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profesor de historia en la UC3M, especialista en historia del anarquismo
A finales del siglo XIX, la prensa conservadora (y alguna no tanto) se marcó como objetivo la criminalización del movimiento anarquista, en un momento delicado para las propias organizaciones libertarias y en medio de un marasmo generado por las acciones individuales que tuvieron episodios en Francia, España o Italia, entre otros.
En aquellos momentos, desde muchos voceros y grupos se hablaba de una “Internacional negra” que había establecido una especia de comité secreto que promovía atentados terroristas en diversos países. El origen de esa supuesta estructura lo ubicaban en el Congreso de Londres de 1881 y a la cabeza del mismo, personajes de renombre como Piotr Kropotkin o Errico Malatesta.
El mensaje era sencillo. En aquel congreso se aprobó una estrategia de enfrentamiento violento contra las instituciones del Estado y se proveía a los ejecutantes los posibles para llevar a cabo estas acciones. Incluso se reunió en Roma, en 1898, una Conferencia Internacional para la Defensa Social contra el anarquismo, que pretendía la articulación de colaboración policial en diversos países (orígenes de la Interpol), bajo el paraguas de esa acusación.
Sin embargo, la realidad distó mucho de lo que se pretendía. El Congreso de Londres de 1881 no estableció ninguna táctica violenta y los datos que conocemos del mismo, y que sirvieron para esta estrategia, provenían de infiltrados de las policías francesa e italiana. Kropotkin, acusado de esta estrategia, condenaba la utilización de una violencia sin sentido, pues como él decía, un edificio de siglos de explotación era imposible derribarlo con unos kilos de explosivos.
Sin embargo, el chivo expiatorio del anarquismo funcionó durante mucho tiempo. Se acusaba a los anarquistas de la inestabilidad interior de muchos países, y con ello se criminalizaba al movimiento obrero, considerándolo un problema de orden público. Se aprovechaba algunas circunstancias de violencia individual o de pequeños grupos para establecer leyes de excepción y represivas contra la libertad de organización.
El anarquismo se convirtió en un comodín. Cuestión que se mantuvo en protestas recientes, como la existencia del “Black Block” en las movilizaciones antiglobalización o el surgimiento de una autodenominada “Federación Anarquista Informal” con epicentro en países como Italia, Grecia y España. En todos los momentos, nada nuevo bajo el sol.
Sobre las protestas actuales
Curiosamente, en los últimos días hemos comprobado cómo ante las protestas y algaradas que se han dado en la calle por las medidas adoptadas por la pandemia del covid, muchos medios de comunicación han vuelto a utilizar el anarquismo como excusa. Un renombrado programa de televisión, a cargo de un periodista que se hace llamar experto en cuestiones de sucesos, decía abiertamente que Barcelona era un epicentro de experimentación del anarquismo internacional. En todas las noticias, al hablar de los perfiles de la protesta, los “grupos anarquistas” aparecían de forma indistinta como organizadores o participantes activos de la protesta.Da igual que los perfiles de los convocantes en las redes sociales, en su amplia mayoría, tengan una vinculación ideológica con la ultraderecha. El anarquismo funciona a la hora de meter en el mismo saco los perfiles de la protestas
Da igual que los perfiles de los convocantes en las redes sociales, en su amplia mayoría, tengan una vinculación ideológica con la ultraderecha. El anarquismo funciona a la hora de meter en el mismo saco los perfiles de la protestas. Sin embargo, nadie apunta quiénes son esos “grupos anarquistas”, dónde se coordinan y qué es lo que piensan. El anarquismo fue, es y, seguramente, será un mantra para poder meter una amalgama de ideologías sin conexión ninguna.
¿El elogio de la algarada?
Luigi Fabbri escribió un folleto titulado Influencias burguesas sobre el anarquismo donde desgranaba lo que era el anarquismo y lo que algunos apuntaban que era. Y cómo ese discurso de la burguesía sobre el anarquismo había calado, incluso, en algunos sectores libertarios.
