Palestina
Soberanía alimentaria y resistencia frente al genocidio: la lucha de los campesinos en Palestina

Una delegación de agricultores europeos en representación de La Vía Campesina visitó Cisjordania en diciembre de 2024 para comprobar las consecuencias de la ocupación israelí del territorio palestino.
Pastor beduino Cisjordania.
Pastor beduino en Cisjordania.

Es militante de EHNE- Biazkaia /La Vía Campesina.

22 ene 2025 08:20

Abdullah, junto a algunos de sus vecinos, nos ofrecen café en el viejo local de la municipalidad de Qusra, en la región de Nablus. Los carteles con varios de sus vecinos asesinados impunemente por el ejército israelí mientras defendían sus tierras decoran las paredes. Los hijos de algunos de ellos también nos acompañan. Tras la presentación nos llevan de paseo para mostrarnos el gran montículo de tierra con el que los colonos han cortado la vía de acceso a sus tierras. Hace meses que no puede acceder a la tierra que han trabajado durante generaciones: un olivar ahora presidido por una gran bandera de Israel. La campaña anterior fue un desastre, pero este año han conseguido recoger parte de la aceituna gracias a la presencia de voluntarios internacionales que, a veces, consiguen detener las violentas agresiones de los colonos que habitan el asentamiento colindante. Cuando nos acercamos a la nueva valla de control que corta la comunicación del pueblo con el resto de la región y deja aisladas algunas casas, nos acompañan felices algunos de los niños del pueblo, expectantes con tan extraña vista. Solo pasan unos minutos hasta que soldados israelíes armados hasta los dientes aparecen junto a nosotros y nos mandan evacuar la zona. Obedecemos dejando atrás a los niños, ahora entretenidos en sus juegos frente unas hileras de olivos centenarios cortados a mitad del tronco por un ataque colono anterior.

Jasser ha reunido a algunos de sus vecinos del poblado beduino de Faresyeh para darnos la bienvenida en un modesto techado con alfombras. Hace décadas que los beduinos en Palestina estabilizaron sus cabañas, dada la imposibilidad de mantener su cultura trashumante frente a los obstáculos impuestos por la ocupación israelí. Por el camino hemos visto varios poblados similares recientemente derruidos por el ejército. La noche anterior sufrieron el ataque de un grupo de colonos que han levantado un nuevo asentamiento a escasos metros del poblado, tras el 7 de octubre de 2023. Se reconocen con facilidad las construcciones modernas y la torre de vigilancia que ocupa un soldado armado. Las ovejas están estabuladas, hace meses que no pueden salir por los ataques constantes de sus nuevos y agresivos vecinos ilegales. La imposibilidad de pastorear el rebaño, la inseguridad, el gasto excesivo en piensos que antes no necesitaban, las restricciones de agua y la dificultad de comercializar su leche por los nuevos check points impuestos ponen en riesgo la continuidad de su actividad ancestral. Una anciana con la kufiya sobre la cabeza no parece muy contenta con nuestra visita, es probable que la osadía de invitar a testigos extranjeros sea castigada esta noche, cuando ya hayamos abandonado el poblado, con un nuevo ataque o la destrucción de alguna de las precarias infraestructuras o sus propias viviendas. Si esto ocurre no podrán pedir ayuda a nadie: los caminos están cortados o férreamente controlados por el ejército israelí y la policía de la autoridad palestina hace tiempo que mira para otro lado ante estos sucesos.

Ibrahim nos recibe en el bullicioso patio del colegio de la comunidad agraria de Letwen, en la zona sur de Cisjordania. Niños de todas las edades se acercan para saludar, orgullosos, a los extranjeros

Samir, como tantos conocidos durante estos días, ha pasado media vida en prisión. Nos acompaña a la azotea de un edifico comunitario en el campo de refugiados de Idaa, en Belén. Se agradece el tibio sol que nos calienta este frío día de invierno y poder alargar la vista más allá de los escasos metros que permiten las estrechas callejuelas de abajo y la imponente presencia (once metros de altura) del muro del apartheid que lo rodea. En la misma azotea nos sorprende la presencia de un invernadero. Hay otros en el vecindario. En su interior crecen brócolis, acelgas y lechugas sobre uno de los espacios más densamente poblados del planeta. Un pequeño oasis que ofrece a sus habitantes no solo verdura fresca sino también una ventana de vida sobre ese mar de hormigón. Mientras admiramos este ejercicio de resistencia, un soldado nos apunta con su arma desde una de sus siniestras torres de vigilancia, desde la que no hace mucho, asesinaron a un niño mientras jugaba en la calle.

Cisjordania Via Campesina - 3
Pintadas contra la ocupación israelí en un muro. Cisjordania Vía Campesina.


