Opinión socias
Salud mental y dioses: ¿qué tienen en común y qué no?


Cuando alguien está mal y quiere visibilizar ese estado, esa visibilización suele ocurrir cuando ha pasado lo peor y ya puede contarlo. Suele ocurrir cuando ya no se está “tan mal”. Mi primera reflexión va a ser para con este propio texto. Y es que ahora hay tantos “couches” y tanta “persona de referencia” a la que escuchar consejos psicológicos porque habla en el plural mayestático y con esa generalización obtienen una inmediata posición que, como si pudieran verlo todo a vista de pájaro, les reviste de una autoridad que probablemente, no tengan.
Por lo que voy a pasar de posicionarme ahí y lo voy a hacer desde mi persona. Aunque así quede mucho menos interesante, más pequeñito y sin contar con ese posicionamiento de autoridad, ni por profesión, ni por experiencia, ni por lenguaje.
Siempre me ha costado muchísimo visibilizar la lucha en el terreno de la salud mental. Cuando peor estuve - he estado mal en muchísimas épocas, pero… siempre hay una de la que sabes que no puedes bajar más el nivel- no podía expresar nada hacia afuera, más allá de mis personas cercanas, que básicamente se dedicaban a cuidarme. Cualquier intento de visibilizar mi estado se quedaba corto. Todo esto lo he podido sacar al exterior tras muchísimo esfuerzo y habiendo salido previamente de ese pozo, aunque aquello que me esperara al salir del pozo no fuera un campo lleno de flores coloridas y mullidas sobre las que descansar, sino mil paisajes, desconocidos, incómodos, misteriosos y muchas veces con caminos oscuros por los que tuve que transitar sola y con mucho miedo.
Esa romantización del drama, de los trastornos mentales, y del arte, me ha dado mucho asco y mucha rabia cada vez que ha salido el tema. Me parece genial que muchas personas hayan tenido la posibilidad de usar el arte en todas sus formas para comprender su situación, visibilizar o incluso salir del fango. Pero, a mi parecer, cuando estoy llena de barro, lo último que quiero es salir en una foto. Cuando me está dando un ataque de pánico en plena calle, donde mi cara es un amasijo de babas, lágrimas, mocos y muecas del dolor más profundo, no quiero hacer mis declaraciones para salir en un reportaje de salud mental, quiero que el dolor pare, y si no para, no quiero ni si quiera seguir ahí.
Me he dado cuenta que incluso cuando se intenta visibilizar lo que supone transitar esta vida con un trastorno o un problema de salud mental a veces incluso se disfraza de rosa, intentando abrazar el dolor como los lazos rosas que arropan la calva de las mujeres con cáncer de mama. Claro que necesito técnicas para transitar este puto camino. Claro que necesito aprender a abrazar el dolor. Pero lo que necesito sobre todo, es que me abracen.
Es que la sociedad entienda que no ve lo que yo vivo. Porque eso, pocas, poquísimas personas pueden verlo. Y mucha gente, ni siquiera tienen a alguien cerca que pueda corroborarlo. Lo que necesito son unos servicios de salud mental completos y no la pantomima de estructura que tenemos en la seguridad social. No os equivoquéis, yo soy defensora de los servicios sociales públicos, de la sanidad, la educación, la vivienda… (si es que esto último existe de verdad y no es un unicornio) pero… Hay que ser conscientes, y críticas.
¿Cómo visibilizar lo invisible? Lo invisible, no se ve. Pero que no se vea no quiere decir que no debamos construir las estructuras necesarias para que esa gente sufriendo en la máxima invisibilidad no acaben visibilizandose a sí mismas en plena calle tras un doloroso vuelo desde el balcón. ¿Duro de leer? Más duro es de vivir. Sandra, 14 años. Es el último ejemplo que ha saltado a la opinión pública. Hasta no aparecer aplastada en la calle…. ¿era invisible?
Desde mis primeros años supe que, para las personas que creen en ello, dios es invisible, cualquier dios es invisible. Y eso invisible tiene una superestructura a nivel mundial adaptada a cada particularidad de dicho dios invisible. Con mucha financiación, con respaldo social y político, con historia que cuenta todo lo que se pueda una preguntar sobre esa “cosa invisible”.
Necesito que se deje de patologizar todo y se le ponga diagnóstico y pastillas a problemas estructurales. Necesito que se arregle esa estructura social, económica y política. Necesito que las personas que realmente tenemos ese diagnóstico y necesitamos esas pastillas tengamos una atención de calidad. Necesito tener algo más a lo que recurrir cuando no puedo centrarme más de 2 minutos en una cosa que a escribir estas líneas… Necesito más tiempo que una tarde para cuidar mi cabeza. No puedo cuidar mi cabeza en una tarde cuando sé que mañana volveré a levantarme a las 7:30 para ir a trabajar. Como todos los días. Necesito que este mundo tenga un hueco para todo el mundo, no solo para quien encaje en la norma.
Yo no encajo. ¿Qué hago? ¿Cómo voy a acabar? Y tú… ¿Encajas?
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