Literatura
Descubrir a Nanni Balestrini

Con casi 84 años, el 20 de mayo de 2019 moría Nanni Balestrini. Escritor y poeta, activista revolucionario, artista plástico, editor. Ahora comienza la tarea de recoger y dar a conocer una obra vasta y variadísima, apenas visitada por el gran público de la novela, la poesía, el diseño y la performance.
Nanni Balestrini

Participa en la Fundación de los Comunes

20 may 2021 06:00

Antes que italiano, Balestrini fue un personaje milanés. Cuesta entender su trayectoria si no pensamos en la importancia de Milán en la posguerra republicana, la ciudad que vemos en La noche de Antonioni, industrial y comercial, burguesa, obrera, pero sobre todo centro de la industria editorial y del incipiente mercado del arte contemporáneo. Si se quiere, Milán es el contrapunto de la Roma del Partido Comunista Italiano (PCI) de Togliatti, crisol de la ideología nacional popular. Milán era otra cosa: el motor intelectual del capitalismo italiano y, por tanto, presa de la necesidad de contar con una fuerza de trabajo intelectual que ya no corresponde a las figuras gramscianas del intelectual orgánico, sino que entra directamente en la producción cultural de un capitalismo fordista avanzado, en el que el contenido cultural de la mercancía, su componente “inmaterial”, cobra una importancia creciente. En esta escena de “subsunción” de la fuerza de trabajo intelectual crece el Balestrini que entra en la redacción de la revista Il Verri, fundada por Luciano Anceschi y situada en el terreno de lo que entonces se llamó la neoavanguardia, un punto de vista experimentalista sobre la literatura y una atención especial al lenguaje literario en cuanto tal. De este milieu surgirá el Gruppo 63, primera incursión colectiva de Balestrini en una acción estético-política.

Se trata de abordajes incipientes que, en paralelo, recibirían un tratamiento exhaustivo desde el grupo romano de la revista operaista Quaderni Rossi, en la pluma de Alberto Asor Rosa, autor de Scrittori e popolo, un clásico italiano sobre el populismo en literatura de cuya crítica no escapa el Pier Paolo Pasolini de Ragazzi di vita, y del poema que dio pie a la expresión “pasolinismo político”, el famoso “El PCI a los jóvenes”, escrito con motivo de los enfrentamientos de Valle Giulia entre policía y estudiantes que marcaron el comienzo del 68 italiano. Pero no nos adelantemos.

El Balestrini de comienzos de la década de 1960 está inmerso en un experimentalismo literario y artístico preciso y concentrado. Esta actitud es inseparable del trabajo y la construcción colectivos. La atención fundamental de Balestrini se dirige a las condiciones de producción del texto, a la experimentación con el dispositivo literario. Sobre el telón de fondo hay una crítica práctica de la institución de la literatura y de sus figuras. Empezando por el autor, su intención, su carácter de sujeto (burgués), dueño de su palabra y en pleno control de su enunciación. Este es el periodo de las poesías generadas por ordenador —y probablemente él es el primero en hacerlo— Tape Mark I y II, realizadas entre 1961 y 1963 con un computador IBM 7070 a partir de textos literarios de distinto origen, a cuya combinación se aplicaba una regla algorítmica diseñada por el propio Balestrini. De los cientos de versos ilegibles, seleccionaba los más interesantes por sus efectos de sentido poético.

Mucho más ambicioso fue el trabajo de producción de su primera novela, Tristano. Aquí la idea de Balestrini era usar la misma técnica para producir una novela cada una de cuyas copias sería distinta de la otra, esto es, una novela serial de ejemplares con una historia distinta. Sin embargo, ni las condiciones técnicas del periodo ni la disposición del editor Giangiacomo Feltrinelli lo hicieron posible. La novela se publicó con un texto base único. Solo recientemente la editorial DeriveApprodi ha llevado a la imprenta el proyecto original.

