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En una de las recientes manifestaciones masivas en apoyo al pueblo palestino y contra el genocidio que está llevando a cabo el Estado de Israel, íbamos cantando lo siguiente: “Oe oe, oe, oa, a Pedro Sánchez le queremos preguntar/a cuántos niños tienen que matar/para romper con el sionismo criminal”. Al acabar, una señora visiblemente molesta se acercó a una compañera. Le dijo que le parecía muy mal que nos metiéramos así con Sánchez porque era el presidente europeo que más estaba haciendo por los palestinos. La compañera le intentó explicar nuestra postura, pero la señora no atendió a razones y se marchó.
Este artículo es una explicación de nuestro cántico y una propuesta de cara al próximo ciclo electoral: Ni un voto a los partidos cómplices del sionismo.
Boicot, Desinversiones, Sanciones. ¿Cómo seguir presionando?
La campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), liderada por la sociedad civil palestina, coordina un amplio movimiento a nivel mundial que tiene tres objetivos fundamentales: Poner fin a la ocupación y colonización de todas las tierras árabes y desmantelar el Muro de la Vergüenza; reconocer el derecho fundamental a la plena igualdad de las ciudadanas árabe-palestinas de Israel; y promover el regreso de las refugiadas palestinas a sus hogares y propiedades. Este movimiento parte de la convicción de que un factor clave de la fortaleza del Estado Israelí es el apoyo internacional con el que cuenta (es el primer receptor de ayuda militar estadounidense desde 1967). Para ello, busca presionar a gobiernos de todo el mundo para que dejen de comerciar armas y otros productos con Israel, que le impongan sanciones por la situación de apartheid a la que somete al pueblo palestino y que rompan toda relación institucional con dicho estado. Persigue el mismo objetivo con las empresas para que dejen de invertir en Israel; y anima a los ciudadanos de todo el mundo a dejar de comprar productos israelís y a organizarse en su rama de BDS más cercana. Prueba del éxito de la campaña de BDS es que, desde su creación en 2005, se ha convertido en el enemigo nº1 del Estado de Israel
Desde el ataque de la resistencia palestina del 7 de octubre, las acciones de las distintas ramas nacionales de BDS y otros movimientos anti-sionistas se han intensificado. Acciones contra instituciones culturales que colaboran con el sionismo, movilizaciones del movimiento estudiantil en diversos países exigiendo que los centros de estudio no tengan convenios con universidades israelíes, campañas de boicot a distintas marcas con intereses en el mercado israelí, manifestaciones masivas exigiendo a los gobiernos el fin del comercio de armas y la ruptura total de relaciones con el estado de Israel, etc. Todas estas acciones deben sostenerse, ampliarse y permear en todos los ámbitos de la sociedad, incluidos algunos que hasta ahora han estado relativamente ausentes, como los centros de trabajo.
Continuando con todo este proceso de lucha anti-sionista, que combina acciones moleculares con grandes demostraciones de fuerza, es necesario plantearse nuevos métodos que permitan al movimiento seguir escalando la presión hacia la complicidad criminal de nuestros gobiernos con Israel. Conocemos el compromiso del Estado español con el statu quo imperialista, por lo que nuestra ingente tarea es forzar al gobierno español a hacer algo que no quiere hacer. Y eso pasa por escalar las reivindicaciones hacia el terreno de la política: la cooperación activa o pasiva con el gobierno colonial israelí debe tener consecuencias políticas y electorales.
Palestina, la comunidad internacional y el mal menor
Antes de continuar, es necesario hacer un breve repaso de la posición de los gobiernos del Norte Global con respecto a la cuestión palestina. Podríamos hacer un paralelismo histórico entre la situación del pueblo palestino desde 1948 y la postura occidental hacia el mal llamado “conflicto palestino-israelí”, ambas marcadas por el constante avance sionista. Israel nació vulnerando el derecho internacional y la resolución de partición de la ONU de 1947, lo cual fue ampliamente aceptado por los países del centro imperialista (y por la URSS). Fue pasando el tiempo e Israel fue robando más tierras, expulsando a más palestinas y asentando más colonos en la Palestina histórica.
Tras la guerra de 1967 y la anexión israelí de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán, el consenso internacional era que la situación debía volver a antes de 1967, formándose en esos territorios un estado palestino propio. Fue pasando el tiempo e Israel fue consiguiendo debilitar a la resistencia palestina, expulsar a más población y formando más asentamientos en la Palestina histórica. Con los acuerdos de Oslo de los años 90, Israel y una derrotada Organización para la Liberación de Palestina (OLP) firmaron lo que antes parecía impensable: El control de iure —ya lo era de facto— por parte de Israel del 90% de la Palestina histórica.
