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Madrid
Colectivos de Lavapiés llaman al Ayuntamiento a actuar ante la “catástrofe” que se vive en los barrios
Cuando en marzo de 2020 la realidad de la pandemia fue difícil de esquivar y el Gobierno reaccionó con un confinamiento que paralizó la cotidianeidad de la gente y la economía de los barrios, el Museo Situado ya llevaba dos años en marcha. Este espacio en el que se encontraban los colectivos del barrio y el Reina Sofía había conseguido articular una red donde vecinas y vecinos se encontraban, se generaban talleres y proyectos, una diversidad de iniciativas con las instalaciones de una entidad —a priori sobria y distante— como escenario.
Casi un año después, el vecindario está inmerso en una situación de abandono y vulnerabilidad, y la asamblea del Museo Situado es muy consciente de esta realidad. Por ello, el 1 de febrero presentaron un manifiesto en el que instan al Ayuntamiento de Madrid a reaccionar ante la situación. Y para que el consistorio les escuche, para que les dé acuse de recibo, decidieron en su asamblea el pasado viernes registrar el documento mañana, 18 de febrero a las 9:30h.
La demanda es desesperada: “No podemos quedarnos quietas esperando pasivamente el fin del mundo. ¡No podemos no hacer nada!”, grita el manifiesto en mayúsculas. Bajo el título Una ética de la catástrofe, quienes conforman este espacio dan cuenta de la situación que vive el barrio, ya antes precario, ahora al borde del colapso tras la arremetida fatal de la crisis, también su negativa a que estas condiciones se perpetúen. “No toleramos que nuestras vecinas pasen hambre o frío, o que sus niños/as no puedan seguir las clases porque no tienen internet, que no puedan pagar la electricidad ni calentar sus casas en medio del crudo invierno. No se puede naturalizar la falta de respuesta y el abandono de las autoridades”, asevera el documento, al que ya se han adherido más de medio centenar de colectivos y que apoyan cientos de firmas de ciudadanas.
“No se puede naturalizar la falta de respuesta y el abandono de las autoridades”, asevera el documento Una ética de la catástrofe
El diagnóstico del Museo Situado es claro: mientras son las vecinas y vecinos, los colectivos del barrio, quienes se han puesto manos a la obra para que nadie quedara atrás, el Ayuntamiento no solo no ha estado, sino que se ha dedicado a dificultar los esfuerzos vecinales, complicando su trabajo y despojándoles de los espacios de los que disponían, desde la Ingobernable al Espacio Vecinal de Arganzuela. Aun así, llama a la puerta de Cibeles para que se haga cargo, y lo hace proponiendo una serie de medidas urgentes y concretas en el ámbito sanitario, educativo, o migratorio, laboral y habitacional.
Así, propuestas como la regularización de las personas migrantes, el acceso efectivo y universal a la sanidad —con intérpretes que lo posibiliten—, la consideración de la educación presencial como un servicio esencial, poniendo desde las competencias municipales los medios necesarios para ello —en cuanto a espacios, o personal—, y facilitando el acceso a internet para poder seguir las clases desde casa cuando sea necesario, la reserva de un fondo habitacional de emergencia, o la ilegalización de los pisos turísticos, conviven en el documento con el reclamo de habilitar espacios para los colectivos, y dialogar con vecinas y organizaciones reactivando las mesas sectoriales. En definitiva, que el Ayuntamiento mire a lo que está pasando en la ciudad y dialogue con quienes sufren estas realidades, pero también quienes las combaten desde abajo.
Un agujero en el museo
El Reina Sofía arrancó esta iniciativa de mirarse hacia fuera de los muros en 2018, en otro marzo histórico en Lavapiés, cuando la muerte del Mame Mbaye conmocionó al barrio. Hacer que barrio y museo dialogaran no era fácil y solo una decena de colectivos participaron al principio. “La primera reacción ante el museo era de desconfianza”, rememora Ana Longoni, una de las impulsoras de la iniciativa y portavoz de la asamblea en la difusión del manifiesto.