Tenemos en este periodo un enfoque y unos trabajos de enorme interés pero que no abandonan la ambivalencia de la crítica del arte y de la cultura modernos que es común a los trabajos del estructuralismo en las ciencias humanas. El problema del sentido de la enunciación literaria o plástica no quedaba resuelto mediante las obras experimentales, sino que quedaba abierto. El sujeto soberano de la literatura quedaba descentrado, pero el riesgo era el de la eliminación de la tensión ética y política de la enunciación, absorbida por una lógica estructural y combinatoria transcendente y tecnocrática. Era necesario remontar de la estructura al sujeto colectivo de la enunciación. De las cadenas de enunciados al proceso social y político de la narración.

Durante el periodo en que dirige la revista ‘Quindici’ se produce la transformación militante de Balestrini, que no dejará de tener efectos sobre su obra

La revista Quindici, con sede en Roma, empezó a publicarse en 1967 con Balestrini como director editorial. No anda muy distante de las preocupaciones del Gruppo 63, pero les da un enfoque mucho más vinculado a los presagios de lo que se avecinaba, y en particular al inicio de las protestas estudiantiles y a las luchas antiimperialistas en Vietnam y América Latina. Durante el periodo de Quindici se produce la transformación militante de Balestrini, que no dejará de tener efectos sobre su obra. La creciente politización de la revista le lleva a entrar en contacto con los grupos y personas protagonistas de las luchas, entre ellos uno de los grandes personajes del 68 romano y posteriormente del “largo 68” italiano y de la autonomía obrera, Oreste Scalzone. Gracias al encuentro con Scalzone, Balestrini participará en la fundación de Potere Operaio, el principal grupo del operaismo político junto a Lotta Continua.

El otoño caliente de las luchas del “obrero masa”, pero sobre todo los episodios del verano anterior en la FIAT de Turín, con la gran batalla de Corso Traiano alrededor del gran complejo de Mirafiori, son el material vivo de Lo queremos todo, la novela operaista por antonomasia. En ella hay experimentación y búsqueda de un público de masas. La novela fue un gran éxito. La estructura se torna en sujeto. Colectivo, polifónico, sin dejar de estar individuado. Alfonso, obrero de la FIAT, cuenta el proceso de las luchas, las asambleas, la represión patronal y policial, mientras su relato se mezcla con los textos de las octavillas de las asambleas obreras y de los grupos como Potere Operaio.

Pero la labor militante de Balestrini en este periodo no se limita a la producción de novelas. Él es el principal encargado del diseño, maquetación e impresión del periódico Potere Operaio. Para el grupo produce varios collages tipográficos que hoy siguen impactando por su belleza combinatoria. En este denso campo de tensiones, que marcará la sociedad italiana hasta nuestros días, Balestrini se dedica fundamentalmente al trabajo político. De nuevo se cuenta entre los promotores del proyecto de Autonomia Operaia, que tiene su epicentro en la Milán metropolitana, en la que las nuevas figuras de la fuerza de trabajo socializada, los Circoli del Proletariato Giovanile, las radios libres, las primeras ocupaciones de centros sociales, el emergente movimiento feminista, las asambleas autónomas de las grandes fábricas, configuran un movimiento nuevo y rico que tiene en la metrópolis su territorio en disputa con los patronos de la ciudad.

La estrategia de la tensión del Estado y la respuesta (crecientemente armada) de los grupos obreros y de los jóvenes proletarios, el papel de los grandes medios en el diseño de esa estrategia y en la criminalización de la resistencia son el objeto de ‘La violencia ilustrada’, la tercera novela de Balestrini

Entre 1974 y 1976 se vive un periodo extraordinario que hace madurar la hipótesis de un nuevo sujeto político y de una nueva figura política de la producción social, el obrero social o socializado. Esa es la génesis del periódico Rosso (1973-1978), referente de la galaxia autónoma milanesa, en cuya producción y diseño participa Balestrini. La estrategia de la tensión del Estado y la respuesta (crecientemente armada) de los grupos obreros y de los jóvenes proletarios, el papel de los grandes medios en el diseño de esa estrategia y en la criminalización de la resistencia son el objeto de La violencia ilustrada, la tercera novela de Balestrini, publicada en 1976. La violencia política es aquí inseparable de su narración mediatizada.