Sidecar
Sidecar Deshacer Oslo
El consenso internacional se desplazó aún más a favor del sionismo: ahora los territorios anexionados en 1967 se convertían en “territorios en disputa”. Fue pasando el tiempo e Israel fue asentando más colonos en Cisjordania y convirtiendo Gaza en el mayor campo de refugiadas del mundo. Y así llegamos a hoy. Jorge Ramos en su libro Historia contemporánea de Palestina-Israel lo resume bien: “…aquello que se denominaría el «proceso de paz palestino-israelí» no iba a regirse tanto por las resoluciones de la ONU como por el desequilibrio de fuerzas y la política de hechos consumados favorables al Estado de Israel”.
El retroceso de los últimos años se muestra claramente con un ejemplo: en 2002, las fuerzas israelís invadieron varias ciudades palestinas, acabando con la vida de 497 personas y deteniendo a alrededor de 7.000. Este hecho demuestra que el genocidio actual no es un hecho puntual, sino que forma parte de una estructura colonial permanente, como señala Jamal Nabulsi en el ultimo número de la revista Viento Sur. Como consecuencia de este ataque israelí, el ministro de Asuntos Exteriores del Partido Popular, Josep Piqué, llegó a decir que la UE estaba estudiando imponer sanciones a Israel muy pronto si la situación seguía empeorando. Hoy en día tenemos un gobierno “progresista” conformado por PSOE-Sumar. Y hoy las cifras de asesinatos del estado israelí son mucho mayores que en 2002. Sin embargo, ni en la agenda política española ni en la europea ha aparecido en estos meses la discusión acerca de la imposición de sanciones a Israel. ¿Por qué?
No es el objetivo de este artículo indagar en todas las causas, pero algo debe tener que ver la política de “mal menor” impulsada por el centro-izquierda institucional a ambos lados del Atlántico. Mientras la izquierda sigue retrocediendo ideológica y políticamente y asumiendo políticas de derecha en prácticamente todos los ámbitos, chantajea a sus votantes con el peligro de que gobierne la derecha extrema y la extrema derecha. Veamos cómo Palestina es el paradigma del fracaso de la política del mal menor.
En Alemania, un gobierno de socialdemócratas y verdes sostiene el consenso sionista de la sociedad, y reprime duramente cualquier muestra de apoyo al pueblo palestino, ya sea en instituciones culturales, académicas o en las calles. En el Estado Español, un gobierno de PSOE y Sumar sigue comprando y vendiendo armas al estado israelí, mientras promete una conferencia de paz en el futuro, una vez todos los gazatíes hayan sido asesinados o estén en campos de refugiadas. En los Estados Unidos, Biden sigue mandando armas a Israel mientras se erige como la gran defensa ante la amenaza de Trump.
Islamofobia
Islamofobia El Estado alemán veta a Varoufakis por su discurso para el Congreso proPalestina
Lo que está pasando en Palestina se debe nombrar claramente: genocidio, limpieza étnica, apartheid, colonialismo. Si el “progresismo”, continuando con su política de renuncias, no es capaz siquiera de establecer una línea roja ante esta barbarie, debe ser blanco de nuestra crítica más despiadada. Especialmente lamentable es la posición del “ala izquierda” del Gobierno, Sumar, que ha cogido el testigo del “realismo capitalista” (que diría Mark Fisher) de Unidas Podemos y la está llevando a sus máximas consecuencias. Sumar —y todo el arco izquierdo del parlamento— renunció a plantear la cuestión de la compraventa de armas a Israel como una exigencia clave en las negociaciones de investidura de Pedro Sánchez en noviembre.
Todas las personas comprometidas con el internacionalismo y la justicia social a nivel mundial no podemos avalar a aquellos partidos políticos que por activa o por pasiva sostienen el sionismo
Esta abdicación contrasta con las expresiones de solidaridad con el pueblo palestino, y los homologa a la actuación del PSOE: palabras, pero no acciones. El papel de las organizaciones de izquierdas en el parlamento debería ser servir de altavoz de las luchas de los pueblos oprimidos y mostrar el rol de las instituciones burguesas en el sostenimiento de la dominación de clase —en este caso, en el sostenimiento del imperialismo que tiene como avanzadilla en oriente próximo al Estado de Israel. La izquierda parlamentaria ha hecho todo lo contrario: reducir el conflicto a una cuestión moral de rechazo a los asesinatos perpetrados por Israel y condena a la legítima resistencia palestina, sin derivar de ello tareas concretas en el Estado Español, con lo que mantiene intactas las relaciones privilegiadas con el sionismo.
