Machismo
Ausencia de discursos, desatención, interseccionalidad y políticas públicas

Existen ciertos puntos comunes que llevan a los hombres a no querer participar del feminismo y/o a rechazarlo. Explicamos algunos de ellos y proponemos estrategias alternativas para incorporar a los hombres a este cambio social.
24 ene 2021 06:06

Este es el segundo artículo de tres sobre la pregunta ¿qué podemos hacer para que los hombres se unan al feminismo? El primer artículo sobre esta misma cuestión se puede consultar aquíEn esta segunda parte seguiré profundizando y aportando respuestas sobre “qué podemos hacer para que los hombres se unan al feminismo”, alejándome de la explicación escueta y simple —aunque en ocasiones cierta— que considera que los hombres no se unen al feminismo porque son simplemente machistas o porque no quieren renunciar a sus privilegios.

Tras conversar con un gran número de hombres con posturas ideológicas y procedencias muy diversas, he encontrado puntos comunes que les ha llevado a no unirse al feminismo o a rechazarlo públicamente. Aquí, expondré algunos de estos puntos y propondré varias estrategias y medidas que podemos utilizar y que deberíamos tener en cuenta si queremos que los hombres se interesen por el feminismo, participen en él y/o lo apoyen.

Pero antes de comenzar a leer sobre este tema, recuerdo que para entender bien todo lo que voy a comentar es necesario que nos situemos en la piel y en los ojos de los hombres —especialmente de los más novatos en feminismo—. Eso nos ayudará a comprender realmente por qué la gran mayoría de estos no están comprometidos con este movimiento y sus valores.

Los propios discursos sobre masculinidades aún se encuentran en una fase muy incipiente, de modo que no existen unas ideas totalmente firmes y claras al respecto

1. No hay un discurso firme sobre hombres y feminismo

Lo cierto es que aún no hay un discurso firme que diga cuál ha de ser el papel de los hombres en el feminismo. Algunas personas piensan que los hombres solamente han de apoyar al feminismo, pero sin intervenir ni unirse a él; otras consideran que han de participar activamente, pero únicamente respaldando a las mujeres; y otras defiende que los hombres han de ser sujetos y agentes del feminismo.

Detrás de estos debates existe un esfuerzo por definir objetivos para los hombres, pero también hay una enorme disputa por el discurso y por los símbolos, como la que estamos viendo en la actualidad entre feministas radicales y transfeministas. Los hombres y sus ideas sobre las “nuevas masculinidades” reabren el debate sobre los sujetos del feminismo y desplazan la visión de un feminismo únicamente por y para mujeres.

Personalmente, considero que los varones debemos ser sujetos y agentes feministas a través del trabajo de nuestras masculinidades y del apoyo a las mujeres. Sin embargo, los propios discursos sobre masculinidades aún se encuentran en una fase muy incipiente, de modo que no existen unas ideas totalmente firmes y claras al respecto. Dentro del actual discurso sobre masculinidades he apreciado tres claras tendencias: el feminismo como sacrificio, el feminismo por y para las mujeres y el feminismo como deconstrucción. Por supuesto, no son tres categorías rígidas y hay hombres que tienen un discurso relativamente equilibrado entre estas tres formas. El conflicto surge cuando únicamente se opta por una de ellas.

El feminismo como sacrificio es aquella idea que hace un especial hincapié en la necesidad de que los hombres renuncien a sus privilegios y al poder, es decir, los hombres se han de sacrificar en favor de la igualdad. El problema de este planteamiento es que ignora los beneficios que tiene el feminismo en los hombres, como una mejor salud física y mental, una vida más saludable, mejores relaciones de pareja, una mayor satisfacción personal al contribuir a un mundo más justo, la ausencia de la presión constante por competir y demostrar, una menor inseguridad personal, una reducción de las conductas de riesgo masculinas, menores tasas de ingreso en prisión, eliminación de la violencia y la discriminación…

