Opinión
Más de lobbismo: y el sujeto político propio de vivienda, ¿para cuándo?

Dos integrantes de la Asamblea de Vivienda de Villalba cuestionan las formas y el fondo de la movilización del 9 de febrero.
Asamblea de Vivienda de Villalba
7 feb 2025 06:00

Los nuevos adalides del movimiento de vivienda han llegado, ahora bajo el nombre de Plataforma Hábitat 24. Convocan una nueva manifestación de vivienda para el 9 de febrero, que posiblemente sea un triste recuerdo del éxito de la del 13 de octubre (13-O). Las propuestas de Hábitat 24, al igual que su modus operandi, ni son nuevas ni solucionarán nada. Su apuesta es la de un movimiento de lobby institucional, liderado por abogados y expertos. Tras su insípido discurso se esconden unos intereses que no se corresponden con los del movimiento de vivienda que trabaja en el día a día. Antes que convocar por convocar manifestaciones, es necesario potenciar un movimiento de vivienda horizontal, plural y combativo.

La plataforma Hábitat 24 es una amalgama de 39 colectivos, entre ellos la Federación Regional de Asambleas Vecinales de Madrid (FRAVM), sindicatos como UGT y CC OO, además de los partidos IU-PCM y Podemos (Más Madrid no pertenece a la organización, pero ha comunicado su apoyo y participación en la próxima manifestación). Pese a que la plataforma cuenta con decenas de colectivos no se encuentra entre ellos la inmensa mayoría del movimiento de vivienda madrileño. No contaron con el movimiento para organizar la manifestación del 13-O y han vuelto a prescindir de nosotras. A pesar de esto, se erigen como voceras de un movimiento al que ni pertenecen ni representan. Parece que la semana pasada ha habido otro intento similar de cooptar al movimiento de vivienda en Catalunya, con la marca “Crida pel Dret a l'Habitatge”.

En Hábitat 24, como en su marca catalana, se entrevén las agendas de los partidos políticos que han servido, y algunos aún sirven, como muleta del PSOE. Sus políticas, como las insulsas ley de vivienda, gestión de Sareb o moratoria antidesahucios, están pensadas para no perturbar apenas a multipropietarios y especuladores, y disimular nuestra miseria. A pesar de esto, son las que fingen preocupación ante las millones de familias que malviven para pagar la hipoteca o el alquiler, o las que se ven obligadas a okupar para tener un techo. Se cuelgan la medalla por haber ayudado a solucionar el problema, sin embargo, los desahucios continúan y los alquileres no dejan de subir.

La plataforma ha escogido a Ayuso-PP como su principal adversario político, sin mencionar la parte de responsabilidad que tiene el Gobierno progresista pasado (PSOE-Podemos) y presente (PSOE-Sumar)

A los hechos nos remitimos. La plataforma ha escogido a Ayuso-PP como su principal adversario político, sin mencionar la parte fundamental de responsabilidad que tiene el Gobierno progresista pasado (PSOE-Podemos) y presente (PSOE-Sumar). El 10 de diciembre, Hábitat 24 se estrenó con una concentración, con bajísima participación, enfrente de la sede de la Agencia de Vivienda Social (AVS, antigua IVIMA), dependiente de Ayuso, para exigir algo tan ambiguo como una “mejor gestión” de la AVS. No negamos que la AVS sea un agente de violencia o que su política sea antisocial, pero el problema de vivienda es un problema político, no de gestión. Una piensa lo mismo al ojear el programa de su “Jornada sobre el derecho a la vivienda” del 25 de enero, donde la mayoría de las ponentes son abogadas (entre ellas Alejandra Jacinto, quien como portavoz nacional de la PAH catapultó su ya fracasada carrera política en las instituciones) y las demás expertas en sus áreas.

El problema de la vivienda no se puede resolver legislando más o mejor, sus raíces parten, como el de otros problemas, del modo de producción capitalista y sólo se pueden abordar cuestionándolo íntegramente

La ley de vivienda estatal protagonizó el programa, y no desde una perspectiva crítica que destacara sus límites frente a sus escasos logros; se conversó sobre la necesidad de “una buena ley de vivienda autonómica” y de “cómo convencer de la necesidad” de ella. Pero el problema de la vivienda no se puede resolver legislando más o mejor, sus raíces parten, como el de otros problemas, del modo de producción capitalista y sólo se pueden abordar cuestionándolo íntegramente.

