Elecciones
Querida amiga de Vox

Querida amiga,
No sé qué ha sucedido desde que nos conocimos, pero parece que todo ha cambiado. Te deje defendiendo con vehemencia al recién llegado Ciudadanos, pero tus convicciones han dado un giro inesperado hacia el partido con nombre de diccionario.
Ya no reconozco tus palabras, tu tono ni tus ideas. Todo se difumina en ese mar de hostilidad que tanto manifiestas. Ya no puedo mantener una conversación contigo. Por el simple hecho de expresar mi opinión y defender mis principios, me has colocado en el bando de los enemigos de la patria. ¿Qué te ha llevado a abrazar un discurso tan cargado de odio? ¿Dónde quedó aquel espíritu de tolerancia y respeto que solíamos compartir?
Tu apoyo a este partido político contribuye a construir barreras, a restringir la libertad de expresión y a censurar la cultura. Censurar, un verbo que jamás pensé que volvería a conjugar en estos tiempos
Quiero creer que detrás de tu elección política hay una búsqueda de respuestas y una necesidad de sentirte representada. Pero, amiga mía, ¿no ves las consecuencias de tus acciones? Tu apoyo a este partido político contribuye a construir barreras, a restringir la libertad de expresión y a censurar la cultura. Censurar, un verbo que jamás pensé que volvería a conjugar en estos tiempos.
Ahora señalas a los inmigrantes como enemigos, tachas al colectivo LGTBIQ de superficial y cuestionas las políticas destinadas a combatir la violencia de género. Ambas teníamos diferentes formas de pensar e ideas, pero siempre había puntos en común. ¿Qué ha sucedido, amiga?
Tengo que reconocerlo, esto ha ocurrido por mi culpa. Durante todos estos años, mi voz se ha vuelto más pequeña en medio del ruido. No te he confrontado lo suficiente, no te he advertido a tiempo de las consecuencias de tus elecciones políticas. Por mi silencio, he dado paso a un monstruo que ahora amenaza todo en lo que creo.
Es doloroso darse cuenta de que alguien cercano, ya sea un padre, una madre o una amiga, vote en contra de todo aquello que nos importa. Pero también debo reconocer que no hemos detenido con la suficiente fuerza estas ideas. Hemos permitido que se abran paso en nuestra sociedad, sin comprender que nuestros silencios tenían consecuencias.
Querida amiga, me encantaría poder hacerte cambiar de opinión, pero creo que es demasiado tarde. En nuestro país, la división se ha apoderado de nuestras relaciones y de nuestras vidas. Es doloroso aceptar que nuestras diferencias políticas nos han convertido en enemigas, en lugar de buscar la comprensión y la empatía que antes nos unían.
En un mundo en el que el odio y la intolerancia parecen prevalecer, es fundamental reflexionar sobre el daño que esta división causa en nuestra sociedad. Quizás, en el futuro, encontremos una manera de sanar estas heridas, pero por ahora, lo han conseguido y hemos pasado de ser amigas a ser enemigas. Era lo que querían.
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