Islas Canarias
Canarias se desangra: la crisis del Banco de Sangre pone en riesgo la salud pública del archipiélago

Hace apenas unos meses se suspendió un trasplante pulmonar en Canarias por falta de sangre. Un procedimiento de vida o muerte que no pudo realizarse por el desabastecimiento del Banco de Sangre, el único centro encargado de garantizar reservas en todo el archipiélago. El caso ilustra de manera brutal lo que hasta ahora era una advertencia: la crisis de la hemodonación ya está afectando directamente a la salud y a la vida de las personas.
Las consecuencias son múltiples: pacientes con patologías oncológicas que dependen de transfusiones diarias viven con la incertidumbre de si habrá sangre suficiente para ellos. También se pierde actividad quirúrgica porque no hay reservas disponibles, una situación que los trabajadores atribuyen a la mala, o directamente inexistente, gestión del Gobierno de Canarias y de su Consejería de Sanidad.
Un conflicto enquistado
El Banco de Sangre atraviesa su peor momento. La pérdida de más de 60 profesionales en apenas ocho meses, la falta de contrataciones y la inacción de la administración han colocado al archipiélago en situación de stock crítico. Lo que parecía un conflicto resuelto en 2023, cuando la plantilla frenó la privatización del Instituto Canario de Hemodonación y Hemoterapia (ICHH) y consiguió el compromiso del Ejecutivo regional de mantener la gestión pública, se ha convertido en un calvario. El decreto de integración en el Servicio Canario de Salud, anunciado como solución definitiva, se ha quedado en papel mojado.
“Nos están quemando. Sin plantilla no hay servicio, y sin servicio peligra la salud pública”, explica Daniel Quintero Martín, enfermero y presidente del Comité de Empresa.
La plantilla denuncia que no se está cumpliendo ni el decreto, ni el acuerdo de fin de huelga, ni los estatutos que protegen sus derechos laborales. Mientras tanto, los equipos que resisten superan las horas extra permitidas, muchas de ellas sin cobrar, pese a que existen personas en listas de contratación dispuestas a incorporarse. El 80% del personal sigue sin estabilización: hablamos de 136 personas que llevan años en el servicio, pese a que el proceso de oposición está superado y finalizado hace dos años.
“Nos están quemando. Sin plantilla no hay servicio, y sin servicio peligra la salud pública”, explica Daniel Quintero Martín, enfermero y presidente del Comité de Empresa.
Represión sindical sin precedentes
El conflicto se ha agravado también en el terreno sindical. Apenas dos días después de una concentración frente al Parlamento de Canarias, los delegados sindicales del antiguo ICHH recibieron un escrito comunicándoles la extinción del mandato de sus comités de empresa. En total, fueron cesados 14 representantes electos (nueve en Las Palmas y cinco en Tenerife), por orden del director de Recursos Humanos del SCS.
En ocho meses y solo en la isla de Tenerife, se han cancelado unas 350 colectas. En La Gomera, El Hierro y La Palma, las unidades móviles llevan casi un año sin acudir
“Es algo inaudito en una administración pública canaria”, denuncia Quintero. Para los trabajadores, este cese vulnera derechos fundamentales al dejarlos sin representación legal en pleno conflicto laboral. El juicio contra la Consejería de Sanidad estaba fijado para la semana pasada en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, pero se ha pospuesto.
Menos colectas, menos donantes
La falta de personal repercute directamente en la donación. En ocho meses y solo en la isla de Tenerife, se han cancelado unas 350 colectas. En La Gomera, El Hierro y La Palma, las unidades móviles llevan casi un año sin acudir, lo que ha supuesto la pérdida de hasta 5.000 bolsas de hemoderivados.
La consecuencia no es sólo la reducción de reservas: también se rompe el vínculo con donantes habituales. “Cuando se cancela un punto de donación no solo dejamos de recoger sangre ese día: también se rompe la relación con el donante. Muchos ya no vuelven”, lamentan los trabajadores.
José Daniel, donante habitual en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, confirma el panorama: “La última vez que acudí fui el único donante de la colecta”. Considera que es imprescindible invertir en campañas de concienciación e incentivos, pues “los donantes lo hacemos de forma altruista”.