Fabbri acusaba que eran los literatos burgueses, los periodistas y personas alejadas del movimiento obrero revolucionario los que habían conferido una imagen violenta del anarquismo. Aunque el anarquista italiano no negaba la necesidad de la violencia en legitima defensa, sí niega la existencia de un “anarquismo violento”, pues doctrinalmente el anarquismo estaba alejado de la violencia. Este interesante texto de Fabbri iba dirigido a aquellos que utilizaban la palabra y el movimiento anarquista, pero también a aquellos que denominándose anarquistas reproducían lo que la burguesía y los movimientos decían que era el anarquismo. En un momento de sus disertaciones sobre la violencia, Fabbri afirmaba lo siguiente: “La violencia, además de estar por sí misma en contradicción con la filosofía anarquista, por cuanto implica siempre dolor y lágrimas es una cosa que nos entristece; puede imponérnosla la necesidad, pero sí sería debilidad imperdonable condenarla cuando es necesaria, malvado sería también su empleo cuando fuese irracional, inútil o se empleara en sentido contrario del que nos proponemos”.
Ciertamente, Fabbri hace un análisis de su momento histórico (insiste mucho en ello en el texto) donde si bien no descarta una violencia concertada inherente a determinadas circunstancias históricas, la pasión por la violencia o la utilización de la misma porque sí eran entendidas como perjudicial para el anarquismo. Al igual que Malatesta, Fabbri consideraba que el fin no justificaba los medios y que son esos medios lo que determinaban un fin. Si tus medios son violentos, tu sociedad será violenta, y ponía como ejemplo el modelo capitalista o el incipiente fascismo.Si bien una mala gestión y una pérdida de derechos justifican la movilización, hay que hacer un buen análisis previo de en qué consiste esa movilización y qué finalidades tiene
A tenor de las imágenes y los comentarios que se han dado en los últimos días por las protestas en España, nunca es mejor dar una lectura como lo hacía Fabbri. Si bien una mala gestión y una pérdida de derechos justifican la movilización, hay que hacer un buen análisis previo de en qué consiste esa movilización y qué finalidades tiene.
Como decía hace poco el historiador Aleix Romero, la terminología y los conceptos son fundamentales y en estas movilizaciones se han desdibujado o se han pervertido. Se grita “¡libertad!”, pero habría que preguntarse qué tipo de libertad se esta defendiendo o reclamando. ¿Qué “libertad” defiende un partido como Vox o animadores de ultraderecha de las movilizaciones? ¿Qué concepto de “libertad” tendrían aquellos que ven recortados sus derechos por tener un ocio nocturno limitado? ¿Qué “libertad” reclaman los empresarios que dicen se sienten agraviados por distintas medidas adoptadas?
Cuando alguien se siente fascinado por la protesta por la protesta sin pararse a pensar determinadas cuestiones, estaremos en el punto que Fabbri criticaba a aquellos que se consideraban anarquistas según los parámetros que establecía la burguesía y los reaccionarios. “Anarquistas de derechas” los denomina un buen amigo mío, porque dice que hacen todo lo que la derecha quiere.
Un servidor, que ha participado de movilizaciones por la defensa de la sanidad pública en los últimos tiempos ante los recortes o el abandono de los barrios obreros, no logra verse identificado con unas movilizaciones que ve más ultraderechistas que otra cosa, donde lo que prima es un “elogio a la algarada” sin poder entender a aquellos que las justifican.
Un problema (grave) de análisis
Fabbri realizaba una radiografía de su tiempo y daba una respuesta desde la perspectiva anarquista. Algo que ahora mismo no se está haciendo. Y esto no lo digo por comparativa añorando un tiempo pasado sino como invitación a la reflexión.
España ha tenido una serie de transformaciones sociales en los últimos tiempos que no han sido analizadas de forma coherente o reflexiva por los movimientos sociales, incluido el anarquismo. El ciclo que se abrió con el 15M, donde parecía que se podía recuperar determinadas cuestiones horizontales, quedó sepultado, en parte, por un debate sobre si llevar a las instituciones o no a algunos de los protagonistas de aquel movimiento. Sin embargo, un análisis social en base a la pérdida de derechos, a las consecuencias de los recortes sociales en el campo educativo o sanitario, quedaba en un plano secundario o no tratado con el suficiente interés. Al final, las bolsas de pobreza que se generan se pueden ver canalizadas por todo lo contrario a nuestros deseos, y el resurgimiento de la extrema derecha marca un peligro que no sé si estamos calculando en su verdadera dimensión.
