Opinión
Congreso estatal del Sindicato de Inquilinas, un paso más para afrontar el conflicto por la vivienda

La celebración de este I Congreso Estatal de Sindicatos de Inquilinas, del 10 al 12 de octubre en Málaga, supone un paso importante para el desarrollo estratégico de una herramienta de autoorganización del conjunto de la clase trabajadora.
militantes de Anticapitalistas y de los Sindicatos de Inquilinas
10 oct 2025 05:00

Podría parecer anecdótico, pero la celebración de este I Congreso Estatal de Sindicatos de Inquilinas, supone un paso importante para el desarrollo estratégico de una herramienta de autoorganización del conjunto de la clase trabajadora. Avanzar en la construcción de instituciones propias que permitan reconstruir el rico magma del diverso ecosistema que compone la clase trabajadora se antoja una tarea de época a la que el movimiento de vivienda debe contribuir. Este Congreso es una ocasión idónea para aprender de nuestra propia experiencia y avanzar en la construcción estratégica de un proyecto anticapitalista.

Este último curso el movimiento de vivienda ha dado un salto más que evidente: ha sabido combinar un ciclo de movilizaciones ascendente que culminó el pasado 5 de abril con una movilización unitaria en más de 40 ciudades, con una profundización de sus herramientas sindicales y de conflicto colectivo, a la vez que se extendía por el conjunto de la geografía del Estado Español una nueva forma de sindicalismo de vivienda. Y no es casualidad que dichos procesos hayan sido en paralelo, ya que son una consecuencia directa de tomar la iniciativa en el terreno de la política de masas.

En nuestra opinión, un debate sobrevuela al conjunto del movimiento de vivienda y en especial al Sindicato de Inquilinas, desde la más pequeña a las más desarrollada de las asambleas consideramos que debe de ser una reflexión central en torno a la que estrujemos las cabezas. La experiencia del curso pasado demuestra que con la construcción sindical del conflicto no es suficiente, si bien es imprescindible, para encarar el conflicto político que atraviesa al conjunto de la sociedad y del capitalismo hispano en torno a la vivienda. Fue en los momentos en los que el movimiento de vivienda dio el paso a trasladar a la calle y a encarar frente a los gobiernos y sus partidos las posibles vías respecto a la “problemática de la vivienda”, cuando más presente estuvo el debate en el conjunto de la opinión pública y más pasos se pudieron dar en el desarrollo de una conciencia que acepte la necesidad de organizarse como una posibilidad efectiva para sus problemas.

La experiencia del curso pasado demuestra que con la construcción sindical del conflicto no es suficiente, si bien es imprescindible, para encarar el conflicto político que atraviesa al conjunto de la sociedad

Pues como venimos reflexionando desde casi los primeros pasos de los gobiernos de coalición, tanto con Unidas Podemos como con Sumar, la concertación social es la piedra de toque de los gobiernos progresistas. Instalar la idea de que el conflicto atraviesa el conjunto de nuestras vidas en la sociedad capitalista y que encararlo de manera colectiva, organizada y bajo unas premisas que busquen ir más allá de cada situación individual, es una necesidad imperiosa para la cual el movimiento de vivienda se está demostrando ampliamente efectiva. La disposición a luchar es una condición indispensable para levantar nuestra propia herramienta política.

La propia experiencia viene demostrando que del conjunto de eslabones que amarra cada vivienda al mercado, rentistas de todo tamaño, fondos de inversión públicos y privados, inmobiliarias, empresas de desocupación…, el Gobierno estatal constituye el agente más débil de entre todos ellos. La combinación de, por un lado, la necesidad del “bloque” progresista de dar algún tipo de respuesta para una parte importante de su base social para acceder a la vivienda o afrontar su coste, combinado, por otro lado, con su impotencia e incapacidad para hacer frente mínimamente a los efectos, y menos aún a las causas de esta situación, le sitúan en este posición de fragilidad estructural. Se trata de una oportunidad que debemos aprovechar.