El feminismo por y para las mujeres, por su parte, es el discurso que últimamente está causando más polémica en los debates. Este grupo considera que centrar los esfuerzos de los varones en deconstruirse o en revisar sus propios problemas es una forma de “mirarse el ombligo”. Argumentan que si no destinamos la mayor parte de nuestra atención a los problemas de las mujeres y a políticas dirigidas a ellas, lo que estamos haciendo es perder de vista el problema real y quiénes lo causan. Sin embargo, aquí estamos volviendo nuevamente al discurso construido en torno a las mujeres, perdiendo de vista que los hombres son potenciales agentes de cambio desde sus masculinidades e ignorando la importancia de que auto-revisen sus comportamientos, sus opiniones, sus valores y sus prejuicios. En realidad, este planteamiento ni siquiera es un discurso sobre masculinidades, pero lo he incluido porque se está vendiendo como tal y porque es demasiado frecuente en los debates.

El tercero de los discursos, el feminismo como deconstrucción, podría ser la perspectiva más acertada de las tres. Como ya he dicho, si los hombres no llevan a cabo sus propios procesos de comprensión de sus problemas y contracciones, difícilmente podrán cambiar. Una vez que asumamos nuestra responsabilidad como individuos y nos conozcamos a nosotros mismos, podremos realmente contribuir a cambios reales de forma coherente. Además, si hasta la fecha los dos primeros planteamientos —el del hombre que se sacrifica y se fustiga, y el del hombre que solamente respalda el feminismo a una distancia prudencial— han sido los más extendidos y no han conseguido grandes cambios en los varones, tal vez sea el momento de abordar este tema desde una perspectiva diferente, sino seguiremos tropezando todo el tiempo con las misma piedra.

Por lo tanto, yo apuesto en este debate por este último planteamiento, ya que supone convertir a los hombres en sujetos y agentes feministas, derribando ese muro que separa a los varones del feminismo y que los convierte en invasores o personas totalmente ajenas a él. Para ello, los hombres feministas han de elaborar sus propios planteamientos, bebiendo de todas las aportaciones intelectuales y experiencias de nuestras compañeras, pero evitando copiar o replicar sus discursos. Del mismo modo, los hombres debemos de crear una agenda política feminista propia, que no esté definida o supeditada a la de las mujeres.

Si no trabajamos con perspectiva de género con varones y no damos respuestas también a sus problemas, los progresos seguirán siendo pocos y lentos

2. Si los y las feministas no prestan atención a los problemas de la masculinidad, ya lo harán otras personas

Datos sobre suicidios, condenas a prisión, alcoholismo, accidentes de tráfico, fracaso escolar, personas sin hogar… se han convertido en un fuerte argumento frente a los planteamientos feministas.

Es demasiado habitual encontrar debates donde los/as feministas hablan de los datos sobre violaciones y los hombres responden con los datos sobre las víctimas de homicidio, los/as feministas hablan de los datos de depresión y los hombres responden con las tasas de suicido, las mujeres hablan de desigualdad salarial y los hombres responden con el porcentaje de varones sin techo, y así una competición sin fin.

El feminismo no puede ser una competición de quién es más víctima. Todos los problemas han de ser abordados. Así que, si existen una serie de fenómenos que afectan desproporcionadamente a los varones, debido en gran parte a las consecuencias de la masculinidad, se han de hacer políticas para evitar este mal sin peros que valgan.

Desde el feminismo, tanto hombres como mujeres, no han prestado suficiente atención a los males particulares del género masculino, así que otros grupos se han encargado de convertirlos en un escudo frente al feminismo.

En España está siendo Vox el partido político que está poniendo sobre la mesa muchos de estos problemas. Así, nos guste o no, Vox tiene uno de los discursos sobre masculinidades más potentes de este país, consiguiendo hacerse hueco entre las masculinidades tradicionales, las híbridas y algunos tipos de nuevas masculinidades. Para comprobar esta afirmación solo tenemos que ver los datos de voto de este partido, cuyos votantes son mayoritariamente hombres.

