Apostatar de Star Wars

¿Hemos perdido algo como sociedad con el nuevo rumbo de la saga Star Wars? Star Wars fue durante un tiempo una religión y su uso para fines comerciales iba poniendo a los fans en la posición de Jesucristo intentando echar a los mercaderes del templo. Pero eso ya no ha lugar porque los mercaderes compraron el templo y echaron al profeta (George Lucas).
Alberto Costa Egea
20 ago 2025 10:20

Yo con mis cuarenta y cinco palos viví y disfruutė mucho de ser fan durante mi infancia y adolescencia (y más allá). Lo que mucha gente ignora es lo que pasaba en el fuero interno de los fans y subrayo “los” porque cuando yo era niño, pasaba como en la primera película: una chica y gracias. Éramos frikis, algo apestados sociales. Aquellas películas que al generarnos pasión incomprensible, nos aislaban más, paradójicamente nos regalaron un espacio para la socialización. Fue un código exclusivo durante un tiempo. En provincias como el merchandissing escaseaba, si veías a alguien con una camiseta de Vader lo más probable es que fuera fan (ya digo, chicas ni por recomendación). Pero si la camiseta era un plano detallado de un sable láser, no había fallo, era fan seguro. Ibas, elogiabas su camiseta mostrando envidia sin pudor y ya tenías un amigo al que debías sonsacar de dónde sacaba el merchan. Nos gustaba flipárnoslo y actuar como si fuéramos una logia secreta. Pero ¿Se podía parecer lo que hacíamos a un culto religioso? Yo creo que sí.

Alquilábamos y poníamos la peli solos o con amigos y en cuanto sonaban aquellos vientos y aparecían las letras en fuga, nosotros no éramos conscientes pero comenzaba la liturgia, era nuestra misa ¿Exagero? Si añado que cuando ya habías visto unas cuantas veces aquella fantasía de buenos y malos, empezabas a buscar subtexto, la cosa cambia. Le buscábamos lecturas filosóficas y políticas, entender el mundo desde aquella ficción, pero sobretodo, al ser una historia de buenos y malos, te interpelaba moralmente. Y esto no me puede negar nadie que es un elemento común con el hecho religioso. Por ejemplo, si la Alianza Rebelde son los buenos, ¿es moralmente reprobable la muerte de un millon de personas en la segunda Estrella de la Muerte? (“Perseguir a Kevin Smith: ¿fue inmoral que la Alianza de los Rebeldes destruyera la Estrella de la Muerte II”? Charles C. Camosy). También había cierta moral jipi en el hecho de que los imperiales, uniformados, no-inclusivos (todos eran humanos varones blancos y cis hetero se presupone), obedientes y adscritos por obligación al darwinismo social impuesto por Palpatine, eran los malos. Mientras que en la alianza rebelde, los buenos, había variedad de vestuario, género y especies (esto era equiparable a la raza porque los humanos eran todos blancos) con todo lo que eso conlleva. De esto se destila cierto mensaje antimilitarista que Yoda confirmaría en El Imperio Contraataca. Por tanto aquí el pacifismo sería dogma de esta religión puesto que lo practica uno de sus principales santos. Hay más: el hombre estético descrito por Kierkegaard, reflejado en Han Solo, la huida de Vader, como Aquiles, del nihilismo… puede uno encontrar muchas lecturas filosóficas en esta saga (“Star Wars y la Filosofía” de varios aurores).

Y también teníamos nuestros talibanes

Llegaron las precuelas, a la vez que una incipiente internet funcional. Y en este punto el profeta tenía pensado un difícil viaje para la feligresía (más feminizada): la iclonoclastia. Como buena religión teníamos fanáticos que no podían aceptar el nuevo camino. Ahora Yoda no era asceta por elección, si no por fracaso. Y tampoco era pacifista de siempre, porque en el pasado comandaba ejércitos; adiós al dogma. Nuestro principal santo bajado del altar. Palpatine, nuestra figura satánica, no era un señor oscuro, era un burócrata paciente. Anakin era un sociópata narcisista y peligroso. Los Jedi representan la total intromisión de un culto organizado en los asuntos de estado. La República era corrupta y carecía de representatividad real y garantías democráticas. La trilogía de precuelas venía a desmitificar y los fanáticos usaron internet para empezar su guerra de religión y los más viejos del lugar recordamos la bilis vertida y el daño que se hizo.

El tiempo hizo que viéramos como la tragedia de Anakin nos alertaba sobre que la dependencia emocional es más que peligrosa. Que la caída en desgracia de la República Galáctica tiene cosas que enseñarnos. En definitiva se trataba de abrir campo, abrir la mente.

Y ahora ¿Qué ocurre con la galaxia? Todo ha cambiado. El código secreto desapareció y vemos como se venden camisetas de C3-PO hasta en Zara. Se puede hablar más de la saga, pero a un nivel mucho más amplio y en ocasiones, exclusivamente mundano. Los fundamentos de nuestro funesto culto a esa antigua religión ya no se aplican a los evangelios apócrifos (la trilogía Disney). Quizá estos traigan una visión nueva o sólo sea mercadotecnia. Pero el antiguo fandom que mantuvo la franquicia comprando merchan, comics y novelas desde las sombras quedó fuera. Y no me quejo. Por el camino hemos aprendido y nos hemos divertido así que, estoy agradecido a la saga y al profeta.

Pero quizá sí que podamos extrañar algo que no tiene que ver con las emociones del fandom. La trama de Star Wars pasó a formar parte del imaginario colectivo y traía cosas interesantes: saber que la lucha contra la injusticia no te convierte en terrorista, que el darwinismo social es asumir el fracaso, que todo lo que no sea pacifismo es un error, que la democracia no es sólo votar… En cambio en el mundo actual crece el premio social por ser mala persona y egoísta, la lucha contra la injusticia convierte discursivamente a las víctimas en terroristas, las redes sociales y el sesgo de confirmación homogeneizan el pensamiento… Y la ficción de masas no ayuda. Por ejemplo el concepto woke que muchos quieren ver como dogmatismo de izquierdas incrustado por oscuros lobbies en Hollywood, es puritanismo intolerante que cede espacio y tiempo en pantalla para minorías pero sin pasarse, para contentar a todos y no ofender a nadie (incluyendo a los fascistas). De paso si alguien se queja de la calidad se señala a la izquierda por criticar estas maravillosas producciones súper-representativas. Es una trampa.

De modo que para un servidor SW fue una religión que murió de éxito. En cambio ahora el público ve como las ficciones mainstream, con sus excepciones, tienen bastante torcida la brújula moral y quizá un poco por eso el mundo es ya una distopía cyberpunk alejada del space opera naif de antaño.

Firma: Alberto Costa Egea

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