El apoyo al genocidio palestino tendrá consecuencias
La ola internacional de solidaridad con Palestina no está pasando desapercibida por los gobiernos del centro capitalista. Si no se hubieran sentido amenazadas por nuestras acciones, no habrían prohibido colectivos, ni habrían reprendido a Netanyahu por sus “excesos”, ni habría vuelto al debate público la sempiterna cuestión del reconocimiento del Estado palestino. Son estrategias que usan para desviar el foco de lo principal: su apoyo militar, económico y diplomático a Israel.
Estos gobiernos están formados por partidos que aceptan el marco de la democracia liberal y tienen las elecciones como su único propósito político. De ahí obtienen la mayor parte de su poder simbólico, político y económico. Golpeemos también en ese terreno, al igual que lo hemos hecho en las calles, en las universidades o en los supermercados con vínculos con Israel. Apliquemos también aquí el “Boicot” de la campaña BDS: Ni un voto a las organizaciones políticas cómplices del sionismo.
En Estados Unidos se están desarrollando las primarias para las elecciones presidenciales. Para mostrar el descontento por el apoyo de la administración Biden a Israel, en varios estados se han levantado campañas para votar “no comprometido” en las primarias. En Michigan, mientras 618.000 electores votaron a Biden como candidato demócrata, más de 100.000 eligieron “no comprometido”. Esta campaña, que se ha reproducido en otros estados como Minnesota (el 20% de los demócratas votaron “no comprometido”), Carolina del Norte o Colorado, está apoyada por organizaciones judías anti-sionistas como “Jewish Voice for Peace Action” o socialistas como “Democratic Socialist of America”.
En junio de 2024 son elecciones al Parlamento Europeo. Los gestores del capitalismo, en su versión centro-izquierda o derecha, nos dirán que los ciudadanos comprometidos con la democracia debemos acudir a las urnas para frenar el peligro de la ultraderecha. Ellos, los que están mandando armas a una de las mayores referencias de la ultraderecha a nivel mundial, nos invitarán a votar a favor de los derechos humanos. No en vano, uno de los fundadores del sionismo, Theodor Herzl, definió su proyecto como parte de la muralla europea contra Asia, una especie de puesto avanzado de la civilización contra la barbarie oriental. Si esto no es similar al discurso de Vox, Chega, Rassemblement National o Fratelli d’Italia…
Sidecar
Sidecar Mar y tierra, imaginarios de la extrema derecha
La forma concreta de articular esta campaña corresponde al conjunto del movimiento pro-palestino. Pero debemos asumir que es necesario escalar la lucha y golpear a nuestros gobiernos también en el plano político y electoral. Todas las personas comprometidas con el internacionalismo y la justicia social a nivel mundial no podemos avalar a aquellos partidos políticos que por activa o por pasiva sostienen el sionismo. Además de contribuir de manera efectiva a la lucha del pueblo palestino, esta campaña también sería una forma de fomentar en nuestras propias sociedades ideas que rechazan los postulados de la extrema derecha. Frente a su nacionalismo, nuestro internacionalismo. Frente a su islamofobia, nuestra solidaridad de clase. Frente a su belicismo, nuestro antimilitarismo ecosocialista. Casualmente, los partidos del mal menor sólo se preocupan por la ola reaccionaria el día de las elecciones, mientras las clases populares la sufrimos todo el año. Auge reaccionario al que contribuyen mediante su apoyo al colonialismo israelí. En definitiva, en estas elecciones europeas y en todo este ciclo electoral, la opción es clara: ni un voto al genocidio palestino.
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Mejor votar por el ÚNICO partido que claramente habla del genocidio del criminal estado israelí y pide acciones contundentes contra el estsdo sionista. Ese partido se llama PODEMOS.
Espero que seais pocos. Por muy lejos que se esté, se está mas cerca de una solución con este gobierno que con otro.
Con este gobierno se está tan cerca de la solución como del horizonte, de la misma manera que te acercas él se aleja, y eso solo deja de ocurrir cuando aparece una montaña. Debemos encontrar la montaña y el articulista propone su manera de encontrarla, yo estoy de acuerdo con él.
En Europa, desde nuestras casas, por humildes que sean, podemos esperar impasibles y tranquilamente a que algún día ocurra, sin prisa, no nos va la vida en ello.
Ojalá, pronto, seamos muchos los que no pensemos como usted
"Realismo capitalista", dice el articulista, de Unidas Podemos (mezclando churras con moradas), para terminar con "estas elecciones europeas, la opción es clara: ni un voto al genocidio palestino". Qué pena que no se presente Anticapitalistas, lo iban a petar...