Pensar que los varones que votan a Vox en particular o a las derechas en general lo único que buscan es conservar sus privilegios o que simplemente son machistas, queda increíblemente lejos de la complejidad de este asunto y supone culpar a los demás de fallos que pueden ser propios.

Vox ha conseguido que, por un lado, los hombres vean que son víctimas del mundo en el que vivimos y, por otro, que se den cuenta de que muchos de los problemas que les afectan han sido desatendidos.

Este fenómeno no es exclusivo únicamente de España, en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica se están viviendo procesos similares.

El ojo del feminismo y sus objetivos tradicionales no ha estado situado en los hombres, lo cual es razonable, pero hoy día numerosas agencias internacionales han puesto de manifiesto que los avances en igualdad están siendo muy lentos debido a que las mujeres están cambiado, pero los hombres no. Por ello, si no trabajamos con perspectiva de género con varones y no damos respuestas también a sus problemas, los progresos seguirán siendo pocos y lentos.

La interseccionalidad no puede ser únicamente una cosa de mujeres, ya que todos los hombres no se encuentran atravesados por situaciones similares

3. La interseccionalidad en hombres y los privilegios

El establecimiento dual de la figura de la víctima (mujer) y el victimario (hombre) ha creado la falsa imagen de que todos los hombres son privilegiados y ostentan el poder y que todas las mujeres se encuentran desposeídas y oprimidas.

La interseccionalidad no puede ser únicamente una cosa de mujeres, ya que todos los hombres no se encuentran atravesados por situaciones similares.

Así pues, podríamos intentar responder a algunas preguntas: ¿un hombre discapacitado es más o menos privilegiado que una mujer capacitada?, ¿un hombre gay negro es más o menos privilegiado que una mujer heterosexual nacional?, ¿un hombre de clase baja es más o menos privilegiado que una mujer de clase alta?, ¿un hombre trans es más o menos privilegiado que una mujer indígena?, ¿un hombre inmigrante discapacitado es más o menos privilegiado que una mujer blanca prostituta?, etc.

Lo cierto es que no existe una respuesta correcta a estas preguntas. Podemos estar de acuerdo en que existe un sistema que oprime y discrimina por sexo, género, orientación sexual, clase social, raza y/o nacionalidad, pero no podemos afirmar que absolutamente todos los hombres sean privilegiados u ostenten el poder. He de recordar una vez más que no estamos en una competición por ver quién es la persona más oprimida o la que más sufre.

Este es uno de los motivos por el que muchos hombres del colectivo LGTBI+ no se sienten cómodos dentro del feminismo, ya que una vez que se te coloca la etiqueta de varón, automáticamente se te coloca también la de privilegiado, ignorando todo lo demás. El discurso dual privilegiado/subalterna presenta este enorme problema.

Ahora bien, incluso si nos centramos en el famoso BBVAh de Amaia Pérez Orozco, es decir, en el Burgués Blanco Varón Adulto heterosexual, reclamarle que renuncie a sus privilegios y al poder es un gran problema, ya que para renunciar a los privilegios y al poder, en primer lugar, uno se ha de sentir y/o saberse privilegiado y poderoso. Sin embargo, la mayoría de las personas no se sienten privilegiadas o poderosas, porque cargan con sus propias historias que les impiden sentirse como tal. Así, cada vez que se dice que “los hombres no quieren renunciar a sus privilegios”, somos transportados a la errónea imagen de que un grupo de señoros maquinando para que el mundo y las mujeres estén a sus pies.

Por ello, lanzar consignas en torno a los privilegios puede ser realmente ineficaz e improductivo. Se requiere de mucha pedagogía y mucho tiempo antes de colocarle a una persona la etiqueta de privilegiado y que ésta la acepte.

