarla a pedir más, a fortalecer su clasisimo practicante y sus medidas segregadoras. Supone además un espaldarazo al centralismo españolista que irradia desde la España dentro de España. Pero además todo el debate parece discurrir únicamente sobre qué criterios son los más adecuados para confinar o cerrar, dando como hecho natural que los confinamientos se tienen ejercer a base de porrazos y multas. ¿Alguna palabra sobre qué medidas sociales urgentes van a implantar para garantizar que los confinamientos / limitaciones sean socialmente justas y sanitariamente efectivas como garantizar los ingresos de la gente trabajadora con algún tipo de renta o la contratación de más sanitarios? Ninguna. La confrontación gestual con Ayuso permite ocultar las cuestiones que son realmente importantes.
La semana política
Cambio de rasante

El desafío al Estado por parte de la Comunidad de Madrid acentúa la crisis institucional y del modelo político de 1978.

TERCERO: LA IZQUIERDA OFICIAL

Con una derecha madrileña experimentando, echada al monte y  con sus poderes extraparlamentarios campando a sus anchas y sembrando el terror (el poder económico, inmobiliario y financiero), con un PSOE cómplice e inmóvil cómodo en la centralidad de hacer lo mínimo, con la vida real extramuros en una crisis brutal.... el grueso de la izquierda oficial, más allá de la belicosidad que puedan mostrar en las redes sociales, parece estar aprisionada bajo el ala del PSOE y de la opinión pública de la derecha, enfundada en la solemnidad cívica de hombres de Estado, rígida e incapaz de imaginar ni impulsar una alternativa al desastre que vivimos.

Obstinada en Madrid en “apretar por la izquierda” a Aguado o a Almeida como si eso los desgastara, en la misma línea que hacen pasar por bueno una y otra vez a Nuñez Feijóo en su obsesiva añoranza de tener una derecha democrática (“jo tío que mal”) con la que hacer no se sabe lo qué, como si irradiando nobleza y saber estar se pudiera ganar al respetable. Carente de fuerzas extraparlamentarias en las que apoyarse (por la apuesta estratégica centrada en el frente institucional que fue hegemónica en el ciclo anterior) para intentar para mover el tablero, en Madrid deposita todas sus esperanzas en una hipotética moción de censura que además de tener que ganar adhesiones de C's tendría que conseguir revivir a Gabilondo. Y aun de ser posible y deseable, una moción de censura tendría que ir acompañada de unas reivindicaciones sociales fuertes y no tratarse tan sólo de un cambio de cromos. 
Este impasse, falta de estrategia y aprisonamiento en la opinión pública de la derecha los va escorando también a jugar un papel funesto inducido por el PSOE: el de apaciguar y calmar. Hay que movilizarse pero a regañadientes, pero además muy poquito que es muy peligroso sanitariamente (cuando hay movilizaciones diarias en el metro). No hay que asustar, el Gobierno Central tiene que hacer un 155 y arreglar el desaguisado de Ayuso. Todo cambiará, algún día, en algún lugar, la historia está de nuestra parte...
Si en el marco de la peor crisis económica del siglo y de una situación social muy dura y sin visos de mejora no un hay horizonte que no sea la intervención de un Gobierno Central que tampoco propone, como ya vimos, medidas para que las limitaciones sean socialmente justas  ¿qué esperanzas podemos depositar en la izquierda institucional como agente de cambio?
Lo que está claro es que la estrategia de cogobierno y seguidismo con el PSOE es una orientación fallida. Se le ha transferido a éste la iniciativa y en el camino se va a dilapidando poco a poco el capital colectivo acumulado en intentos de vender una y otra vez la moto de unas mejores sociales totalmente insuficientes y sin garantía alguna de continuidad en el medio plazo (precisamente por haberse negado a tener fuerza independientemente del PSOE). “Por sus frutos lo conoceréis”(Mateo 7:15). Por eso no podemos confiar nuestras esperanzas en la izquierda institucional y quedarnos de brazos cruzados.

cuarto: por qué UNA HUELGA GENERAL

Cuando uno es pequeño, el mundo de los adultos, aunque gris y aburrido, se le antoja como un mundo ordenado. Puede que injusto, pero racional. Esa intuición de orden a veces dura hasta la vida adulta y es un clavo al que agarrarse ante la sensación de desamparo de un mundo caótico. Pero las sociedades capitalistas son completamente  irracionales. La crisis de gestión del covid en Madrid es el síntoma de una crisis es más que una crisis sanitaria, es social, política, institucional, moral. Nadie es capaz de ordenar la casa. Siendo bastante obvio que para frenar la expansión del virus hay que pararlo todo, esta opción ni se nombra ni se plantea. Ni mucho menos se toca la posibilidad de redistribuir los recursos que tenemos para que pueda hacerse de forma socialmente justa. Nuestra sociedad no es muy distinta a otras a las que se critica con arrogancia por tener pensamientos mágicos. Para nuestra sociedad es un anatema el parar la economía, casi equivalente a lo no existencia, aunque sea para salvar nuestra salud.

