Líbano
El Ejército israelí invade un pueblo de Líbano y crece el temor de una nueva guerra entre Israel y Hezbolá
Líbano asegura que Israel ha violado la tregua en el suelo libanés más de 1.500 veces desde su firma en noviembre, pero denuncia que lo del jueves no tiene precedentes. A la una de la madrugada, tropas israelíes incursionaron en territorio libanés y llevaron a cabo una redada en la localidad de Blida, a un kilómetro de la frontera. Allí, abrieron fuego de manera continuada durante más de 10 minutos contra un edificio municipal, y ejecutaron con cuatro tiros –uno en la cabeza, tres en el pecho– a Ibrahim Salameh, un trabajador del ayuntamiento de 45 años que dormía en el edificio.
Los máximos líderes de Líbano han salido en tromba a condenar lo que consideran algo más que un incumplimiento del alto el fuego y se preguntan dónde están los países garantes de la tregua, principalmente Estados Unidos. La Casa Blanca, sin embargo, se mantiene tolerante con la creciente hostilidad israelí sobre Líbano, y advierte sin disimulo a los dirigentes de ese país que se preparen para una nueva ofensiva israelí a gran escala si no avanzan en la tarea de desarmar al partido-milicia Hezbolá.
Incursión y escalada
Las tropas israelíes llegaron a Blida con distintos vehículos armados y bajo la protección de aviones teledirigidos. Varios residentes del pequeño pueblo, de mayoría musulmana chií, se reunieron para arroparse ante el miedo. La redada en el municipio duró más de tres horas. Algunos locales aseguran que oyeron lloros y gritos de auxilio que provenían del edificio municipal, donde los soldados ocupantes ejecutaron a Salameh. Cuando amanecía, los israelíes se fueron por donde habían llegado, y los residentes salieron de sus escondites y encontraron al limpiador muerto entre sábanas ensangrentadas.
Blida se había convertido en el escenario de la última escalada israelí sobre Líbano, donde las tropas israelíes han matado a más de 10 personas en una semana. Desde que Israel y Hezbolá firmaron la tregua en noviembre de 2024, el Ejército israelí ha bombardeado Líbano casi a diario y ha matado a centenares de personas, de las cuales al menos 111 serían civiles, según informí la ONU el martes.
La mayoría de muertes suceden durante bombardeos que Israel reconoce abiertamente contra vehículos que circulan por las carreteras públicas. Morris Tidball-Binz, relator de la ONU, los considera “crimenes de guerra”. Esos ataques, que mantienen a más de 80.000 personas desplazadas, se perciben en Líbano como un acto de presión para que las autoridades libanesas avancen en el desarme de Hezbolá.
Morris Tidball-Binz, relator de la ONU, considera “crímenes de guerra” esos ataques, que mantienen a más de 80.000 personas desplazadas
El Ejército de Israel ha justificado sus acciones en Blida alegando sin demostrarlo que el edificio municipal ha sido utilizado para “actividades terroristas”, y ha añadido que se ha disparado “al detectar una amenaza directa”, en aparente alusión al trabajador. “Hezbolá, con el apoyo de Irán, sigue intensificando sus esfuerzos para rearmarse”, advirtió el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, después de la invasión de Blida. “Israel no puede hundir la cabeza bajo tierra ante ese hecho”, concluyó.
El acuerdo de tregua del pasado noviembre obligaba a ambas partes a cesar el fuego, y forzaba a Israel a retirarse del sur de Líbano, que ocupaba desde meses atrás. A Hezbolá, un movimiento con un bloque parlamentario que tiene un brazo armado independiente al Gobierno libanés, la tregua le exhortaba a desmantelar sus capacidades militares en el sur de Líbano, donde el Ejército libanés debía hacerse con el control del territorio. El cese incluía la creación de un comité de supervisión, liderado por EE UU, que patrulla el sur libanés junto con los cascos azules de la ONU para asegurar el cumplimiento de la tregua.
Líbano, comprometido con el desarme
El marco del acuerdo ratificaba la resolución 1559 de la ONU de 2004, que llama al desmantelamiento de todas las milicias de Líbano. Israel y EE UU se acogen a ello para exigir el desarme inmediato de Hezbolá. Un nuevo Gobierno libanés creado en 2025 y presionado por la Casa Blanca se ha comprometido con ese objetivo, pero quiere lograrlo mediante la negociación y a unos ritmos distintos a los deseados por Washington y Tel Aviv, consciente que la tarea puede desatar una guerra civil.
