Marea Blanca
El día en que los ancianos propusieron a los jóvenes que se rebelaran
Paquita Martín, la activista nonagenaria, y el poeta Antonio Gamoneda, con 85 años, quieren a las jóvenes generaciones en lucha por su futuro.

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Aparte de alguna que otra pancarta en pro de la dignificación de la vida en el mundo rural, cada vez más marginado, me llamó la atención en la manifestación del pasado sábado en Valladolid en defensa de la sanidad pública la escasa concurrencia de gente joven, la más llamada a luchar por el mantenimiento de los derechos sociales adquiridos, ya sea la sanidad pública o las pensiones de la seguridad social.
Me parece grave y muy significativa la falta de una nutrida representación de las jóvenes generaciones en reivindicaciones cívicas de este carácter, máxime cuando, con ocasión de la convocatoria vallisoletana a la que acudieron no más de cincuenta mil personas de toda Castilla y León, se repara en las declaraciones de dos respetables ancianos que este fin de semana dejaron muy claros sus respectivos y concordes criterios.
Francisca Martín (Paquita), de 92 años, acudió a un plató de televisión para recordarnos su presencia con nueve años en compañía de su padre cuando en Madrid recibió en la Estación del Norte a los niños asturianos huérfanos de la Revolución de Octubre de 1934. De ahí data su primera conciencia de activista, sobre la que el presentador del programa se limitó a resbalar con una sarta de tópicos. Debería evitarse en lo posible hacer espectáculo de vidas tan respetables y de personas tan dignas, a las que por lo menos hay que dejar hablar con el respeto y ritmo que merece su avanzada edad.
Doña Paquita hizo una llamada a los jóvenes para que defendieran en la calle los derechos sociales que asisten al ciudadano y no se pueden perder, en respuesta a la amenazadora provocación de la diputada Villalobos y nada menos que presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo, que vino a sugerir la posibilidad de que las pensiones públicas tuvieran muy corta vida y se impusiera un ridículo plan de ahorro, luego satirizado en las redes.
La otra declaración procede del excelente poeta Antonio Gamoneda, de 85 años de edad, que en una entrevista para una agencia de prensa insta a los jóvenes a la rebelión contra el poder económico disfrazado de democracia y la sociedad de consumo, que ha sustituido por este las ideologías, me temo que con especial incidencia en los más jóvenes. Gamoneda denuncia cómo los políticos de "democracias sacrificadas" actúan como "sacristanes del poder económico".
Esto es así porque, como diría Edward Buffet, ese multimillonario cuya fortuna está calculada en 58.000 millones de dólares, la lucha de clases existe y gente como él la está ganando. Los sacristanes, ante la crisis/estafa que únicamente impuso recortes en derechos y libertades a la mayoría social, se limitan a repartir dolor, según dijo el que fuera ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. El balance resultante es que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres, según refleja el último informe de Oxfam. Entre 2007 y 2016, la brecha económica en España entre unos y otros no ha dejado de crecer. En los últimos años, la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres.
Casi nueve millones de votos suman los pensionistas en España, con retribuciones cada vez más cortas para hacer frente al IPC. Alguna responsabilidad tienen también en que la rebeldía de la mayoría más afectada por los recortes no empiece por sus votos y se pueda avistar un porvenir mejor que el diagnosticado por Buffet.
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