Infancia
Autismo, la infancia que molesta

Los niños con Trastorno del Espectro Autista y sus familias sufren discriminación privada y pública. A Lucas y a su familia les echaron de un bar de Sestao el verano pasado. Poco después, Sofía fue expulsada de una piscina municipal por utilizar un flotador adaptado a sus necesidades. Las diferentes políticas regionales forman un laberinto de servicios, ayudas y prestaciones mal estructurados.

2 abr 2019 09:55

“El autismo es un problema que le va a explotar en la cara a los políticos y a toda la sociedad. Esto aumenta; no se sabe por qué, pero sí se sabe que hay que atenderlo sin dilación y eso sí se puede hacer. Y todos miran para otro lado”. Así de categórica es Carmen de la Rosa, presidenta de Adansi, la asociación de familias de personas con autismo de Gijón.

Adansi es una de las 77 entidades que se agrupan en la Confederación Autismo España. Desde esta, se estima que hay 450.000 personas en el país con Trastorno del Espectro Autista (TEA), 83.000 de ellas menores de edad, y se contabilizan en 4.200 los nacimientos al año de pequeños afectados. Incluyendo familiares, un millón y medio de personas están vinculadas al trastorno.

Los niños con TEA y sus familias sufren discriminación privada y pública ante una discapacidad invisible, poco conocida y desatendida, que no se cura, que crece año a año y de la que no se sabe su origen. En nuestro país, además, las diferentes políticas regionales forman un laberinto de servicios, ayudas y prestaciones mal estructuradas y escasas en casi toda España. Pero todos tienen reivindicaciones comunes y datos que duelen: el 46,3% de los pequeños con autismo sufren acoso escolar y vejaciones. El origen es el desconocimiento, la falta de concienciación y de implicación de las instituciones, y de toda la sociedad.

Autismo Europa estima que siete millones de personas están en el espectro en la Unión Europea. Esta institución supranacional ha llevado a cabo una campaña de sensibilización a nivel europeo en 2019, junto con sus 90 asociaciones miembros en 26 países de la UE, con el lema “Una nueva dinámica para el autismo. Yo ∞ autismo”. Pero si los parlamentos no se sensibilizan y dotan de estructura y dinero, los problemas y las discriminaciones aumentarán al mismo ritmo que los casos.

El caso de Lucas y otros niños que molestan

“Es que mi hijo tiene autismo, por eso…”. Ángel Comonte intenta explicarse con paciencia entrenada. “¿Y a mí qué?”, contesta el dueño del bar con enfado y desprecio. “Que ¿y a mí qué? —insiste el camarero—, se me han ido dos clientes ya, no podían oír la música del local”. Se queja del ruido que generan Lucas, de siete años, y su primo, de seis, con un juguete musical comprado en la feria. Lucas no se puede separar de él porque es nuevo, le entusiasma y no dárselo puede provocarle desde ansiedad y pataletas, hasta una incontrolable furia. Está con su familia en un bar de Sestao (Bizkaia) en plenas fiestas de junio, donde se oye la cercana verbena y la algarabía de más niños y adultos en la noche festiva.

“Pues os vais”. Sonia, la madre del niño, llora y grita desolada afeando la discriminación al salir del local con su hijo, angustiado, de la mano. La mayor parte de los clientes le muestran su desagrado por la escenita, por un niño ruidoso y 'mal educado', que les ha estropeado la velada. “O les importa un rábano, o no saben lo que es realmente el autismo”, nos explica Ángel, padre de Lucas. Hasta ahora jamás habían llegado a echarles de ningún sitio desde que diagnosticaron el Trastorno de Espectro Autista al niño. Les ha dolido por extremo, aunque están acostumbrados a la ignorancia, los prejuicios, las miradas y los comentarios de reproche que se producen a diario.

Un mes después, Sofía, una niña abulense con síndrome de Rett, fue expulsada de las piscinas municipales de Valencia de Don Juan (León) por utilizar un flotador no permitido sin el que la pequeña es incapaz de entrar en el agua. El responsable de las instalaciones le dijo a Marta, la madre, “que me fuera al río, que está al lado, donde podía bañar a la niña utilizando el churro si quería”.

