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El futuro de la política mexicana parece tener horizonte femenino. Por primera vez, dos mujeres compiten como grandes favoritas para lograr la presidencia del país. La exjefa de Gobierno de Ciudad de México y actual favorita en las encuestas, la oficialista Claudia Sheinbaum, y la representante del Frente Amplio, el bloque opositor que incorpora a partidos de diferentes ideologías, Xóchitl Gálvez, se presentarán el próximo 2 de julio a unos comicios que designarán la sucesión de Andrés Manuel López Obrador, uno de los presidentes mejor valorados popularmente en el país en los últimos años. En las últimas semanas también se ha sumado a la contienda Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, otro de los partidos de cierta relevancia del país, al que los sondeos previos a la campaña le colocan muy por detrás de las dos candidatas.
El posicionamiento de dos mujeres como favoritas ante los comicios supone un paso “histórico” para el país, según destaca la analista política mexicana Palmira Tapia. “Podemos recordar algunas candidatas, pero es hasta hoy, más de 50 años después de que obtuvimos el voto femenino en México [en 1953], no habíamos tenido la amplia posibilidad de que la próxima presidenta en México sea mujer”, explica.
Pese a que la campaña comienza el próximo 1 de marzo, las apariciones públicas de Sheinbaum y Gálvez se fueron multiplicando desde que consiguieron sus respectivas candidaturas
El pasado mes de septiembre, Sheinbaum logró la victoria en la encuesta para la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), un partido surgido como asociación civil que logró romper con el bipartidismo que marcó las últimas décadas del país. Solo unos días antes, Gálvez ganó las primarias del Frente Amplio por México, el bloque opositor que congrega a tres partidos, el derechista Partido de Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hundido en una serie de vaivenes ideológicos, y el progresista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Pese a que la campaña comienza el próximo 1 de marzo, las apariciones públicas de Sheinbaum y Gálvez se fueron multiplicando desde que consiguieron sus respectivas candidaturas, un hecho que ha ahondado en la ventaja sobre Álvarez Máynez, que llegó a la carrera hace solo unas semanas y de manera improvisada.
La herencia de un movimiento
La política mexicana ha estado marcada por la presencia del PRI, que gobernó de manera ininterrumpida durante 70 años (1930-2000). El surgimiento de Morena supuso una ruptura del bipartidismo que prosiguió durante los siguientes años –entre el PRI y el PAN–. En 2018, López Obrador ganó las elecciones del país, y desde entonces el respaldo popular a su proyecto ha sido notable. Con un índice de aprobación del 69%, el mandatario mexicano es el segundo presidente mejor posicionado tras el indio Narenda Modi, según una encuesta realizada por la tecnológica Morning Consult, que reúne datos de 22 países.
La victoria de la representante de Morena, Delfina Gómez, en las elecciones del territorio del Estado de México –el más poblado de la República y un feudo histórico del PRI– el pasado mes de junio supuso una muestra significativa de la estabilidad del proyecto de la “Cuarta Transformación” (una consigna que referencia a la promesa de López Obrador, que defiende acabar con los privilegios de los anteriores gobiernos).
Sheinbaum, la favorita
La popularidad del presidente y la estabilidad del proyecto de la Cuarta Transformación explican en parte la ventaja que la exjefa capitalina ha logrado frente a Gálvez. Un punto a favor que, a su vez, supone un desafío. “Suponiendo el escenario probable de que [Sheinbaum] sea la próxima presidenta, la herencia implica un enorme reto. Suceder a un liderazgo del tamaño del López Obrador es un reto por doble partida, por los desafíos que va a recibir a partir del 1 de octubre de este año, ya como cabeza de la nación; pero también por seguir liderando ese movimiento de izquierda, lograr ser el centro de unidad de la izquierda”, asegura Tapia.
Sheinbaum es licenciada en Física y es doctora en Ingeniería Energética por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en su currículum cuenta con más de 20 años de experiencia política. Fue secretaria de Medioambiente de la Ciudad de México durante la Administración de la capital de López Obrador (2000-2006), alcaldesa de la delegación de Tlalpan (2015-2017) y jefa de Gobierno de la capital (2018-2023), cargo al que renunció para ingresar en el proceso interno de Morena. Sheinbaum ha ondeado en las últimos meses la bandera de la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación en su camino hacia la presidencia. “Tiene un reto partidista, y es convertir a Morena en un partido más institucionalizado sin perder la esencia de movimiento. Suena contradictorio, pero eso explica el éxito de Morena, que se presenta así mismo como un movimiento, no tanto como partido tradicional”, explica la analista.
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Xóchitl Gálvez, ¿una candidata independiente?
La figura de Gálvez apareció a mitad de 2023 como una bombona de oxígeno para la oposición de México, que veía el acercamiento de los comicios sin un nombre que pudiera discutir el éxito de Morena. La panista acaparó la atención mediática a base de responder (y con notoriedad) a las críticas que le llegaban por parte del mandatario y de Sheinbaum. Como la exjefa de Gobierno, su presencia pública creció exponencialmente; y también lo hizo su actividad en redes sociales.
La exsenadora es ingeniera en Computación por la UNAM y cuenta con empresas dedicadas a la venta de servicios tecnológicos. Entró en política como directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2003-2006) durante el sexenio de Vicente Fox, fue alcaldesa de la delegación capitalina de Miguel Hidalgo (2015-2018) y se mantuvo en el cargo de senadora de 2018 hasta su participación en las primarias de la alianza opositora. Tapia apunta que, a diferencia de Sheinbaum, la figura de Gálvez ha estado más identificada con los partidos tradicionales como el PRI y el PAN, lo que podría traducirse en una relativa transparencia de lo que podría hacer en una hipotética presidencia: “Seguramente las políticas que implementaría [Gálvez en el caso de que fuera presidenta] pues ya las conocimos con los últimos gobiernos neoliberales”.
Mientras que Gálvez está más volcada en el discurso de la ruptura del techo de cristal, Sheinbaum apunta más a atender las causas estructurales de la desigualdad
La posición de las mujeres en los planes políticos podrían ser una de las diferencias sustanciales en las ideas de las candidatas, que durante años se desenvolvieron en la “cultura política machista” que les rodeaba. Tapia apunta a que mientras que Gálvez está más volcada en el discurso de la ruptura del techo de cristal, cuya agenda de género realza el objetivo de que las mujeres puedan ascender socialmente, alcanzando posiciones de éxito; Sheinbaum apunta más a atender las causas estructurales de la desigualdad.
Los partidos que respaldan a las candidatas –Morena y el PAN– ofrecen una muestra de las dos diferentes visiones de país que pueden concretarse tras los resultados: mientras que una de las candidatas busca la continuidad de un proyecto “de izquierdas, progresista, y que apela un cambio estructural de México”; la otra cuenta con un planteamiento quizás más cercano al de los gobiernos anteriores. “Es algo positivo de la elección. Las personas ya sabemos qué esperar de si votamos por Claudia o Xóchitl. Eso le da bastante transparencia al proceso”, resume la analista mexicana.
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Espero que el proyecto de Morena se afiance en el gobierno, pero debe de conectarse con los movimientos popular-indigenas, para hacer políticas de reforma agraria y no megaproyectos de saqueo.