Opinión
Hacia un nuevo sindicalismo

La publicación del libro 'Nuevo sindicalismo. Organización y estrategia sindical ante los nuevos escenarios laborales' sirve de excusa para meter mano a la situación del sindicalismo combativo y del anarcosindicalismo.
conflicto IWW Jimmy Johns
Trabajadores de la cadena de comida rápida Jimmy John´s asociados al sindicato IWW

Miembro de CNT 




25 jun 2022 06:00

El libro Nuevo sindicalismo. Organización y estrategia sindical ante los nuevos escenarios laborales (Editorial FAL, 2022) es una traducción de artículos y podcasts publicados de la revista británica New Syndicalist. Una publicación dedicada a ofrecer materiales de análisis y reflexión para organizadores, militantes y afiliadas de sindicatos de base anglosajones y, en especial, del sindicato IWW (Industrial Workers of the World), miembro de la Confederación Internacional del Trabajo (CIT), junto a la CNT, entre otros sindicatos revolucionarios del mundo. Tras tiempo de crecimiento sostenido desde su implantación en los territorios del Reino Unido e Irlanda el sindicalismo de la IWW cuenta ahora con 2.000 miembros y ha llegado ya a liderar algunos conflictos en sectores laborales precarizados que eran ajenos a la organización sindical hasta el momento. Sectores como el de la comida rápida, las plataformas digitales, riders, etc.

El libro plantea los retos a los que se enfrentan, éxitos y fracasos acumulados estos últimos años y debates estratégicos sobre organización e implantación sindical en la búsqueda de un modelo sindical propio e independiente en el país de las hegemónicas Trade Unions. Unos debates que, si sabemos trasladar al contexto del estado español, nos pueden ayudar a vislumbrar ideas y aciertos. 

La urgencia

Vamos tarde y hay que acelerar el paso. Si analizamos la velocidad con la que se están implementando los cambios en las relaciones laborales y sociales en las últimas décadas, comprobamos que nos encontramos en medio de una curva exponencial. Es imperioso adaptar el sindicalismo a los cambios del mercado y del mundo del trabajo con urgencia. Sí, urgencia.

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Nuevas formas de economía como el capitalismo digital se van sumando a anteriores expresiones de la economía liberal y capitalista, mientras las formas de control social aumentan día a día y los estados reducen su capacidad de control sobre la economía. Todo a la misma velocidad. Mientras subsisten formas tradicionales de empleo, florecen plataformas digitales de encargos o comida rápida, centros logísticos donde el trabajo se organiza mediante algoritmos, diversas formas de subcontratación y segmentación del trabajo, etc. Y, en paralelo, se desarrollan nuevas tecnologías de reconocimiento facial, control de datos, espionaje de la disidencia política, etc. A este escenario hay que añadir el agotamiento de materias primeras, de las energías fósiles y el calentamiento global. El maldito calentamiento global que ya nos cae como una losa muy presente y nada futura. Cambios fruto de un colapso sistémico que ya estamos viviendo.

Aquí nace la necesidad de adaptación de nuestras estrategias y de nuestras organizaciones para poder enfrentar los cambios que vienen sucediendo con alguna posibilidad de éxito y evitar que recaiga sobre nosotras y nosotros el precio a pagar. Aquí nace la urgencia.

Los sindicatos revolucionarios anglosajones están reflexionando sobre qué supone “movilizarse” frente a “organizarse”

Organización frente a movilización

Importante es poner en cuestión el mito de la movilización permanente como principio y fin. Los sindicatos revolucionarios anglosajones están reflexionando sobre qué supone “movilizarse” frente a “organizarse”. Desarrollar una estrategia medioplacista destinada a lograr una organización real en los centros de trabajo y en las comunidades que implique un cambio cultural en las relaciones de poder y jerarquía frente a aquellas actuaciones tan habituales de la izquierda y los movimientos sociales que buscan la agitación pero que no generan cambio real ni estructuras motoras.

El sindicalismo revolucionario pretende una transformación radical de la sociedad con la abolición del trabajo asalariado a largo plazo, pero es un objetivo inalcanzable sin una organización que cambie la correlación de fuerzas en el mundo del trabajo. Sin un sindicalismo capaz de cambiar las dinámicas de las relaciones laborales y empoderar en cada centro de trabajo, a la plantilla para disputar la disciplina del trabajo a la dirección de la empresa.

