Elecciones 10N
La función histórica

La subida de Vox se da en el marco de una crisis política de inestabilidad, de una crisis territorial-nacional, de unos movimientos progresistas que buscan cambiar la legalidad y por una recomposición del bipartidismo.

Investidura en la Comunidad de Madrid I
Rocío Monasterio en la Asamblea de Madrid. David F. Sabadell
@mibracan
15 nov 2019 10:43

Se encienden los televisores del país. El ascenso de Vox, la caída de Ciudadanos, el repunte del Partido Popular, el debilitamiento del PSOE, el buen resultado de los nacionalismos periféricos, y el estancamiento a la baja de Unidad Podemos. Subidas y bajadas, cruces de acusaciones, desencantos y emociones. El guión de la historia no para y cada vez se acumulan más sucesos y las grandes narrativas ya han caído hace tiempo. El público puede ver al mismo tiempo a un grupo de personas desquiciadas en los laterales del escenario. Taquígrafos, periodistas, pensadoras, analistas… Todas corren gritan, se corrigen, se callan. Entre el elenco de personajes que se nos presenta distinguimos unos nuevos. Se les ven contentos, bien vestidos como los señoritos que son, envalentonados por haber subido a la palestra. Se cierra el telón. El público calla. Excepto los palcos, de los que emana el sonido de descorchar champán y risas, pero también llantos. En el gallinero dos personas cuchichean sin perder de vista el espectáculo. "¿Esta obra es francesa? Porque no entiendo nada" comenta una. "Italiana creo yo, demasiada épica para tan poca chicha" responde otra.

El momento político español actual tiene pocas certezas. Una de ellas es la inestabilidad política. El resto están perdidas entre miles de datos y análisis de estrategias, de divorcios y riñas personales. Las elecciones de este 10 de Noviembre traen cierta sorpresa, pero no tanta, para sorpresa de muchas personas. No es que se hayamos normalizado a la extrema derecha, es que es la inercia social e histórica que se veía venir desde hacía un tiempo.

El espectacular giro a la derecha de Ciudadanos y Partido Popular, los cuales adoptaron discursos y estrategias beligerantes contra el nacionalismo catalán y contra las posiciones socialdemócratas y caciques del PSOE, era inaugurado en la manifestación de Colón. El combate entre estos tres partidos es el de tres fuerzas históricas (socialdemócratas, liberales y conservadores) que luchan por el patrimonio del régimen político y social nacido de la Transición Española. Tan distraídos con su pelea que se han olvidado de una tendencia global.

Esa élite que había ido perdiendo y que se encontraba desencantada con los pactos entre socialdemócratas, liberales y demócrata cristianos europeos ha comenzado a organizarse globalmente. Vox es el embajador de esta tendencia en España. Estas élites globales se están coordinando en redes entre cuyos miembros destacan Trump, Bolsonaro, Le Pen y Salvini, y cuyo denominador estratégico común resulta ser Steve Bannon. Vox es el hijo de este realineamiento. Su pretendido discurso anti-globalista, parece ser más un discurso alter-globalista. No sueñan con una soberanía nacional, sino con cambiar unas élites corruptas por otras élites que quieren corromper los estados y naciones a su gusto.

Hay una buena intuición entre los movimientos de izquierdas y populares. Son la misma cosa. Élites que usan al pueblo para conseguir sus intereses. Sin embargo es imprescindible entender el por qué esa élite no quiere ser el recambio de este sistema político, social y económico. La razón es que no es sostenible. Tras la crisis económica ha venido una crisis institucional que va acompañada de las crisis de identidad y de instituciones sociales. Esta élite globalista de Bannon y compañía, a la que Vox sigue como una mascota dócil, busca reordenar el mundo para recuperar ciertos valores culturales que están amenazados por el devenir histórico. Las ideas de ley, orden, unidad, amenaza de libertades, desintegración familiar y amenaza cultural son una constante en sus discursos. No hay que desatender estos temas. Si pasamos por alto que efectivamente nos encontramos ante una enorme crisis social será difícil actuar en consecuencia.