Cuando en la Francia de finales del siglo XIX, las medidas introducidas por la Tercera República intentaban consolidarse, un personaje llamado George Boulanger organizó un movimiento que con unos conceptos sucintos basados en el patriotismo y en un demagógico programa de reformas sociales, arrastró la influencia de distintos sectores políticos. No duró mucho pero dio verdaderos quiebros de cabeza no solo a las autoridades republicanas sino al importante movimiento socialista y anarquista francés. Algo similar, salvando las distancias y las circunstancias, sucede estos días.
La pandemia de covid19 ha aumentado o acelerado este proceso. Tengo que reconocer que me ha sorprendido la cantidad de “epidemiólogos” y “virólogos” que nos rodean (y yo sin saberlo). De repente, mucha gente “sabía” cómo aplacar un virus. Y mientras se gastan fuerzas en contradecir al de frente, para demostrar que “yo sé más” o “el ejemplo X es mejor que el ejemplo Y”, había un descontento que crecía. Además, en estos tiempos complicados hay personas a las que consideramos cercanas en ideas que han perdido algo fundamental: el principio de empatía. Porque, ojo, la situación genera miedo en amplias capas de la población y lo último que se busca es el juicio desde la torre de marfil para mostrarte cuán equivocado estás. Los que hemos visto de cerca el peligro de virus o cómo personas de tu entorno han desaparecido, no buscamos fórmulas mágicas sino reflexiones de conjunto.
Si somos capaces de realizar un ejercicio de reflexión por lo que nos rodea, alejándonos de demagogias y mistificaciones, quizá todavía tengamos la oportunidad de dar una lectura y ofrecer una alternativa. Pero esta reflexión y vías de análisis tienen que tener todo los elementos encima de la mesa, los que nos gustan y los que no. No se puede tomar la parte por el todo para sacar la conclusión que nosotros pretendemos y demostrar al que tenemos “enfrente” que está equivocado y que es un cretino o cretina porque yo soy “más listo que nadie”. De hecho, no tendría que haber un “enfrente” pues los análisis se hacen codo a codo y al lado. El problema viene cuando las bases para esos debates se hacen a golpe de tweet o en 140 caracteres.
Aun así, hay que ser optimistas y sentar unas bases de análisis y debate serio. Malatesta decía que para superar una sociedad injusta hace falta las bases y los cimientos de un mundo nuevo. La destrucción por la destrucción es el nihilismo y de ahí nunca se ha sacado nada bueno. No todo está perdido.
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Un artículo muy flojo al que le es aplicable muchas de las recomendaciones que hace al final del texto.
Como casi todo en la vida, el anarquismo no es homogeneo. Hay quien apuesta por tacticas mas disruptivas y violentas, hay quienes se sienten menos comodas con ellas, pero no se puede aseverar que el anarquismo sea no-violento asi por las bravas.
Por otra parte, no entiendo a quien va dirigido esto, o cual es el objetivo. Que yo sepa, hasta la fecha, la reaccion de anarquistas a las medidas autoritarias por parte del estado en relacion al Covid ha sido, cuando menos, tibio.
La mayor parte de los articulos que se han publicado en este medio y los demas en relacion a las protestas violentas o disturbios han sido para vincularlos con la ultra derecha, o sentenciarlos como una forma equivocoda de protesta.
Gran artículo. Cada vez se hace más necesario reubicar el movimiento anarquista frente al desconocimiento general (interesadamente) que hay sobre él y la usurpación de ultraliberales y anarcocapitalistas. El anarquismo no es violencia por la violencia, no es destrucción por la destrucción. Anarquía es orden sin autoridad, y para eso es necesario educación, empatía, solidaridad, cooperación, apoyo, etc.
