Chalecos amarillos
¿Estarán los Chalecos Amarillos franceses reinventando la política?

El autor, residente en en el sureste de Francia, analiza el fenómeno de los Chalecos Amarillos más allá de los clichés y la cobertura de los grandes medios. ¿Por qué surgen? ¿Son un movimiento de derechas? ¿Qué hay de nuevo en los gilets jaunes.

Chalecos amarillos 5
Un muñeco con una máscara de Emmanuel Macron cuelga ahorcado cerca a un puesto de chalecos amarillos en Gravigny. Teresa Suárez Zapater
30 ene 2019 06:00

Las primeras protestas y llamamientos aparecieron en redes sociales. Bajo la forma de vídeos cortos, ciudadanos anónimos publicaron mensajes en los que protestaban contra el aumento de un impuesto sobre gasolina.

Muchos habitantes de la Francia periférica —la de las ciudades medianas y pequeñas, de los pueblos, de los barrios relegados— que cada día necesitan utilizar el coche, no aguantan que una vez más se les pida dinero y se les acuse de rechazar las medidas ecológicas que pretende defender el gobierno Macron. Los autodenominados gilets jaunes invitan a toda la población a manifestar el sábado 17 de noviembre. La opinión pública acoge bastante bien este movimiento, pero muchos (¡como yo!) temen que las protestas sigan demasiado individualistas, demagógicas y antiecológicas. Total, de “derechas”.


El “acto primero” del movimiento tiene mucho impacto. Según medios oficiales, participan unos 282.000 gilets jaunes en todo el país. Las acciones de repente son acciones “radicales: piquetes delante de sucursales de grandes grupos, bloqueos de carreteras y rotondas, pero también motines y combates contra la policía en los Champs Elysées —los gilets jaunes reivindican la “avenida más famosa del mundo” como suya, como propiedad del “pueblo francés”— en París.

El país se queda pasmado, pero no tanto como la clase política en su conjunto. Antes del primer día de movilización, la mayoría de los políticos —incluso los del Gobierno— no pudo sino proclamar que “había que escuchar al pueblo” y a estos “olvidados de la globalización feliz” dentro de sus propias fronteras… Y esto va a ser una trampa magnífica: en lugar de medidas reaccionarias, los gilets jaunes, que desconfían de los “portavoces” y rechazan la emergencia de representantes reclamados por el poder, defienden el reparto de las riquezas, denuncian la capitulación del poder político ante el de la finanza y de las multinacionales, ponen en tela de juicio la legitimidad de un presidente amigo de los empresarios más ricos de Francia, elegido en 2017 por miedo de la mayoría de los electores a la extrema derecha de Marine Le Pen.

Emmanuel Macron, el ganador que lo tenía todo tan fácil desde su elección casi monárquica, que en varias ocasiones desveló su desprecio hacia los de abajo, los que “no son nada” empieza a tomar conciencia de que una gran mayoría del pueblo francés lo odia, y con él todo lo que representa. Tras un período de pánico durante el cuál los ministros vacilan entre demagogia y firmeza, el Gobierno abandona la decisión de aumentar el impuesto sobre gasolina.

Tras dos semanas y otros sábados de movilización, Macron interviene en la televisión y anuncia una serie de medidas que no convencen a nadie, entre otras, un supuesto aumento de 100 euros del salario mínimo que no es real ya que formaba parte de promesas ya formuladas.


Peor, el ministro de Hacienda advierte que los 10.000 millones prometidos por Macron para apagar el incendio tendremos que recuperarlos en otros presupuestos para encajar con el límite de los sagrados 3% de déficit impuestos por Bruselas.

Mientras tanto, empiezan a movilizarse otras categorías de la población: los camioneros amenazan con juntarse a la lucha de los gilets jaunes, pero misteriosamente abandonan su amenaza de huelga tras ser recibidos por representantes del Gobierno. Los policías también se manifiestan y reciben un aumento mensual de 120 euros. Los alumnos de instituto —y algunos profesores— también aprovechan el ambiente de insurrección para denunciar reformas liberales del sistema educativo y ataques contra el derecho a la educación superior. Estos jóvenes prefieren los bloqueos de institutos y las manifestaciones salvajes a protestas clásicas y sufren una represión policial inédita.

En aquel ambiente, muchos políticos se quedan despistados. El movimiento es espontáneo, y no se gestiona en París entre gente conocida. Peor, se dice hasta en los periódicos que a los que ocupan rotondas bajo lluvia y frío les va muy bien la cosa, y que se sienten con bastante fuerza y rabia como para seguir hasta que Macron “devuelva la pasta”, “se vaya” y que se invite al pueblo a un nuevo proceso constituyente. Nada menos.