La subida de Vox se da en el marco de una crisis política de inestabilidad (lo que hace a los políticos parecer débiles, incapaces y egoístas), de una crisis territorial-nacional (lo que pone en peligro la idea de unidad y fortaleza frente a un mundo que "se ha vuelto loco"), de unos movimientos progresistas que buscan cambiar la legalidad (el feminismo), desobedeciendo el marco legal actual si es preciso como lo muestran los independentistas (lo que pone enfrente de la población una situación de inseguridad e impunidad de "criminales"), y por una recomposición del bipartidismo (las mismas élites corruptas e incapaces vuelven). Estos son los ejes culturales que parecen estructurar la mentalidad de las personas que han votado a la extrema derecha en España.

A día de hoy Vox es una fuerza que aglutina tres mentalidades: la conservadora que quiere frenar el cambio cultural, social y económico que ha visto desde el estallido de la crisis; la que quiere cambio radical en España y ve en la extrema derecha un cambio radical en comparación con los últimos cinco años; y la mentalidad nacionalista que busca reforzar la unidad frente al crecimiento de posicionamientos rupturistas con el régimen territorial y político del 78. Aunque hayan dado con la "fórmula" para integrar tres mentalidades diferentes es todo un reto que sean capaces de mantenerlas. ¿Qué puede dificultar que lo hagan?

He expuesto brevemente una situación global que se cuela en nuestro ámbito nacional y que responde a unas inquietudes sociales muy legítimas en tiempos de crisis. Es clásico ver como discursos de orden y ley se enarbolan en tiempos de cambio convulso. Y aquí es donde veo que muchas personas muy valiosas de la izquierda española ya han tomado apuntes. Decía César Rendueles que la revolución puede pensarse no como una locomotora, sino como el freno de mano a la locomotora desbocada que es el sistema capitalista.

Los movimientos ecologistas han incorporado con gran habilidad la idea de transición ecológica socialmente justa, el feminismo defiende la diversidad y la libertad de hacer con el cuerpo lo que venga en gana con respeto a los vínculos de cuidados. Muchos otros ejemplos de las bases de nuevas instituciones sociales a venir. El feminismo, el anticapitalismo, la lucha obrera, el ecologismo, "nos ha jodido la vida" (en honor a ese fantástico artículo), porque vivimos una vida a la cual este sistema actual no corresponde. Y sin embargo vivirla te aporta una felicidad embriagadora porque afrontas tu mierda, porque sientes la dignidad de vivir acorde a unas ideas de un mundo nuevo y que en nuestra opinión es mejor. Lo único que atestigua esto es que hay alternativa (no una superioridad moral). Que la izquierda puede poner otro modelo que funcione y solucione todas esas crisis.

El principal rasgo de esta extrema derecha globalista de la que Vox forma parte, es que son negacionistas. Sufren el miedo incontrolable de ver cómo el mundo camina hacia derroteros que ellos no controlan (de ahí la idea de "dictadura progre") y en vez de afrontar los retos del nuevo siglo, esconden la cabeza como una avestruz. No quieren ver que el cambio climático es una realidad, no quieren afrontar que existen identidades en España que no quieren sentirse españolas. No quieren ver que la crisis económica va más allá de nombres y apellidos de "corruptos e inútiles", y que se trata de toda una forma de producir y distribuir la riqueza en base a leyes económicas de mercado. Muchos son nostálgicos de ese pasado idealizado, en el que la estabilidad era la norma y las buenas leyes y tradiciones hacían (a su entender) aflorar la riqueza. No quieren ver que la forma de querernos ya han cambiado y que tienen que adaptarse a otros tipos de relaciones, que no por ello pierden belleza y sentimiento.