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Un modelo sindical propio

Vale y ¿cómo desarrollamos nuestras organizaciones sindicales? Es la pregunta del millón. En el modelo jurídico anglosajón de las relaciones laborales pese a que no existen las representaciones unitarias como en el caso español (delegados de personal, comités de empresa y juntas de personal en las AAPP) sí existen una serie de leyes que han ido encorsetando las relaciones laborales para dirigirlas hacia el sindicalismo de concertación social. Leyes que dificultan el reconocimiento de los sindicatos ante las empresas o leyes que restringen el derecho a huelga, son solo algunos ejemplos.

Al final comprendemos que las regulaciones de los estados en materia laboral van siempre encaminadas a dificultar la acción sindical que no es sino un derecho natural de la clase trabajadora. No olvidemos que antes que el derecho al voto se legisló el derecho a asociación y que, pese a que las huelgas sean ilegales en cantidad de países o contextos históricos, estas se han producido igualmente.

Es en este contexto que la militancia de la IWW británico-irlandesa está buscando la vía para acabar de desarrollar e implantar el sindicato según sus propias estrategias y tácticas, en un entorno dominado por el sindicalismo de las Trade Union y una regulación neoliberal de las relaciones laborales.

El sindicalismo revolucionario pretende una transformación radical de la sociedad con la abolición del trabajo asalariado a largo plazo, pero es un objetivo inalcanzable sin una organización que cambie la correlación de fuerzas en el mundo del trabajo

Similitudes y aciertos

Buena parte de estos debates anglosajones son mantenidos por la militancia del sindicalismo combativo de nuestro país. Y en lo que respecta a las cuestiones anteriores, el anarcosindicalismo comparte la necesidad de encararlas con la urgencia que nos impone el momento. No en vano el próximo XII Congreso de la CNT que tendrá lugar entre el 2-6 de diciembre debe acometer grandes retos para estar a la altura de las necesidades de la clase trabajadora.

Ya no basta con estar ahí. Hace falta verdadera implantación en los centros de trabajo y sectores laborales como venimos desarrollando en los últimos años de forma cada vez más acelerada. Necesitamos ser más pero sobretodo, como plantean desde New Syndicalist, necesitamos estar más organizados y organizadas. Necesitamos secciones sindicales implantadas en los centros de trabajo al margen de la “representatividad” que confieren las elecciones sindicales porque la cultura laboral que arrastramos tras 40 años de este sistema solo ha desorientado y desmovilizado los centros de trabajo con la consecuente pérdida de poder adquisitivo y derechos laborales. Necesitamos una cultura sindical del empoderamiento y esta pasa por ejercitar el músculo sindical, la implantación real y la capacidad para la asunción de una mayor conflictividad.

El próximo XII Congreso de la CNT que tendrá lugar entre el 2-6 de diciembre debe acometer grandes retos para estar a la altura de las necesidades de la clase trabajadora

Pese a su casi extinción tras denunciar los Pactos de la Moncloa y las escisiones que conllevó posteriormente, la CNT, el anarcosindicalismo en nuestro país ha sabido repensarse en los últimos años y tras los congresos de Córdoba (2010) y Zaragoza (2015), ha consolidado un modelo sindical propio e independiente. Algo que necesitan desarrollar nuestros hermanos IWW para terminar de despegar en Gran Bretaña.

Un ejemplo del cambio de tendencia es que la afiliación en CNT principalmente procede de la empresa privada, con una importante presencia en las Pymes a diferencia de la mayoría de sindicatos cuyo grueso de afiliación procede de la empresa pública y la administración, último refugio del sindicalismo de concertación en Europa. De este modo se explica el crecimiento del sindicato en Pymes industriales o en sectores feminizados como la intervención social o el sector servicios.

En cambio el modelo sindical propio desarrollado por el anarcosindicalismo en el Estado español rechaza participar en las elecciones sindicales que limitan la actuación de los sindicatos en los centros de trabajo, consolida una estructura económica independiente de subvenciones y desarrolla en las empresas una acción sindical autónoma basada en secciones bien implantadas que agrupan en todas las unidades de producción que coexisten en las diversas formas de subcontratación, llegando incluso a los nuevos tipos de relaciones laborales donde las elecciones sindicales no pueden entrar.

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