A Cristian, de cinco años, le derivaron a un centro de educación especial a 30 kilómetros de su casa y de su hermana por falta de medios en un municipio de Valencia

En marzo no dejaban entrar al Colegio Público Reyes Católicos de Silla (Valencia) a Cristian, de cinco años. Por falta de medios, la Conselleria de Educación le derivó a un centro de educación especial a 30 kilómetros de su casa y de su hermana, escolarizada en el primer cole. En septiembre echaron a otro Cristian, de seis años, del Colegio Nelson Mandela de La Carlota (Córdoba), al que también va su hermano. Debía ira un aula específica para niños con TEA. Según Conchi, su madre, la Junta de Andalucía instaló el aula en otro cole en vez del solicitado. Cambios en sus rutinas como estos pueden perjudicar, y mucho, el desarrollo y avance de los peques con TEA. En octubre, el Club Deportivo Betoño, de Vitoria, apartó a Mikel, de nueve años, de los partidos de su equipo de fútbol porque el objetivo, claro, es ganar partidos, no integrar a un niño con TEA, aunque no lo hace nada mal y no se pierde un entrenamiento. Su manera de llorar al darse cuenta ha roto el alma de sus padres.

Son solo algunas de las muchísimas situaciones en las que niños y niñas con autismo han sido discriminados en España el pasado año. Un año más, el movimiento asociativo del autismo en España ha organizado el 2 de abril, Día Internacional del Autismo, en coordinación con Autismo Europa, una campaña para visibilizar la realidad y necesidades del colectivo de estas personas y sus familias. Hay un acto institucional en el Congreso de los Diputados, un concierto solidario, la iniciativa mundial Light It Up Blue, por la que cientos de edificios y monumentos se iluminen de azul como muestra de solidaridad con las personas con autismo… Todo muy festivo, mientras que las políticas públicas se mantienen inmóviles, apenas avanzan el resto del año y la población no afectada ni entiende la problemática, ni lo va a hacer si no se le informa.

Diferentes e incomprendidos

El autismo es una condición neurológica que afecta al comportamiento, la comunicación, el lenguaje, el aprendizaje y la relación con los demás. Quienes lo padecen se irritan ante sonidos, luces, movimientos, espacios, texturas, olores, órdenes, interrupciones o cambios de pautas. Reaccionan al malestar con crisis en las que sufren extraordinariamente, pero que desde fuera se interpretan como mala educación, caprichosos berrinches o, incluso, demencia.

Por esta razón, recientemente Asperger TEA Sevilla consiguió mediante una petición en Change.org que el Ayuntamiento de la ciudad reserve cuatro horas libres de ruidos excesivos y evitables en la feria de Sevilla. Así, los pequeños dentro de espectro podrán disfrutar de “los cacharritos” y atracciones infantiles. Su extrema sensibilidad tiene una base orgánica; no es algo que ellos puedan elegir, y les impide disfrutar de ese pequeño placer infantil como los demás. Ya lo han probado en la cercana feria de San Pedro de Alcántara, y funciona.

Lucas Autismo Sestao
Lucas con su padre, a quienes echaron de un bar de Sestao.

A principios de año se creaba la Unidad de Defensa de Derechos y de Buenas Prácticas de Autismo España, donde llevarán un registro de denuncias tanto por discriminación como por malas prácticas y colaboran con el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) para elaborar el informe de vulneración de Derechos Humanos y Discapacidad que esta institución realiza cada año. Las denuncias sobre instituciones ya aparecen, pero no las relacionadas con agravios en el ámbito privado. Son datos que dan escalofríos, como esos casi 40.000 menores con autismo acosados o vejados. Conductas feas, pero no siempre punibles.

