El turismo como mecanismo de emancipación de las clases populares

La lectura de la reciente publicación Turismo Comunitario Urbano en Brasil: Una pedagogía de la resistencia (2025), editada por Alba Sud invita a pensar que el turismo puede ser otra cosa distinta a un eslabón de una cadena productiva basada en la explotación.
Amazonas rio - 4
Álvaro Minguito Amazonía brasileña.

Antropólogo y profesor universitario

@antroperplejo


7 oct 2025 11:22

El álbum del grupo Supertramp Crisis? What Crisis? fue publicado en el contexto de la depresión económica que vivió el Occidente capitalista entre los años 1973 y 1975. Ésta se debió, principalmente, a la inflación y la recesión provocada por la decisión tomada por la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) de cortar el suministro de crudo a aquellos estados que habían dado apoyo a Israel en su conflicto con Egipto; un conflicto conocido como la Guerra de Yom Kipur –los países afectados fueron Canadá, Japón, Estados Unidos, Países Bajos y el Reino Unido, aunque con posterioridad, el embargo se amplió a Portugal, Rodesia (actual Zimbabue) y Sudáfrica–. La acción coordinada de la OPEP fue desastrosa para muchas economías aunque, a la larga, consolidó una serie de decisiones que acabarían por hacer menor la dependencia del petróleo de las economías de estos territorios.

Las denominadas Crisis del Petróleo, hubo otra en 1979, fueron fundamentales para la aparición del modelo productivo asociado al capitalismo que hoy conocemos como neoliberalismo, aunque aun más relevancia tuvieron los límites mostrados por el propio sistema social y económico triunfante después de la II Guerra Mundial para mantener los niveles de acumulación de capital. La solución final adoptada –el retraimiento del Estado hacia funciones de garantía de funcionamiento de los mercados y promoción de la iniciativa individual, entre otras cuestiones– fue, como señaló el geógrafo David Harvey en su obra Breve historia del neoliberalismo (2005), un proyecto de clase.

La portada de Supertramp, un turista cómodamente sentado en una silla de playa bajo una sombrilla en medio de lo que parece una zona industrial periférica de la Gran Bretaña de aquellos años, ejemplifica muy bien el espíritu del tiempo, más aun cuando la figura central aparece destacada en color mientras que el paisaje productivo de fondo se mantiene en blanco y negro, la sensación de que, pese a todo, es posible mantener cierto optimismo o, visto desde un ángulo completamente distinto, que a veces parecemos permanecer impasibles mientras todo se derrumba a nuestro alrededor, ajenos a los riesgos.

La lectura de la reciente publicación Turismo Comunitario Urbano en Brasil: Una pedagogía de la resistencia(2025), editada por Alba Sud y escrita por Aline Bispo y Ernest Cañada, aflora, en cada una de sus páginas, una sensación similar: la de que en un contexto de máxima expansión del capital turístico y de impacto de las dinámicas de turistificación en muchos de nuestros pueblos y ciudades, territorios anteriormente turísticos y otros de nueva creación, el turismo puede actuar no ya como nuevo eslabón de una cadena productiva basada en la explotación y extracción de plusvalías, sino como un elemento de emancipación y politización de las clases populares. Sin embargo, al igual que la imagen del álbum, la existencia de una tensión, de un cierto peligro, entre esta interesante tipología de proyectos y procesos frente al acecho del mercado y otros actores y contextos internos y externos, pueden poner en peligro su continuidad.

El informe elaborado por los investigadores Bispo y Cañada se basa en hasta siete experiencias de turismo comunitario urbano distribuidas por distintas localizaciones del mapa brasileño. Para realizar la selección de estos espacios el texto comienza proponiendo una definición específica de este tipo de turismo. Así, mediante una amplia definición, los autores entienden el turismo comunitario urbano como “un modelo de gestión de la actividad turística donde la población de un determinado territorio, a través de sus diferentes estructuras organizativas de carácter colectivo, desempeña un papel preponderante en el control de su diseño, ejecución, gestión y distribución de sus beneficios y que, a su vez, parte del compromiso con el bienestar común de sus comunidades”.

Los proyectos escogidos son los de Ilha de Deus, en Recife, QuiAl Tubarâo, Coletivo de Mulheres do Calafate y Alagados Turismo Comunitàrio, en Salvador, Guías de Santa Marta y Museu de Favela, en Rio de Janeiro, y Comunidade Cultural Quilombaque, en Sâo Paulo. Todos ellos manifiestan unas destacables diferencias, lo que otorga una mayor riqueza al documento a la vez que aleja la posibilidad de extraer conclusiones generalizables a partir de casos muy localizados y poco significativos.