El primer capítulo de la novela recoge la crónica periodística sobre las declaraciones del teniente de los marines estadounidenses, William Calley, en la vista judicial sobre la matanza de My Lai (Vietnam), cometida el 16 de marzo de 1968 por los soldados estadounidenses contra varios cientos de civiles desarmados, para pasar, en el siguiente capítulo, a la crónica periodística sobre la guerrilla autónoma en las calles de Milán. En el resto de los capítulos, Balestrini trabaja con materiales narrativos donde la legitimación de la violencia es el envite. Cada uno está encabezado por los nombres de las distintas figuras narrativo-institucionales en las que se narran y justifican esas violencias, donde todas ellas empiezan por la letra d: deposición, descripción, deducción, disertación, divagación, deportación, declaración, documentación, dirección, demostración.

Los puntos álgidos de la espectacularización de esa violencia quedan comprendidos entre dos acontecimientos distintos, que tienen lugar entre 1977 y 1978. Por un lado, en la primavera de 1977 surge un nuevo tipo de movimiento en distintas ciudades de Italia, principalmente Roma, Bolonia y Milán. Sus componentes fundamentales son los autónomos, los indios metropolitanos, las feministas. El 17 de febrero de 1977, la famosa expulsión de la universidad romana La Sapienza del secretario general de la central sindical CGIL, Luciano Lama, por parte del movimiento romano, marca la ruptura definitiva entre el PCI y los nuevos movimientos nacidos en el “largo 68” italiano. Pero la principal espectacularización del movimiento del 77 tiene lugar en Milán, durante la manifestación del 14 de mayo en protesta por la detención de abogados del movimiento. Al final de la jornada se produjo un enfrentamiento armado entre un grupo autónomo separado del grueso de la manifestación, el colectivo del barrio de Porta Romana, que inició un tiroteo con la policía en la céntrica Via de Amicis, de resultas del cual cayó muerto el agente de la policía Antonio Custra. Allí se tomó la célebre fotografía del joven encapuchado en posición de disparo de su Walther P38. Esa instantánea condensa perfectamente la operación de desfiguración mediática del movimiento del 77 y del movimiento de la Autonomía. Pistolerismo, desesperación, individualización.

Asesinato de Aldo Moro

El otro punto álgido es, sin duda, el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro en 1978. La estrategia de la tensión había triunfado. Las formas de vida ensayadas en los años de explosión de los comportamientos postsocialistas (el rechazo del trabajo en la cadena y en general del trabajo alienante, la vida en comunidad, las transformaciones y tensiones de las relaciones de género, la reapropiación directa de las mercancías, la huida hacia el trabajo cognitivo y afectivo, las ocupaciones de espacios de vida en colectivo) se ven arrastradas a una espiral de militarización que las hace insostenibles. Una buena parte de las mujeres feministas decide abandonar ese escenario de guerra, mientras los colectivos autónomos se ven desgarrados por las tensiones hacia la militarización del movimiento y la imposibilidad de practicar, en las luchas y en el ejercicio del contrapoder, una transición directamente comunista.

No hay derrota política que se acompañe, en su acontecer, de la conciencia de sus causas, al igual que no se puede conocer al mismo tiempo la posición y el momento lineal de una partícula. Pero para los más veteranos de la autonomía milanesa demasiados signos anunciaban un evento catastrófico. Algunos de ellos tuvo que vivirlos Balestrini en primera persona. Hay uno que suele pasar desapercibido, y es el papel que en estos años juega la burguesía progresista milanesa. No solo sus hijos e hijas nutrían las filas de los grupos y colectivos; también veían con simpatía y llegaban a apoyar económicamente muchas de las iniciativas políticas y empresariales del ámbito de la autonomía.

En 1978 el entorno de Rosso estaba en plena descomposición. El periódico dejó de publicarse y la histórica sede de Via Disciplini, en el céntrico Ticinese milanés, termina echando el cierre. Esta segunda mitad de los años 70 motiva a Balestrini a reanudar la escritura poética. Desde 1974 empieza a componer la que será la serie de las Ballate della signorina Richmond, sin duda su trabajo poético más importante. La señorita Richmond es un operador poético de la distancia irónica, de la mirada implacable sobre la cultura y la política cattocomunista italiana, que trabaja los materiales textuales de la actualidad para verterlos en cuartetas con una inteligencia feroz.