Del conjunto de eslabones que amarra cada vivienda al mercado, rentistas, fondos de inversión públicos y privados, inmobiliarias, empresas de desocupación…, el Gobierno estatal constituye el agente más débil de entre todos ellos

El gobierno es consciente de ello, el mismo Pedro Sánchez bautizó el 1 de septiembre a este curso político como “la legislatura de la vivienda”. Una prueba más que se suma a los anuncios que el gobierno de coalición presentó la pasada primavera tras la oleada de movilizaciones que impulsamos el 5 de abril en decenas de ciudades del conjunto del Estado bajo el lema “acabemos con el negocio de la vivienda”. Como analizamos, medidas que no buscan sino garantizar con fondos públicos las inversiones en el mercado de la vivienda y fracturar el potencial bloque unitario de entre quienes en la clase trabajadora sufren en primera persona esta situación, jóvenes y trabajadoras migrantes como fracciones más relevantes.

Por ello, retomar la disputa política frente al poder político y su personificación en el gobierno, nos abre posibilidades para incorporar a la lucha política a las millones de personas que reconocen la cuestión. El desencanto generalizado hacia los constantes anuncios del gobierno imbrica la necesidad de canalizar esa sensibilidad por otra vía política, alternativa y en oposición a los gobiernos. Se trata este curso de ir un paso más allá, combinar en el momento oportuno el doble golpe a través de huelgas amplias en torno a grandes tenedores y bloques de propiedad vertical, junto a la movilización masiva y unitaria exigiendo medidas concretas en clave transicional que pueden ser reconocidas por millones como justas y deseables. La cuestión de la unidad del movimiento en este punto es central.

La diversidad del movimiento es palpable en el conjunto de los territorios, tanto en formas de organización como en sus orientaciones políticas, y por ello, es necesario que desde los Sindicatos de Inquilinas no renunciemos a dicha diversidad, sino que la reconozcamos, busquemos los elementos de unidad y fragüemos procesos de lucha y movilización conjuntos que permitan desplegar toda nuestra fuerza.

Nuevas ciudades como Burgos, Córdoba, Segovia, Almería o Logroño se suman a un movimiento en expansión, y abren nuevas posibilidades para golpear desde muchos flancos al poder inmobiliario

En este sentido, este primer congreso estatal de Sindicatos de Inquilinas se plantea como una gran posibilidad para un nuevo pequeño salto. Hacer de un conflicto ya extendido al conjunto del Estado a partir de la expansión del movimiento de vivienda, una oportunidad para la organización de millones de personas. Nuevas ciudades como Burgos, Córdoba, Segovia, Almería o Logroño se suman a un movimiento en expansión, y abren nuevas posibilidades para golpear desde muchos flancos al poder inmobiliario. Un nuevo ariete para golpear al gran poder que se levanta en las metrópolis urbanas y también en esas zonas fuera de los focos donde el poder político y económico del rentismo encuentra también vías de seguir profundizando la mercantilización de la vivienda.

Por concluir, y en línea con lo anterior, debemos tener muy claro también que elementos de disputa política serán centrales en los próximos tiempos. El consenso constructor, planteado por la patronal, la derecha política y parte de la izquierda progresista por omisión, es el principal caballo de batalla ante el cual debemos levantar una orientación radicalmente opuesta. No solo por cuestiones ecológicas, sino por razones políticas si cabe más amplias. Un impulso a la construcción, sea en la forma que sea, pública, privada o mixta, supone un refuerzo del poder del capitalismo rentista y sus agentes. Las ayudas o bonificaciones para alquiler o compra previsiblemente también se situarán en el panorama como medidas centrales para facilitar el acceso a la vivienda aunque, como bien es sabido, no son más que un reparto del coste social, vía impuestos, hacia la ganancia rentista. Por todo ello, es necesario seguir fortaleciendo las ideas de expropiación, planificación y redistribución de la vivienda como horizonte regulador para el conflicto de la vivienda junto con la bajada de alquileres como medida inmediata.

Nos jugamos la posibilidad de que el conflicto de la vivienda sea uno de los pocos vectores de las luchas sociales en el que lograr victorias que consigan hacernos avanzar en la recomposición de un sector social con vocación rupturista y anticapitalista. Hagámoslo posible.

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