Según el informe del CERMI, “por el propio sufrimiento que conlleva recordar esa discriminación y por las especiales barreras —diseño normativo e institucional del sistema judicial y actitudes de quienes trabajan en él— se carece de una cultura de denuncia, que en el caso de la discapacidad viene motivada que se encuentra para acceder a la justicia buscando reparación. Estos obstáculos pueden provocar la impunidad de las conductas de discriminación, porque ni siquiera se denuncian”.

Los casos de autismo que llegan a los medios a través de series como The Big Bang Theory o de personajes relevantes como Greta Thunberg ayudan a visibilizar, pero son casos de autismo idealizado y para nada mayoritario

Y es que el autismo, a priori, no se ve, no tiene un rasgo físico diferenciador y se conoce muy poco sobre el TEA entre quienes no tienen un caso cercano. Para la mayoría, las referencias son Sheldon Cooper, de Big Bang Theory, el protagonista de The Good Doctor. Recientemente, la visibilidad de Greta Thunberg, la adolescente sueca que ha abanderado la lucha estudiantil por el cambio climático, ha puesto en el mapa el síndrome de Asperger, una forma de autismo.

Aunque ayudan a visibilizar, son casos de autismo idealizado, para nada mayoritario, que transmiten la idea de que todos los autistas son superdotados. El trastorno del pequeño Lucas, por ejemplo, es de alto funcionamiento, así que le distingue que no siempre fija la mirada en su interlocutor, habla muy alto o grita, no se le puede callar fácilmente, expresa sentimientos o sensaciones sin filtro social, echa a correr pisando o con movimientos arrolladores y no se le para con una orden, ni con diez.

Curiosidad, recelo, rechazo, crueldad

Las miradas condescendientes o de rechazo recopiladas le dan a Ángel Comonte para una tesis. “La discriminación se produce por el desconocimiento. No les encaja que no se ajuste al clásico 'niño no molestes'”. Lucas, físicamente, es un niño grandote, con una talla 12 o 14. Su hilito de voz y su inocencia extraña más si cabe y todo ello genera durísimas y crueles situaciones de curiosidad descarada, mofa, recelo, temor, cierto morbo, rechazo y a veces maldad manifiesta.

A Ángel las burlas hacia su hijo le duelen como puñaladas. “Se produce la habitual crueldad infantil pero más incisiva. Los otros niños detectan su diferencia y piensan 'este niño es tonto, está loco… ¿cómo me puedo divertir con esto?'”. Le indigna ver cómo se ríen de él imitando sus movimientos extraños, “mientras los padres no les corrigen la actitud e incluso les ríen la gracia”, relata.

Así es; para este padre son peores los adultos. “No quieren que sus hijos se acerquen al niño 'raro' por miedo a que pase a las manos o les haga daño y ponen una barrera preventiva, como en los tiempos del sida, como si el autismo fuera contagioso. Cuando Lucas aún no hablaba, oía a otros padres decir '¡cuidado con este fulanita!', 'aparta, niño loco' o 'tú aquí no te sientas' con absoluta crueldad”.

También debe lidiar con situaciones de manifiesta incomprensión. Dependiendo del grado de autismo, hay muchas rutinas que para estos niños son imperativas. Comonte pone un ejemplo. “En el autobús mi hijo quiere el mismo asiento de siempre, esté o no ocupado y piensan que es un maleducado. Cuando les explicas que quiere ver con determinada perspectiva la máquina de las tarjetas por el ruido o la luz, los viajeros piensan que les estás vacilando, que lo que quieres es sentar al niño”.

Lucas se pierde cosas que los demás niños disfrutan con normalidad. Se ha ilusionado con la Navidad o los Reyes Magos con siete años, cuando empieza a comprender el mundo como si tuviera cuatro. “Otros padres no valoran lo que tienen. Es duro aceptar que tienes un hijo diferente y cuando lo haces crees en esa diversidad y la defiendes. Esta sociedad no acepta la diferencia y te encuentras padres que intervienen para 'ayudarte' a educarle, convencidos de que es culpa tuya”. Al final, Ángel y su mujer siempre se ven abocados a explicar que Lucas tiene autismo. “Es como en las películas cuando sacan la insignia del FBI”, explica. Han llegado a pensar en hacerse unas camisetas que pongan “papás de niño con autismo”.