Las apariciones de la señorita Richmond no se detendrán con la catástrofe política del 7 de abril de 1979, sino que continuarán durante la década de 1980, cuando el régimen consociativo que formaban DC (Democrazia Cristiana) y PCI deja paso a los gobiernos del pentapartido, en los que Craxi y Andreotti gestionarán una bacanal de corrupción, privatización y destrucción del movimiento obrero oficial que terminará en 1993 con la República nacida en 1948.

Desde el exilio en Francia, Balestrini puede tomar la medida de la tragedia política y personal en curso. Decide entonces dedicar a los perseguidos del 7 de abril un proyecto que estaba desarrollando desde 1977, una pieza lírica llamada Blackout, en referencia al apagón de 1977 en Nueva York y a los fenómenos de subversión y reapropiación que provocó en aquel julio de calor infernal. Balestrini quería como intérprete de la pieza a Demetrio Stratos, su amigo pero por encima de todo un artista sonoro y vocalista genial, activista revolucionario y cantante de los Area, un grupo muy vinculado al movimiento del 77 boloñés. La muerte repentina de Stratos en 1979 pone fin al proyecto escénico inicial. Pero de sus cenizas surge un poema que expresa los variados sentidos del blackout, en los que resuena la violencia de los contextos de referencia políticos y sociales del momento.

‘Los invisibles’ es la novela más conocida en lengua castellana de Balestrini y la que mejor conectó con las nuevas subjetividades políticas nacidas en los años 90

En los primeros compases de los años 80, Balestrini se ve condenado al exilio político en Francia. En la Provenza francesa convive durante unos meses con Sergio Bianchi, un joven autónomo de la periferia milanesa que ha vivido la parábola fulgurante y trágica del movimiento del 77. Su voz servirá para la composición de la que, sin duda, es la novela más conocida en lengua castellana de Balestrini y la que mejor conectó con las nuevas subjetividades políticas nacidas en los años 90, Los invisibles. En ella se alternan mundos incompatibles: por un lado, la revuelta de los jóvenes proletarios del hinterland milanés, que acuden a la metrópolis lombarda como bárbaros en busca de formas de vida y de lucha que reúnan saber, rechazo del trabajo sometido a un patrono, contrapoder y reapropiación directa de la riqueza, una especie de comunismo sin mediaciones infinitas, de partido o de patrono (socialista); por otro, el mundo de las prisiones especiales creadas para encerrar a miles de militantes autónomos y de los grupos armados, donde al horror de la represión se suma la descomposición del tejido ético y político que se había creado en las décadas precedentes y que se exacerba con la derrota del terrorismo brigadista: asesinatos de compañeros que se arrepienten, venganzas entre grupos y el eco lejano de una sociedad italiana que ya se ha insensibilizado, entre Canale 5 y la heroína omnipresente, ante el destino de aquellas generaciones que quisieron cambiar su destino y el del país.

Para entender la violencia y el espesor de la cancelación y la represión política y cultural del largo 68 italiano, asimilado a unos funestos años de plomo, amalgamado a un pecado mortal de lesa sociedad, tenemos que remontarnos al espanto de la represión de la Comuna de París de 1871, la masacre, la prisión y el destierro de miles de communards y el oprobio arrojado sobre su memoria. Pero lo cierto es que, si bien 30 o 40 años después la Comuna de París había pasado a ser el patrimonio del movimiento obrero internacional, a día de hoy sigue habiendo presos políticos y exiliados de aquel periodo de la historia italiana, mientras militantes e intelectuales como Toni Negri u Oreste Scalzone siguen siendo presentados como “malos maestros” también por los lúgubres herederos de aquel PCI y se les siguen imputando crímenes abyectos, por más que los tribunales hayan dictaminado lo contrario.

Historia
Historia El infinito regreso al futuro de la Comuna de París
La primavera en la que los pobres gobernaron París fue breve y concluyó con ríos de sangre obrera derramada. Pero su florecimiento sigue permitiendo soñar 150 años después de que se izase la bandera roja en el ayuntamiento de la capital francesa.