En cualquier caso, el discurso del privilegio cada vez tiene menos fuerza porque se está vaciando de contenido, es decir, es la palabra estrella que se utiliza en todo debate, pero que nunca es explicada y nunca lleva incluidas propuestas sobre como renunciar a los privilegios. Si todo es privilegio, nada es privilegio.

Aunque esta consigna y este mantra feminista sean muy populares, la realidad es que prácticamente la totalidad de esos hombres “privilegiados” o “poderosos” no se sienten como tal y, por tanto, no pueden renunciar a algo que no saben que tienen, además de que, como ya he dicho, ser hombre no es sinónimo de ser necesariamente privilegiado y poderoso.

Las políticas públicas de igualdad han ido dirigidas hacia las mujeres, visibilizando la desigualdad social y empoderándolas, pero no se han intentado corregir las causas estructurales que nos llevan a los hombres a comportarnos de forma tóxica o violenta

4. No hay apenas políticas públicas de género para hombres

En 1995 en Beijing, en la World Conference on Women se alertó de que los avances en igualdad de género estaban siendo lentos y muy limitados debido a que, si bien las mujeres estaban cambiando, los hombres no. Posteriormente instituciones internacionales como Naciones Unidas o la Organización Internacional del Trabajo han apoyado también esta afirmación y han propuesto medidas para avanzar en la igualdad desde la construcción de masculinidades disidentes.

En España el Pacto de Estado contra la Violencia no habla tan siquiera de masculinidades y hasta 2020 no se aprobó por primera vez una línea de trabajo con hombres desde el Ministerio de Igualdad. Es cierto que algunas localidades, provincias e instituciones habían anunciado con anterioridad algunas tímidas medidas, pero pocas políticas realmente valientes se han llevado acabo hasta la fecha.

Las políticas públicas de igualdad han ido dirigidas hacia las mujeres, visibilizando la desigualdad social y empoderándolas, pero no se han intentado corregir las causas estructurales que nos llevan a los hombres a comportarnos de forma tóxica o violenta. Así, resulta imposible revertir el machismo.

Hay que tener cuidado también con muchas de las medidas que se están proponiendo porque están siendo calificadas como políticas de masculinidades las mismas políticas que se llevan aplicando durante años y que, en realidad, no trabajan la masculinidad. Aquí reaparece el debate sobre si entender el enfoque de las masculinidades como sacrifico, como un movimiento por y para mujeres, o si ponemos el foco en la deconstrucción masculina. Como he planteado anteriormente (link de ¿Qué podemos hacer para que los hombres se unan al feminismo? (II)), seguir con los dos primeros enfoques es seguir haciendo lo mismo esperando resultados distintos, luego no podemos esperar que solucionen nada.

Algunos ejemplos de las políticas de masculinidades que he escuchado son: establecer cuotas en el ámbito laboral, realizar inspecciones para comprobar si se cumple con la igualdad salarial, revalorizar la maternidad y los cuidados, aumentar la publicidad dirigida a mujeres para implicarlas en las carreras de ciencias, multar a los hombres que consuman prostitución, restringir el acceso a la pornografía… Claramente, no son políticas de masculinidades.

En el sector educativo también están apareciendo problemas en torno a esta cuestión. La educación tiene un potencial enorme para cambiar las relaciones actuales, sin embargo, hasta la fecha, los resultados están siendo pequeños y lentos. Las enseñanzas sobre feminismo en los colegios cuentan con pocos recursos, se realizan una vez al año en una clase que suele durar de una a cuatro horas, no cuentan para evaluación y no son obligatorias en todos los centros. Todo esto ha provocado que en estos cursos se den unas nociones básicas sobre feminismo que normalmente giran en torno a la empatía hacia las mujeres, los datos de violencia de género y corregir algunos comportamientos machistas muy evidentes. Por supuesto, nada de masculinidades. Difícilmente vamos a conseguir resultados distintos si no trabajamos más a fondo la igualdad en los colegios y realizamos una y otra vez los mismos talleres que ya se han mostrado poco efectivos.