Aunque la sensibilidad y empatía avanza entre la sociedad española, todavía existen muchas situaciones en las que el egoísmo supera la solidaridad o la tolerancia. La discapacidad estorba, incomoda, intimida y casi agrede psicológicamente. El padre de Lucas denuncia el doble rasero. “La gente es muy hipócrita. Todos se ponen el lacito azul cada 2 de abril. De nada me sirve que un actor o un político se muestren públicamente comprometidos y se pongan una camiseta un día si a la hora de la verdad no quieren tener un niño autista en la clase de sus hijos, no vaya a ser que les retrase en los objetivos académicos”. Explica que también el sistema es insolidario. Desde los profesores, hasta las instituciones. “Se mira hacia otro lado y cuando dan un paso supersolidario, no sabes si es solo para salir en la foto”.

Sin protocolos y con pocas ayudas

Los niños con autismo llevan un ritmo diferente de crecimiento. Dependiendo del tipo de TEA, pueden llegar a un desarrollo con conocimientos normalizados, “pero siempre van a tener un comportamiento infantil y espontáneo. No existe la maldad en ellos… no la adquieren ni la aprenden. Si hablan, saludan a todos, no tienen miedo a lo desconocido; para ellos todo el mundo es bueno”, cuenta Ángel enternecido.

El autismo no está catalogado como una enfermedad, se denomina “trastorno”, lo cual le aparta de determinadas coberturas. Se gestiona desde el área de Bienestar Social,  “pueden necesitar desde llevar pañales hasta los 10 años, por ejemplo, hasta terapias psicológicas, logopedas, psicomotrices, etcétera. En cualquier tipo de síndrome, trastorno o enfermedad, lo lógico y esperable debería ser que fuera atendido y tratado a través de la Seguridad Social íntegramente”, denuncia Ángel.

Este padre se queja de la excesiva burocracia y de la cantidad de organismos implicados. “Cuando te enteras de que tienes un hijo autista, la aventura comienza en psiquiatría hospitalaria o neurología y nadie te da un manual; no hay un protocolo público que te dirija ni médica ni administrativamente por el camino a seguir para ayudar al mejor desarrollo posible para el niño”. Los padres comienzan una peregrinación por administraciones, asociaciones y centros privados, semipúblicos o concertados, sin saber si están dando palos de ciego.

Autismo
Lucas, junto a su primo.

Nuestro protagonista, el grandote y adorable Lucas que hasta los cuatro años no hablaba, vive en Euskadi, donde junto con Navarra, se dice que mejor están reguladas las ayudas a las familias con hijos con TEA de todo el Estado, según tienen más que oído sus padres. Existe un buen programa de Atención Temprana, que cubre el proceso de absorción cerebral de cero a seis años, para que avancen a la hora de hablar, leer y poder comunicarse, problemas comunes en casi todos ellos. “Pero hay que poner esta afirmación entre comillas —afirma Ángel—, la subvención desaparece a los seis años, pero su cerebro continúa necesitando terapias”.

Tienen derecho a la ayuda a la dependencia —reciben 300 euros al mes; de los que 200 se gastan en terapias y 100 en pañales— que les pueden quitar si no presentan facturas mensuales adelantadas por ellos, padrón anual, informe médico de la pediatra, informe de psiquiatría… Documentos que les obligan a recopilar y presentar en servicios sociales, siempre sujetos a unas fechas rígidas, aunque la administración puede obtenerlos directamente. “Entendemos los controles, pero se podrían hacer de otra manera, no a contra reloj y siempre bajo la sospecha de estar lucrándonos; como dudando que tu hijo sea autista, o como si su discapacidad fuera a desaparecer de un día para otro”.