El Ejecutivo libanés y el comité de supervisión cifran en un 80% el desmantelamiento de Hezbolá en el sur y reconocen su cooperación en ese ámbito. Pero la organización se niega al desarme total mientras Israel siga ocupando distintos puntos del territorio en incumplimiento de la tregua. Al mismo tiempo, las tropas israelíes afirman que seguirán pisando Líbano si Hezbolá retiene su arsenal.
El presidente libanés acusa a Netanyahu de buscar la reanudación de la guerra en Líbano tras la tregua en Gaza, en un intento de mantener la tensión necesaria para sobrevivir como Ejecutivo
Tras una noche sin dormir, los residentes de Blida expresaron su sensación de abandono. “¿Dónde está el comité de supervisión de la tregua? ¿Dónde están los cascos azules?”, se preguntaba el alcalde del municipio, Hassan Hijazi, durante una protesta que el pueblo convocó en rechazo a la incursión israelí.
El primer ministro de Líbano, Nawaf Salam, y el presidente, Joseph Aoun –ambos partidarios del desarme de Hezbolá–, se han expresado en términos similares. Reclaman a la ONU y a los países impulsores del alto el fuego –EE UU y Francia– que garanticen el “fin de las hostilidades israelíes” y la “retirada completa” de sus tropas.
Este octubre, el presidente libanés acusó al Gobierno de Benjamín Netanyahu de buscar la reanudación de la guerra en Líbano tras la tregua en Gaza, en un intento de mantener la tensión necesaria para sobrevivir como Ejecutivo. Tras la invasión de Blida, Aoun ha ordenado a los soldados que “se enfrenten a cualquier incursión israelí”, pero es improbable que exista ninguna confrontación. Las mermadas y precarias tropas libanesas dependen de las donaciones de países como EE UU, que niegan armas ofensivas a Líbano mientras arman Israel hasta los dientes.
“Israel bombardea y el ejército no se mueve”
Los municipios libaneses fronterizos con Israel, donde muchos dan la bienvenida a las armas de Hezbolá ante la incapacidad histórica del ejército de defenderles, se temen lo peor. La creciente frecuencia en la que los misiles israelíes levantan columnas de humo en una u otra colina sugieren la cercanía de una nueva ronda bélica con Israel en un momento en el que intentan retomar sus vidas después de la guerra de 2024, que llegó a desplazar a 1,4 millones de residentes en Líbano, una cuarta parte de la población nacional.
“Caminas por la calle y de repente puede caer un misil”, lamenta la profesora Mona Hijazi. “Desconfiamos de Israel y nos esperamos cualquier cosa de ellos”, explica a El Salto
Mona Hijazi, profesora de 42 años, reconoce la dificultad de devolver la vida al territorio en las circunstancias actuales. Ella es de Majdel Slim, un pueblo a tres kilómetros de la frontera, del que el 90% de la población huyó antes de la tregua. Algunos reconstruyen sus casas con sus propios recursos. Otros, dice, ni siquiera han regresado, al ver la supuesta paz con escepticismo.
“Caminas por la calle y de repente puede caer un misil”, lamenta frustrada. “Desconfiamos de Israel y nos esperamos cualquier cosa de ellos”, explica por teléfono a El Salto Diario. La libanesa argumenta que la población del sur quiere sentirse protegida y que no tendría problema en que su defensor fuera el Ejército libanés si este tuviera armas y voluntad, pero denuncia que “Israel mata y bombardea personas a diario y el Ejército no se mueve”. “Por eso es importante la resistencia”, dice, empleando un término que se refiere a las armas de los grupos armados, pero también a todo lo que proteja el país. “Una resistencia de la que en un momento dado yo misma puedo ser parte para defender a mi pueblo”, enfatiza.
Lejos de Majdel Slim, la Casa Blanca se impacienta. Tom Barrack, enviado de Washington en la región, es la mayor muestra de ello. Meses atrás, defendía a las nuevas autoridades de Líbano, a las que elogió por su compromiso con el desarme de Hezbolá y con las que se mostró comprensivo cuando expresaron la necesidad de evitar el uso de la fuerza por miedo a provocar un conflicto civil. Ahora, Barrack ha agravado el tono.
Los dirigentes libaneses le piden a EE UU que impida el repunte de violencia israelí en Líbano y que fuerce a Israel a cumplir la tregua, pero Barrack toma el camino contrario y les advierte que esto podría ser solo el comienzo. “Si Beirut sigue dudando [con el desarme], Israel podría actuar de manera unilateral”, ha alertado este octubre mediante un comunicado, en lo que muchos han interpretando como una amenaza sobre una nueva ofensiva israelí. “Y las consecuencias”, anticipa para Líbano, “serían graves”.
Palestina
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