Si Ayuso sigue con su huida adelante, si el Gobierno central poco va a cambiar, si la izquierda oficial no se atreve a moverse y a utilizar sus recursos más allá de la retórica para dar un golpe sobre la mesa, si nadie se atreve a parar ¿qué hacemos? Es una responsabilidad personal, colectiva, ética, intentar aportar algún viso de racionalidad, alguna estrategia de combate, por difícil que sea esta, en un panorama que en el que riesgo de anomia social es importante. Porque no sólo nos enfrentamos a la forma de gestión de la segunda ola del covid, nos enfrentamos a una crisis cuasipermanente, con pocos respiros, con posibilidades de agravarse mucho en los años 20 de nuestro siglo.
Una Huelga General puede golpear allí donde más les duele a los poderosos y cambiar la agenda pública y política y poner sobre la mesa las medidas sociales urgentes que hacen falta
Y en este sentido el camino hacia una Huelga General en Madrid  puede ser una buena alternativa para intentar retomar el pulso. La palabra Huelga General puede asustar o generar rechazo, a veces parece vieja y anticuada, a veces una utopía juvenil. Puede parecer también lejana en un contexto en que el activismo madrileño está cansado después de un ciclo largo. Pero durante este ciclo largo también ha habido experiencias que han involucrado a miles de personas y activistas que han inventado nuevos repertorios, demostrado gran capilaridad social y una comunicación inteligente, paciente y empática, especialmente durante las huelgas feministas del 8M. No somos ilusos y sabemos que la situación es muy diferente. Muchísimo más difícil, el viento ya no sopla a favor. Pero las experiencias, las redes, los repertorios, las tradiciones están allí.

Una Huelga General puede golpear allí donde más les duele a los poderosos y cambiar la agenda pública y política y poner sobre la mesa las medidas sociales urgentes que hacen falta. Que existe otra forma de atajar la crisis sanitaria socialmente justa. Por eso tiene que ir vinculada a un programa básico y claro de reivindicaciones inmediatas (expropiación de la sanidad privada, inversión en los barrios, renta de emergencia, impuesto a los ricos) para obligar a que cualquier tipo de cambio de gobierno esté sujeto a este cuadro de reivindicaciones y a la vez dar vida a un movimiento que lo sostenga con vocación de perdurar.
Pero para que haya fuerza y llegar a ese escenario,  necesitamos una Huelga General que no sea un proceso rutinario. Tiene que ser fruto de un proceso de debate y convencimiento, que involucre a organizaciones y colectivos de todo tipo, de hacer un ejercicio de apertura, pedagogía y comunicación paciente. La huelga debe estar hegemonizada por la clase trabajadora, pero debe ser una huelga ciudadana. Tiene que darle mucha importancia a los barrios, aliarse con los movimientos sociales y vecinales. Tiene que tratar de construir la máxima unidad con CC OO y UGT, presionando, pero también convenciendo. Tiene que apretar a los partidos de la izquierda oficial para que sean valientes y aporten su capital mediático. Tiene que generar recursos comunicativos y organizativos flexibles, porque hay mucho miedo a movilizarse con la pandemia y mucho miedo también a perder el trabajo. Por eso toca ser creativos y pensar en repertorios que sean útiles, factibles y cómplices con la gente trabajadora en las situaciones más difíciles, facilitar la participación de múltiples maneras. La Huelga General puede ser un día de acciones simultáneas si todavía seguimos en situación de pico pandémico, o bien ser torrencial en las calles si la situación ha mejorado. A su vez debe involucrar en su gestación a todas las luchas y conflictos que ya están en curso y que han aflorado los últimos meses (sanitarias, educativas, barriales, juveniles): no por decreto, sino por convencimiento. Hacerlas partícipes, vincular sus hojas de ruta a la de la Huelga General, invitarlas a que converjan. 
A costa de redundancia, es importante hacer hincapié en el carácter ciudadano de la huelga, no como cuestión ornamental sino como cuestión estratégica. La ocupación  del espacio público, de forma real y simbólica, el papel de los barrios trabajadores en el sostenimiento de la producción y la reproducción en Madrid (si el sur se para, se para Madrid) donde además juegan el papel central las mujeres y las migrantes no son sólo descripciones de la realidad, son herramientas de poder. Y más aun porque en un contexto generalizado de ERTEs, con freno artificial y momentáneo tanto de la acumulación capitalista y de los mecanismos clásicos para reiniciarla (los “ajustes”) que se está llevando a cabo a costa de vaciar el erario público, la eficacia de la huelga laboral como freno a la acumulación, aunque imprescindible, se ve da en unas circunstancias particulares que exigen no sólo quedarse en ella. En este sentido, el anuncio de la convocatoria de una Huelga General en Madrid por parte de la CGT sin duda es una buena noticia. Es cierto que podría haber sido fruto de la culminación de un proceso y en ese sentido puede parecer ser una convocatoria unilateral, pero también parece existir una voluntad de apertura y diálogo. Confiamos en que la CGT esté dispuesta a convertir la convocatoria en el inicio del proceso que necesita esta huelga. Un proceso que debe ser abierto y dotarse de capacidad de decisión colectiva, táctica, que pueda decidir la fecha y la forma de  la Huelga General, incluso que pueda introducir elementos de rectificación según la coyuntura.  En una situación como la que vivimos, extremadamente difícil,  la audacia debe combinarse con flexibilidad y oídos abiertos.
Hay que pararlo todo. Hay que parar para cuidarnos. Hay que pararlo todo para echar a Ayuso, para imponer medidas de emergencia social, para salvar nuestra sanidad y nuestros barrios. Hay que parar para evitar asomarnos al abismo sin haber hecho nada.
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#71394
5/10/2020 11:21