Los “actos” de los gilets jaunes van a repetirse cada sábado, con verdadera radicalidad por parte de los manifestantes y represión salvaje por parte de la policía. A pesar de las tentativas de instrumentalización de las violencias, la opinión pública parece seguir apoyando el movimiento. Los medios también desempeñan el papel habitual, anunciando un “estancamiento” de la movilización mientras que los testimonios directos o en las redes sociales claman que la determinación de los gilets jaunes permanece intacta.

Los que no entienden que no estamos viviendo algo común empiezan a flipar: estos gilets jaunes no respetan nada: “¡La Navidad está acercándose, y siguen protestando e impidiéndole a la gente bien que compre los regalos de siempre!”. En efecto, llegan las vacaciones de Navidad, y las fiestas se celebran con muchas charlas y discusiones en las familias. Los sábados 22 y 29 de diciembre se organizan protestas, acciones y manifestaciones. Para Nochevieja se juntan, como de costumbre, centenares de miles de personas en los Champs Elysées, pero entre turistas de todo el planeta, muchos franceses llevan el chaleco amarillo puesto. Esa noche no habrá bronca.

Algunos gilets jaunes hasta se abrazan con policías trabajando. ¡Feliz año nuevo! El futuro solo puede mejorar...

A principios de enero, el presidente Macron (que ¡ay! ha tenido que cancelar su estancia en la estación de esquí para quedarse a pensar algún tiempo en París con sus —pocos— amigos) anuncia una solución para que la nación por fin salga adelante, y “haga de sus problemas soluciones”: un gran debate.

Los gilets jaunes no parecen convencidos del todo, pero el sábado 5 de enero huele a “final de fiesta”. Todavía estallan motines en las grandes ciudades y la policía sigue desahogándose. Es el momento cuando el ministro del Interior, Christophe Castaner, avisa de que los que salgan a manifestarse el sábado 12, en el “acto siguiente” serán cómplices de los “casseurs” (alborotadores), de los facciosos, de los más radicales.

El sábado 12 de enero, salen a la calle dos veces más ciudadanos que la semana antes. Los medios tendrán que reconocer que la jornada de lucha transcurrió con calma, y tendrán que multiplicar por dos el número de manifestantes anunciados por el ministerio de Interior, hasta llegar a unos 82.000. Solo con llamar a unos parientes o amigos de otras ciudades uno podía entender que los “subversivos” eran muchísimos más.

¿Continuará?

¿Cómo va a terminar la cosa? No se sabe. ¿Qué vendrá después? Tampoco se sabe. Pero lo que sí es seguro es que muchos dejaron de sobrevivir y decidieron ponerse a vivir de verdad, y que solo por eso el mundo que viene no podrá ser peor que el de antes.

La espontaneidad y la potencia del movimiento
No se parece en absoluto a la protestas de masa que ocurrieron en los 20 últimos años en Francia. De las que eres de izquierdas y te movilizas, pero en el fondo sabes que no vas a ganar. Que organizan los sindicatos y partidos de siempre, pero sin ganas, como si estuvieran resignados ya. El movimiento de los gilets jaunes cuestiona a la izquierda militante porque ésta había perdido el humanismo, la alegría, la fuerza de lo realmente colectivo y la confianza en sí-misma.

También cuestiona porque un “pueblo” supuestamente de derechas, individualista, atontado por los medias y el consumismo alza la cabeza, se pone a reflexionar, intenta volver a dar sentido a una sociedad que se ha vuelto loca. A partir de este momento, la inteligencia colectiva permite acciones eficaces, inteligentes, alegres. Los gilets jaunes han resistido desde hace dos meses —y siguen resistiendo— ocupando rotondas en el frío y bajo la lluvia, manifestándose sin parar, aguantando una represión policial violenta porque han descubierto la fuerza de estar de nuevo juntos, la alegría de charlar, debatir, trabar amistad con desconocidos con los que pensabas que nunca podría ponerte de acuerdo. ...

 

Clarividencia política
El gran reproche —con el de la “violencia”— que les hacen los medios de comunicación y parte de la población —entre los cuales muchos que se dicen de izquierdas, pero que en realidad no quieren cambiar nada— es el de la “posible deriva totalitaria”. Pero desde el principio del movimiento se han contado muy pocas derivas racistas, antisemitas o fascistas (y, sin caer en un relativismo total, comportamientos de este tipo los hay por todas partes, incluso en el campo supuestamente progresista de los “militantes profesionales”).

