Coronavirus
            
            
           
           
La mala muerte de nuestros mayores debería matar al sistema que la provoca
           
        
        Mientras en Nueva York se entierra a los pobres sin familia o sin medios  (mayormente hispanos y afroamericanos) en Hart Island, en Europa fallecen en soledad al menos 55.000 ancianos en las residencias.
 
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La pandemia que recorre el  mundo desde hace al menos tres  meses está dejando en evidencia las taras  que comporta para el ser humano el capitalismo neoliberal, que tan nefastas  están siendo también para el planeta. Podría pensarse que el de ahora fuese un  último aviso dirigido directamente al corazón y a los pulmones, a la  inteligencia y a la atrofiada sensibilidad de nuestra razón.
Estados Unidos está sufriendo  especialmente la incidencia del virus con miles de fallecidos cada día (ayer  más de 3.000) y la isla de Hart, el lugar donde se entierra a los más  indigentes -aquellos que por no tener no tienen ni un familiar que reclame sus  cadáveres-, está siendo un destino muy frecuentado, pues, además, entre  la población de origen  afroamericano e hispano -la más afectada- no pocos son los que carecen de recursos para que los  servicios sociales retiren e inhumen a sus seres queridos.
Alguien escribía estos días que  la gran actividad funeraria que registra esa isla situada en el corazón mismo  del American Way of Life podría ser el inicio de su fase oscura, la cara oculta  puesta al descubierto de una sociedad cegada por el narcisismo, la  deshumanización y un egoísmo tan desmesurado como el propio capitalismo del que  es sierva. Buen síntoma de ello es también el aprovisionamiento de armas y  bebidas alcohólicas que hizo esa sociedad al anunciarse la cuarentena. La  primacía del dinero sobre la salud pública -sobre todo si quien padece las  consecuencias son los más débiles- la dejó patente el propio jefe del estado de  aquella nación.
No tengo noticias de los  efectos que está teniendo la pandemia en las residencias y geriátricos de  Estados Unidos, pero cabe suponer -por la debilidad de sus huéspedes- que entre  las 50.000 personas fallecidas hasta ahora en aquel país su porcentaje sea  similar al de Europa. En nuestros continente, según datos facilitados por la  OMS, el 50 por cientos de las 110.000 víctimas mortales han sido ancianos  internados en esos centros, con lo posibilidad de que sean algunos más, tal  como ocurre con los 15.000 de España. “Una tragedia humana  inimaginable”, según el director de la citada organización en Europa,  “que podría haberse evitado con sensibles mejoras en ese tipo de  centros”.
Coincido con el señor Hans  Kluge en lo segundo, pero la tragedia sí era imaginable, como demuestra la investigación  puesta en marcha por la Fiscalía en un centenar de esos centros. Sirva de  ejemplo y lacra, entre las residencias concertadas, esa de Leganés, en Madrid,  donde fallecieron 96 internos, ¡96! (entre el 11 de marzo y el 16 de abril), y  donde familiares y trabajadores habían expuesto sus quejas repetidamente por la  mala gestión de la misma por falta de personal y atenciones. Mala gestión, eso  sí, que no le impidió a la empresa (Vitalia Home Leganés) tener beneficios  anuales por valor de un millón de euros, ¡un millón! al cabo de 2017 y 2018,  tal como ha revelado mi estimado colega Manuel Rico en InfoLibre.
Según este documentado periodista, familiares de los internos y trabajadores del centro pidieron más de una vez a los gobernantes de la Comunidad de Madrid que les defendiesen expresamente “de empresarios y fondos buitre que sólo miran el beneficio económico en detrimento de los cuidados de nuestros mayores”. Con ello aludían al fondo de inversión británico CVC, que en marzo de 2017 adquirió el 80% del grupo Vitalia Home, al que pertenece la residencia de Leganés. Según InfoLibre, los verdaderos dueños de Vitalia Home se esconden en seis sociedades de las islas Jersey, un territorio fiscalmente opaco. Tres de cada cuatro euros de ingresos de esa residencia son dinero público del gobierno de la Comunidad de Madrid para financiar plazas concertadas. La suma supera los cuatro millones de euros.
“Vitalia Home -leo- es uno  de los principales grupos de residencias en España. Tiene en la actualidad  45 geriátricos, aunque de aquí a final de año tenía previsto abrir otros nueve,  lo que le permitiría luchar por el segundo puesto en el ranking [en su web indica que tiene 51 centros,  pero en realidad son 45 residencias, cuatro para personas con discapacidad y  uno de salud mental]".
Comprendo la desesperada indignación de quienes han perdido a un ser querido en la soledad y el abandono de alguno de esos centros donde el negocio por el negocio mata a quienes se mataron a trabajar por un país mejor, pero si de verdad lo queremos mejor como lo quisieron ellos, sabemos muy bien lo que tenemos que hacer y también lo que estamos haciendo rematadamente mal hasta ahora.
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