La Confederación de Asociaciones Autismo España confirma esta problemática. Insisten en que es imperativo dar continuidad a la atención integral de estos niños, que les preocupa la diversidad territorial, pues hay comunidades autónomas donde la atención temprana se subvenciona solo hasta los tres años y cuyos sistemas de intervención no son efectivos, por lo que se pierden años valiosos y fundamentales para el desarrollo de estas niñas y niños.

La palabra “autismo” no cambia ni facilita la relación de una familia con la administración y los servicios públicos, ni a nivel laboral, ni sanitario, etc, “pero debería ser algo así como el sistema de SpeedyPass de los parques de atracciones para los niños discapacitados. En ayuntamientos o la Seguridad Social esperas colas interminables y férreos procesos. Al final uno de los dos padres no puede tener una vida laboral normal; es imposible”, confiesa el padre de Lucas.

Aumento de casos y falta de políticas

Los casos de TEA han crecido en los últimos 40 años. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades informa de una prevalencia en Estados Unidos de 1 cada 59 niños y niñas. El Instituto de Salud Carlos III, a través de su proyecto ASDEU, estudia la prevalencia del TEA en 12 países de la Unión Europea, donde se estima que existen siete millones de personas con autismo y hay una prevalencia media de 1 de cada 89 personas. 

Las estadísticas oficiales del Ministerio de Educación en 2017 indican que hay 33.726 escolares en el país diagnosticados con TEA. Según un reciente estudio de Autismo España, en el país tienen autismo un 1,55% de los alumnos preescolares y un 1% de los escolares. “No sabemos por qué, pero el autismo aumenta y hay que atenderlo sin dilación. La prevalencia ha subido y está ya muy lejos del uno de cada 100 niños de hace diez años. Las instituciones no quieren cifras; no se enfrentan a la verdad”. Carmen de la Rosa, presidenta de Adansi (Gijón) no es la única madre de persona autista y asociada del país que es así de contundente.

Las federaciones y asociaciones de las comunidades autónomas coinciden en que el aumento puede deberse a la incidencia real del trastorno o a la mayor precisión de procedimientos de diagnóstico. Las diferentes políticas regionales forman una maraña de servicios, ayudas y prestaciones mal estructuradas y, en la práctica totalidad del país toda España, escasas. Según la autonomía, para que un niño con autismo esté atendido los padres tienen que recorrerse las diferentes áreas de departamentos de Salud, de Servicios Sociales, de Ciudadanía y derechos sociales, de Familia, de Educación, algunos ayuntamientos concienciados, entidades de acción social del Tercer Sector y varias asociaciones.

Cambian los tiempos de servicio de atención temprana gratuito, la rapidez o calidad de diagnósticos, las ayudas económicas o los precios por terapias, que también son una lotería territorial al igual que las becas comedor, transporte, actividades rehabilitadoras de lenguaje o psicopedagógicas.

Aragón se queja de la tardanza en tramitar el grado de discapacidad, de la larga lista de espera en atención temprana. Necesita más centros de tratamiento de menores con trastornos de conducta y mejora en la salud bucodental. En Canarias piden profesionales cualificados y servicios de calidad. Castilla-La Mancha solo cuenta con seis centros base públicos para toda la región y necesitan detección precoz y diagnóstico (se hace habitualmente en centros privados y suele conllevar un alto coste para las familias). Se quejan de la falta de apoyos educativos suficientes en las aulas y, a nivel sanitario, carecen de un protocolo de atención específico para personas con TEA.

En Catalunya los servicios a menores con TEA están colapsados con listas de espera constantes de 30 pequeños. En Extremadura también necesitan centros nuevos para acoger a más personas y piden que se valore cada caso según sus necesidades reales y grado de autonomía.

Lucas autismo sestao 2

Desde Castilla y León resumen las reivindicaciones comunes: es imprescindible imponer acciones trasversales para la detección precoz en todo el territorio español para garantizar el acceso a una atención temprana fundamental y a una red de servicios, recursos y centros, con planes de prevención e intervención del acoso escolar, una atención integral y específica de la salud de los peques con TEA y recursos para una accesibilidad universal, sobre todo la cognitiva.

