Opinión
La chica Almodóvar también es una mujer violada
“Ay, Gabriela, por favor, es un clásico universal”, dijo mi mamá. Ay mamá, lo único universal es el patriarcado.

Entonces dijimos “qué buena idea organizar en casa otra sesión de cine ‘descubre a un(a) director(a)’ para Lena”. La niña acaba de verse todas las pelis de Tarantino porque le sale del forro y ahora nos toca proponerle a alguien más… no sé, ¿diverso?, para desengrasarla, pensamos, de tanta bala y traje negro. Así que decidimos Almodóvar, palomitas y mantitas.
Ya es hora, tiene 11 años, un espíritu kitsch, el pelo azul y su prototipo de persona bella y lúcida es cualquier chiquillo gay concursante de Ru Paul’s Drag Race. Esto es mejor que el youtuber marica que hace canciones sobre llamas, Lena, le decimos recordando, por lo menos yo, mi tierna juventud en una ciudad heterosudaca, corriendo por las calles más oscuras del centro de Lima, después de ver una peli de Almodóvar, a la caza de alguna magnánima travesti que quiera darme un beso. ¿O fue después de leer Las edades de Lulú? Me oí decir: Almodóvar es historia, amor, hay que verlo.
Aprovechamos que en internet están casi todas las del “manchego”, como dicen los periodistas, y haciéndonos las mojigatas, porque recordábamos que no tenían tanto sexo, escogimos Mujeres al borde de un ataque de nervios. Depender de un teléfono fijo para casi todo lo que tiene que ver con el amor me arranca unas risas pero miro incómoda la cara de asco de Lena mientras el pesado de Banderas babea sin parar a María Barranco y todas las mujeres de la peli se arrancan entre sí los pelos y revolotean alrededor de un gusano. Pero no tiene esa cosa Butler, esa teoría queer de la Gran Vía que le queremos mostrar a la niña.
Estoy a punto de sacar 'La mala educación', pero es tarde, a Lena le ha parecido todo tan cutre que ya no puedo convencerla de ver otra
Estoy a punto de sacar La mala educación, pero es tarde, a Lena le ha parecido todo tan cutre que ya no puedo convencerla de ver otra. En cambio, yo me quedo en plan la escritora esa que se puso como objetivo visionar pelis de Woody Allen para ver si después de Soon Yi y Dylan Farrow todavía podía vibrar viendo Manhattan y no pudo.
Hace poco yo también hice un experimento: volví a ver El Padrino I, no con mi hija sino con mi madre. Ella echaba crema hidratante a mis codos y yo hacía los comentarios feministas a pie de escena: “Aquí la madre no habla, a la hermana la pegan, a la primera esposa la hacen estallar con una bomba, a la segunda le cierran la puerta en la cara”. “Ay, Gabriela, por favor, es un clásico universal”, dijo mi mamá. Ay mamá, lo único universal es el patriarcado. No resultó tan mal.
La violación es presentada por el director con una preciosa peli muda, El amante menguante, dentro de la peli
Ahora es el turno de “Almodóvar después del feminismo”, ese es mi solitario plan casero para esta tarde. Ahí está la mujer en el centro, pero en el centro del melodrama, destruida emocionalmente por un hombre, por amar de esa manera. Solo a veces, después del vía crucis, las tías triunfan, se juntan, se hacen fuertes, como en Todo sobre mi madre.
El problema aparece cuando pongo Hable con ella, una de esas pelis con las que recuerdo haber oído arpegios hace más de una década (no tengo excusas, la volví a ver hace cinco años y me seguía gustando). Al principio todo bien, ese contrapunto de la torera y la bailarina, hombres llorando, Caetano cantando. Luego, claro, las dos mujeres en coma. Los tíos hablan, ellas callan. Todo degenera cuando el enfermero de nombre Benigno —ese que han conseguido en la primera mitad que nos caiga tan bien—, que la cuida y la mima, viola a su bella durmiente.
La violación es presentada por el director con una preciosa peli muda, El amante menguante, dentro de la peli. Y la violación es benigna como él, terapéutica, romántica, porque, gracias a que la perpetra, mrs Comatose despierta. “Tú la despertaste, Benigno”, musita uno con lágrimas en los ojos. Vale que el tipo va preso y se suicida en la cárcel, pero para entonces ya lo queremos y sentimos como una injusticia el final de este hombre, ingenuo, limítrofe, violador y su romántico amor frustrado.
Pongo otra peli que adoré en su momento, Átame (tenía 15 años, adoraba todo lo que fuera más o menos sexual). Allí un expresidiario, tan tonto y puro como Benigno pero en brutal, se mete a la casa de una mujer a la que lleva días acosando, la golpea, la secuestra y la mantiene atada durante días, tratando de convencerla a la fuerza de que él le conviene, de que va a casarse con ella y a ser el padre de sus hijos. Cuando la penetra, la mujer por fin lo reconoce. Él llevaba razón: ¡una buena polla nunca se olvida! La mujer, con un síndrome de Estocolmo que flipas, termina amando a ese hijo de la grandísima ¡y nosotras también! Moraleja: ama a tu maltratador, que algo queda.
Y Kika, Dios, la violación de la protagonista en clave de comedia. “¿Oye, no tienes bastante con dos orgasmos, que llevamos aquí toda la mañana?”, le pregunta Kika, mientras forcejea, a su violador (risas). Después ríete de La Manada. Pero, pero... ¡Pedroooooooo!, como diría Penélope. La chica Almodóvar también es una mujer violada. Mejor que Lena siga viendo al youtuber de las llamas mientras la (me) convenzo de poner Qué he hecho yo para merecer esto.
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