Palestina
Negar una Nakba y prometer otra. La voluntad genocida en la voz de Israel (II)
Parte II: La civilización, la democracia, la luz…
Los cuatro capítulos de esta mini-serie son extractos revisados del documento homónimo incluido en el informe ejecutivo presentado a la mesa 7 (Mercado securitario, colaboracionismo diplomático y lobby sionista) del Tribunal de los Pueblos sobre la Complicidad con el Genocidio Palestino en el Estado español (TPCGP-25), el pasado mes de noviembre en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. El informe ejecutivo de dicha mesa, así como sus conclusiones, se encuentran ya disponibles en tribunaldelospueblos.org
Para facilitar una lectura más cómoda del texto, hemos prescindido de todas las referencias bibliográficas, que pueden consultarse en la versión completa (125 páginas) del informe ejecutivo citado. Los cuatro capítulos comparten nota introductoria, para la que tomamos prestada una cita al historiador judío estadounidense Zachary Foster, experto en Historia del antisionismo judío y el antisemitismo sionista:
¿Por qué se convirtió Palestina en una prueba de fuego? Tu apoyo a Israel no es solo un signo de depravación moral, sino también de tu incapacidad para distinguir realidad y ficción o causa y efecto. Es un signo de decadencia ética, desconocimiento de los medios de comunicación y falta de educación básica.
*
Nos cuentan que, a diferencia de los países de su entorno —todos ellos financiados y protegidos por EEUU y la UE–, Israel es una democracia, aunque el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU vea en ella un régimen de apartheid. Ante esta situación en la que se nos dice qué es Israel, qué quiere, qué hace y qué no hace, resulta necesario pararse y preguntar: ¿por qué tanto esfuerzo en hablar en nombre y en defensa de un estado ocupante? ¿Por qué no escuchamos qué tiene que decir Israel al respecto, más allá de los sound bites de sus portavoces y simpatizantes? ¿Por qué no prestamos atención a lo que los líderes israelíes dicen a sus ciudadanos? ¿Qué piensa realmente la sociedad israelí?
Nosotros pensamos lo mismo que Caitlin Johnstone, quien el otro día resumía su postura con esta sencilla afirmación:
Perdón si esta opinión es antisemita, pero creo que está mal adiestrar perros para que violen a prisioneros.
El objeto de esta serie de cuatro textos es reflexionar sobre el propósito de Israel como proyecto colonial y la noción de voluntad genocida como componente clave para determinar la comisión del delito de genocidio. La lógica nos dice que quienes perpetran un crimen nunca se revelan a sí mismos como criminales. Sin embargo, en uno de esta magnitud, que requiere de la participación de millones de ciudadanos para nutrir las tropas armadas que ejecuten dicho crimen y para sostener ideológicamente a gobiernos y partidos implicados, la participación masiva exige un gran esfuerzo. El fin perseguido no resulta alcanzable sin dejar constancia explícita de esa voluntad.
Expresada institucionalmente, la voluntad de acción tiene dos partes: una se dirige al resto del mundo buscando su justificación y exoneración ante todos y todas nosotras, testigos de los gravísimos crímenes cometidos contra el pueblo palestino; la otra se expresa internamente y apunta a la concertación de voluntades para cometer tales crímenes en pos de ese “fin último” que ocupó la primera parte de esta serie.
Aunque es esta segunda voluntad expresada la que más nos concierne aquí, incluso la primera —justificación de acciones y declaración de objetivos militares– merece un breve comentario.
Las operaciones militares de Israel en Gaza están dirigidas únicamente contra Hamás, la Yihad Islámica y otros grupos armados. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no atacan intencionadamente a civiles ni buscan causar daño a la población civil.