Neus Payerol, presidenta de la FECA, lo describe desde Cataluña gráficamente: “Un niño con autismo necesita rampas mentales y necesita personal que le ayude de manera diaria en todas sus acciones. Es muy difícil hacer entender esto en la comunidad educativa, porque eso es dinero”.

Amaya Áriz, desde ANA en Navarra, considerada por las familias “el paraíso del autismo” por haber conseguido el 100% de gratuidad en prestaciones y terapias, aún reconoce necesitar “que se aumente la partida presupuestaria para cubrir el 100% porque aumentan los casos, mayor flexibilidad para poder actuar en el patio o el comedor de los coles, y en pocos años tendremos que trabajar intensamente por un montón de adolescentes que saldrán al mercado laboral y pisos tutelados”.

Estrategia sin plan y paso atrás

En 2015 se aprobó la posible solución: la Estrategia Española en Trastornos de Espectro Autista, el marco de referencia para definir políticas y acciones estatales, autonómicas y locales sobre las personas con autismo. Entre otras cuestiones pretendía divulgar su condición, concienciar y sensibilizar para mejorar la inclusión social e impedir la discriminación, así como ocuparse de la salud, la detección y atención temprana, el diagnóstico y las terapias integrales especializadas. Todo lo que les es necesario. Debía haberse aprobado un Plan de Acción un año más tarde. Pero ya van tres años de retraso entre la inacción de la anterior legislatura y los cambios de titularidad de la actual, sin plan y sin las políticas imprescindibles.

Además de la necesaria homogeneidad entre territorios en cuanto a ayudas y tratamientos, el Plan establecería un sistema de asesoramiento, diagnóstico y derivación de servicios para intervenir y apoyar a la familia desde el minuto uno, sin que deban peregrinar de ventanilla en ventanilla suplicando ayuda. Según indican a El Salto desde Autismo España “el actual proceso de reconocimiento de la discapacidad tiene una serie de déficits importantes respecto a tiempos o plazos,al proceso en sí y el reconocimiento explícito de necesidades y apoyos”. Tres años sin plan y el autismo sin atender como es debido.

La Oficina de la Atención a la Discapacidad de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad da una respuesta esquiva y vaga, pero sus acciones lo dicen todo

Trasladamos al Ministerio de Sanidad las quejas padres y madres. Preguntamos qué se hace para luchar contra la discriminación y el desconocimiento social de esta realidad y sobre la falta de políticas integrales en relación al TEA. La Oficina de la Atención a la Discapacidad de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad da una respuesta esquiva: que quieren lo mejor para este colectivo y que están con ello. Pese a la insistencia, no nos dicen nada más.

Recientes decisiones ministeriales lo dicen todo. El pasado 12 enero la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, dio un mazazo a la comunidad de afectados desde León al anunciar que las instalaciones titularidad del Imserso en la ciudad no albergarían el Centro de Referencia Estatal en Trastorno del Espectro del Autismo (Cretea) anunciado un año antes. Se habría dedicado a la necesaria investigación y formación de los profesionales que trabajan directamente con las personas con TEA y a aumentar el conocimiento y la concienciación. Habría sido un centro pionero en Europa.

El pasado 12 de diciembre se había producido un pequeño avance con la presentación de la Unidad de Defensa de Derechos y Buenas Prácticas, que se encargará de identificar posibles casos de vulneración de derechos de las personas con TEA y fomentar alianzas con los organismos implicados en la atención a estas personas. Ese día, el director general de Políticas de Discapacidad, Jesús Celada, reconoció que quedaba mucho por hacer, pero que 2018 “ha sido positivo para el sector”. Las personas con discapacidad han visto reconocido su derecho al voto y también se ha modificado el artículo 49 de la Constitución.

Para el autismo, todo esto es solo un pasito con respecto al Plan varado en los pasillos del ministerio. A este paso, nuestro pequeño Lucas se hace mayor sin beneficiarse ni de un centro de referencia, ni de los beneficios del plan.

