Partido Popular
El Plan Erdogan de Rajoy
La derecha está bailando no solo el mambo del que hablaron las CUP, si no la conga y la bachata. Están preocupados, eso es obvio, pero pletóricos. La ley mordaza se queda corta ante la revolución conservadora que estamos viviendo. Un plan deliberado que comparte innumerables paralelos con el desplegado por Erdogan en Turquía.

Autor de Enemigos del imperio.
La restricción de libertades, en lo que es un estado de excepción encubierto, está llegando a cotas insospechadas. El Estado se ha permitido controlar militarmente a una población pacífica, la catalana, sin protesta efectiva alguna del resto de ciudadanos, ni de sus representantes políticos (algunos de los cuales se empeñan, por el contrario, en reclamar más sangre). El artículo 116 de la Constitución que regula los estados de excepción y de emergencia ha sido implementado sin ser declarados. El artículo 155, impuesto por los militares a los “padres de la Constitución”, el artículo que controla las libertades autónomas y deja todo “atado y bien atado”, está siendo aplicado sin ser declarado. En España no se hace política, se amenaza con prisión. La Audiencia Nacional está sincronizada con las intenciones del Gobierno. Como dijo Enric Juliana, no se trata de que el Gobierno dé órdenes directas a la judicatura. Cuando hay sintonía política, esas cosas no hacen falta. Los nazis le pusieron nombre a esta cosa: principio de obediencia absoluta.
La palabra del líder es ley. Actúa siempre como el líder piensa, como si estuviese permanentemente en tu cabeza
Los magistrados no requieren, pues, de órdenes al viejo uso, ya las tienen internalizadas. En Francia por lo menos tienen la vergüenza de declarar su sexto estado de emergencia consecutivo, lo que no deja de ser pasmoso, viendo que la excepción se ha vuelto la norma. Aquí no tenemos ni esa declaración formal. España vive de los hechos consumados. Desde que el rey apareció como parte implicada se anunció un nuevo orden conservador. Ya no haría falta guardar las formas ni los procedimientos. Todo acto perpetrado por el Gobierno, por ilegal que fuese, sería validado por el Tribunal Constitucional.
Erdogan y Rajoy comparten algo más que canas y bigote
Ambos basaron sus campañas en la honestidad política y un cierto aire de conservador renovador. Cultivaron una imagen de políticos tranquilos alejados de los vicios cortesanos. Ministros tecnócratas, apertura de mercados y un cierto paternalismo de regusto apolillado. “La apariencia no es sincera”, reza el dicho popular. Y aquí se ha hecho cierto. Tras la apacible imagen de políticos inactivos, casi inánimes, se ocultaba la realidad del trabajador subterráneo. Rajoy y Erdogan han saboteado las estructuras de la democracia. Las han pervertido de tal modo que aquellos elementos configurados para servir de contrapeso a la voluntad del Ejecutivo, tales como el Tribunal Constitucional en España, se han convertido en herramientas para arrollar a los disidentes.
El mundo se echó encima de Erdogan cuando vieron cómo trataba a la oposición. Aquí nos olvidamos que hace ya más de diez años que aprobamos una ley de partidos brutal y represiva. Una ley que dejaba en manos de los jueces suspender la voluntad popular. El PSOE, presente como público, aplaudió con entusiasmo el populismo de derechas. Quien no lo hizo, calló. Ese fue el primer síntoma de lo que hoy vivimos.
Tanto Erdogan como Rajoy han ido colocando sus fichas con sumo cuidado. Rectores, magistrados, generales, comisarios
Engranajes necesarios para una revolución conservadora orquestada por el Estado. No solo comparten eso el presidente español y el turco. Ambos han usado como catalizador de su revolución conservadora una crisis que ellos mismos alimentaron. Tanto Erdogan en 2016 como Rajoy instrumentalizaron conflictos menores hasta conducirlos a estallidos políticos considerables, pero controlados. ¿Quién puede negar que el actual partido en el gobierno hubiera podido negociar con sus exsocios de gobierno? ¿Quién que Turquía, que destina ingentes cantidades a vigilar a su población, se viera sorprendida por un chapucero golpe de Estado?
El plan Erdogan de Rajoy ha superado sus dos primeras fases. La primera, el posicionamiento de sus aliados en lugares estratégicos de poder. La segunda, la consecución de un evento político que legitime la revolución conservadora (lo que algunos han llamado el 15M del PP). Se abre ahora una tercera fase, de reacomodo a la nueva situación institucional y política. ¿Quién ocupará el poder en el nuevo orden? Los principales actores políticos mueven ficha. Los barones del PSOE, viejos zorros de la política, huelen una posible gran coalición. Han acudido presurosos a apoyar sin tapujos el 155, lema centralista del nuevo orden. No esperéis grandes declaraciones a lo Bono.
El gran pacto sucede en la corte. La burguesía vasca guarda un silencio cómplice. Mientras tanto, la izquierda, aparece confundida, como si viviese un mal sueño del que no quisiese despertar. Por desgracia, y tal como sucedía en el cuento, "cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". En el camino se han dejado una oportunidad histórica para romper con el régimen del 78. Todos lo pagaremos. En la cuarta fase, el régimen buscará la legitimidad popular por la vía electoral. No se trata de una cuestión de cómo, es ya una cuestión de cuándo. No van a ser unas elecciones libres. No pueden serlo en un escenario en el que todos los grandes medios de comunicación han tomado ya partido por el Plan Erdogan de Rajoy. Pero aun así serán legales, democráticas, europeas. Nuestra izquierda tiene que darse cuenta de que no estamos viviendo una crisis de Estado. Es una revolución conservadora.
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