Es necesario tener en cuenta este ejercicio de represión y remoción para entender la importancia del proyecto de reconstrucción de aquellas décadas que Balestrini, junto a Sergio Bianchi y a Primo Moroni (un personaje fundamental de la cultura y la política italianas y europeas, fallecido en 1994), emprende en 1987, lo que terminará siendo La horda de oro. La gran ola revolucionaria y creativa política y existencial (1968-1977), grueso volumen coral en el que se reconstruyen los procesos, contextos, coyunturas, actores y acontecimientos del “largo 68”, en los planos cultural y político, relatados por algunos de sus protagonistas e intérpretes situados.

Con la composición en 1989 de El editor, novela dedicada al editor y revolucionario Giangiacomo Feltrinelli, muerto el 14 de marzo de 1972 a causa de la explosión del artefacto que intentaba colocar en una torre de alta tensión en las afueras de Milán, en una acción del grupo armado fundado por él mismo, los Gruppi d’Azione Partigiana, Balestrini pone fin a la trilogía de novelas sobre el “largo 68”.

Los años 90 son para Balestrini los de una recuperación de la actividad poética y cultural en el nuevo paisaje mediático, político e institucional italiano, dominado por la hegemonía del berlusconismo y la agonía lenta y culpable de los ejes progresistas herederos del PCI. De nuevo con Sergio Bianchi, está presente en la creación de revistas fundamentales para el pensamiento crítico de matriz postoperaista como DeriveApprodi, que no tardará en convertirse en una editorial y que hoy es la principal editorial alternativa italiana. Para DeriveApprodi, Balestrini contribuye con poemas, que luego serán recogidos en la antología Caosmogonia e altro (2017). Pero la principal herramienta de enunciación seguirán siendo las novelas, como siempre nacidas de encuentros con realidades nuevas. Sí, las novelas de Balestrini responden a algo fundamental: son el testimonio del encuentro, del clinamen de dos mundos que se cruzan, y son los mundos los que hablan.

De estos encuentros surgen dos novelas que retratan el paisaje social y subjetivo de las clases populares de la Italia de la contrarrevolución neoliberal, I furiosi (1994) y Sandokán. Una historia de camorra (2004). La primera nace del encuentro casual de Balestrini con los hinchas de las Brigate Rossonere, la curva radical del Milan, nacida en los años 70 como una peña juvenil vinculada a los movimientos autónomos pero convertida ahora en una agrupación que, perdida la referencia política, funciona como una máquina de guerra, autodefensa y supervivencia del proletariado milanés. La segunda cuenta la historia de un boss de la Camorra napolitana, años antes de la versión justicialista e hipócrita de la Gomorra de Roberto Saviano. El encuentro es la condición del agenciamiento de enunciación colectiva.

Balestrini continuó con su inquietud poética y política hasta el final de sus días, siempre en busca de la enunciación emergente entre los explotados y oprimidos producidos por el régimen capitalista neoliberal

La última década de la vida de Nanni Balestrini estará dedicada a una gran empresa, la fundación de la nueva época de la revista Alfabeta, bautizada como Alfabeta2. La revista inicia su publicación en junio de 2010, con una redacción formada por el propio Balestrini, Maria Teresa Carbone, Andrea Inglese y Andrea Cortellessa. Esta vez, la nueva Alfabeta tratará los temas políticos en el mismo plano que los culturales, dedicando una atención sostenida a las creaciones políticas y de pensamiento europeas, en un intento de animar una escena intelectual italiana sumida en la más profunda apatía y conformismo con el statu quo. La revista tuvo que abandonar su publicación impresa en 2014 y se convirtió en un sitio web, activo hasta la muerte de Balestrini, tras la cual se decidió poner fin a la empresa.

Nanni Balestrini continuó con su inquietud poética y política hasta el final de sus días, siempre en busca de la enunciación emergente entre los explotados y oprimidos producidos por el régimen capitalista neoliberal. En los últimos meses de su vida, entre Francia e Italia, no se le escapaba la aprehensión de las alternativas ontológicas que se abren en la crisis de la civilización del capital, como se lee en uno de sus últimos poemas, Le radiazioni del corpo nero.

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