Algunos avances y un posible triunfo

Autismo España hace lo que puede por concienciar. Además del trabajo en torno al 2 de abril, el pasado diciembre generó cierto interés con una imaginativa “campaña electoral” con el lema “TEA, el primer partido político que no miente”, que ponía en valor la honestidad y la sinceridad, dos de las características de estas personas. En redes sociales y posters en estaciones de tren se mostraba la página decimoslaverdad.com, con información básica sobre el trastorno.

Muchos padres de niños con autismo se quejan de algunas de las asociaciones integradas en la confederación. Pese a ser organizaciones sin ánimo de lucro, “muchas son ya instituciones que dan trabajo a familiares, con terapias caras y que parecen empresas más que ONG”, se lamenta Ángel Comonte, que ha recorrido ya al menos dos en Bizkaia. Sean mejores o peores, ante la inacción ministerial, la pasividad de muchas autonomías y el brutal desconocimiento de la sociedad, las asociaciones son lo único que tienen en nuestro país para ayudarles. Aunque muchas están tan concertadas que estar bajo su gestión anula la posibilidad de recibir los tratamientos, de alto precio, directamente de la Seguridad Social.

En lo que va de 2019 solo se ha producido otro importante triunfo para muchas familias; el anuncio del Gobierno de introducir en la nueva Ley de Educación el traspaso de 35.000 alumnos con discapacidad a las aulas ordinarias. Esta es una de las muchas reclamaciones históricas de las organizaciones para no segregar ni excluir a estos pequeños.

“¿Cómo vamos a fomentar en las niñas y niños la tolerancia y el afecto si no hay convivencia? ¿Cuándo les vamos a inculcar esos valores de solidaridad si los mantenemos alejados del diferente?”, se pregunta el CERMI

Ya lo explicaba de manera cristalina el último informe anual del CERMI (2017): “La segregación escolar mantiene a casi un 20% del alumnado con discapacidad en España en centros educativos 'especiales'. ¿Cómo vamos a fomentar en las niñas y niños la tolerancia y el afecto si no hay convivencia? ¿Cuándo les vamos a inculcar esos valores de solidaridad y de justicia social si los mantenemos alejados del diferente, precisamente porque es diferente? Es una práctica nociva que condena a esas niñas y niños hacia el ostracismo social y refuerza la idea de vidas ocultas, asistidas y marginales en el imaginario colectivo”.

Puede que Lucas, Sofía, los dos Cristian, Mikel y el resto de pequeños con autismo dejen de “molestar” y consigan ser comprendidos y aceptados a lo largo del resto de su vida si sus compañeros, y toda la sociedad, ven cómo son y valoran todo lo que pueden llegar a ofrecer estas maravillosas, inocentes, honestas y sinceras personitas. Lo merecen igual que el resto de los niños y niñas españoles. Démosles esa oportunidad.

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#32592
3/4/2019 13:29

Sin ánimo de polemizar, compartiendo, supongo, la mayoría de las reclamaciones de las familias afectadas por este tipo de enfermedades, no me parece que el ejemplo que encabeza éste artículo, el de Lucas, sea apropiado. En mi opinión, un bar no es el mejor lugar para que un niño, autista o no, aferrado a un juguete musical, se pase un rato. Hay que entender que hasta cierto punto los problemas de los demás se deben compartir con extraños. Yo mismo tengo circunstancias que me impiden ir a ciertos sitios públicos y las acepto.

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#33807
3/5/2019 18:08

El tema de los espacios de socialización y como se han mercantilizado es para darle una vueltas. Estamos cansados de ver la noticia típica de "a un grupo/persona con discapacidad X se lee niega la entrada a...". En el diseño social actual, se paga por utilizar espacios de relación social. Esto facilita la segregación de muchos colectivos.