Finalmente, quiero mencionar que es muy importante que los hombres dejemos de pedir perdón por reclamar políticas de igualdad. Si estamos de acuerdo en que las masculinidades hegemónicas y tradicionales son problemáticas, si estamos de acuerdo en que son necesarios nuevos hombres para un nuevo mundo, si estamos de acuerdo en que el machismo es un problema, si estamos de acuerdo en que los accidentes de tráfico, los suicidios, la violencia, la alcoholemia, etc. son males sociales, ¿por qué tenemos tanto miedo los hombres feministas a pedir políticas públicas feministas para nosotros?

No es necesario acompañar todo el tiempo nuestras demandas de políticas públicas de “pero esto no ha de suponer un merma en los recursos destinos a las mujeres”. ¡Claro que no se han de reducir los recursos de igualdad dirigidos a las mujeres! Del mismo modo que no queremos quitar recursos a otras partidas públicas como puede ser dependencia, salud, educación, inmigración… No queremos quitarle recursos económicos a nadie ni estamos minimizando los problemas ni las necesidades de nadie. Queremos recursos para abordar problemas que se materializan en los hombres pero que afectan a toda la sociedad. Eso es justificación suficiente para que el sector público le preste atención. No hay que pedir perdón por ello ni pedir permiso para nuestras reivindicaciones.

Archivado en: Feminismos Machismo
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Demoler, verbo transitivo: deshacer, derribar, arruinar... Y eso intentamos: deshacer las viejas masculinidades y poner en duda las nuevas, derribar a los hombres de siempre y arruinar los planes del patriarcado desde la reflexión sobre quiénes somos y cómo renunciamos a nuestros privilegios.
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#89817
12/5/2021 13:38

Me ha gustado mucho tu reflexión. Gracias por escribir y muchísimo ánimo.

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#85914
28/3/2021 21:44

Buena reflexión. En España hay una asociación que trabaja este tema, AHIGE.

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#82454
13/2/2021 0:37

Por favor, que se ahorre la tercera parte porque hace más mal que bien a las nuevas masculinidades

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#81230
28/1/2021 9:22

¿Cómo incorporar a los hombres al feminismo?. Pues Intentandome no confundirme ni manipularme sobre el feminismo, sobre el machismo, sobre las supuestas “nuevas masculinidades” , sobre los estudios recientes sobre masculinidades, sobre los grupos de hombres que se cuestionan el machismo y trabajan por la igualdad. Decir que VOX tiene el discurso mas potente..sin definir que es potente pero se entiende como que engancha mas, es decir que llega más, y a la vez en el mismo epígrafe vincularlo, de forma perversa, a responsabilizar al feminismo de la exclusión de los hombres porque nos les ha prestado atención, en lugar de indicar que VOX y todos los que le dan altavoz “nos manipulan a los hombres” para que consideremos al feminismo, a las mujeres feministas como enemigas y que nos excluyen…inventándose términos como feminazi,…el hacer este giro perverso en el argumento poniendo la responsabilidad (y la culpa) en el feminismo, (una vez mas un hombre culpando a las mujeres e indicando lo que tienen que hacer bien)….es un claro ejemplo (de los varios de este artículo y del primero) de uso perverso de la comunicación que hace el autor en sus dos artículos. A parte de un estilo que nos victimiza a los hombres y de cierta superioridad moral del autor al decirnos constantemente lo que debemos hacer y decírselo al feminismo ( a las mujeres)..todo caractaristicas muy propias del machismo que tenemos bien interiorizado las personas y los hombres en particular, …aparte de todo ello…sabemos que los estudios sobre violencia machista, sobre las características de los maltratados, es el uso de la perversión en el lenguaje. La perversión es un mecanismo psicológico-social muy usado por el machismo en su uso de la violencia hacia las mujeres, los hombres maltratadores usan este mecanismo cuando tienden a manipular, para hacer creer a la víctima que es suya la culpa…Ya hice un comentario al articulo anterior que poco favor nos haces a los hombres que nos hemos sumado al feminismo y a cuestionarnos nuestro machismo adquirido con este y el anterior artículo…y aún te falta otro… Y encima te tendremos que dar las gracias porque como hombre “iluminado” nos hables del camino a seguir indicándonos desde esta tribuna privilegiada que ta ha dado Saltodiario la manera de cómo hacer para incorporarnos los hombres al feminismo. Pues lo que me queda claro de todo y he aprendido de tus artículos es a NO MANIPULAR lo primero, ni USAR estilos perversos en la comunicación, y a aplicar un poco de ética y honestidad y humildad, de esa de la que no muestras en ninguno de los dos artículos sobre este tema que tratas. Aprende más de las mujeres es lo que nos falta a los hombres para asumir desde que lugar y posición privilegiada de la que nos autootorgamos hablar y la manera como lo hacemos…Leer tus dos artículos me ha hecho sentir mal, enfadado, cabreado, me ha violentado, desilusionado…compañero, flaco favor nos haces y sobretodo al movimiento y la red de hombres por la igualdad con estos artículos tan perversos y manipuladores. Y saltodiario su responsabilidad también está ahí en darte ese privilegio para confundirme y violentarme. PD haber si nos encontramos en algún momento en la vida y poder compartirte estos sentires que me has provocado con tus escritos porque no sé si me van a publicar este comentario…

