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Ocupación israelí
Gila y su teléfono van a Gaza
Arabista en la Universidad Autónoma de Madrid.
El bombardeo del hospital al-Ahli (o Baptista) de Gaza, la tarde del 18 de octubre, con un saldo provisional de 500 muertos, está dando lugar a un cruce de acusaciones entre el gobierno israelí y Hamás sobre la autoría. Los primeros dijeron de inmediato que había sido la Yihad Islámica —no se sabe muy bien por qué han elegido a esta milicia y no a aquellos que, en teoría, disponen de un arsenal más nutrido— y los segundos, el ejército israelí.
Nosotros no somos expertos militares ni tenemos idea de la trayectoria de este misil, ni la potencia ni el radio ni el alcance de la explosión de este otro y no tenemos criterios técnicos para emitir juicios sobre quién lo lanzó. Tenemos una pléyade de tertulianos y expertos de ocasión que sí saben hacerlo. Sí sabemos que el hospital se halla en la parte sur de la ciudad, junto a la medina antigua, frente a la iglesia episcopal que se integra en la misma congregación cristiana internacional que lo gestiona.
Entre el hospital y la frontera con Israel, en línea recta hacia el este, hay menos de diez kilómetros; a su espalda, la costa. La única explicación plausible que indicaría que han sido las milicias palestinas radicaría en el supuesto de que alguien lanzara los misiles desde el sur de la ciudad hacia el norte y, por un fallo técnico, hubiera caído ahí. Esto sería muy extraño, porque Hamás y compañía suelen dirigir sus ataques hacia el norte desde lugares próximos a la frontera, no desde el interior de la ciudad de Gaza, por razones obvias de proximidad.
Da la impresión que no han escarmentado tras el bulo de los 40 niños degollados. ¿Qué hacen esos dos milicianos de pega sentados en el café hablando de que si los de la Yihad han hecho o dejado de hacer?
Sólo en el caso de que lo hubiesen lanzado desde detrás del edifico podría haber caído ahí, casi a media altura. Pero las pocas imágenes de que disponemos parecen dar a indicar que el proyectil, de peso y longitud considerables, traza una especie de parábola antes del impacto. Para que esto pudiera producirse tenían que haber efectuado el lanzamiento desde el mar y no “desde el cementerio que hay detrás del hospital” como han difundido medios israelíes en una supuesta conversación telefónica entre dos de Hamás que numerosos medios occidentales, incluidos los españoles, han “comprado” sin hacerse más preguntas.
Da la impresión que no han escarmentado tras el bulo de los 40 niños degollados o las mujeres violadas en masa. ¿Qué hacen esos dos milicianos de pega sentados en el café hablando de que si los de la Yihad han hecho o dejado de hacer? ¿Cómo saben ellos lo que traman los de la organización de enfrente? Lo más llamativo es que la inteligencia israelí haya grabado precisamente esa conversación en la que uno de ellos reconoce no saber que había un cementerio allí. Vaya, qué curioso que un gazatí no sepa que en los alrededores había un camposanto, que tendría que ser muy conocido entre los combatientes palestinos porque desde allí se lanzan cohetes hacia territorio israelí.
El ejército israelí es conocido por los desmentidos inmediatos de acciones que puedan impactar negativamente en la opinión pública internacional, generando enorme confusión en torno a ellas. Miente de forma sistemática, a pesar del aura de infalibilidad mitológica que sus enfáticos seguidores tratan de cimentar en torno a él. Pero lo que está haciendo con las historias paralelas y esperpénticas alrededor de las llamadas telefónicas ha alcanzado dimensiones colosales.
El ejército israelí es conocido por los desmentidos inmediatos de acciones que puedan impactar negativamente en la opinión pública internacional, generando enorme confusión en torno a ellas
Antes de la antológica conversación de estos miembros de Hamás que no dominan muy bien la geografía de su territorio —a ver, si se llevan preparando meses, como dicen los estandartes de la verdad israelí, ¿no van a saber dónde están las lanzaderas de su zona?— los mandos castrenses en Tel Aviv nos regalaron un episodio telefónico digno del mejor Gila. Uno de los responsables del hospital bombardeado detalló esa misma noche una conversación enjundiosa con los funcionarios del ejército israelí encargados de algo tan habitual en las campañas contra Gaza como es avisar antes a sus objetivos de que en breve les cae un misil.
