

Después de leer la entrevista que XLSemanal (revista que se adjunta a diversos periódicos dominicales) hace a Juan Entrecanales de Azcárate con motivo de otorgarle el PREMIO XLSEMANAL 2025 A LOS VALORES (así como suena y en mayúscula), no he podido resistir la tentación de escribir unas reflexiones al respecto.
Un hombre discreto, lo que evidencia su inteligencia (esta es su primera entrevista personal y, dada su historia y a sus 90 años, no es poco mérito). Rico, amante del arte y con fundación propia, a través de la cual lleva 20 años subvencionando a diversas ONG y causas benéficas. Un excelente ejemplo de otro rico que termina su vida haciendo buenas obras, supongo que para que la Historia le perdone sus pecados y, sobre todo, los de su familia.
Presume en la entrevista de su ascendencia republicana, por parte de madre. No menciona nada de su ascendencia franquista por parte de padre. Hagamos un poco de memoria.
Su padre, José Entrecanales Ibarra, destacado ingeniero de Caminos, como sus dos hijos, fundó en 1931 la empresa Entrecanales y Távora, con Manuel Távora y, tras la muerte de este en 1940, pasó a controlar la empresa. Desde el principio de la dictadura entabla excelentes relaciones con el régimen lo que lleva a la empresa a acometer obras públicas de gran envergadura (el puente de San Telmo en Sevilla, el aeropuerto de Barajas y siete de las ocho centrales nucleares españolas, entre otras muchas) y, en no pocas de ellas, emplear a presos republicanos como mano de obra esclava; “redención de penas por el trabajo” llamaban, con enorme cinismo a la explotación, en no pocos casos hasta la muerte, de miles de presos republicanos. Esto haría a Entrecanales y Távora y en consecuencia al padre de Juan notablemente ricos.
A la muerte del padre en 1990, se hace cargo de la empresa el hermano mayor de Juan, José María, y él se le unirá poco después en 1997. La fusión de Entrecanales y Távora con Cubiertas y MZOV da origen a Necso Entrecanales Cubiertas, S.A. que, poco más tarde, pasaría a llamarse Acciona S.A.
En julio de 2022, la empresa es multada con 29,4 millones de euros, junto con otros cinco contratistas, por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia por amañar licitaciones de obras públicas para repartírselas; pero ese no es, ni mucho menos, un caso aislado: Contratos públicos bajo sospecha, adjudicaciones infladas, sobrecostes irregulares y comisiones ilícitas jalonan la historia de Acciona. Por citar solo algunos de los casos conocidos en los que la empresa ha estado implicada podemos recordar el caso Acuamed, en 2013, referido a la desaladora de Torrevieja; el caso Plaza, en 2016, relativo a la Plataforma Logística de Zaragoza y, el más reciente, el caso Koldo (o caso Ábalos, o caso Cerdán) en 2025, por contratos públicos presuntamente amañados en Baleares, Navarra y otras comunidades autónomas.
Este pequeño resumen de la historia de una empresa familiar (hay otras similares con un historial semejante) ilustra con meridiana claridad el ejercicio del poder económico en el franquismo y en la subsiguiente Transición que, en su día, nos vendieron como un hito histórico del cambio de una dictadura asesina y corrupta a una democracia modelo. Un cínico y perfecto timo amparado por los partidos políticos de la época, incluido el Partido Comunista y, como no, el PSOE. Había que elegir entre Reforma o Ruptura y, oportunamente se nos vendió la Reforma como la mejor solución y aprobamos la Constitución que dejaba incólume el poder real del franquismo personalizado, entre algunos otros, por la familia Entrecanales.
Cito a esta familia como un ejemplo del funcionamiento económico ventajista, amañado, fraudulento, corrupto y corruptor que regía el modus operandi empresarial en el franquismo y que siguió, incólume, en la Transición. Y que sigue hasta hoy mismo sin merma alguna, gracias a los dos partidos políticos del bipartidismo, PP y PSOE, y a la imprescindible colaboración de la alta judicatura del país.
Juan, en la entrevista habla de los “pobres europeos”, entre los que cínicamente se incluye, mientras critica a Trump y a Putin. También presume de ser miembro de la fundación Hay Derecho y aserta con contundencia que “defiendo la economía de mercado, porque sin ella no hay democracia”. Ah, y se declara agnóstico.
Los ricos, suele ocurrir, se consideran con derecho a serlo pero lo que a mí más me indigna es que encima pretendan dar lecciones de ética.
El caso de Juan Entrecanales me recordó, al leer la entrevista, al dueño del banco (Christopher Plummer) en la película de Spike Lee Inside man que, hablando con la conseguidora (Jodie Foster), le dice que traicionó a sus amigos judíos porque “los nazis pagaban mejor”.
Algún día, deseo que no muy lejano aunque tengo pocas esperanzas de ello, espero que se haga cierto lo de la Memoria Histórica (no la de la legislación actual sino la de verdad) y se publiquen y aireen, documentadamente, las andanzas de todas estas grandes familias del franquismo y su protagonismo en la destrucción ética y económica de nuestro país, mientras se hacían inmensamente ricos y recibían laureles.
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