Hay que tener en cuenta que hay personas que, el domingo electoral, fueron a un colegio y decidieron votar como presidenta de su comunidad autónoma a la comunity manager del perrito de Esperanza Aguirre y por eso está esa señora donde está. El pueblo es en parte responsable de lo que está pasando. Habría que intentar entender por qué motivo Vox o el PP tienen tantos votantes entre los vecinos de Carabanchel o Villaverde cuando es más que evidente que las políticas de esos partidos son contrarias a sus intereses.
Una huelga general tiene fuerza si es secundada por mucha gente pero me temo, ojalá me equivoque, que en estos momentos en Madrid sería una huelga simbólica en la que participarían cuatro gatos.
La izquierda institucional, ya que está en las instalaciones, podría ayudar en algo si cambiará la legislación para convertir el despido improcedente, en nulo y de esta forma otorgar a los trabajadores mayor grado de fuerza en las empresas porque ahora mismo el que abre la boca va al paro y, cuando se haya gastado el paro y la indemnización, se queda sin nada ante un mercado laboral tercermundista y eso ata de pies y manos a cualquier trabajador para emprender cualquier lucha.

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#71430
6/10/2020 12:21

la mayoría no votó al PP es un hecho contrastable, pero más allá de la red clientelar de los empresarios a través del PP, VOX, PSOE, C´s, Más Madrid y demás, solo existe la acción directa: hacer algo más que dar un paseo cada 4 veranos.

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#71432
6/10/2020 13:32

Por supuesto, pero esa acción directa será más efectiva cuanto más gente la respalde y, quizá sea pesimista, pero no le vaticinó mucho seguimiento. Además, leyendo las reivindicaciones de CGT me ha sorprendido bastante la poca presencia de temas laborales centrando la atención casi íntegramente en el ámbito universitario que, por supuesto, es importante pero que de poco le sirve al trabajador que tenga que aceptar la explotación diaria para poder conservar su trabajo. Hay mucha gente que está tragando todos los días carros y carretas porque tiene miedo de perder su trabajo y los convocantes de la huelga general ni siquiera los mencionan. Cada día estamos más indefensos.

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#71366
4/10/2020 18:54

Hay otra izquierda, libertaria, que no comprende este discurso que da por legítimas las medidas draconianas y desproporcionadas, tomadas a cuento de una epidemia como ha habido decenas en los últimos 100 años. Y jamás se perpetraron tales ataques a los derechos y a la economía popular. Este artículo pertenece a la izquierda oficial, presumiendo de lo contrario.
La "izquierda" dominante es devota del Estado, es autoritaria, y su único fin es apoderarse y sostenerse en el poder del Estado capitalista, a costa de mentir y atacar al pueblo, al que considera pueril, ignorante e irresponsable. Despotismo. Su mantra es que la libertad personal está en conflicto con la libertad colectiva. Lo cual, siendo un imposible, denota su autoritarismo. http://inproportion2.talkigy.com/

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#71356
4/10/2020 14:23

Que manía (mas bien old school) con las dicotomias exluyentes. Ni calle ni institución, las dos cosas juntas y aún gracías si con esa fuerza se consigue algo. A este nivel, da un poco igual si Unidas Podemos decidía estar en la oposición o en el gobierno. En ambos casos una acción institucional eficaz necesita la máxima movilización en la calle.

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#71392
5/10/2020 11:17

qué manía (aún más vieja) de que el estado puede llegar a ser tu amiguito, hay que ser inocente

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