¡Socorro! El mercado me obliga a ser un miserable

Por mucho que la prensa invente culpables abstractos para el precio de la vivienda, la realidad es ésta: nadie te pone una pistola en la cabeza para obligarte a exprimir a tus inquilinas.
Pablo Iván Rovetta Romero
25 nov 2025 13:47

En un vergonzoso reportaje de El País se reúnen seis representantes de los pesos pesados del sector inmobiliario patrio. Conversan alegremente en una azotea de Génova. Sus activos suman, dice el medio, 79.000 millones de euros. Y el titular incluye la siguiente frase: «El populismo puede estar gestando la mayor crisis de vivienda de la historia». El populismo. No ellos.

Nunca los propietarios.

La vivienda en el Estado español es un problema transversal, el gran asunto que ensombrece todos los demás. Las subidas salariales, las ayudas, los permisos laborales. Cualquier logro que pueda cantar el Gobierno cae en saco roto con habitaciones por 500 euros en Villaverde o pisos por medio millón en Villa de Vallecas. Y como es un problema imposible de negar, se hacen malabares para buscar excusas.

Porque el responsable nunca será el casero ni el especulador ni el gran propietario.

La culpa es de la okupación que, gracias a un complejo mecanismo económico, convierte el miedo infundado de los propietarios en alquileres disparatados al dejar sus viviendas cerradas (¿?) y reducir la oferta. Porque todas sabemos que la mejor forma de evitar una okupación es tener un piso vacío.

Pero si el casero tuviera miedo al inquiokupa (sic), no echaría a inquilinas que llevan años pagando fielmente para duplicar el precio al siguiente que entre. El miedo a la okupación no te obliga a echar de su casa a una familia con peques para meterte el doble de dinerito en el bolsillo. El miserable eres tú.

La culpa también es, por lo visto, de la falta de construcción, que constriñe la oferta.

Y, de alguna manera, a causa de esto una pobre propietaria de la avenida San Diego se ve obligada a cobrar (qué dolor, qué triste historia) 1.200 euros por 25 metros cuadrados sin ventanas. O a lo mejor, una vez más, la miserable es ella.

La existencia de caseros/as que mantienen precios antiguos demuestra que el mercado no te obliga a exprimir a tus inquilinas. La subida general de precios no te obliga a explotar a otra persona para sacar tajada.

Si vais a robarnos el sueldo, la vida y el sueño, al menos dejad de echar balones fueras y asumid lo que sois: seres humanos miserables.

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