Ya es hora de aplicar los principios comunistas a nuestras propias vidas. De cada cual según sus capacidades, a cada cuál según sus necesidades

Este negacionismo y sentimiento nostálgico tiene que ser comprendido. Yo soy joven y tengo mucho miedo al futuro. Entiendo perfectamente el desconcierto. También entiendo cuando los mayores piden paciencia a la hora de abordar los cambios. "No todos cambiamos a la misma velocidad". Esa la llamada a la moderación que ha permitido que la "moderación radical" de la extrema derecha cale. Frente a un mundo desbocado Vox clama que sí, que hay diversidad, pero todo a su tiempo, primero hay que apuntalar las instituciones tradicionales para que luego el resto de identidades se integren en un sistema "diverso controlado". De ahí que la inmigración legal controlada sí, de ahí que no sean homófobos sino que su problema es que el sistema no funcionará si todos somos gays y lesbianas. Están imaginando un futuro distópico. Hay que establecer ese diálogo cultural, hay que hacer que nuestra gente vuelva a enfrentarse a los problemas.

Esta situación se asocia muy bien a la lacra de ludopatía que tenemos en este país. El primer paso cuando hay un problema es reconocerlo. No se puede hacer nada si hay negación. Queremos que en nuestros barrios nuestros compañeros de trabajo no nieguen que la explotación laboral viene de su patrón y vaya a recogerse bajo su ala protectora, señalando al emigrante que quiere quitarle el privilegio de tener trabajo. Queremos hacerle entender que estamos todos en el mismo barco y que el problema siempre ha estado, y el causante es el mercado y su patrón. Como adictos a la nostalgia, hay que conseguir debates en los que reconozcan los problemas acuciantes del mundo, y entonces acompañar y trabajar por las soluciones que pueden enfrentarlos.

Dicho diálogo cultural solo funcionará sin embargo si somos capaces de hacernos escuchar. El público debemos subir al escenario. Llevar a la agenda los grandes desafíos como son la crisis inmobiliaria que viene, la precariedad laboral, el paro, el cambio climático, el heteropatriarcado, la relación colonial con países del tercer mundo es necesario. Esta es la función histórica que tenemos los movimientos sociales. Porque mientras que hablemos de banderas e islamización cultural siempre tendremos una posición defensiva. Sin embargo, hay que ser realistas, y mientras que ese trabajo defensivo sea necesario, debemos aprender a colar argumentos progresistas en debates tradicionalmente conservadores y negacionistas como es la crisis territorial o la diversidad cultural. Y esta es la función histórica de la gente que esté en política, de las periodistas, de las influencers. Para ello hay que ser valientes y no negar los miedos legítimos de cierta población española.

Si hay que hablar de ello se hablará, y se dirán las cosas con claridad e inteligencia, siendo capaz de darle la vuelta al sentido. Enfoque como "Fuertes con los débiles y débiles con los fuertes" o el "Sacad las manos de nuestros niños" son muy potentes a la hora de poner frente al espejo ciertas ideas. O por ejemplo, frente a su preocupación por la excesiva atención de los derechos de las minorías habría que ser capaces de decir que Vox ve tantas minorías que al final resulta que somos mayoría.

Espero que estas elecciones sirvan para repensar la función histórica de cada persona. Estaremos tentadas a caer en la angustia del peso de los acontecimientos. Ya es hora sin embargo de aplicar los principios comunistas a nuestras propias vidas. De cada cual según sus capacidades, a cada cuál según sus necesidades. Entender que no puedes ser político, inlfluencer, activista, trabajar y tener vida social a la vez es necesario. Confía en las otras personas que queremos afrontar los problemas del mundo desde la perspectiva progresista, inclusiva, social y democrática. Así empezaremos a retejer los lazos rotos en contiendas partidistas. Si a día de hoy, lo único que puedes hacer es cuchichear durante la función y convencer a la persona de tu lado de lo malo del reparto de la obra, es suficiente. Cada uno tiene un papel, y a día de hoy es necesario pensar cuál asumiremos cada persona.

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