Afirmaciones como esta se repiten en la documentación oficial del gobierno israelí y han sido replicadas hasta la náusea por expertos, políticos y medios de comunicación internacionales. ¿Será que Israel, primera potencia militar de Asia Occidental y una de las mayores del mundo, debe de ser extraordinariamente torpe para tener tan poco éxito en sus objetivos declarados y caer con tanta frecuencia en aquello que dice evitar? Incluso ciñéndonos a aceptar que esa mentira fuese su verdadera intención —en ese discurso que el ente genocida proyecta buscando su propia exoneración–, merece la pena recordar la comunicación al Consejo de Seguridad de NNUU por parte del comité de expertos que investigó la comisión del delito de genocidio en la antigua Yugoslavia:
Si esencialmente se apunta contra el liderazgo total de un grupo, esto podría [...] constituir genocidio [...] puede ser un fuerte indicio de genocidio, independientemente del número real de personas asesinadas.
Cuando habla del “liderazgo total”, el comité de expertos no sólo se refiere al aparato militar sino también al político-administrativo, incluyendo cualquier institución o funcionario que desempeñe su labor en un ministerio, una comisaría, un hospital o una oficina de tráfico. De hecho, por ejemplo, como bien nos recuerda Health Workers for Palestine (HW4P), “cuando hay tortura sistemática es imprescindible la presencia médica”.
Además, como afirma el citado comité de expertos ante NNUU, la cantidad de personas asesinadas no es la clave, si bien en este caso resulta que la cifra de cadáveres —no ya entre el liderazgo del pueblo palestino en Gaza, sino en la propia población civil– es tan abrumadora que ignoraremos completamente el argumento de la “guerra contra Hamas” —por pura vergüenza intelectual– y nos centraremos en lo que el estado y la ciudadanía de Israel dicen para su consumo interno.
Comencemos con las declaraciones del “primer ministro” el mismo 07.10.2023:
Gaza es la ciudad del mal; convertiremos en ruinas todos los lugares donde Hamas se despliegue y se oculte. Le digo al pueblo de Gaza: salgan de allí ahora. Actuaremos en todas partes y con todo nuestro poder.
Netanyahu declara que el problema no es Hamas sino toda Gaza, en un patente ejercicio deshumanizador de un “enemigo” que deja de identificarse con una organización y abarca toda una ciudad, el centro neurálgico del aislado enclave costero que es Gaza. Y Netanyahu no está sólo: Isaac Herzog, presidente de Israel, pronunciaba días después un discurso en la misma línea.
Es toda una nación la que es responsable. Esa retórica sobre los civiles que no saben o no participan es absolutamente falsa.
Lo mismo sucede con las declaraciones del entonces ministro de defensa, Yoav Gallant, político centrista unido hace pocos años al Likud, el partido de Netanyahu, que en su acta fundacional de 1977 afirma: “entre el río y el mar sólo habrá soberanía Israelí” —ironías del destino, hoy el sionismo acusa de antisemitismo a quien pronuncie el lema Desde el río hasta el mar.
Eliminaremos todo. Si no lleva un día, llevará una semana, llevará semanas o incluso meses, llegaremos a todos los lugares.
La cita de Gallant insiste en anunciar la destrucción total de Gaza. Podría pensarse que semejante amenaza se debe al enorme shock que causó en la sociedad israelí la operación del 7 de octubre. ¿Será que el ministro aún hablaba “en caliente”? ¿O será que usaba un lenguaje incendiario para comprar tiempo político transmitiendo a la sociedad israelí que el gobierno estaría “a la altura”, independientemente de lo que luego realmente hiciera? Resulta que, dos años después, esas declaraciones iniciales se han hecho realidad. Quién lo iba a esperar... si esa realidad era ya innegable, de hecho, sólo diez días después del 7-O. Las palabras pronunciadas por Ghassan Abu Sittah en la rueda de prensa del 17.10.2025, junto a sus compañeros, rodeados de cadáveres, ya lo explicaban todo.
Otro ejemplo en otra cita de Gallant:
Un asedio completo a la ciudad de Gaza. Sin electricidad, sin comida, sin agua, sin combustible. Todo está cerrado. Estamos combatiendo a animales humanos y actuamos en consecuencia.
