Literatura
Quintanalara, la biblioteca más grande del mundo

Lo cierto es que la biblioteca de El Potro no es la más grande del mundo y, siendo precisos, tampoco es una biblioteca convencional, pero sí es el espacio de bookcrossing que más volúmenes puede ofrecer a una comarca y sus alrededores, donde la densidad de población es una de las más bajas de España. Según el censo de 2024, en Quintanalara (Burgos) habitan 32 personas.

El antiguo almacén acoge en su interior aproximadamente 16.000 volúmenes. En la biblioteca nos encontramos por casualidad —no tanta en un pueblo tan pequeño— con Marta Moreno, residente de Quintanalara y nacida allí, como su madre. Actualmente es la persona que se ocupa de que todo siga adelante.

Ella cuenta algunos detalles de su funcionamiento: “El proyecto nació hace diez años. Esto era una casa municipal que se utilizaba de almacén, donde se guarda el potro de herrar a los bueyes. El alcalde, Rubén Heras, se enteró de que cerraban una imprenta con un montón de libros en Burgos y se le ocurrió la idea de la biblioteca”.

Permanece abierta 24 horas al día los siete días de la semana y cualquiera puede entrar, haciendo honor también a su pasado como refugio. “La casa se llamaba La Pobrera porque había una costumbre, cuando venía la gente de pueblo en pueblo, hojalateros, pastores, si se les echaba la noche encima se quedaban aquí. Había la obligación de llevarles desde el pueblo algo de abrigo y la cena”.

Su uso actual, el de biblioteca, es muy sencillo: se pueden dejar libros y tomar en préstamo una cantidad equivalente, que además puede ser intercambiada en cualquier otro punto de bookcrossing de todo el mundo. “Pocas maldades, si acaso alguien se ha llevado algún libro sin apuntar, pero nunca hemos tenido problemas. A la mayoría los libros no les importan ni para hacer maldades”, explica Moreno.

La filosofía del libro viajero

¿Quién no ha prestado alguna vez los libros que más le gustaban para que los leyeran los demás? El bookcrossing trata de regalarle al libro una segunda vida y, de paso, compartir la experiencia de la lectura. Hace unas décadas, alguien decidió dar un paso más y se propuso “liberar” libros en lugares públicos con la intención de que otro los encontrara, los leyera y luego los volviera a liberar. La idea cuajó desde el principio.

Entre sus ventajas, además de la gratuidad y el reciclaje, están la ausencia de intermediarios para elegir los contenidos. No hay participación institucional ni intereses económicos de por medio; son los lectores los que libremente ponen a disposición de la comunidad aquello que quieren compartir. Esto permite que circulen contenidos que a veces quedan fuera de los circuitos convencionales (ya sean de venta o del préstamo habitual de las bibliotecas públicas).

En la actualidad, la web de bookcrossing está traducida a 16 idiomas. Existen casi dos millones de usuarios activos que han registrado cerca 14 millones de libros que viajan por más de 130 países. En esta red mundial de intercambio, Quintanalara está en el número 46 en cuanto a volumen de ejemplares. Y puede que sea la primera del mundo en cuanto a títulos a disposición de sus posibles lectores.

Lo cierto es que la biblioteca de El Potro no es ilimitada ni tampoco periódica, como la de Babel. Pero sus libros si viajan a través del tiempo y la distancia desde hace muchos años, con un aparente desorden que no es tal, sino un sistema de gestión adaptado a voluntarias como Marta Moreno que aún confían en la revolución que nos ofrece la lectura.