Dos mecanismos sirvieron para ir ampliando los colectivos que se fueron sumando, apunta esta investigadora: la escucha a las necesidades de la gente y el materializar propuestas concretas como “conseguir el carnet de biblioteca del museo para personas sin papeles, convocar a los picnics del barrio en el jardín del museo —inaccesible durante muchísimo tiempo—, y una serie de visitas en lenguas migrantes, actividades, talleres y propuestas que se fueron multiplicando”, hace balance Longoni, que califica la experiencia del Museo Situado como “un ejercicio de imaginación institucional para lograr confluir lógicas y escalas muy distintas: las urgencias del activismo frente a la lentitud y las normativas de una gran institución pública”.
Si bien la iniciativa de situar el Museo se relaciona inicialmente con la propuesta de Donna Haraway de situar el conocimiento, Longoni explica cómo los colectivos han inferido otro sentido en la relación que les une y hablan de “agujerear el museo”. “Me resulta una metáfora muy precisa de cómo este proceso está afectando los modos de hacer de la institución, volviendo más porosos sus límites y replanteando su función en tanto espacio público”, plantea.
“Para nosotras el Museo Situado ha sido y es la manera de agujerear los muros del Museo Reina Sofía para poder entrar y para que el museo pueda mirar, conocer y apoyar a las vecinas del barrio”
Nines, de la Red Solidaria de Acogida, uno de los colectivos que integran la asamblea lo explica así: “Para nosotras este proyecto ha sido y es la manera de agujerear los muros del Museo Reina Sofía para poder entrar y para que el museo pueda mirar, conocer y apoyar a las vecinas del barrio”. La función como espacio público está en el centro de estas posibilidades, un lugar puesto a disposición de los colectivos donde “realizar actividades que nos da mucha visibilidad y calidad en los actos por sus inmejorables instalaciones, en el barrio y en un Madrid en el que los espacios abiertos a los movimientos sociales son casi inexistentes”. Para Nines, el paraguas del museo permite también ampliar la resonancia de sus denuncias a lugares donde antes no llegaban.
Ese ofrecerse como espacio abierto al barrio marca también para Longoni uno de los hitos, o momentos especiales, en el que el Museo Situado cobró pleno sentido cuando “en agosto de 2019 el acto de apertura y bienvenida a las fiestas populares de Lavapiés, dedicadas a las mujeres trabajadoras del barrio, no pudo realizarse en las calles por la censura del nuevo Ayuntamiento y se desplazó al auditorio del Museo”. Otro momento en el que el espacio fue sacudido e interpelado fue en plena pandemia, tras la muerte del vecino bangladesí Mohammed Hussein por Covid, en su casa y sin haber recibido asistencia médica porque no le entendieron cuando llamó durante seis días. “Allí, en diálogo con sus familiares y amig+s, el artista y activista Dani Zelko realizó el libro ‘Lengua o muerte’, una poderosa herramienta poética y política para reivindicar el derecho de hablar la propia lengua”, destaca Longoni.
Barrios
Lavapiés: cuando la ayuda llega de quienes no reciben ayuda
En el barrio de Lavapiés asociaciones de migrantes distribuyen comida desde que empezó el confinamiento. Atienden a quien lo necesite sin importar su origen y todo sin el respaldo de las administraciones.
Mohammad Fazle Elahi, de Valiente Bangla, colectivo migrante muy activo a la hora de aplacar las urgencias que se iban manifestando en el barrio considera también que, con el Museo Situado, la relación entre el Reina Sofia y las vecinas y vecinos, cambió. “Estamos encantados con este espacio. Pensábamos en ese lugar como un lugar de ricos, muy lejos del pobre, pero al Museo Situado siempre viene la gente de las calles, las pobres. Agradecemos la cercanía, la fuerza durante la pandemia”. Elahi considera y agradece que con esta iniciativa se les ha abierto un espacio para celebrar su cultura, para el encuentro y también para trabajar, algo que valora mucho en “este panorama de centros cerrados, que el público no puede utilizar”.
Tiempos de catástrofe
“Ante la emergencia que se está viviendo —explica el documento que mañana se registrará en el Ayuntamiento— queremos defender la idea de que es necesaria una ética de la solidaridad semejante a la que surge espontáneamente en momentos de catástrofe”. Este tipo de ética, consideran los firmantes, se hizo fuerte en el primer confinamiento lo que contribuyó a “contener el sufrimiento y el hambre de muchas familias, algunas arrastrando la dificultad ya con anterioridad y otras afrontando una pobreza sobrevenida de golpe ante la imposibilidad de trabajar”. Una respuesta que desbordó y desborda la reacción de las administraciones. Que dejaron a fuera a mucha gente, para empezar, a quienes no contaban para ellos por su situación administrativa. “La solidaridad traspasa y supera esas cuestiones administrativas, por ello se llega a muchas más personas que las que puede atender la administración a través de sus servicios sociales: sino tienes empadronamiento no hay ningún tipo de ayudas”, apunta Nines.