Es tan inexacto negar el uso de la violencia por parte del anarquismo como afirmar que ésta era su única forma de desarrollarse como fuerza social. El atentado, la dinamita y el ataque violento hacia representantes de la sociedad burguesa en todos sus términos por parte de individuos y sectores anarquistas está demostrado históricamente y es algo que muchos y muchas han defendido. Kropotkin tuvo posturas muy ambiguas en este sentido , contrariamente a lo que se dice en este artículo, condenó algunas veces , otras ayudó solidariamente a los autores de estos hechos y otras ensalzó algunas acciones. Kropotkin también fue alguien con muchas equivocaciones históricas reseñables como apoyar la participación en la carnicería humana que supuso la I Guerra Mundial a favor del bando Inglés y francés. De cualquier forma decir que el anarquismo se opuso al uso de la violencia es una mentira histórica interesada. Interesada por parte de aquellos y aquellas que intentan despojar al anarquismo de uno de sus valores más intrinsecos como es la no aceptación del monopolio de la violencia por parte del Estado y del poder constituido. Y encima ahora se nos arroja ésta cuestion para criticar unos disturbios que han molestado profundamente a los gestores socialdemócratas instalados en el Estado español. Una campaña de demonización de los mismos por parte de una izquierda instalada en la desmovilización y la comodidad de la práctica institucional como nunca antes se ha visto. Los disturbios, y la confusión que provoca en ésta izquierda a la que le importa más un cristal roto que una persona en la cárcel o unas costillas rotas, es algo a analizar pero no en el sentido que lo hace el artículo, sino más bien desde la óptica contraria. Desde del punto de vista antagonista al poder , desde una posición en contra de lo existente se pueden entender, analizar y poner en su justo término la realidad del choque violento en la calle. No obstante el interés de ésta izquierda no va por ahí, mientras se pone de lado y obvia los momentos más cruentos de los chalecos amarillos, los disturbios en USA o Chile, aquí por cuatro escaparates rotos y un par de tiendas saqueadas, echa las manos a la cabeza. En fin... un poco vergonzoso todo.
Según este artículo, ¿es mentira todo lo que nos han contado sobre los atentados terroristas de los anarquistas a lo largo del siglo XX?
¿Es mentira que muchos magnicidios han sido comentidos por anarquistas como los de Canalejas, Cánovas o el presidente francés Marie François Sadi Carnot?
¿En qué momento dice el artículo que el anarquismo nunca hizo uso de la violencia?
Si me dice usted una ideología, religión o pensamiento humano que no haya recurrido a la violencia en un momento u otro, me comprometo ha enviarle un millón de euros por bizum.
No, no es mentira, pero es que el artículo no dice tal cosa y me temo que usted no lo ha entendido muy bien, Por otro lado, los atentados contra políticos o cabezas coronadas fueron obra, generalmente, de anarquistas individualistas o la respuesta ante la violencia extrema del poder: ese fue el caso, por ejemplo, del pacífico Gaetano Bresci, obrero especializado que viajó desde Estados Unidos para matar a Humberto I, quien había ordenado reprimir violentamente unas revueltas por la subida del precio del pan en las que se asesinó a 90 manifestantes, entre ellos a la hermana de Bresci.
Más que hablar de anarquistas individualistas como autores de esos atentados contra representantes máximos del poder es propio hablar de individualidades anarquistas ya que algunos estaban cercanos más cercanos a la corriente comunista que a la individualista. Si bien en una época fueron actos difusos , entrelazados más o menos, según las ocasiones con el movimiento anarquista que no era a principios del SXX mas que una constelación de grupos y tendencias diversas con infuencia en algunos estratos sociales, desde la formación del anarcosindicalismo y concretamente en la península iberíca con la CNT, los atentados si fueron parte de una estrategia pensada y parte intrínseca del movimiento obrero. Aún siendo hechos de "vanguardia" realizados por gente especializada en ello ( Ascaso, Durruti, Oliver...) respondían a una estrategia revolucionaria pensada y decidida el movimiento o al menos su parte más consciente y combativa.
Lo que es mentira que eso fuera algo intrinseco en el anarquismo, esos atentados fueron algo marginal dentro de la corriente anarquista societaria de ateneos, sindicatos, revistas, teatros, escuelas, grupos escursionistas, etc etc...
Esa corriente también utilizaba la violencia. Gracias a ella fueron contrarrestados los pistoleros de la patronal del Sindicato LIbre. Por no hablar de la gimnasia revolucionaria con insurrecciones armadas en muchos lugares durante la República.
Lo que vadillo sostiene es que la violencia no estaba ligada organicamente a la cnt...eran grupos de afinidad
se refiere a las organizaciones libertarias y al anarquismo en general
Eso es históricamente incierto. Los comités de defensa confederal actuaron bajo conocimiento y mandato de la CNT. Las acciones muchas veces se discutían en órganos confederales, eso si , sin respetar la democracia interna y de un modo ciertamente vertical dadas las circunstancias. No obstante los atentados y acciones de estos grupos eran ampliamente apoyadas y alentadas por la militancia. Remito a los estudios que Guillamón ha hecho al respecto.