Vemos con preocupación los liderazgos individuales que, sin querer o a propósito, generan dinámicas de representación que suplantan y terminan por anular al movimiento. Pretendiendo actuar como grupo de presión, la Plataforma se reunió el 12 de diciembre con BNG, Sumar y Podemos para transmitirles sus propuestas, lo que prácticamente supone una reunión con ellos mismos. Si reducimos nuestro papel a ser meros agitadores para los legisladores acabaremos confundiéndonos con ellos y a la larga no conseguiremos ni tan siquiera los cambios legislativos más modestos.  

Queremos recordar que las entidades principales que conforman Hábitat 24 a la hora de verdad se han puesto del lado de los especuladores. Algunos de ellos, como UGT, son agentes activos de la especulación. No olvidamos que cuando La Ingobernable okupó su sede histórica, UGT no sólo comparó al movimiento okupa con un grupo nazi italiano, sino que defendió que “UGT y su dirección tiene la potestad de decidir la gestión de su patrimonio como considere oportuno, con el fin de obtener el máximo rendimiento para poder destinarlo a la lucha”.

Si reducimos nuestro papel a ser meros agitadores para los legisladores acabaremos confundiéndonos con ellos y a la larga no conseguiremos ni tan siquiera los cambios legislativos más modestos

Esa “potestad” es la de convertir el edificio en un hotel de lujo a 600 euros por noche, encima de manera ilegal porque han multiplicado por cuatro los límites que su licencia permite. Otro ejemplo ocurrió el agosto pasado, cuando varias familias okuparon 12 pisos vacíos en El Cañaveral, propiedad de una promotora. La asociación vecinal del barrio, AVECA, perteneciente a la FRAVM y que ofrece una imagen progresista, puso en su punto de mira a estas familias y les arrojó públicamente todos los tópicos y bulos sobre la okupación para salvaguardar su barrio “sano y acogedor”. Las concentraciones y presión mediática fueron apoyadas públicamente por Más Madrid. Todas ellas celebraron la marcha de las doce familias después de que interviniera una banda de matones desokupas. Aun con todo, proclamaron “defender el derecho a la vivienda digna de toda persona”. No nos lo tragamos. Sabiendo la tremenda campaña de odio y estigmatización hacia las personas que okupan una vivienda como única vía de acceso a un techo, los actores de Hábitat 24 han escogido sumarse a la guerra contra los pobres. Su postura tibia, de bienqueda, en la práctica significa claudicar ante la ultraderecha. Por nuestra parte defendemos -sin fisuras- la okupación como manera legítima de materializar el derecho a la vivienda.

La manifestación de octubre permitió al menos por un breve lapso de tiempo desviar el foco de atención de los temas y discursos preferidos de la extrema derecha

¿Por qué fuimos a la manifestación del 13-O, siendo casi idénticos sus convocantes y modo de proceder, pero no iremos a la del 9F? Hagamos un pequeño balance de lo que ha sido la manifestación del 13-O que fue precedida, no lo olvidemos, por multitudinarias movilizaciones en varias ciudades costeras por los impactos ecosociales del turismo. Partíamos de una situación de debilidad del movimiento, con una presencia y legitimidad menguante en el discurso público debido a la campaña permanente de criminalización de la okupación, las periódicas campañas racistas y, en general, la tendencia a la fascistización de la sociedad. La manifestación de octubre permitió al menos por un breve lapso de tiempo desviar el foco de atención de los temas y discursos preferidos de la extrema derecha y abordar la cuestión de la vivienda desde una perspectiva que incitaba a la organización desde abajo y que rompía con las dicotomías partidistas.

Si este fue el mensaje que pudo trascender de la manifestación fue gracias a los lineamientos políticos que diversos actores han desarrollado en el seno del movimiento. Sin la aportación del Movimiento Socialista, con su crítica a la subordinación voluntaria o involuntaria del sindicalismo social a la socialdemocracia en el poder; ni la aportación del Sindicato de Inquilinas, con su propuesta de huelga de alquileres que logró una buena difusión gracias a su fuerza mediática, la manifestación no hubiera sido más que otro reclamo al Gobierno para que regule el mercado de vivienda y que beneficiaría más a los partidos-satélite del Gobierno (incluidos a los de órbitas más excéntricas) que a las clases desposeídas y al conjunto del movimiento de vivienda.

