Italia
Una histórica huelga general sacude Italia contra la guerra y por Palestina

Durante el invierno de 2024 escribíamos que, ante la masacre del pueblo palestino, Italia era mucho más que su gobierno, fiel aliado de las élites israelíes. A casi dos años de lo que puede considerarse, sin lugar a dudas y desde cualquier punto de vista, un auténtico genocidio, una parte significativa de la población italiana ha vuelto a demostrarlo. La jornada de ayer representó una movilización histórica, tanto por la masiva participación como por la naturaleza de sus reivindicaciones.
Una convocatoria con amplísimo seguimiento
La huelga general convocada ayer por distintos sindicatos de base —USB, CUB y otros—, y apoyada por gran número de asociaciones y colectivos, no era una novedad en sí misma. En los últimos años, han sido muchas las convocatorias de este tipo, realizadas por parte de todo tipo de sindicatos. Convocatorias que acababan en poco o nada, con participaciones nimias y escasa repercusión mediática y social. Una dinámica que ha vaciado en gran parte el significado de una expresión —huelga general— que históricamente ha sido sinónimo de grandes movilizaciones.
Ayer, la expresión retomó su significado original. A la espera de los datos oficiales de participación en todos los sectores —en Educación se ha hablado de un 70%—, es posible hacer algunas estimaciones. Desde primera hora de la mañana, cientos de miles de personas salieron a la calle en más de un centenar de ciudades italianas. Tiendas y oficinas públicas y privadas cerradas, fábricas paradas, transportes al mínimo o bloqueados en muchos lugares, guarderías, colegios e institutos sin personal disponible. La movilización fue masiva y generalizada, la “normalidad” quedó temporalmente quebrada en prácticamente la totalidad del territorio italiano.
Cientos de piquetes y manifestaciones
Resulta imposible hacer una lista de todas las protestas que tuvieron lugar en el día de ayer. Además de masivas, las movilizaciones tomaron formas muy variadas y se repartieron por todo el territorio italiano. No obstante, el objetivo principal era común: bloquearlo todo, contra la guerra y el genocidio en Palestina. El eslógan se materializó en las muchas manifestaciones y piquetes que se concentraron en los nodos de la logística y las vías de comunicación, consideradas el principal punto de ataque al sistema productivo tras décadas de deslocalizaciones industriales.
Así, en los puertos de Génova, Livorno, Palermo, Trieste, Venecia y Civitavecchia las manifestaciones consiguieron bloquear durante varias horas el tráfico de mercancías. En Bolonia, más de cinco mil personas ocuparon la carretera de circunvalación de la ciudad; en Florencia, fueron más de diez mil. En Turín, una enorme manifestación recorrió las vías del tren entre las dos estaciones de la ciudad, bloqueando completamente el tráfico ferroviario, mientras que en Roma más de cien mil personas ocuparon el centro de la ciudad y, durante unas horas, también la estación ferroviaria de Termini. Algo parecido ocurrió en Nápoles, donde la enorme manifestación tomó la estación ferroviaria durante una hora antes de dirigirse al centro de la ciudad.
El estudiantado también fue protagonista en la huelga de ayer. En ciudades como Bolonia, Pisa, Turín, Bari o Nápoles, las movilizaciones empezaron precisamente en las universidades, donde colectivos estudiantiles denunciaron los acuerdos de muchos de sus rectorados y facultades con instituciones israelíes, para posteriormente unirse a las manifestaciones ciudadanas. Fue también significativa la participación en las diferentes manifestaciones de miles de estudiantes de secundaria, para muchos de los cuales la lucha contra el genocidio en Palestina representa un primer momento de politización, como pudo serlo la guerra de Irak o Vietnam para generaciones anteriores.
La prueba del algodón del “Decreto Seguridad”
Como cabía esperar, el despliegue policial durante la jornada de ayer fue total. No obstante, el número y la distribución por todo el territorio de las protestas superó la capacidad de las fuerzas de seguridad, obligándolas a concentrar sus recursos en los principales centros. Si bien hubo algún tipo de enfrentamiento entre policía y manifestantes en muchos lugares, destacan los disturbios en Milán, entre miles de manifestantes que pretendían ocupar la estación ferroviaria central y la policía, que empleó gran cantidad de gases lacrimógenos. La prensa llegó a informar de hasta 60 agentes heridos, una cifra poco fiable considerando la tradicional desinformación con que se tratan estas cuestiones —desde las mismas fuentes policiales hasta los grandes medios—, pero que da una idea de la magnitud del conflicto. Los agentes arrestaron a más de diez personas, cuatro de las cuales fueron juzgadas por procedimiento sumarísimo, siendo enviadas inmediatamente a prisión (en el caso de dos menores, a la cárcel Beccaria de Milán).
La huelga general de ayer es la primera gran movilización tras la aprobación el pasado junio del “Decreto Seguridad”, punta de lanza del gobierno encabezado por Giorgia Meloni, que ahonda en la represión política y de las subjetividades marginales ya existente en Italia. Así, desde los grupos participantes en las protestas de ayer, además de los arrestos, se espera que en las próximas semanas y meses lleguen multitud de denuncias y registros, muchas de ellas fundamentadas en la reciente reforma.
El inicio de algo más
La sensación general durante el día de ayer fue que se trataba de un despertar, de la convergencia de una serie de malestares en torno a diferentes cuestiones. Distintas voces defienden que, más que de movilizaciones, habría que hablar de un auténtico movimiento, cuyas motivaciones y reivindicaciones son complejas.
Por un lado y principalmente, la lucha contra el genocidio perpetrado por el Estado de Israel contra el pueblo palestino, especialmente tras los ataques del 7 de octubre de 2023. Una masacre sistemática que, a pesar de la mucha desinformación —basta pensar que Italia es uno de los países elegidos por la intelligence israelí para su campaña de propaganda online—, ha ido haciendo mella en las conciencias, viviendo un fuerte empuje en las últimas semanas gracias al poder mediático de la Global Sumud Flotilla.
Sin duda, la oposición a lo que está ocurriendo en Palestina ha crecido como reacción al férreo apoyo que el gobierno encabezado por Giorgia Meloni ha demostrado hacia su homólogo israelí. Solo en los últimas semanas, cuando la cifra de personas asesinadas en Gaza es ya inconmensurable, algunos representantes gubernamentales han realizado tímidas declaraciones críticas con Netanyahu, sin por ello llevar a cabo ningún tipo de acción, simbólica o material. Para entender el nuevo movimiento hay que considerar, además, la complicidad de la industria italiana con el ejército israelí, destacando el papel de Leonardo S.p.A, empresa cuyo principal accionista es el ministerio de Economía italiano y productora, entre otros, de drones de guerra y cazas de entrenamiento (estos últimos, utilizados por pilotos israelíes). Una complicidad que se enmarca en un proceso más general de reconversión de significativas porciones de la industria italiana a la economía de guerra, al mismo tiempo que crece la precariedad cotidiana de gran parte de la población.
Así, con la perspectiva de una lucha que sea, al mismo tiempo, contra el genocidio en Palestina y la militarización interna del país, los sindicatos, colectivos y asociaciones que en el día de ayer dieron vida a una histórica jornada de huelga general esperan alimentar un movimiento con enormes potencialidades.
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