Los tres ejemplos de reivindicaciones lo muestran. La primera lista de 38 reivindicaciones contiene una que no me gusta nada (n°20: “Que se expulsen a los solicitantes de asilo cuya demanda haya sido rechazada”), pero en ningún otro documento o lista he podido encontrar medidas que no encajen con el lema de nuestra república “Liberté, égalité, fraternité” o, mejor, que no sean de izquierdas, que no beneficien al interés común. Al contrario. Grandes medios afirman que la que sacará beneficio de todo esto en las urnas será Marine Le Pen. Pero no puede ser negativo el regreso de la cuestión social, del reparto de las riquezas, de la representación democrática. Los gilets jaunes hubieran podido votar por la extrema derecha desde hace mucho tiempo (y algunos probablemente lo hicieron), pero, ¿no es mejor manifestar, protestar, enfrentarse con la policía que permitir callando y contentándose con utilizar el boletín de voto que Salvini, Bolsonaro, Trump u otros lleguen al poder?

¿La vuelta de la lucha de clases?
Otro elemento notable es la “fractura” entre los que sufren, y los que saben que las desigualdades, la represión y la falta de democracia existen y van agravándose cada día, pero que finalmente no viven tan mal y no están dispuestos a poner en tela de juicio sus propios intereses. Para ser un poco caricaturesco, yo dibujaría tres categorías:
1) Los reaccionarios: los que se oponen a todo cambio y que quieren defender el orden de las cosas cueste lo que cueste, aunque haya muertos o encarcelamientos arbitrarios… fascistas, pues).
2) Los conservadores: que son conscientes de injusticias, de la urgencia medioambiental, de la falta de perspectivas para los jóvenes, que esperan que las cosas irán mejor sin comprometerse o clamando que sí pueden cambiar las cosas votando cada cinco años.
3) Los progresistas (¿o revolucionarios?): piensan (instintivamente o no) que la Historia no se acabó, que sí podemos cambiar las cosas todavía e incluso que tenemos responsabilidad ante otros países cuyas poblaciones que no han conocido victorias desde hace décadas y ya no se atreven a sublevarse. Sin presumir.

Balance de muertos y heridos
  • Unos 12 muertos (en carreteras y rotondas, pero también durante manifestaciones) y 2.000 heridos en el campo de los manifestantes.
  • 1.000 heridos (el Ministerio de Interior no especifica la gravedad de las heridas) en el campo de las “fuerzas de mantenimiento del orden”.
    Más info
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. Un espacio abierto a la participación. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en los blogs.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Francia
Francia El ecologismo de los pobres, la huella cultural de los chalecos amarillos cinco años después
El heterogéneo movimiento social incendió las calles de Francia y puso contra las cuerdas al presidente Macron a finales de 2018, evidenciando la dificultad de una transición ecológica que no tenga en cuenta las diferencias de clase.
Control social
Protesta Descontrolados
Pronto chegará o verán e os expertos no clima confirman que nos chegará descontrolado. Con temperaturas descontroladas, con incendios descontrolados, con ferocidade descontrolada.
Chalecos amarillos
Chalecos amarillos Aldo Rubert: “Las clases populares no están condenadas a la desmovilización”
Este investigador catalán afincado en Francia ha estudiado el movimiento de los chalecos amarillos. Ahora que se está produciendo una movilización de transportistas en España, el estudio de lo que sucedió en Francia ayuda a situarse respecto a temas clave como el combustible, el trabajo y la reproducción de las clases trabajadoras.
#29956
30/1/2019 22:36

El autor podría haber mencionado que entre los muertos también se cuenta a Zyneb, una mujer de 80 años asesinada por la policía que le disparó una granada fumígena estando ella en la ventana de su casa.

3
0
François Merle
2/2/2019 10:14

Solo para señalar que el artículo termina con un balance de muert@s y herid@s (y un enlace hacia un artículo bastante completo de "reporterre", medio independiente). la violencia de la represión alcanza cumbres y para muchos dejará huellas (físicas y simbólicas) profundas en gran parte de la población.

0
0
#29954
30/1/2019 21:34

Me da que más bien el sistema está colapsando. Después de un siglo alimentando que todo el mundo tenga coche, ahora vamos a tener que eliminarlo de nuestras vidas, por lo menos la de los más pobres, que se podían sentir parte beneficiada por este sistema al volante hasta que el propio sistema no da para más. Lo peor es que el cambio va a ser repentino, y va a ser difícil inventarse una película para convencer a nadie, el guantazo va a ser épico.