No descartamos la opción de manifestarnos, pero marcando nosotras los ritmos y objetivos desde el principio y con una estrategia que no se reduzca a ser el “Pepito Grillo” de iniciativas ajenas

Ahora bien, una manifestación no es una fórmula mágica que nos pueda servir siempre para relanzar el movimiento. Y menos cuando la única forma de manifestarnos sin hacer seguidismo de una plataforma, cuyos métodos y objetivos no compartimos, pasa por acudir como bloque crítico. No se logra de esta manera visibilizar nuestras diferencias ante la opinión pública ni tampoco convencer de su idoneidad a quienes acuden a manifestarse. No descartamos la opción de manifestarnos, pero marcando nosotras los ritmos y objetivos desde el principio y con una estrategia que no se reduzca a ser el “Pepito Grillo” de iniciativas ajenas. En ello ya se está trabajando entre varios territorios y esperamos poder dar pronto noticia de ello.

No podemos obviar que existen diferencias en el movimiento de vivienda. Nosotras defendemos el pluralismo político como (caja de) herramienta(s) política antes que como valor absoluto. Pluralismo que sólo será útil dentro de unas coordenadas políticas claras que nazcan del debate y de la lucha y que a nuestro parecer han de excluir aquellas posiciones que sólo contribuyen a reforzar a los partidos institucionales (del gobierno y oposición, del presente y futuro), al sentido común propietario o a los consensos en torno al mercado y el Estado capitalistas. Son muchos los puntos de vista e hipótesis para la acción que caben respetando una cierta orientación general compartida y que permitan avanzar al movimiento.

Las diferencias sociales entre los desposeídos y las distintas formas de acceso a la vivienda a veces obligan a especializarse, en función de los intereses políticos que se tengan, de la realidad social del territorio en el que se inserten o de la situación de los individuos que componen las organizaciones. Pero para que la diversidad sea una riqueza y la lucha sectorial universalizable se han de tejer alianzas entre organizaciones y distintos sectores de las clases subalternas con el fin de evitar la guerra entre pobres o los pactos interclasistas (cada vez más excluyentes para el sector más precario) y, en último término, para conformar un movimiento que persiga la abolición de la sociedad de clases y de las relaciones sociales capitalistas.   

Para esto puede ser útil trabajar en una confederación de luchas. Este análisis lo compartimos con el Sindicato de Inquilinas, no obstante, consideramos que esa confederación ha de empezar por casa, o sea, dentro del movimiento de vivienda. No ayuda que se nos deseche por marginales o asistencialistas, lo cual además sociológica o políticamente hablando no es cierto: en el tipo de inquilinato que organiza el Sindicato de Inquilinas no caben al menos unas seis millones de personas afectadas por el problema de vivienda, y contamos con muchos ejemplos de politización de estas mismas. La confederación que se proponga, además, no puede ser resultado de un simple acuerdo entre burocracias sindicales, sino fruto del trabajo orgánico codo a codo entre las bases de las distintas organizaciones en torno a luchas diversas.

Nuestros objetivos y estrategias deberían guiarse por una necesidad manifiesta de desmontar, interna y externamente, todas las estructuras opresivas que nos están costando la vida y el planeta

 Vemos con preocupación la proliferación de críticas a la horizontalidad o a la “tiranía de la falta de estructuras”, que esconden una invitación semi-forzosa a la adscripción a un determinado sindicato (inquilino o socialista) o partido. Compartimos las críticas, pero no la intención con la que se hacen. Sabemos que hay diferencias de capital (económico, cultural, simbólico etc.) o de género que condicionan las relaciones aparentemente iguales dentro de una asamblea; sabemos lo perversas que pueden llegar a ser las relaciones de poder informales. Pero también sabemos que las estructuras sindicales o de partido tienden a reproducir lógicas similares y otras distintas que no son en nada mejores. No hay una (única) técnica organizativa para combatir la desigual posición social que de manera espontánea se reproduce en nuestros colectivos, pero sí debiera de haber una misma voluntad humilde de luchar contra ello y marcarlo como objetivo prioritario.

