Las kellys llevan sus reivindicaciones más allá de La Moncloa

Las camareras de piso se reunieron con Rajoy para reivindicar una regulación de la carga de trabajo, el reconocimiento de enfermedades laborales, el fin de la externalización o la jubilación anticipada.

Kellys Senado
Álvaro Minguito Las Kellys el 5 de abril en el Senado.

Rajoy “ha ido apuntando” en una libreta las reivindicaciones de las kellys, camareras de piso que llevan años reivindicando unas condiciones laborales dignas. Salían “con buen sabor de boca”, según la presidenta de la Asociación de las Kellys, Myriam Barrios, de la reunión mantenida con el presidente del Gobierno, pero sin nada concreto. “En concreto no ha dicho nada”, añadía otra de ellas durante la rueda de prensa celebrada en el Senado de la mano de la Senadora de Nueva Canarias María José López Santana.

“Nos ha hecho promesas, como un gabinete especial para estudiar nuestro tema”, dice Eulalia Corralero, que añade que al menos “Rajoy y el PP ya no pueden decir que no conocen el problema”. Lo más positivo, según ella, de este día, es que “nos hemos podido juntar de las distintas asociaciones y vamos todas a una, cada día nos empoderamos más”.

Sobre la mesa, varias reclamas, como la regulación de la carga de trabajo, la jubilación anticipada, el reconocimiento de las enfermedades y accidentes laborales o la modificación del artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores. “Hemos hecho hincapié en la externalización y en el fraude a la Seguridad Social, en que te sacan del convenio con una merma de 500 euros de sueldo, en la no aplicación de complementos, en que caemos enfermas por culpa de la explotación, y las mutuas se lavan las manos”, dice Lucía Nacher, secretaria de la Asociación Las Kellys, una confederación de todas las uniones de camareras de piso del país.

La promesa de Rajoy, tratar muchos de estos temas en la mesa tripartita, “pero le hemos dicho que en esa misma mesa está lo que nos ha traído hasta aquí: la patronal, los sindicatos y las instituciones, y nosotras no estamos en la mesa”, decía Ángela Muñoz, la vicepresidenta de la Asociación Las Kellys. “No estamos de acuerdo con los interlocutores, incluidos los grandes sindicatos, porque esto pasa hace mucho tiempo y no han sabido atajarlo”, dice Barrios.

“La salud y la dignidad no se negocian, no nos vamos a conformar con las promesas de La Moncloa, no queremos más estudios de calidad, porque sabemos cuál es nuestra realidad y queremos cambiarla”, ha dicho Eulalia Corralero.

Explotación

María del Mar Cazorla tiene una minusvalía del 33% en la mano derecha, pero no se le ha reconocido como accidente laboral, a pesar de habérsela provocado trabajando. “Con las empresas externas está pasando esto”, dice esta trabajadora, que reclama “que nos dejen de explotar, no somos mulas de carga”. Y es que ella “no comía, no tenía días de descanso y mis vacaciones eran sin cobrar un duro y de baja en la Seguridad Social, cobraba 36 horas al día y hacía 24 habitaciones, y esto lo saben los grandes hosteleros”.

Ana Barranco Vázquez tiene 59 años y lleva 44 años trabajando en un hotel de camarera de piso. Empezó con 15 años. Hoy tiene problemas con el túnel carpiano, las cervicales, las lumbares, artrosis en las manos, una discopatía degenerativa desde los 30 años, problemas en las caderas de levantar camas, fibromialgia, ansiedad… “Ya no puedo más, pero no te reconocen la enfermedad laboral, dicen que es de la edad”. Ella trabaja en Torremolinos y pertenece a las Kellys Unión Málaga, que empezaron a organizarse hace dos años.

El 100% de las kellys tiene dolor dorsal y lumbar, 99% tiene problemas en los hombros y en los brazos, el 90% en el cuello, el 80% en las manos, el 87% en piernas y pies, el 67% en rodillas y el 47% en las caderas, según un estudio de CC OO y la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y Afines. Además, el 71,5% necesitan medicación para ir a trabajar. “Vamos fajadas a trabajar, con rodilleras, con coderas…”, indica una de ellas.

Rosa Fiteni pertenece a las Kellys Unión Balear —creada hace un año—, lleva 18 años trabajando y considera que su situación, en comparación con otras compañeras, es buena “porque en mi hotel hay un comité potente y se respeta el convenio, pero en otros sitios hay compañeras que tienen que limpiar 25 habitaciones al día”. En Baleares, la segunda comunidad que más turistas recibe, hay unas 18.000 camareras de piso en activo. Algunas se beneficiarán del incremento del 17% del sueldo en cuatro años que se producirá tras el acuerdo patronal-sindicatos que se firmó en septiembre y mejora el convenio de hostelería. Pero cada vez menos, y es que los hoteles tienden cada vez más a externalizar.

“La reforma laboral nos ha hecho polvo”, dice Ana Barranco, que explica que “cada vez se rigen menos por el convenio de hostelería, cada vez hay más externas, a los empresarios les conviene porque no tienes derecho a nada, te pagan dos euros la hora”. Según esta camarera de piso, “hay camareras de primera, de segunda y de tercera: algunas tenemos derechos, las eventuales tienen menos, y las externas [subcontratadas] menos todavía, y cobran 620 euros por hacer 20 o 25 camas”, la mitad de lo que cobra una kelly contratada por convenio. Según denuncia esta kelly, “la reforma laboral no los obliga a que se rijan por el convenio de hostelería, a veces las contratan como empleadas de oficina”. Además, denuncia Fiteni, “las externas no pueden dar la cara porque si no no las contratan en ningún sitio”.

La petición de las kellys es la modificación del artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores, y aunque el PSOE presentó una proposición de ley para modificarlo con el fin de “garantizar la igualdad en las condiciones laborales de los trabajadores subcontratados”, las kellys consideran que “se queda corta”. Por ello proponen la llamada “Ley Kelly”, que prohíba la externalización de la actividad principal de la empresa. “No me pueden hacer un contrato por obra y servicio si hay que limpiar habitaciones todos los días del año”, dice Ángela Muñoz, vicepresidenta.

Rosa Fiteni incide también en la necesidad de regular la carga laboral. “En invierno te haces 40 camas y en verano te haces 60”, y eso “genera mucha problemática en la salud”. En conversaciones con Rajoy, nada concreto sobre este tema. “La carga de trabajo la están toreando”, dice Ángela Muñoz, que incide en que el problema es que se está vulnerando la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. También reclaman una jubilación anticipada a los 58 años, y en su reunión propusieron a Rajoy que esta pueda producirse tras 25 años de cotización, de los que 15 como camarera de piso.

El siguiente paso se encuentra en la Mesa Tripartita de Gobierno, patronal y sindicatos. “No podemos estar en esa mesa, pero vamos a estar vigilando”, dice Eulalia Corralero. “A ver con qué cara vota [Rajoy] ahora en contra” de las mejoras solicitadas, concluye.

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