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Poesía
(De)formaciones del lenguaje
con los mismos hilos de cáñamo y acero
que sostienen en el aire Octavia;
y en paralelo a sus alcantarillas,
veinte metros por debajo,
se esconden los Garitos Aleatorios,
donde hace piarda de saberes
el alumnado de la Omniversidad O’hara;
aquelarre hacker de palabras
y (de)formaciones del lenguaje.
Todos los miércoles,
en el más extraño de todos ellos,
se celebran cuentos de la infancia:
despega esa nave-garito
en viajes de masa gris,
comuni(caci)ón de la máquina
con los seres humanos
que moran en sus entrañas.
El meta(in)verso que oculta tras sus puertas
huele a limpiavinilos,
y el micro-testigo alza la voz
sacando las palabras enquistadas
de sus moradores y parroquianos.
Van desnudos y sin rostros,
con pasamontañas, baterías de goma
y cajas disonantes de metal;
puestos de sintetizadores de realidad.
Y saborean perfecto placer rosa
bajo sus escamosas lenguas.
Con sus cuerpos y voces templadas
se aviva el fuego del motor
de una Jam que genera
el meta(in)verso onírico
con la piel por dentro
y los huesos y órganos por fuera.
Todos los miércoles, en el más extraño de todos ellos, se celebran cuentos de la infancia: despega esa nave-garito en viajes de masa gris, comuni(caci)ón de la máquina con los seres humanos que moran en sus entrañasSe puede tardar eones en descifrar
los lenguajes que se recrean
en los Garitos Aleatorios
del suelo pélvico de Mumforina.
Puede que el viajero virgen reduzca
las ondas a meros galimatías
y los sonidos a rotas voces
aguardientosas y ducaderas
con el sabor amarillo
del veneno de sus copas.
Discurren Perikles y D4ns
por los Garitos Aleatorios
con el Log Pose del Wifly
para arribar en el lugar
más extraño de todos ellos.
Perikles enciende los cigarros
con un rayo entre el índice y pulgar
y ambos esquivan las gárgolas
que les reclaman las huellas de metadatos
del camino que han recorrido.
- Estas gárgolas no han roto piedra.
Nunca se está a mitad de camino
en una ciudad con el complejo de infinitud
que guarda en su haber Mumforina.
Ambos lo saben y la brújula no guarda secretos:
escupe con ganas la ubicación
de esa puerta llena de pintura
con cierre sin candado con(tra) cultura.
Todos los rostros de los alumnos fugados de O’hara
están bañados por una luz tutti frutti
mientras festejan en la nave
el estar vivos y hacer metamorfosis
de la lengua que utilizan.
Al final del garito, en el púlpito,
uno de los alumnos grazna descalzo
una suerte de versos hieláticos
que suenan a proclama y arenga,
envueltos en estética
protopunk trasnochada,
de juego pasado mucho antes
que lo hiciesen los jugadores
beatniks protohippies.
Sus labios disparan las palabras
y alguien recoge los casquillos del suelo.
- Su psicóloga dice que lo deja.
Se puede tardar eones en descifrar los lenguajes que se recrean en los Garitos Aleatorios del suelo pélvico de MumforinaEl garito despega rumbo Arrakis.
El timonel de la nave,
-el Sombrero de Hogares-,
necesita pasar a por la dosis de melange
para viajar por el meta(in)verso
que se conjuga entre sus paredes esa noche.
El Niño de los Días Azules coge el micro-testigo
y entona la dulce melodía de los pájaros
como hebras de tabaco sobre el mantel.
No interesa en absoluto la altura de las llamas
que alimenta los motores de la nave-garito
que despega la noche de los miércoles.
Es su recorrido hasta Arrakis,
pasando por Salusa Secundus
y recogiendo a los autoestopistas
que divagan por el subsuelo de Mumforina
lo que pretende el viaje.
Perikles y D4ns se han subido a la nave
y quieren aportar sus troncos
a los pistones del motor imaginario.
Beben, ríen, salen a fumar,
escuchan -¡Qué acto tan revolucionario!-
El micro-testigo reclama sus voces:
les toca aportar candela.
Acaban de terminar L y DD,
antes ladró un Perro Verde
y el Almirante de la Noche
no cesa de abrir botellas.
El den den mushi ha grabado todo.
Termina la jam y aterriza la nave.
Y ambos han sido testigos
de que apagando las luces
de la ciudad infinita
se encienden las luces humanas.
Han perdido los límites
porque han estropeado su lenguaje.
Han destrozado, un miércoles más,
las lindes de una ciudad
que nació sin ellas.
Desde este concepto de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) nos posicionamos para narrar: creemos profundamente en la investigación de las soluciones imaginarias. Somos la consecuencia de la hipótesis cibernética que destruye la distinción entre ficción y realidad. Bajo esta premisa, este espacio es un experimento de teoría-ficción para intervenir en la realidad mediante el diseño de líneas de fuga a la cibernética y la producción de deseo poscapitalista.
Coordinado por Club Manhattan, colectivo dedicado a la cultura y comunicación digitales.
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Coordinado por Club Manhattan, colectivo dedicado a la cultura y comunicación digitales.