Todas ellas se caracterizan por presentar el turismo no como una finalidad en sí misma, sino como un instrumento mediante el cual es posible alcanzar cosas interesantes para la propia comunidad

Entre las características principales de los proyectos seleccionados encontramos la apuesta decidida del Centro Educacional Popular Saber Viver por el turismo comunitario como alternativa económica para la zona de Ilha de Deus, así como su consideración como potencial motor de generación de ingresos y trabajo para esta zona; el impulso a la revitalización y revalorización de Alagados, un barrio tradicionalmente estigmatizado de Salvador, a través de un turismo que es capaz de combatir esta visión negativa a la vez que genera identidad y beneficios para la comunidad; el fortalecimiento de la emancipación feminista a través de prácticas turísticas del Coletivo de Mulheres do Calafate; la puesta en valor de las prácticas culturales tradicionales de la zona del Suburbio Ferroviario de Salvador, a través de la acciones y propuestas de la Asociación Cultural Quilombo Aldeia Tubarâo organizadas a través de una serie de rutas que comprenden la generalidad de su contexto social y espacial; la articulación comunitaria del Colectivo de Guías de Santa Marta, la favela de Rio de Janeiro, que, pese a su especial modalidad como actividad económica se encuentra estrechamente vinculada a la comunidad a través de sus relaciones con los diferentes actores sociales y su compromiso activo por la mejora local; el Museu de la Favela, en los barrios de Cantagalo, Pavâo y Pavâozinho, también en Rio, que ha logrado, mediante su actividad, cambiar la percepción de la población con respecto a lo que significa la vida en una favela, acercándola a una visión relacionada con la creatividad y la resistencia, más allá de la violencia y la pobreza tópicas y, finalmente, la Comunidade Cultural Quilombaque, de Sâo Paulo, que con su particular visión del turismo de resistencia han conseguido que la práctica turística se convierta en una herramienta al servicio de la organización de esta comunidad fuertemente racializada de las clases populares incrementando, de paso, su sentido de pertenencia y autoestima.

Todas ellas se caracterizan por presentar el turismo no como una finalidad en sí misma, sino como un instrumento mediante el cual es posible alcanzar un amplio abanico de cosas que son importantes e interesantes para la propia comunidad, desde la generación de empleo e ingresos, pasando por el empoderamiento local, la lucha contra la estigmatización espacial y colectiva, el fortalecimiento de la perspectiva feminista, la generación de identidad y el establecimiento y mantenimiento de fuertes lazos sociales que les permiten continuar unidos y funcionar colectivamente. El turismo comunitario no aparece, así, como una mera práctica mercantil sino como aquello que el antropólogo francés Marcel Mauss denominaría un hecho social total, esto es, mecanismos sociales que “expresan, a la vez y de golpe todo tipo de instituciones: religiosas, jurídicas, morales —en estas tanto las políticas como las familiares— y económicas, las cuales adoptan formas especiales de producción y consumo, o mejor de prestación y de distribución, y a las cuales hay que añadir los fenómenos estéticos a que estos hechos dan lugar, así como los fenómenos morfológicos que éstas instituciones producen” y que cuando hablamos de turismo tendría que entenderse como una acción humana de índole colectiva que acoge en su seno un conjunto de prácticas de carácter amplio que nos obligan a realizar un esfuerzo por comprender su naturaleza holística.

El informe, el cual acaba con una serie de conclusiones y aprendizajes muy útiles para entender este fenómeno a la vez que actúa, con gran ánimo pedagógico y de agitación, como posible instrumento de proyección y réplica de las casuísticas presentadas, se aparece como de fácil y animada lectura, sobre todo en lo que respecta a los casos analizados. En su debe, quizás, algunos fallos de ortografía y supervisión, fácilmente solucionables en próximas ediciones. De indudable valor político, Turismo Comunitario Urbano en Brasil: Una pedagogía de la resistencia, presenta la tensión evidente entre un modelo turístico convencional, neoliberal y mercantilizado, y unas prácticas alejadas de tal consideración, más próximas a propuestas anticapitalistas, pero que, sobre todo, como la portada del disco de Supertramp ya adelantara, nos muestra la potencialidad de una serie de proyectos comunitarios para expandir su visión de color y optimismo a gran parte del escenario turístico actual.

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