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El Dew Drop Inn era un sitio elegante. Nada que ver con esos antros donde veías correr cucarachas por detrás de la barra y los zapatos se te quedaban pegados a manchas extrañas y viscosas. Aquí los suelos estaban pulidos, los manteles limpios y el público planchaba a conciencia el cuello de las camisas antes de ir. Es verdad que el escenario era un poco pequeño, las habitaciones de arriba no eran el mejor sitio para hospedarse y a veces había tanta gente que acababas sudado y pegajoso, pero todo el mundo se arreglaba con esmero porque sabían que el Dew Drop Inn era un sitio importante. Allí podías ver a Sam Cooke, Otis Redding, Ray Charles o James Brown. Allí, en aquel bar del centro de Nueva Orleans, se estaba gestando el rock and roll.
Es cierto que el rock no tuvo una única madre ni un único padre y que su aparición se produjo como una evolución de estilos previos y no como una creación que nace en un momento puntual, pero también es cierto que no todos los que estuvieron en sus orígenes han recibido el mismo reconocimiento ni la misma atención. La historia del rock es la historia de las caderas de Elvis, las gafas de pasta de Buddy Holly y los saltos desquiciados de Jerry Lee Lewis al piano, pero también hay otra historia mucho más desconocida y silenciada, una historia queer, drag, negra y pobre que en buena parte se desarrolló en el Dew Drop Inn.
Patsy Vidalia era la maestra de ceremonias del local. Eso significaba que era la encargada de presentar las diferentes actuaciones de la noche y de animar a la gente a que bailase, se divirtiese y se rozase un poco en la pista. Como el Dew Drop era elegante pero pobre, a veces Patsy también tenía que servir mesas y poner copas. Sin embargo, también había tiempo para sus propios números musicales, que los clientes esperaron con ganas cada noche durante 25 años. Sobre el escenario, Patsy era desbordante, excesiva, magnética. Dicen que no cantaba demasiado bien, al menos no tan bien como las reinas del soul que pasaron por el local, pero no importaba demasiado: cuando subía allí arriba nadie podía apartar la vista. Su estilo influyó a algunos de los creadores del rock, un estilo que necesitaba una rebeldía y un descaro mucho más explícitos de lo que tenían el góspel y el rhythm and blues. El propio Little Richard, prácticamente el único pobre, negro y queer que ascendió al estrellato entre esos primeros creadores del rock, reconoció esa influencia en numerosas ocasiones. Y dijo también lo que todos los clientes del Dew Drop sabían y celebraban: Patsy era drag.
En realidad, las actuaciones de drag queens no fueron algo extraño en el circuito musical negro de Estados Unidos durante los años 50. El propio Little Richard actuaba de vez en cuando como Princess LaVonne, y lo mismo Billy Wright, cantante de jump blues, uno de los estilos que se consideran precursores del rock and roll. Tampoco eran extrañas las actuaciones de cantantes abiertamente queer y homosexuales: Richard y Wright eran buenos ejemplos, pero también había otros como Esquerita, uno de los pioneros del sonido que acabaría cristalizando en lo que hoy conocemos como rock and roll. Como las de Vidalia, las actuaciones de Esquerita y Little Richard también eran excesivas y escandalosas, tanto en la forma de moverse como en la ropa y los peinados imposibles. Como Vidalia, ellos también sabían que el escenario se había hecho para brillar.
Entre las solistas femeninas también había un buen número de mujeres abiertamente sáficas. Esto ya sucedía con algunas de las grandes reinas del blues, como Bessie Smith o Josephine Baker, pero se vería también entre las pioneras de lo que acabaría siendo el rock and roll. Quizá el mejor ejemplo y el más injustamente olvidado sea el de Sister Rosetta, una guitarrista deslumbrante que sentaría las bases del sonido de las guitarras eléctricas en el género.
Con la excepción de Little Richard, todos estos cantantes y músicos quedaron relegados de la historia del rock. Ninguno de ellos lo tuvo fácil, eran demasiado negros, demasiado pobres y demasiado queer en un Estados Unidos que se veía a sí mismo como una enorme urbanización de adosados para familias blancas de clase media que cocinaban tartas de manzana y tomaban limonada en el porche. El Dew Drop Inn tampoco acabó demasiado bien: como tantas otras casas y locales de gente negra y pobre, el Katrina lo destrozó y nunca volvió a abrirse.
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Es correcto. Solo marcó el número 123... y 456.
Solo eso.
Ese es mi medio.
El Diagonal.
Solo eso.
Mi medio.
El Salto.
¡Viva El Salto!
Sam Cooke, Otis Redding, Ray Charles, James Brown...nombres ligados al Soul aparecen en el artículo como los "pioneros del Rock & roll", con otras palabras (estaban gestando el R&R). Para hablar de música hay que escuchar apasionadamente mucha música y apuesto lo que sea, a que la autora no ha escuchado mucho R&R. No entiendo lo que pretende el texto, desde el desconocimiento y la Wikipedia quedan pobres unos argumentos forzados, tratando de defirmar el pasado, quiero decir que antes no había tantas etiquetas y no se era consciente (la mayoría) de la repercusión generacional que supuso tido ese movimiento musical. El recién desaparecido Little Rhichard amaba la música, por encima de su condución sexual y el R&R de finales de los 50's canalizó las frustraciones de una juventud, sobre todo la estadounidense, que empezaba a despertar del sueño americano.
No era drag, queer, ni nada de eso; sin embargo sí era negra y pobre....y fue la inventora de un ritmo nuevo en el que se fijaron y siguieron Little Richard y otros muchos. Se llamaba Rosetta Tharpe. Y ella es la verdadera madre del Rock&roll.