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Medios de comunicación
Treinta años de ‘El Batracio Amarillo’, la revista de tebeo más denunciada de España
“No era un eslogan, sino un ‘extraño honor’, como dijo Chumy Chúmez. Fuimos la revista más querellada de España, hasta tener 30 denuncias. Lo llegamos a poner en la web y en la propia revista”, explica Javier Martín, editor y único fundador de El Batracio Amarillo aún al frente de la revista. Por sus páginas han pasado leyendas del humor gráfico español, como el mencionado Chúmez, Idigoras y Pachi, Ozeluí, Contreras o Enrique Bonet, entre muchos otros.
¿Qué es El Batracio Amarillo? Entre otras cosas, una de las revistas de humor gráfico, o de tebeos si prefiere usted el arcaísmo, más veterana de España, solo superada por El Jueves, TMEO y Monográfico. Con la diferencia de que no se edita desde Barcelona ni la sostiene en la actualidad RBA, sino que nació en Motril, 60.000 habitantes, comarca de la Costa Tropical de Granada, y la fundaron dos hermanos, Javier y Antonio, que entonces estudiaban en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Allá por octubre de 1994.
No pensaban que iban a durar tanto tiempo. Empezaron a venderlo en la ciudad nazarí con formato de fanzine, oficialmente para “ahorrar para irnos a los Sanfermines”. El primer año, tras sacar ocho números, juntaron 100.000 pesetas de entonces, algo menos de 600 euros actuales, más que suficiente para el viaje. Pero “no fuimos nunca porque lo reinvertimos en la revista… y hasta ahora”. A los hermanos los acompañaba Lola Sánchez al frente de la revista.
Aunque su motivación principal fue “el enfado porque la aprobación del gobierno de Felipe González de los primeros ‘contratos basura’ de la democracia”. En España, el último gobierno del primer PSOE aprobaba la creación de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y los primeros contratos precarios mientras en Francia los universitarios tomaban las calles contra medidas similares. “Parecía que los universitarios españoles preferíamos la farra antes que la protesta. Eso nos cabreaba mucho porque no era del todo cierto”.
Tres décadas después han hecho sátira contra González, Aznar, Zapatero, Rajoy y ahora Pedro Sánchez, han pasado de la España de resaca de la Expo 92 y los Juegos de Barcelona a la del covid19 y de la guerra de Yugoslavia a la de Ucrania. Entre medias, nombres como los citados en el primer párrafo y otros como Molero, Isacio, El Juan Pérez, Angonoa, El Bute, Furnier, Kappel, Carlos Hernández…
Uno de los momentos álgidos que recuerda Martín es el “fichaje” del mencionado José María González Castrillo, el mítico Chumy Chúmez, referente del humor negro en nuestro país. Entre otras cosas porque Hermano Lobo, la revista que fundó en 1972 tras marcharse de La Codorniz y editó en plena Transición, era uno de los referentes de El Batracio Amarillo.
Fallecido en 2003, Chumy Chúmez fue uno de los padrinos del intento, por aquel entonces, de editar la revista a nivel nacional desde Madrid, aventura que apenas duró cuatro entregas. En este tiempo sigue siendo una presencia habitual en la Universidad de Granada y en hasta 400 puntos de reparto en la provincia, sobre todo en la capital y en Motril. Su tirada se mantiene en 6.000 ejemplares, lo cual la convierte en una de las publicaciones andaluzas con mayor tirada en su sector, y sigue contando con casi 2.000 suscriptores.
“Siempre es más difícil crear algo desde la periferia que tenga cierto o alcance cierta longevidad, pero Granada posibilita que surjan este tipo de iniciativas. Por las características mismas de la ciudad y por el fragor creativo que nace de los casi 100.000 universitarios que alberga”, valora Martín. También agradece la fidelidad de vuelta “de los patrocinadores. Una legión de pequeñas y medianas empresas hacen posible que podamos vivir del humor gráfico”.
El colaborador que Javier más echa de menos no es Chumy Chúmez, sino ‘Gato’, Antonio José Martín, cofundador de la revista y su director durante su primera década de existencia. Aunque El Batracio Amarillo presuma de haber salido absuelto de la mayor parte de las querellas en su contra, sí que fue condenado en tres, por diferentes delitos de injurias y calumnias o contra el derecho al honor, pagando indemnizaciones que han ido entre los 6.000 y los 8.000 euros e incluso siendo condenado ‘Gato’ a un año de cárcel.
“Una de las consecuencias del ‘extraño honor’ que nos concedió Luis Rubiales”. El padre del exfutbolista y expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) fue alcalde de Motril por el PSOE entre 1995 y 2003, puesto que lo ponía en la diana de la sátira de El Batracio. “Nos denunció de forma sistemática durante cinco o seis años seguidos, cerca de 30 querellas nos puso”.
Tal fue el impacto de aquel toma y daca judicial que en su momento, cuando Rubiales hijo fue elegido al frente de la RFEF, a Martín lo llegó a entrevistar algún medio deportivo. “Guardo como recuerdo una caja, de las que se usan para recoger aguacates, llena de sentencias y papeles de aquellos años”, explica. “Fue una guerra desigual de la que salimos vivos porque teníamos a un buen abogado y quizás también porque Dios no pasa lista. Ya pasó. Seguimos aquí. Los políticos están de paso y los medios siempre permanecen”.
Además, Martín y compañía son unos convencidos de que “el humor negro no caduca. En España lo tenemos muy arraigado porque tuvimos a los mejores maestros como consecuencia de 40 años de dictadura”. Como a muchos profesionales del humor, les sorprende que haya chistes de los años 90 o primeros 2000, sobre guerras o corrupción, que sigan vigentes. “El humor atemporal es un talento de muchos de nuestros colaboradores, pero es triste que desde que echamos a andar hay varios temas que siempre están vigentes por la propia naturaleza humana”.
En el mundo del fanzine y el humor gráfico en Andalucía son referente, y desde los 2000 han consolidado algo al alcance de pocos: los tomos recopilatorios con “lo mejor de” para sus diferentes autores. Entre crisis, han recuperado la cadencia bimestral con la que nacieron y han ido dando el relevo a diferentes generaciones de autores.
El humor evoluciona y los gustos de algunos de los lectores más jóvenes también, “lo que realmente no cambia es la necesidad de reír y de hacer reír. La salud de una sociedad también se mide con el sentido del humor que tiene. Nos alimentamos de la risa. Desde El Batracio Amarillo nos reímos por no llorar”. Cuando le preguntamos si se ve celebrando el 50 aniversario, Martín es sincero: “Pues no lo sé, probablemente no. Pero mi intención es sostener esto hasta que el cuerpo aguante”.
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¡Enhorabuena, a por otros 30 años más!. Impresionante, gracias por la entrevista.