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#81099
26/1/2021 20:54

Bueno, pues a falta del tercer capítulo, podemos intuir, a modo de hipótesis, que nos ha nacido un nuevo Padre. Deconstruido, faltaría más.

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#81053
26/1/2021 13:55

Enhorabuena por los dos artículos. Muy interesantes y potenciadores de la reflexión necesaria, en el plural, diverso, contradictorio, incluyente y/o excluyente movimiento feminista que tenemos.
Coincido en que Vox es quien se está abriendo un hueco en el discurso de las masculinidades. No deja ser paradójico que sea un partido de extrema derecha, el único que plantee cuestiones críticas, a ideas y comportamientos del feminismo institucional, que se oponga al discurso simplista de que sólo existe una única causa que provoca la violencia de género, destape el negocio que representa y plantee la victimization del hombre o la desatención de problemas que les afectan.. Hubiese preferido que corrientes feministas más progresistas e incluyentes fuesen las que profundizará y visibilizaran estas cuestiones, que parece son intocables en el marco teórico y social. Coincido en que nosotras mujeres y vosotros hombres, podamos crear ese nosotras/os, caminando a la vez , desde la reflexión y la profundización de los cuestionamientos de nuestra diversidad feminista y vuestra diversidad en la masculinidad, logrando realmente un feminismo incluyente

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#80971
25/1/2021 17:32

Nunca pensé que leería unos artículos como estos en un periódico progresista. Bravo Salto

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#81030
26/1/2021 9:33

Si miras los periódicos de derechas es todo críticas al feminismo y un machismo galopante. Y si miras los progresistas es todo flores al feminismo. Es de agradecer esta autocritica desde dentro del propio feminismo y sobre todo sacarle los colores al feminismo hegemónico

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#80964
25/1/2021 17:14

Hablar de personas y ya. El otro dia una persona me empujo en el metro, la semana pasada una persona me aviso que me dejaba la mochila en el banco. Asi ni se si es trans, amarilla, alta, gorda, mujer o lo que sea. Con saber que fue una persona me es suficiente

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zosimoyubero
26/1/2021 14:14

Vale, pongamos un ejemplo. Imagina este titular: Una persona mata a otras tres personas. Ahora va la información: Un hombre mata a su pareja y a sus dos hijos de 3 y 6 años. Creo que si hablamos de personas estamos invisibilizando una realidad social violenta (que los hombres matan a las mujeres) y su explicación sociológica (el machismo que nos construye a los hombres como violentos y a las mujeres como objetos que poseer, usar, romper...).
Y me encantaría hablar de personas, pero hace falta llegar a la igualdad, ¿no?