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#33441
25/4/2019 10:50

Ni más ni menos. SI entro en un sitio en el que no se puede estar por el ruido, que por cierto a mi me causa angustia y estrés, me voy y como yo se irá mucha gente. Hay que entender hasta qué punto nuestro comportamiento interfiere en la vida de los demás. Si Lucas quiere poner la música a tope a la 1 de la mañana también hay que entenderlo? Como el churrito de la piscina, lo suyo sería tener una piscina habilitada, pero si el churrito interfiere con la función de los salvavidas pues no va los derechos de un individuo por encima del resto.

Comprendo totalmente que hay un desconocimiento, barreras, poca inversión, poca sensibilización... pero eso no quiere decir que tengamos que tragar con todo.

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#46308
26/1/2020 15:47

Disculpe, no es una enfermedad, ese es su primer error y segundo.... Por qué ellos se tienen que aguantar los ruidos y otras cosas desagradables de la sociedad y los demás no?
Que tienen que quedarse en casa encerrados por que unos estirados quieran?
Pues por mi parte no va a ser así.

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#32546
2/4/2019 14:14

Anda que no hay colectivos autistas y anda que no tienen un discurso potente extremadamente afín a la onda politizada de este medio como para darle aquí bombo a y entidades asistencialistas, paternalistas, depredadoras de subvenciones, cooptadoras de la voz de las personas TEA y más bien parte del problema que de la solución.

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3
#33354
22/4/2019 20:50

Los padres conocen a su hijo y si lo llevan es porque saben que pueden hacerlo. ¿Que se juntó que tenía un juguete nuevo y que hacía ruido? Muchos otros niños hacen ruido y los padres ni se inmutan. Estos padres incluso explicaron su problema. No sirvió de nada. Siento la vergüenza e impotencia que tuvieron que sentir. Ojalá y nunca vuelvan a pasar por lo mismo.

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#33806
3/5/2019 18:04

No se muy bien que tiene que ver su comentario con mi crítica al paternalismo generalizado en TEA y discapacidades en general.

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#33992
8/5/2019 9:31

La familia habla aquí y en toda partes por las personas con discapacidad. Da igual que haya gente que tenga más conocimientos, discurso y sepa escribir. Las familias son las dueñas del cotarro y punto.

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#32545
2/4/2019 14:09

El CERMI... Ese organismo rancio y medio del opus dei tomado por familiares (en lugar de personas afectadas) y negocietes del sector social. Un pozo de conflictos de interés y corrupción.

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#32571
3/4/2019 1:24

¿Pero tú te has leído?

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#33805
3/5/2019 18:02

Sí. Entiendo que le parece mentira? O hay algún matiz u objeción?

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Cuando se cumple el 30º aniversario de la tragedia en Ruanda, llega a las pantallas ‘Hate Songs’, que se estrena el viernes 19 de abril, una metaficción que transcurre en los estudios de la emisora controlada por los hutus.
Ciencia
Ciencia Ideología en la ciencia, y en su divulgación
La formación de una ciudadanía crítica también involucra aprender a identificar y cuestionar los componentes ideológicos enraizados en la práctica científica, y en la comunicación de la ciencia hacia los públicos no expertos.
País Vasco
Los audios del PNV El modus operandi del PNV en Mundaka: “Invita a tres personas, el resultado va a ser uno”
Hordago revela grabaciones exclusivas en las que el presidente de la Junta Municipal de la localidad de Busturialdea pide al entonces alcalde, Mikel Bilbao, que favorezca la contratación como asesor externo de un barón del partido.
Galicia
Altri Vecinos, ecologistas y científicos saltan a Bruselas para frenar la celulosa que amenaza el corazón de Galicia
Las plataformas de vecinas afectadas y ambientalistas han podido reunirse con altos funcionarios de la Comisión Europea especializados en normativa medioambiental aupados por la eurodiputada del BNG Ana Miranda para seguir defendiéndose de Altri.

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País Vasco “En Osakidetza nos la van a dejar morir, vámonos a la privada”
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Carabanchel Tele Prisión, memoria audiovisual de una cárcel
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Historia Rubén Buren: “La memoria debe ser aquello que nos construye y nos une como ciudadanía”
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