1
0
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. Un espacio abierto a la participación. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en los blogs.
Ver todas las entradas
Genocidio
Genocidio Israel asesina a diez niños que esperaban suplementos nutricionales en un hospital
La Unión Europea sigue evitando la imposición de sanciones al régimen de Tel Aviv. Estados Unidos anuncia sanciones contra la relatora de la ONU que ha denunciado el lucro de las empresas colaboradoras de Israel.
Derechos Humanos
Flotilla de la Libertad Yanis Mhamdi: “Israel es el Estado que mata más periodistas en todo el mundo”
Este periodista de Blast fue uno de los integrantes de la Flotilla de la Libertad. En esta entrevista cuenta cómo transcurrieron las horas en las que este grupo de defensores de derechos humanos estuvieron bajo detención ilegal en Israel.
Salud laboral
Salud laboral Ser migrante y cosechar a más de 40 grados: el impacto del calor en un invernadero de Almería
La mitad de los trabajadores de la agricultura encuestados en Almería, Huelva y Lleida admitió haber experimentado al menos tres síntomas relacionados con enfermedades por calor durante las temporadas de verano.
Kenia
Kenia 31 muertos por violencia policial en Kenia en las últimas manifestaciones contra la nueva Ley de Finanzas
La sociedad civil keniana retoma las protestas tras tumbar un proyecto similar hace un año. El país se enfrenta a una crisis fiscal causada por el aumento de pagos de la deuda externa.
Falsos autónomos
Falsos autónomos El juez del caso Glovo carga contra el Estatuto de los Trabajadores y la libre competencia
El texto en el que el magistrado libra a la empresa de reparto de la demanda que le interpuso Just Eat es un ataque a las sentencias del Tribunal Supremo y a la Ley Rider, pero también a la seguridad jurídica que la derecha dice defender.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sánchez sale del Congreso escaldado pero vivo tras su comparecencia por el Caso Koldo
El Gobierno anuncia un nuevo Plan Estatal contra la corrupción. Sánchez recuerda en sede parlamentaria las corruptelas pasadas de las administraciones de Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy.

Últimas

Granada
Personas sin hogar Denuncian en Fiscalía al Ayuntamiento de Granada por la falta de refugios climáticos para personas sin hogar
‘La Calle Mata’ denuncia al Ayuntamiento ante Fiscalía por las graves consecuencias para la vida de las personas sin hogar sin posibilidad de refugiarse de las temperaturas extremas del verano
Análisis
Análisis Debemos actuar contra el fraude del cambio de sexo registral
Miembros de las Fuerzas Armadas, de la Guardia Civil o del Cuerpo de Bomberos han tratado de utilizar el derecho al cambio registral de sexo para obtener ventajas. Tanto los operadores jurídicos como la ciudadanía pueden actuar ante estos casos.
En saco roto (textos de ficción)
En saco roto Lo nuevo
En el horizonte crecen edificios, centros comerciales, gasolineras y carreteras. Y, tras la bruma de contaminación, en los días claros se distingue el perfil de las montañas.
Renta básica
IMV El 55% de los hogares que podrían recibir el IMV no lo han solicitado, según la AIReF
La complejidad administrativa, la brecha digital o la falta de modificaciones estructurales en el diseño de la prestación están entre los motivos que señala el organismo independiente.
Crisis climática
Investigación El cambio climático multiplicó las muertes por doce en Madrid y por seis en Barcelona durante la ola de calor
Un estudio estima en 2.300 las muertes durante la pasada ola de calor en Europa. Barcelona ha sido una de las urbes con más fallecimientos y Madrid, la que más ha visto incrementarse la mortalidad por culpa del cambio climático.
Sanidad pública
Sanidad Más de ocho días de media para conseguir una cita con el médico de familia
Un 24,3% de la población declara haber tenido, en alguna ocasión, problemas para acceder a su médico o médica de familia. De estos casos, más de la mitad acudió finalmente a urgencias.

Recomendadas

Genocidio
Genocidio La segunda consultora más importante del mundo es señalada por su papel en el despiece de Gaza
Boston Consulting Group está considerada una de las “big three” del sector. Ahora, una serie de informaciones señalan cómo ha estado detrás de la fundación antiUnrwa encargada de la distribución de ayuda y de los planes de expansión en la costa.
Unión Europea
Unión Europea La sociedad del miedo al declive
La angustia ante el futuro acompaña a las sociedades europeas desde hace tiempo y precede a la Unión Europea. Se manifiesta con mayor claridad en los períodos de declive económico y las turbulencias políticas y sociales que los acompañan.