Nuestros objetivos y estrategias deberían guiarse por una necesidad manifiesta de desmontar, interna y externamente, todas las estructuras opresivas que nos están costando la vida y el planeta. En este sentido, es fundamental señalar que las izquierdas y derechas parlamentarias están de acuerdo en construir más vivienda. La expresión de moda actual es “vivienda asequible”. Ésta no es ni asequible para nuestro bolsillo ni para el ecosistema. Por el lado económico, la rentabilidad que exigen las constructoras sólo se puede garantizar mediante la colaboración público-privada. Dicho de otro modo, la canalización de recursos públicos a manos de bancos, fondos de inversión y constructoras. Los precios de venta alquiler de estas viviendas asequibles están muy por encima de lo que puede pagar una familia trabajadora con los salarios actuales (por ejemplo, las del Ayuso e Illa). Los contratos de alquiler social de SAREB también están pensados para ser de mercado cuando SAREB así lo decida unilateralmente y de un mes a otro. Por el lado medioambiental, es evidente que la construcción masiva es un error innecesario habiendo ya tanta vivienda vacía. Además, un factor de la subida de precios en obra nueva es la escasez de materiales (cemento, arena de río, combustible…). Esta escasez sólo va a ir en aumento y señala lo poco realista que es la idea de construir en masa. Teniendo todo esto en cuenta, no se puede considerar la nueva construcción como sostenible económica o ecológicamente.

Es urgente que el movimiento de vivienda asuma una propuesta tan necesaria como ambiciosa: una moratoria a la construcción de vivienda nueva. El Banco de España defiende que son necesarias 600.000 casas para paliar el problema de vivienda. Ahora mismo, existen 3,8 millones de viviendas vacías, por no hablar de las viviendas infrautilizadas de segunda residencia o de las cientos de miles de viviendas turísticas (legales e ilegales). La realidad es que en España sobran viviendas. Si la patronal inmobiliaria está insistiendo hasta la saciedad en la necesidad de construir vivienda es porque para ellos es una oportunidad de un jugoso negocio, lubricado por papá Estado, en su versión protegida. Nuestra propuesta es la de movilizar forzosamente el parque de vivienda antisocial (vacío y turístico) de la manera que sea (con una ilegalización de la vivienda turística, una dura penalización fiscal a propietarios de vivienda vacía, rehabilitación obligada de vivienda derruida o en mal estado, expropiaciones sin indemnización...). Estas medidas deberían complementarse con la prohibición de todos los desahucios y la ilegalización de bandas de desokupación. Entendemos que algunas de estas propuestas son contrarias a la naturaleza del Estado y del capitalismo, pero esto no nos preocupa. No queremos mendigar mejores parches en forma de reales decretos o ayudas al alquiler. En nuestras manos, las del movimiento, está el poder acabar con el negocio de la vivienda.

Para materializar el derecho universal a una vivienda es necesario que el movimiento tome las riendas de su propia lucha, fomentando debates y consensos que permitan y celebren el pluralismo (con sus debidas líneas rojas) para fortalecer nuestra voz, agenda y herramientas. Ser sujeto político autónomo, plural y proactivo. Es urgente abandonar el cortoplacismo y la inercia, que redunda en acabar yendo a rebufo y siendo víctimas de intereses de terceros. En un contexto general cada vez más violento y derechizado, aceptar el “mal menor” anula toda iniciativa de organización popular y apoyo mutuo, única vía para defendernos de todas las violencias del sistema capitalista y, en última instancia, dejarlo atrás. Nos jugamos la vivienda, la comunidad, la vida.

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Agapito
12/2/2025 12:03

1.El sindicato no está para satisfacer las expectativas de radicalidad ni para cumplir con un vago ideal revolucionario.
2.Un sindicato no es colectivo ideológico. Un sindicato es un espacio en el que la gente se agrega en base a sus necesidades, respondiendo a los conflictos y contradicciones reales de la sociedad en la que vivimos. Puede y debe ser un espacio de politización, pero el punto de partida no puede ser un fino consenso ideológico. El punto de partida son los problemas y las necesidades concretas de personas concretas
3.Un sindicato no es otro pequeño proyecto autogestionario en lo local.
4.Una organización de base, de clase y transformadora, no está para hacer amigos ni para caerle bien a todo el mundo. Un sindicato debe buscar poder. Si no creemos que se pueda hacer nada, no haremos nada. Un sindicato debe buscar activamente transformar la realidad y para eso debe buscar poder e influencia decisiva sobre la sociedad. Este poder lo encuentra en la unión, la lucha y la organización colectiva.
Siempre es posible que estemos equivocados, pero eso no lo sabremos si no lo intentamos.
+ info en: https://www.elsaltodiario.com/cuadernos-de-trabajo/problema-vivienda-hipotesis-sindical-sevilla

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Duke27
Duke27
7/2/2025 13:11

Lo de siempre con ser los más puros, tirando mierda sobre posibles aliados con acusaciones bastante demagogicas sobre ellos cuestionando su compromiso. Y todo sin capacidad real de cambiar nada con los apoyos existentes a su movimiento. Aburre

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