En paralelo, familiares de pacientes han tenido que pedir donaciones de sangre en redes sociales para allegados, reflejo de que el sistema público ya no garantiza el abastecimiento.
Más allá de la sangre: tejidos y plasma
El problema no se limita a la sangre. Canarias carece de un banco de tejidos, lo que significa que no hay reservas de córneas, piel, tendones, válvulas cardiacas o hueso. En un territorio fragmentado y ultraperiférico, esta carencia debería ser atendida como prioridad, pero la gestión política ha llevado al sistema al borde del colapso.
A esto se suma un hecho alarmante: el Banco de Sangre ni siquiera cuenta con la certificación CAT, imprescindible para garantizar la calidad en la obtención, procesamiento y transfusión de componentes sanguíneos. Según denuncian los trabajadores, la institución ha estado “escapando” del control externo porque permanece dentro de la Consejería. Tras más de 20 años intentando obtener el certificado, sigue sin acreditación.
La certificación CAT ha sido, desde hace más de cuatro décadas, un elemento clave en el desarrollo de la medicina transfusional y la terapia celular. Este certificado es un garante esencial de seguridad y de buenas prácticas, reconocido a nivel estatal y europeo. De hecho, el 70% de las unidades de sangre obtenidas en España proceden de centros que cuentan con esta acreditación. Que Canarias lleve más de 20 años sin conseguirla no es un detalle menor: supone que las reservas y los procesos vinculados a la transfusión se gestionan sin el estándar de calidad que la mayoría de comunidades ya cumplen.
El plasma, además, es otro frente. De él se obtienen medicamentos esenciales, como albúminas, inmunoglobulinas o el factor VIII. Un vial de este último puede costar más de 350 euros. Canarias gasta unos 5 millones de euros al año en derivados plasmáticos que podrían producirse con donaciones suficientes. Sin embargo, el archipiélago está a la cola en captación de plasma porque no existe un plan específico, pese a que el Ministerio de Sanidad obliga a tenerlo.
“Somos autosuficientes apenas en un 30% en derivados del plasma. El resto hay que comprarlo”, subraya una fuente médica consultada. “Y las hemoglobinas, que se utilizan mucho más que el factor VIII para pacientes inmunodeprimidos, también dependen de esas donaciones”, recalca.
La realidad es que el Banco de Sangre solo está abasteciendo alrededor del 60% de la demanda. Es decir, un 40% de pacientes queda desatendido
La situación se agrava con la no implementación de la criopreservación de plaquetas, que permitiría conservarlas hasta un año. Actualmente caducan en apenas siete días, lo que reduce la capacidad de respuesta en emergencias y golpea especialmente a pacientes con leucemia, incluidos niños y niñas, en islas no capitalinas. “Si ocurre un accidente de tráfico en El Hierro, hoy por hoy habría que enviar las plaquetas en transporte aéreo desde Tenerife. Es un riesgo inasumible”, señala el personal.
Transparencia y futuro en duda
Los trabajadores denuncian que la Consejería ha intentado camuflar la crisis hablando de ratios de colectas y productividad. Pero la realidad es que el Banco de Sangre solo está abasteciendo alrededor del 60% de la demanda. Es decir, un 40% de pacientes queda desatendido.
Por otro lado, para una fuente anónima experta en gestión pública sanitaria, la clave está en que el SCS asuma con seriedad la gestión: “El Servicio Canario de Salud tiene una gran capacidad organizativa. Pero no comprendo cómo no se acude con más frecuencia a las islas no capitalinas, que son un auténtico lecho de nutrición de donantes. Si hubiera agendas abiertas de forma estable en sus hospitales, se llenaría no solo el banco de sangre, sino también las reservas de plasma y derivados”.
El futuro del Banco de Sangre, y con él la atención sanitaria en Canarias, está en entredicho. “La sangre es vida, no un negocio. Recortar en sanidad mata”, repite el personal, que exige el cumplimiento de la ley y de los acuerdos firmados.
Mientras tanto, la ciudadanía asiste a un conflicto social marcado por la falta de sangre, la mala gestión, la represión sindical y la ausencia de certificación. Un cóctel que, según temen los trabajadores, podría abrir la puerta a lo que durante años han tratado de evitar: la privatización de la gestión de la sangre en Canarias.
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