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#80887
25/1/2021 4:45

A quienes no se quieren unir a la 'democracia' simplemente se les combate y se les aisla para que sean lo menos dañinos posible para la sociedad.

A quienes no se quieren unir al 'feminismo' (da igual que sean hombres o no) simplemente se les combate y se les aisla para que sean lo menos dañinos posible para la sociedad.

A ver si nos vamos enterando que el feminismo no consiste en educar a los hombres machistas sino en combatirlos y aislarlos, porque entonces esto viene a decir que el problema es que no sabemos educarles cuando el problema son solamente ellos.

Repito: los hombres machistas no son objeto de educación de ningún feminismo, sino exclusivamente de aislamiento y combate.

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#80927
25/1/2021 12:59

Suerte con ello, ya verás que bien nos va siguiendo esa mentalidad castigadora. Si no piensas lo que yo, ostracismo. Genial. Yo me considero feminista pero no comparto tu postura, que haces me aíslas también o cómo?

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#80925
25/1/2021 12:39

Tú tienes pinta de ser de esos que creen que la democracia es lo que piensan ellos y lo demás hay que combatirlo. ¿Te suena esa idea a algo? Es una palabra que gente así lanza a los diferentes.

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#80916
25/1/2021 11:34

La democracia es una construcción de los seres humanos que en su día excluía a las personas negras, a las indígenas, a las pobres y a las mujeres. Decir que hay que combatir a quien no se quiera unir a la democracia es muy cuestionable, porque en nombre de la democracia se han cometido auténticas atrocidades.

Decir que la democracia está para aislar y combatir es la definición más antidemocrática que he leído de democracia. Queramos o no, la democracia representa pluralidad.

Y estoy también muy en desacuerdo en que "el feminismo no consiste en educar a los hombres machistas sino en combatirlos y aislarlos". Vivimos en una sociedad patriarcal en la que hemos nacido tanto las mujeres como los hombres, ¿aislamos a todo el mundo? Hasta donde yo se la gente no nace siendo feminista. Ni tan siquiera las mujeres nacemos siendo feministas

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zosimoyubero
26/1/2021 14:29

Estoy de acuerdo en la necesidad de combatir a los hombres machistas.
Hay una parte en el cómo, la de la "reinserción", que se podría discutir. O sea, si el hombre es machista, ¿puede reinsertarse? En caso afirmativo, creo que merece la pena el esfuerzo de reinserción. Para ello tiene que haber primero un reconocimiento del machismo y una aceptación de ser machista. Y luego por supuesto capacidad de callarse y escuchar (y esto último a los hombres nos cuesta mucho).
Por otro lado, ya conectado al artículo, no creo que los hombres tengamos que redefinir el feminismo, creo que tenemos que callarnos y escuchar. Al menos durante un tiempo. Cuando pase ese tiempo, nos deberíamos callar aún un poco más, porque seguro que no es tiempo suficiente. Luego, ya, si eso, añadir propuestas. Pero como somos unos prisas, ya queremos ir a la tercera fase. Creo que ese es el motivo por el que no me convence el artículo, falta en el enfoque un poco de escucha o está dirigida a otro lado, no creo que sea el momento de escuchar a otros hombres "no feministas", si nos creemos ya "feministas" sin haber escuchado, comprendido e incorporado el feminismo.

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#80868
25/1/2021 0:36

He seguido los dos artículos y siguen pareciéndome muy interesantes las aportaciones y la apertura/reflexión que se plantea hacia feminismo y su relación con la participación de los hombres en él. Gracias por compartir. Estaré a la espera de la tercer entrega.

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#80845
24/1/2021 18:51

No estoy muy seguro de los hombres solo se estén situando en torno a esas tres formas de discurso de masculinidades, pero en general muy buen artículo

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