Opinión
Ningún genocidio es cómodo para tu campaña en redes

El exterminio de un pueblo no va a cuadrar nunca con tu calendario de publicaciones, las imágenes de cuerpos desmembrados por los bombardeos nunca van a ser tan amables como un fondo de colores con un mensaje generado por IA.
Gaza mujer pan
Doa Albaaz/Activestills Una refugiada cocina pan en su tienda de campaña, en la zona de Al-Mawasi, al este de Khan Yunis, el 13 de julio de 2025. Los palestinos que viven allí dependen del agua de mar para lavarse o pescar. El gobierno israelí sin embargo ha prohibido pescar o entrar en el agua, lo que agrava aún más la ya catastrófica situación de los refugiados.
30 jul 2025 06:00

Estos días, en redes sociales —lugar indeterminado en el que sucede todo— se ha visto una clara campaña acerca de la situación de hambruna que está padeciendo el pueblo palestino a causa del genocidio israelí. Claro está, que ninguna de estas campañas lo dice así, porque incomoda, porque no es lo suficientemente suave y blando para que no entre en conflicto con otras estrategias publicitarias en marcha.

Una de estas publicaciones dice así: “Matar de hambre es una línea roja”, porque los bombardeos diarios no lo son, la persecución y eliminación étnica no lo son, el borrado de cualquier organismo político o social internacional no lo es, como tampoco lo es el hacinamiento y reclusión de la población. Obviamente nada de eso ha sido una línea roja porque no quedaba bonito en el feed, en las stories, o en el paquete de marketing que tocase, no es lo mismo la imagen de una espalda anónima en la que se deduce cada hueso —a la que la hambruna que asola África desde hace décadas ya nos tiene acostumbrados—, que ver como un misil vuela una escuela o un ejercito profesional acribilla a población civil en una cola de ayuda humanitaria.

La hambruna ha sido el caballo de batalla elegido porque se conoce de otras ocasiones, porque son habituales, forman parte de las propias estrategias de comunicación

Me permitís que me detenga en esto último: la hambruna ha sido el caballo de batalla elegido porque se conoce de otras ocasiones, porque las campañas de lucha contra el hambre o la desnutrición infantil son habituales, forman parte de las propias estrategias de comunicación, es la posición cómoda, además, afecta a las víctimas perfectas: los niños. No se te va a tachar de radical, no se te va a criticar el posicionarte en esto, porque cómo no vas a estar en contra del hambre en la infancia.

Y, al igual que con las campañas de recogidas de alimentos en Navidad, no es suficiente. No es suficiente que ahora los periódicos mainstream y los creadores de contenido se pongan a publicar sobre la crisis alimenticia en Gaza. No lo es porque no sirve para nada si no está acompañado de una denuncia, de una crítica, y de una llamada a la acción. Porque que alguien muera de hambre no es algo que suceda de la nada, alguien ha llevado a la población hasta ese punto, en este caso, Israel es quien está matando de hambre a los gazatíes. Es Israel quien está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo palestino. No enunciar eso es estar negando la realidad, es estar adoptando una posición tibia e inútil.

Al igual que no reconocer que la violencia que está perpetrando el sionismo es responsabilidad de Occidente, porque no deja de ser una expresión más del colonialismo que lleva siglos desarrollando sobre otras regiones más desfavorecidas. Que no es una disputa por un territorio —esto igualaría a las partes—, que es un matón queriendo echar de su casa a millones de personas solo porque hace unas décadas se les regaló un pedazo de tierra.

Un genocidio nunca va a ser cómodo para una campaña en redes, pero está pasando y no podemos pasarlo por alto, negarlo o restarle la importancia que merece

Lo siento, pero el exterminio de un pueblo no va a cuadrar nunca con tu calendario de publicaciones, las imágenes de cuerpos desmembrados por los bombardeos nunca van a ser tan amables como un fondo de colores con un mensaje generado por IA. 

Con todo y con eso, aunque se hicieran campañas de comunicación realistas y posicionadas políticamente, no sería suficiente. Hay que ir más allá, hay que actuar, o, al menos, hacer un llamado a la acción realista. Por ejemplo, Miguel Adrover —diseñador español— ha rechazado recientemente colaborar con Rosalía porque “no colabora con artistas que no apoyan públicamente a Palestina”.

Un genocidio nunca va a ser cómodo para una campaña en redes, pero está pasando y no podemos pasarlo por alto, negarlo o restarle la importancia que merece. Como hoy nos posicionemos será como seamos juzgados el día de mañana: ¡Viva Palestina libre!

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