Por supuesto, utilizan unos criterios peculiares para realizar este tipo de llamadas; unas veces dan veinte minutos, otras media hora y en ocasiones ni llaman. Según aquel, los israelíes habían enviado un aviso extra telefónico el día anterior en forma de dos misiles, que estallaron cerca del hospital –otra pregunta: si los servicios de inteligencia israelíes han trazado tan bien las conversaciones telefónicas de los combatientes palestinos, ¿por qué no supieron antes que desde el cementerio la Yihad enviaban cohetes a Israel? No habrían tardado ni un segundo en arrasar la necrópolis—. Luego recibió otra llamada en la que le pedían que evacuara el hospital en un tiempo récord, ante lo cual el director debió de pensar que cómo se podía hacer eso con cientos de heridos de consideración y un sinfín de familias refugiadas en la explanada, los sótanos y las plantas bajas, desplazadas de bombardeos anteriores contra sus viviendas.
Pero lo más surrealista es el momento en el que, según la versión de las fuentes médicas palestinas, los oficiales encargados de estas llamadas hicieron dos antes del ataque… que no fueron atendidas por el director, que estaría haciendo otras cosas además de esperar ante el receptor telefónico avisos de este tipo. Y entonces, atacaron.
Ya no se trata pues de que el gobierno y el ejército israelíes se están mofando de los palestinos, sino también de instancias internacionales, occidentales, que sufragan y gestionan este tipo de centros
Tres días antes de este bombardeo, el hospital sufrió uno que afectó al pabellón donde están las salas de rayos x para los pacientes con cáncer. Este no lo desmintió nadie, hasta el punto de que el arzobispo de la Iglesia Anglicana Mundial, con sede en Gran Bretaña, responsable del hospital a través de la Iglesia Episcopal de Jerusalén, se puso en contacto con el gobierno de Tel Aviv para solicitar que cesaran los ataques y se invalidara la orden de evacuación dictada a los hospitales de la Franja, concentrados en su mayor parte en el área de la ciudad de Gaza.
Ya no se trata pues de que el gobierno y el ejército israelíes se están mofando de los palestinos, sino también de instancias internacionales, occidentales, que sufragan y gestionan este tipo de centros. Como el Hospital Europeo, en Jan Yunes, al sur de la Franja, financiado en parte por la Unión Europea. Los donantes europeos de este tipo de centros tampoco se creen la versión israelí, sobre todo porque saben que el ejército ha atacado con anterioridad instalaciones sanitarias en territorio palestino. En esta ocasión, el asedio a los hospitales palestinos tiene como misión forzar la huida de cientos de miles de personas hacia el sur de la Franja, para iniciar la invasión terrestre desde el norte y, de paso, forzar un éxodo masivo hacia el paso fronterizo de Rafah que obligue a los egipcios a abrir las puertas y “soportar” durante tiempo indefinido la presencia impuesta de una nueva oleada de refugiados. Una de las grandes aspiraciones del sector más radical de la clase política israelí, obcecada en intensificar la estrategia de asentamientos y expansión territorial. Y, de paso, neutralizar una de sus grandes pesadillas, a saber, el crecimiento demográfico de los palestinos en Cisjordania y Gaza.
¿Es la guerra?, preguntaba Gila en uno de sus números. Si además de teléfono, en su época hubiera tenido Gila el X (Twitter de antaño) habría dispuesto de un venero inagotable, sobre todo con el gusto que les están tomando los mandos militares israelíes a propagar infundios a través de esta plataforma y borrar los mensajes incómodos, como unos cuantos en los que se reconocían que el misil disparado contra el patio del hospital al-Ahli era suyo. Hasta este punto está degenerando el mortífero esperpento bélico de Gaza.
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No creo que alguien se sorprenda por este tipo de manipulación descarada. Pasó lo mismo con los gasoductos rusos volados por los rusos, no hace tanto de eso.