Ibrahim nos recibe en el bullicioso patio del colegio de la comunidad agraria de Letwen, en la zona sur de Cisjordania. Niños de todas las edades se acercan para saludar, orgullosos, a los extranjeros. Muchos de ellos, al igual que sus familias cuando van a trabajar a los campos, han sido atacados con piedras en el camino que va de su casa a la escuela. Mientras disfrutamos, un poco avergonzados, de la expectación que nuestra vista suscita, sobrevuelan nuestras cabezas aviones de guerra en dirección oeste. Nadie parece oírlos salvo nosotros. Desde un alto que no haya sido ocupado por nuevos asentamientos en los últimos meses, los días claros se llega a ver el mar. Poca gente del pueblo llegó nunca a su orilla… Tales días también se podría divisar Gaza, a apenas 30 kilómetros.

Mientras disfrutamos del atardecer y la conversación junto al eterno café de cualquier visita en Palestina, nos sobresaltan fuertes explosiones hacia el norte que hacen temblar el suelo

Omar y Mahmud son miembros de una cooperativa de ocho jóvenes en Safah a los que podríamos encontrar emprendiendo una experiencia agroecológica y autogestionaria en los alrededores de cualquier capital europea. Su discurso es claro y entusiasta: quieren recuperar la actividad agraria tradicional, aprovechar tierras en desuso, escapar de los precios de mercado y poner en marcha una iniciativa de autoempleo que les saque de la precariedad laboral de forma digna y en colectivo. Pero su realidad está marcada por las circunstancias locales: pueden ser atacados en cualquier momento mientras trabajan en sus tierras cerca del muro, el agua que ocupa su subsuelo está en manos de Israel, quien la raciona y la vende a altos precios, tienen dificultad de acceso a los mercados por las imposiciones a la movilidad y todas las noches hay incursiones del ejército en su pueblo. Mientras disfrutamos del atardecer y la conversación junto al eterno café de cualquier visita en Palestina, nos sobresaltan fuertes explosiones hacia el norte que hacen temblar el suelo. Discuten en árabe cuál será su procedencia, sacan los móviles para comprobar sus pesquisas… La conversación sigue como si no hubiera pasado nada.

Jammal nos ofrece la acogedora terraza de su casa para comer junto a sus compañeros de la cooperativa agraria de Jiflek, en la región del Jordán. El paraje es idílico: un oasis de exuberantes datileras y un vergel en plena producción de hortalizas entre colinas desérticas bajo el sol. Pero desde el octubre anterior solo sus abejas cruzan insumisas el cercado eléctrico que, a pocos metros de donde estamos, impide el acceso a las nuevas tierras confiscadas por los colonos del asentamiento en crecimiento que vigila amenazante sobre una de esas colinas. Al otro lado de la valla, ordenados retoños de mangos para la exportación pueblan ahora el que fue el fértil suelo de su familia desde tiempos inmemoriales.

Tendiendo puentes
Tendiendo Puentes | Feminismo campesino y popular
Tendiendo Puentes es un ciclo de podcast y audiovisuales impulsado por MKE con el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo


Ibrahim y Mohamed son dos hermanos ganaderos de Bardala. Nos invitan a sentarnos en un alto bajo la sombra de un olivo desde la que se disfruta de una privilegiada vista del Valle del Jordán. Esta tierra es un regalo de la naturaleza y quizá por eso cuenta con algunas de las ciudades más antiguas del mundo y fue cuna de la agricultura hace más de 12.000 años. Un auténtico granero y principal zona hortofrutícola palestina, con la que se podría alimentar a toda su población si no fuera por los efectos de la ocupación. Israel es consciente de esta riqueza y desde hace un año ha endurecido las condiciones de la ocupación para su expolio definitivo. Ya ocupan más del 80% de la tierra agrícola del valle a base de facilitar los asentamientos por medio de ayudas económicas, nuevas infraestructuras agrícolas y apoyo militar a los colonos. Desde aquí ya sale gran parte de la producción que hace de este estado ilegal una potencia agrícola. Muchos han encontrado sus dátiles u otras frutas en las mesas europeas estas navidades.

Los hermanos nos señalan, frente a la callada presencia de alguno de sus jóvenes hijos, la carretera que hace unos meses empezaron a construir unas excavadoras israelíes sin previo aviso. Este nuevo camino unirá dos de los nuevos asentamientos de colonos que circundan la población, pasa a pocos metros de su establo, y les aísla de las tierras que usaban para su pasto y de los pozos tradicionales que usaron durante generaciones para dar de beber a sus animales. La pregunta sale de nuestra garganta casi de forma espontánea: ¿qué futuro pueden ofrecer a sus hijos? La respuesta es también visceral y directa: resistencia.

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Dos jóvenes explican las condiciones de su invernadero en Cisjordania. Cisjordania Vía Campesina.


La Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas (
UAWC) anfitriona de nuestro viaje, es considerada, igual que casi todas las organizaciones civiles palestinas actualmente, como organización terrorista por el estado ocupante. Su delito: organizar colectivamente a los agricultores, promocionar la instalación de infraestructura agrícola, asesorar y formar al sector, mantener y ofrecer variedades tradicionales desde sus bancos de germoplasma y trabajar por la soberanía alimentaria de su pueblo. Su oficina en Ramallah nos sirve de espacio de reunión y conversación. Luce limpia y moderna tras la reforma que tuvieron que realizar después de una de las incursiones del ejército que destruyó el local con todo lo que había dentro. No alquilarán otro espacio ni retirarán el cartel de la fachada, simplemente esperan el siguiente ataque.

Los efectos de la ocupación en Cisjordania vienen siendo inhumanos desde hace décadas pero desde hace 14 meses se han acelerado de forma drástica

No son casos aislados, son solo algunos ejemplos de los efectos de la ocupación y el apartheid en Cisjordania de los que una delegación de agricultores europeos en representación de La Vía Campesina fuimos testigos el pasado diciembre. El genocidio en curso no solo se limita al territorio de Gaza, tiene otras caras silenciadas en los Territorios Ocupados. Una de las más evidentes es el ataque frontal al sector agrario palestino, primera línea de resistencia frente a la ocupación israelí. Porque es en la tierra de la que les quieren exterminar donde reside su capacidad de soberanía alimentaria, sus tradiciones, cultura y raíces ancestrales, uno de sus potenciales económicos y su defensa como fuente de subsistencia y dignidad como pueblo.

Cisjordania Via Campesina - 1
Muro alrededor del campo de refugiados de Idaa, en Belén. Cisjordania Vía Campesina


Los efectos de la ocupación en Cisjordania vienen siendo inhumanos desde hace décadas pero desde hace 14 meses se han acelerado de forma drástica: más de 5.000 hectáreas de tierra agrícola han sido confiscados. 900 nuevas vallas de control restringen la circulación en las carreteras y caminos, aislando ciudades, pueblos y explotaciones agrarias. Cientos de nuevos asentamientos ilegales han sido establecidos y muchos de los antiguos se han expandido. Las políticas sistemáticas de demolición de viviendas e infraestructuras agrícolas, confiscación y cercamiento de tierras y restricciones de acceso al agua cuentan con miles de ejemplos documentados y consiguen devastar los medios de subsistencia de los campesinos y las comunidades rurales palestinos. Este esfuerzo deliberado por exterminar la población originaria es alentado y puesto en práctica con total impunidad por los mismos colonos apoyados y protegidos por su ejército en los constantes ataques, destrucción de cosechas, robo de cosechas, sabotajes a la infraestructura agrícola, etc. Muchos agricultores están siendo detenidos arbitrariamente, heridos y asesinados cada día. Muchos se encontraban gravemente heridos en el hospital durante nuestra vista.

Toda esta ingeniería social para el exterminio se hace con la complicidad de los “democráticos” gobiernos occidentales, no solo mediante la venta de armas, también mediante la más descarada inacción frente a las constantes violaciones de los derechos humanos, mediante su legitimación con tratados comerciales, inversiones millonarias y la compra de la producción agrícola que ofrece el expolio de tierras de los agricultores palestinos.

No se trata simplemente de excesos anecdóticos en la política de ocupación, sino de un nuevo hito histórico como aquellos que marcan la vida de cualquier palestino desde hace 80 años: La Nakba del 48, La ocupación del 67, las intifadas del 87 y 2005… Ahora, el genocidio.

Mustafa, agricultor en Gaza, nos saludaba hace unos años a los miembros de otra delegación de La Vía Campesina sentado sobre los restos de su pozo de agua derruido. En el pueblo aun sacaban cadáveres bajo los escombros tras los últimos bombardeos de la aviación israelí. Con él plantamos unos olivos en su finca arrasada por las motosierras y devastada por el paso de los tanques. En la playa, acompañamos a Tarik en la tarea de tapar los orificios de bala en las barcazas pesqueras que el ataque del ejército de la noche anterior no había conseguido hundir y así poder salir a faenar en cuanto secara la fibra empleada.

Hace tiempo que no tenemos noticias de ellos, pero con Abdullah, Jamal, Samir, Omar, Mahmud, Ibrahim, Mohamed, Fouad y tantos otros, hemos vuelto a ser testigos de su ejemplo de resistencia y su compromiso por la soberanía alimentaria que es, además de su estrategia de supervivencia frente al exterminio, nuestra inspiración para redoblar la solidaridad con la lucha por la liberación de los agricultores, que es la de todo el pueblo en Palestina.

Sobre el autor
Kelo Arribas es agricultor participante de la delegación en nombre de EHNE-Bizkaia. La Vía Campesina es un movimiento global que une a campesinos, agricultores y trabajadores agrícolas en su lucha por la soberanía alimentaria, la justicia social y los derechos rurales. EHNE-Bizkaia es una de sus más de 180 organizaciones participantes.
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