“Las administraciones no han hecho su trabajo. Dede marzo repartimos comida en la calle, hasta ahora. Me duele mucho la situación de las familias. Yo no sé cómo pueden vivir muchas de ellas”
Elahi recuerda que hay mucha gente vulnerable que no recibe ayuda, que se está quedando sin techo, que no ha accedido a ERTE ni a nada. Se pregunta qué falla en esta sociedad, donde los perros y gatos cuentan con comida y techo, mientras las personas no tiene qué comer, dónde dormir, cómo vivir. “Las administraciones no han hecho su trabajo. Dede marzo repartimos comida en la calle, hasta ahora. Me duele mucho la situación de las familias. Yo no sé cómo pueden vivir muchas de ellas”, asevera.
Ante la necesidad colectiva y el abandono de la administración, las redes se activan, el Museo Situado no ha sido ajeno a este proceso, reivindica Longoni. “La red Museo Situado se ha multiplicado y fortalecido mucho, no hay día en que no ocurra en el museo alguna actividad ‘inusual’ desde una óptica museística tradicional: la escuela de español para migrantes, un taller de formación sanitaria, la escuela de derechos, los talleres de danza para trabajadoras de hogar, el grupo de ‘estatuto de cuidados’”, enumera.
Entre acciones y actividades, emergía esta necesidad impostergable de manifestar “nuestra honda preocupación por el impacto que el crítico contexto sanitario y social actual están teniendo en las vidas de muchaspersonas”, como se afirma en el manifiesto.
Sanidad
Reconocen la tarea solidaria de la Red de Intérpretes de Lavapiés
Más de un millar de intervenciones telefónicas han facilitado el entendimiento entre el personal médico y sus pacientes. Los colectivos sociales del barrio exigen a la Comunidad de Madrid la creación de un servicio público “para que ninguna persona quede excluida de la atención sanitaria”.
Además de las medidas urgentes, en la asamblea ven que es necesario “plantearse también soluciones en el mediano y largo plazo que prevengan la pobreza y marginalidad que está pandemia sanitaria, económica y social han visibilizado con mayor evidencia. Planes de prevención que no dejen a nadie atrás”, considera Nines, quien apunta como central la necesidad de contar con “aquellos colectivos que las padecen, conocen y solucionan desde hace ya mucho tiempo, pues en ellos esta la experiencia y el conocimiento real”.
De todas las administraciones, ¿por qué interpelar concretamente al Ayuntamiento?: “Se conversó mucho en el colectivo que redactó el manifiesto sobre si el destinatario de este manifiesto debía ser solo el Ayuntamiento o también otros estamentos del poder público (la Comunidad, el Estado nacional…), pero finalmente se resolvió que —aunque las responsabilidades son múltiples y compartidas— es necesaria una interpelación a las autoridades más inmediatas ante el agravamiento de la crisis”.
“Alcalde, ¿qué está haciendo?, ¿en qué está trabajando?, ¿qué refuerzos están preparando?”, aterriza Elahi. El activista se muestra, sin embargo, poco optimista respecto a la capacidad de “agujerear” el Ayuntamiento. “Mi opinión personal es que no va a servir porque un político capaz de mirar a la cara a la gente no puede hacer esas políticas que vemos. Si te juntas con los vecinos, no puedes permitir que se alquilen los pisos a 1.200 euros, 1.400 euros. ¿Por qué no hacen nada para mejorar esto?”. Mañana a las 9:30h darán un paso más para comprobar qué pueden esperar las vecinas y vecinos del gobierno local.
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Han dejado a todos los que más lo necesitan atrás y bien atrás, han enriquecido a los de siempre.
Un año del gobierno más progresista de la historia y no han querido resolver ni lo de la Cañada Real una más de las emergencias humanitarias que se vive en este estado"protector"de los de siempre.
Yo me encuentro continuamente diciendo lo que Labordeta.