La importancia de esta declaración, además de la referencia al asedio medieval que iba a imponerse sobre toda la Franja, radica en la denominación de los palestinos como “animales humanos”. La deshumanización del otro es un elemento clave en la preparación de la población israelí para la comisión y aceptación de los crímenes más horrendos. Lo sabemos por los extensos estudios realizados sobre el repetido uso en la propaganda nazi de los conceptos Judenrat (“ratas judías”) o Untermenschen (“subhumanos”), o por el uso que se hacía en los medios de comunicación de Ruanda llamando cucarachas a los Tutsis. Son, como bien sabemos, usos que precedieron a sendos genocidios.
Y junto a la deshumanización, la mitología. La autoproclamada excepción del pueblo de Israel —su identificación como pueblo elegido– es un lugar común que el propio Netanyahu emplea para dirigirse a la ciudadanía colona en octubre de 2023:
Somos el pueblo de la luz, ellos son el pueblo de la oscuridad... cumpliremos la profecía de Isaías.
La referencia a la profecía bíblica de la restauración de Israel nos presenta un fin abiertamente declarado que justifica los medios elegidos, pues así cualquier daño infligido a las criaturas de la oscuridad no es sino una condición para cumplir la voluntad divina. Tres días después, Netanyahu volvía a la carga:
Debes recordar lo que Amalek nos ha hecho, como dice nuestra sagrada biblia.
La referencia al pueblo de Amalek mencionado en el antiguo testamento —dios dice a Moisés “Di a Josué que yo borraré la memoria de Amalek”, y ordena asesinar a todo hombre, mujer, niño y ganado– acabó encajando demasiado pronto con los crímenes que Israel sigue perpetrando hoy. ¿Tiene más sentido pensar que cientos de miles de mártires son un efecto indeseado de la “guerra contra Hamas” o que el genocidio es condición necesaria para lograr eso que el genocida se arroga por derecho divino?
Dos años después, toda Gaza está destruida. En los cálculos de los expertos citados por la relatora especial Francesca Albanese, la cifra real de cadáveres podría ser diez veces superior a la oficial y superar los 650.000.
Dado Bar Kalifa, General israelí, afirma en octubre de 2023:
Aplastaremos todo lugar maldito de donde provienen. Los aniquilaremos y borraremos su memoria. Los perseguiremos en casas, en calles y en túneles, y no regresaremos hasta que estén destruidos.
Una vez más, las declaraciones del general se ajustan perfectamente a la realidad. Y la lista podría seguir indefinidamente:
Toda Gaza necesita quedarse vacía. Arrasada. Como en Auschwitz. Que sea un museo para que el mundo vea de lo que es capaz Israel,
dice el alcalde Metula en las mismas fechas. El de Jerusalén se queja:
Cinco días hace desde que los musulmanes cometieron la mayor masacre de judíos y Netanyahu todavía se niega a borrar del mapa las ciudades del terror. Arieh King, Deputy Mayor of JLM.
Y si las declaraciones de intenciones sobre sus planes de acción coinciden, quizá también señalen abiertamente sus objetivos. Gideon Sa'ar, ex-ministro de justicia, afirma:
Gaza debe ser más pequeña al final de la guerra… Quien inicie una guerra contra Israel debe perder territorio.
Y Eli Cohen, ministro de exteriores promete que
[...] habrá control de seguridad desde el (río) Jordán hasta el mar (Mediterráneo) en todo momento
para rechazar cualquier participación palestina en el gobierno de Gaza tras la guerra, lo que implica el robo, la ocupación y la anexión de dicho territorio.
Ayelet Shaked, ex-ministro de interior, propone:
después de que convirtamos Kan Yunis en un campo de fútbol… debemos aprovechar la destrucción para decir a los países que cada uno debe aceptar una cuota, pueden ser 20.000 o 50.000. Necesitamos que los 2 millones se vayan. Esa es la solución para Gaza.
No sólo se declara la intención de utilizar el genocidio como medio. Los fines también quedan claros. Quizá resulte naif recordar que Israel, miembro de NNUU, es signatario de una Carta que dice lo siguiente en su artículo 2(4):
Todos los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.
[fin de la segunda parte. Le sigue “parte III: Que se rindan o que se mueran”]
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